miércoles, 20 de marzo de 2024

Los 70: el secuestro de Oscar Smith, un golpe a la dirigencia sindical




Los 70: el secuestro de Oscar Smith, un golpe a la dirigencia sindical
Oscar Smith, secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza de la Capital Federal, desaparecido en 1977
El gremio de Luz y Fuerza era uno de los más combativos en el comienzo de la dictadura de 1976; el caso se incluyó en las audiencias del Juicio a las Juntas
Mariano De Vedia

Líder del Sindicato de Luz y Fuerza de la Capital Federal, un gremio que mostraba resistencias al gobierno de Isabel Perón y uno de los más combativos en el comienzo del Proceso Militar, Oscar Smith fue secuestrado y desaparecido antes de cumplirse el primer año de la dictadura de 1976.
Luz y Fuerza había tenido como referentes a dirigentes con fuertes personalidades, pero estilos distintos. Desde Agustín Tosco, figura central del Cordobazo, que estuvo preso en Rawson, mantuvo un fuerte debate por TV con José Ignacio Rucci y murió por una infección a los 45 años, a Juan José Taccone, conciliador y hábil negociador en los tiempos de Juan Carlos Onganía y que llegó a ver la democracia en 1983 e incluso fue candidato a senador nacional por el PJ.
Smith tenía 45 años cuando fue secuestrado por un grupo de tareas el 11 de febrero de 1977, tras una intensa actividad gremial, con movilizaciones y huelgas aún después del golpe de 1976. Hoy una calle de la ciudad de Villa Mercedes, en San Luis, lleva su nombre y su gremio no tiene la influencia de antaño en el universo sindical.
A principios de los 70, Smith trabajaba en la empresa eléctrica estatal Segba, era secretario gremial de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza y fue el artífice del Convenio Colectivo 36/75, que defendió con hábil capacidad negociadora durante la crisis del gobierno de Isabel Perón. Había nacido el 8 de enero de 1932. Casado con Ana María Pérez (Maruja) y apodado “Gato”, vivía en Villa Dominico y tuvo dos hijas, Viviana y Daniela.
De carácter fuerte, mantuvo tensas reuniones con el almirante Emilio Eduardo Masera y con los generales Roberto Viola y Guillermo Suárez Mason, en medio de conflictos sindicales que repercutían en la provisión del servicio eléctrico en el área metropolitana. Así lo recuerda el periodista Juan Carlos Rodríguez en una semblanza del dirigente gremial publicada en el libro La lucha continúa: 200 años de historia sindical en la Argentina, de los autores Santiago Senén González y Fabián Bosoer.
Producido el golpe de Estado, el Sindicato de Luz y Fuerza fue intervenido y hubo 260 cesanteados en Segba, entre ellos el propio Smith, los dirigentes Andrés Mancuso, Armando Pintos y Alberto Defico, además de un centenar de delegados gremiales. Se dictó la ley 21.476, que derogó los regímenes laborales especiales de las empresas estatales. “Tenemos que dar pelea porque acá está en juego la existencia misma de nuestra organización”, dijo Smith a sus compañeros en una reunión celebrada en la clandestinidad.
En octubre de 1976 comenzó una huelga de brazos caídos, que los dirigentes de Luz y Fuerza llamaban “trabajo a tristeza”. Sus posturas contrastaban con el sector dialoguista de la CGT, que desplegaban una estrategia de “adaptación y resistencia”, mientras se sucedían persecuciones. Días después de la Navidad de 1976 desapareció el dirigente sindical farmacéutico Jorge Di Pascuale.
Homenaje al gremialista desaparecido Oscar Smith, realizado en 1987

