sábado, 16 de noviembre de 2019

WILLY KOHAN Y SUS ANÁLISIS






Los estallidos sociales en Chile y Bolivia impactan de lleno en la Argentina.
En la transición entre el Gobierno saliente y el elenco entrante se habla más de política exterior que de otra cosa y, mientras tanto, sigue y se profundiza la indefinición en el terreno económico.
Los episodios en Bolivia y la caída del gobierno de Evo Morales, al menos por ahora, determinaron definiciones muy significativas del presidente electo en materia de política exterior, claramente opuestas a las que caracterizaron la era Macri, quien estuvo mucho más cerca de EE.UU., Europa occidental y el G20, que del Grupo de Puebla.
Probablemente Alberto Fernández se vio además obligado a sobreactuar en el caso boliviano por la heterogénea coalición política que lo sostiene, y se lo observó otra vez más cerca de lo que podría esperarse de Cristina al frente del Estado.
Los mercados tienen ahora una nueva razón para preocuparse: si se tensa la relación política con Washington, podría ser más complicada la negociación con el FMI y los acreedores. En las últimas ruedas de operaciones, los bonos argentinos no dejaron de bajar y el riesgo país trepó arriba de 2500 puntos.
Se mantiene el dólar estable en el mercado regulado, los exportadores aceleran ventas por temor al aumento generalizado de retenciones y eso permite que el Banco Central, el único que puede comprar, recupere unos 150 a 200 millones de reservas por día.
La renegociación de la deuda y la conformación del gabinete económico siguen siendo los temas centrales para los observadores políticos y financieros. Los nombres son los conocidos hasta ahora, aunque ninguno está confirmado: Guillermo Nielsen a Economía, Miguel Pesce al Banco Central; aunque siguen en carrera Matías Kulfas y Cecilia Todesca. También Mercedes Marcó del Pont para la AFIP.
Además interesa definir el paquete legislativo de emergencia que se aprobaría en enero: superpoderes ampliados por la emergencia económica para el Poder Ejecutivo y fuerte aumento de la carga impositiva para quienes tengan activos financieros fuera del país y deseen mantenerlos en el exterior. Se tiran números en forma casi irresponsable y le adjudican a Sergio Massa la mayor voracidad: de 10% a 20%, o más. Incluso se habla de un nuevo blanqueo, con claros incentivos para traer el dinero a la Argentina.
Otra incógnita a despejar: cómo hacer para desarrollar Vaca Muerta, que necesita precios internacionales en dólares y, a la vez, tener combustibles y tarifas de energía pesificadas para el consumo interno, que no aumenten más de lo acordado en el futuro pacto social.

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