Al final, es Cristina la que rompe

Joaquín Morales Solá
La política imaginaba el momento en que Alberto Fernández rompería con su tutora electoral. Pero la política no es lineal ni lógica y Cristina Kirchner tiene -todo hay que decirlo- una inagotable capacidad para sorprender. Siempre se descuelga desde el lugar menos pensado. Al final, fue ella la que rompió con el Presidente que ungió con un tuit breve y negligente.Rompió, al menos, las condiciones de esa convivencia política tal como la habíamos conocido hasta ahora. El Presidente está atado todavía al compromiso de una tolerancia inexplicablemente estoica con Cristina. Sus palabras son, con todo, solo apariencias. Ningún albertista desconoce en la intimidad la gravedad de la decisión de Cristina de tomar distancia del Gobierno y de señalar, indirectamente, que le están arruinando su obra. "Ella no dejará nunca que Alberto Fernández se empodere. Es psicológico, patológico o como quieran llamarlo", se enfurece un interlocutor permanente del Presidente.

El problema de Cristina es que se convirtió en la política menos capacitada para construir alianzas. También por eso no puede amenazar con rupturas serias. Ese es el único lugar en el que Alberto Fernández es más fuerte que ella. Viejo enhebrador de pactos y roscas, el Presidente conoce el peronismo real más que su vicepresidenta. Los gobernadores y la mayoría de los intendentes peronistas están dispuestos a seguir a Alberto si este se viera obligado a quebrar su alianza con Cristina. Saben que ella solo trabaja para el fanatismo propio. Esa improbable ruptura significaría en los hechos una fractura de los bloques peronistas del Congreso. Muchos legisladores responden a los gobernadores más que a Cristina.

El problema de Cristina es que se convirtió en la política menos capacitada para construir alianzas. También por eso no puede amenazar con rupturas serias
Los riesgos de una ruptura formal no eliminan la posibilidad de que algún día exista. En el albertismo ese es un proyecto nunca descartado. Ningún albertista sabe con certeza, sin embargo, si tiene un presidente dispuesto a incursionar en tal aventura. Esa franja de la coalición peronista gobernante es crítica de Sergio Massa, el primero en diferenciarse de los bosquejos ideológicos de la vicepresidenta. No lo objetan por lo que dice, sino porque no respeta los tiempos del conjunto. "Se corta solo en lugar de ser parte de una estrategia", se enfurecen. Massa es Massa. ¿Por qué esperar de él una contribución a un proyecto colectivo si siempre se dedicó a cultivar su propia huerta? Las críticas a Massa son anécdotas. Importa, en cambio, la advertencia de que podría haber una estrategia más amplia del peronismo para aislar a Cristina. Ese es el dato que la expresidenta no puede ignorar, mucho menos con la incertidumbre judicial que la acosa
El disimulo presidencial para ocultar la discordia no llegó a sus seguidores, que vieron en Máximo Kirchner al mayor exponente de la indiferencia y la ingratitud de su madre. Es la primera vez en años que el jefe del bloque oficialista decide no defender el proyecto de presupuesto, la ley más importante que el Congreso debe aprobar. Máximo se fue de la sesión en Diputados y desertó de su misión parlamentaria. "No se quedó ni siquiera para defender la enorme cantidad de dinero que el presupuesto prevé para organismos manejados por La Cámpora, como la Anses, el Pami y Aerolíneas Argentinas", enfatiza un peronista cercano al Presidente, que, como buen peronista, conoce con precisión quirúrgica dónde está el dinero.

La artimaña de Cristina de proponer la convocatoria a un acuerdo con los que ella detesta también le salió mal. Su proyecto consistía en pactar con sus adversarios y enemigos una política para salir de la economía bimonetaria. Puro patriotismo monetario. Es una esperanza vieja, no un programa político. La oposición le contestó que iría a cualquier convocatoria, pero para hablar primero de que el Gobierno (y, sobre todo, ella) debe respetar la Constitución. Respetar a la Justicia, más que nada. "Iremos con la Constitución en la mano", anunció Mauricio Macri. La economía o la Constitución. En efecto, Cristina tiene un problema, que encubre con su capacidad para apoderarse del escenario mediático. Es este: nadie puede entrar a su hermético refugio, pero tampoco ella puede salir de él.
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