Persecución y secuestro
El 10 de febrero de 1977 Smith se reunió con Oscar Lescano y otros dirigentes del gremio, y les pidió que al día siguiente lo acompañaran en un encuentro que se iba a desarrollar en un hotel sindical de Mar del Plata, donde además lo esperaban su esposa y sus dos hijas.
Al otro día conducía un Dodge 1500 de color anaranjado y, luego de dejar a su madre en una panadería y rumbo a una reunión gremial, antes de partir a Mar del Plata, al llegar al Viaducto de Sarandí, notó que dos autos Ford Falcon lo seguían en forma sospechosa. Dejó la avenida Mitre para tomar un camino lateral y en la esquina de De Benedetti y Zamudio los vehículos le obstruyeron el paso y lo obligaron a descender a golpes. A los dos días, su auto fue encontrado en un descampado detrás de la cancha de Arsenal, a siete cuadras del lugar del secuestro, pero al dirigente de Luz y Fuerza nunca más se lo vio.
El padre del gremialista, Arsenio Smith, que había trabajado en la misma empresa eléctrica del Estado, radicó la denuncia el mismo día de la desaparición en la comisaría 5ª. de Wilde, mientras que la Federación de Trabajadores de Luz y Fuerza presentaba un recurso de hábeas corpus, sin resultado.
En pocas horas, el Poder Ejecutivo condenó el secuestro de Smith y ratificó en un comunicado la decisión de “afianzar la paz como presupuesto básico de la unión nacional”, como reflejaron los diarios de la época Los empleados de Luz y Fuerza abandonaron los lugares de trabajo, en señal de protesta, y los dirigentes que integraban el consejo directivo del gremio –por entonces intervenido- denunciaron que “Oscar Smith fue secuestrado por un grupo minoritario, del cual no vale discernir si es de derecha o de izquierda”.
La esposa de Smith fue recibida posteriormente por el presidente de facto Jorge Rafael Videla, quien con un rosario en las manos le dijo: “No puedo ayudarla, no sé nada. Son desaparecidos”.
Con el tiempo, algunas versiones citaban testimonios de detenidos que decían haber visto a Smith en el centro clandestino El Vesubio o en la ESMA, y uno declaró que había compartido una celda en Quilmes. Pero nada pudo ser confirmado.
Los militares Massera, Grafigna, Viola, Lami Doso y Agosti, en el Juicio a las Juntas
Alfonsín y el Juicio a las Juntas
Oscar Lescano, quien tomó las riendas de Luz y Fuerza tras la recuperación de la democracia, acompañó a la esposa de Smith y sus hijas a una audiencia con el presidente Raúl Alfonsín, en febrero de 1984. Alfonsín se comprometió a trabajar en favor del esclarecimiento del hecho, a partir de la documentación que el gremio acercó a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), pero no hubo avances en la investigación.
El caso Smith estuvo presente en el Juicio a las Juntas, cuando el fiscal Julio César Strassera le preguntó al dirigente sindical Ramón Baldassini, que integraba entonces la conducción de la CGT, si conocía casos de secuestros, torturas o asesinatos de algún dirigente gremial ocurridos entre 1976 y 1982. La lacónica y sorprendente respuesta de Baldassini fue: “No”, lo que derivó en un comentario del fiscal, quien señaló que en ese período hubo “un caso concreto, por lo menos”, en referencia a la desaparición de Smith.
La respuesta negativa de Baldassini, quien lideró la Federación de Empleados de Correos y Telecomunicaciones durante 54 años, hasta su muerte, generó la reacción de la esposa de Smith. “Dios perdone a Baldassini. Conocía muy bien a mi marido. Es difícil explicarse cómo pudo haber omitido su desaparición cuando el fiscal lo consultó”, dijo Ana María Pérez, al día siguiente de la audiencia.
El dirigente Lescano, en tanto, reveló en el libro CGT: el poder que no fue, de la periodista María Herminia Grande, que él mismo fue testigo de una amenaza a Smith para que dejara la actividad sindical y se fuera del país. Su respuesta fue: “No, el que se va de este gremio no vuelve más. Yo no me voy”.

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