A las baterías de tu teléfono y tu notebook no les gustan los mimos
Las de iones de litio, usadas hoy en prácticamente todos los dispositivos portátiles, son de lo menos exigente que hay. Pero las mimamos, por todos los caprichitos con que nos importunaban las baterías de níquel cadmio, y, al consentirlas, las arruinamos. ¿En serio?
En serio. Empecemos por las dos cosas que aprendimos con las de níquel cadmio y que no aplican a las de nuestros celulares, notebooks y demás. Primero, no hace falta cargarlas al 100% cuando compramos el equipo. Salvo, claro, que nos llegue por completo descargado. Segundo,
no sufren efecto memoria. Esa es la razón, entre otras, por las que no se necesita cargarlas a tope cuando desempacamos un nuevo equipo.
Muy bien, ¿y entonces? ¿Se puede vivir sin sufrir? ¿Se puede disfrutar de una jornada entera de batería sin ritos extraños y cargadores por todos lados? Sí, pero con una condición. Hay que respetar las reglas que siguen desde el primer día. Tal vez el único verdadero problema de las baterías de iones de litio sea que el mal uso las daña realmente muy rápido.
Desempacás tu nuevo teléfono (o lo que sea). Lo encendés. Tiene 40% de carga. Parece casualidad. No lo es. La forma correcta de almacenar estas baterías durante varios meses es con un 40% de carga.
Muy bien. Está cargado al 40% y te encantaría ponerte a revisar sus funciones, tunearlo, importar tus contactos y apps y, sobre todo, empezar a pavear en Instagram. Hacelo. No vas a dañar las baterías. ¿En serio?
En serio. Dejá de sufrir. A las baterías de iones de litio les gusta trabajar. Dentro de dos o tres horas, cuando haya bajado a 15 por ciento, entonces sí, saltará una alerta y habrá que ponerlo a cargar.
Cuesta, ya lo sé. Usar el smartphone con 25% de carga causa ansiedad, temblores en las manos, contracciones musculares y hasta unas líneas de fiebre. Pero calma. Luego de un tiempo, te vas a habituar.
¿Y la puedo cargar hasta el 100 por ciento? Sí, no pasa nada. Lo que no hay que hacer (subrayo: no hay que hacer) es dejar el dispositivo siempre enchufado. ¿Por qué? Sin entrar en detalles técnicos, las baterías de iones de litio detestan los extremos. No les gusta ni un poco acercarse a cero. Y no toleran pasársela siempre cerca de 100. Insisto: les encanta trabajar.
Así que cuando llegue a 100% lo desenchufás y otra vez lo usás hasta que se descargue por completo. ¿En serio, en serio? En serio. Mi teléfono se carga casi exclusivamente de noche. Arrancó hoy a las 7.30 con 100% de carga. Son las 15.30 ahora y está al 68 por ciento. Android estima que tengo autonomía para 18 horas más. Eso cambiaría rápidamente si, por ejemplo, enciendo Waze. Waze se come las baterías con papitas al horno. Literalmente, al horno.
Pero con el uso normal, va a llegar sin problema hasta que vuelva a enchufarlo , dentro de unas ocho o nueve horas.
Resumo. Usalo sin cargarlo todo el tiempo que puedas entre 100 y 15 por ciento. Lo mismo las notebooks. Diría más: sobre todo las notebooks.
Ahora bien, como se sabe, la vida no es homogénea. Habrá días de 17 o 20 horas. Habrá que usar el hambriento Waze. Se producirán cortes de luz que nos dejarán sin la posibilidad de recargar el equipo cuando llegue al punto crítico (por debajo de 15 por ciento, ¿lo había dicho ya?).
Principio Irrefutable Número 1: el teléfono y sus baterías están a tu servicio, no al revés. Así que cada tanto van a sufrir un poco. La más dañina de las combinaciones es cargar un equipo mientras trabaja al máximo (Waze, pongamos) en un ambiente caluroso. Ocurrió, ocurre y seguirá ocurriendo. La cuestión es ser consciente de que eso le costará vida útil (no solo autonomía, sino también vida útil) a las baterías, y tratar de evitar tales circunstancias.
En el caso de los apagones, sobre todo si son extensos, hay que aplicar otra regla de oro.
Principio Irrefutable Número 2: lo que más debemos preservar es la posibilidad de hacer llamadas de emergencia, y para eso necesitamos aumentar la autonomía. ¿Es posible? Sí, y funciona. Si la mano viene mal y todo indica que el corte podría durar muchas horas, olvidate de Whatsapp y demás. Aunque esto depende mucho de cada modelo, mi mejor consejo es que apagues datos, wifi, bluetooth y geolocalización por GPS. Podés ponerlo en modo avión si no estás esperando llamadas.
Si lo de quedarte sin Whatsapp acaba de provocarte un soponcio, podés encender datos cada tanto, bajar los mensajes, contestar y volver a apagar datos. Hoy los buenos teléfonos ofrecen una serie de opciones de optimización de la batería que puede extender su uso (sacrificando varias cosas, pero no las llamadas) por hasta un par de días. Esas opciones se encuentran en la sección Batería de los Ajustes, o equivalente.
A. T.
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