lunes, 14 de marzo de 2016

DEL INSÓLITO E INTELIGENTÍSIMO; DR. MARTÍN HADIS



El hombre que amaba el silencio.

Según informa hoy el Chicago Tribune: 

"o
ficiales de civil arrestaron ayer en el subterráneo de Chicago a un hombre que estaba utilizando un aparato ilegal importado de china para interferir y cortar las comunicaciones de todos los teléfonos celulares de su vagón. Harto de oir las conversaciones de todos los demás pasajeros, decidió utilizar ese aparato para crear su propio ´vagón del silencio´. Según su abogado, al hombre lo perturbaba estar rodeado de gente que hablaba constantemente por teléfono"
Pueden leer el artículo entero (en inglés) aquí.

El célebre escritor Ray Bradbury anticipó las desventajas
de la interconexión constante, ya en 1953.
Esta escena es peculiar de por sí. Pero lo más interesante es que fue profetizada, hasta el mínimo detalle, hace décadas, por el gran escritor de ciencia ficción Ray Bradbury, en un cuento titulado "El Asesino", publicado en su libro Las doradas manzanas del sol, en el año 1953.



El protagonista del relato de Bradbury es el Señor Brock, alias "el asesino". Brock es una persona amable y simpática, pero está completamente harto de la música funcional, de los intercomunicadores, y de los televisores y parlantes que continuamente emiten noticias, de las publicidades,  Decide entonces "asesinar" a todos estos aparatos, uno a uno.

Comienza por romper todos los televisores y parlantes de su casa. Después tira el teléfono a la basura. Luego se sube a su auto y calla a la radio del mismo inundándola con helado de chocolate. Finalmente, alquila una máquina para hacer interferencias, se sube a un ómnibus, y al encender ese aparato  hace que se apaguen todas las "radios pulsera". ¿El resultado? Un placentero silencio. Pero, por esta transgresión, el Sr. Brock termina siendo arrestado. 

Escribe Bradbury:

" -Entonces se me ocurrió lo de la máquina portátil de diatermia. Alquilé una, y aquella noche subí con ella al ómnibus que me llevaría a casa. Todos los viajeros hablaban con sus mujeres por la radio pulsera diciendo: «Ahora estoy en la calle Cuarenta y tres, ahora en la Cuarenta y cuatro, aquí estoy en la Cuarenta y nueve, ahora doblamos en la Sesenta y una.» Un marido maldecía: «Bueno, sal de ese bar, maldita sea y vete a casa a preparar la cena. ¡Estoy en la Setenta!» Y una radio de transistores tocaba Cuentos de los bosques de Viena, y un canario cantaba una canción acerca de una sopa de cereales. En ese momento..., ¡encendí mi aparato de diatermia! ¡Estática! ¡Interferencia! Todas las mujeres separadas de los maridos que habían acabado una dura jornada en la oficina. ¡Todos los maridos separados de sus mujeres que acababan de ver cómo sus chicos rompían una ventana! Talé los Bosques de Viena. El canario se atragantó. ¡Silencio! Un terrible, inesperado silencio."
Es decir, exactamente la misma escena que la realidad se ha encargado de reproducir hoy, 63 años después de que Bradbury la imaginara. Curiosamente, el protagonista de la escena en la realidad tiene exactamente la misma edad que el cuento de Bradbury. El Chicago Tribune informa:

"El abogado designado para defender al acusado, Dennis Nicholl, de 63 años de edad, de profesión contador, dijo que su cliente solo buscaba algo de paz y silencio en su viaje diario desde su hogar al Hospital de Illinois, donde funcionarios confirmaron que trabaja como analista financiero. Sus familiares prefirieron no realizar declaraciones, pero un colega de Nicholl se mostró sorprendido al enterarse de que éste había sido arrestado. ´Es un hombre inofensivo - es incapaz de hacerle daño a nadie´, dijo Bobby Chacko, que también trabaja como analista financiero en el mismo hospital"
Pueden leer el cuento entero aquí

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