Victoria Ocampo, una ensayista con estilo propio
Hugo Beccacece escribe sobre una nueva antología de los Testimonios


Son varios los críticos que trataron de encerrar en un género literario los escritos de Victoria Ocampo, particularmente sus Testimonios. Algunos dicen que ella les puso ese título a sus textos, y no “Ensayos”, para no parecer presuntuosa en una época en que las mujeres que escribían sobre sus sentimientos eran mal vistas. El ensayo personal, nueva antología de los Testimonios. es de mucho interés, algo esperable de Irene Chikiar Bauer, autora de la monumental y celebrada biografía Virginia Woolf, la vida por escrito y de Eduarda Mansilla. Entre-ellos, una escritora argentina del siglo XIX. El ensayo personal revela hasta qué punto la antóloga es la coautora del libro porque ese título, sin el extenso prefacio o estudio de Chikiar Bauer, no tendría sentido. La obertura está desarrollada con la rigurosidad de un teorema. Los veinticuatro “Testimonios” seleccionados –sobre Virginia Woolf, Jorge Luis Borges, Igor Stravinsky, entre otros– están allí como el sustancioso corolario de aquel teorema.
Chikiar Bauer señala que Victoria eligió el formato del ensayo ya para su
primer libro, De Francesca a Beatrice, comentario de la Divina Comedia, en el que analizó la experiencia de su lectura de Dante, pero que también le sirvió para entender su propio e intransferible“dramapersonal”,esdecir,suamor adúltero por Julián Martínez, primo de su esposo, Luis Bernardo de Estrada. Curiosamente, antes de que se publicara El ensayo personal apareció en París la versión original francesa de la “guía” de Ocampo para la lectura del poema sacro de Alighieri, publicada por la editorial Rue d’ulm.
En The Art of the Personal Essay, de Phillip Lopate, este –comenta Chikiar Bauer– explica que el ensayo personal “permite establecer con el lector un diálogo amistoso, basado en la identificación, el entendimiento mutuo y la camaradería”. Esas palabras parecen haber sido escritas para definir el género que cultivó Ocampo y su estilo.
El hilo de Ariadna de la biógrafa de Virginia Woolf para adentrarse en el feminismo, el pensamiento político y la estética de V. O. es precisamente la amistad de la argentina con la autora de Orlando. Virginia había recurrido al ensayo personal antes que Victoria por la libertad que le concedía. Tanto la inglesa como la argentina no habían cursado estudios académicos; eran autodidactas. La falta de reglas del ensayo era un buen escudo para defenderse de las críticas de los hombres. Las dos lucharon sin tregua contra la hegemonía del varón y por la reivindicación de los derechos femeninos.
V. O. admiraba profundamente a Woolf. Chikiar Bauer sugiere que la influencia de Virginia hizo que Victoria se pusiera en contra del fascismo, abrazara la causa republicana en España y, durante la Segunda Guerra undial, la de los aliados.
Ocampo conoció a Woolf en 1934. La lectura de la novelista, el contacto con ella y la correspondencia que intercambiaron durante varios años (V. O. se convirtió en la editora en español de Virginia) la hicieron madurar como persona y como intelectual.
Entre las influencias, Carl Jung ocupa un lugar importante, observa la prologuista. Victoria utiliza en distintas épocas muchas de sus categorías, a menudo sin mencionar su nombre. Esa práctica de apropiación no respetaba la rigurosidad académica, pero aligeraba los textos y la acercaba en algunos casos al periodismo de autor.
Chikiar Bauer señala que Victoria eligió el formato del ensayo ya para su
primer libro, De Francesca a Beatrice, comentario de la Divina Comedia, en el que analizó la experiencia de su lectura de Dante, pero que también le sirvió para entender su propio e intransferible“dramapersonal”,esdecir,suamor adúltero por Julián Martínez, primo de su esposo, Luis Bernardo de Estrada. Curiosamente, antes de que se publicara El ensayo personal apareció en París la versión original francesa de la “guía” de Ocampo para la lectura del poema sacro de Alighieri, publicada por la editorial Rue d’ulm.
En The Art of the Personal Essay, de Phillip Lopate, este –comenta Chikiar Bauer– explica que el ensayo personal “permite establecer con el lector un diálogo amistoso, basado en la identificación, el entendimiento mutuo y la camaradería”. Esas palabras parecen haber sido escritas para definir el género que cultivó Ocampo y su estilo.
El hilo de Ariadna de la biógrafa de Virginia Woolf para adentrarse en el feminismo, el pensamiento político y la estética de V. O. es precisamente la amistad de la argentina con la autora de Orlando. Virginia había recurrido al ensayo personal antes que Victoria por la libertad que le concedía. Tanto la inglesa como la argentina no habían cursado estudios académicos; eran autodidactas. La falta de reglas del ensayo era un buen escudo para defenderse de las críticas de los hombres. Las dos lucharon sin tregua contra la hegemonía del varón y por la reivindicación de los derechos femeninos.
V. O. admiraba profundamente a Woolf. Chikiar Bauer sugiere que la influencia de Virginia hizo que Victoria se pusiera en contra del fascismo, abrazara la causa republicana en España y, durante la Segunda Guerra undial, la de los aliados.
Ocampo conoció a Woolf en 1934. La lectura de la novelista, el contacto con ella y la correspondencia que intercambiaron durante varios años (V. O. se convirtió en la editora en español de Virginia) la hicieron madurar como persona y como intelectual.
Entre las influencias, Carl Jung ocupa un lugar importante, observa la prologuista. Victoria utiliza en distintas épocas muchas de sus categorías, a menudo sin mencionar su nombre. Esa práctica de apropiación no respetaba la rigurosidad académica, pero aligeraba los textos y la acercaba en algunos casos al periodismo de autor.
La introducción de Chikiar Bauer sigue detalladamente las distintas etapas del feminismo de V. O. después de la muerte de Virginia. La lectura de Susan Sontag y las conversaciones con ella le hicieron atisbar a Victoria un futuro que no vería. La lucha de mujeres como Woolf y ella hizo posible la aparición de alguien con formación académica, sensibilidad y recursos literarios como Sontag, a la que la argentina “le cede el paso”. Cuando un periodista le preguntó a la estadounidense que pensaba de esa declaración de Victoria, ya fallecida, Sontag respondió con una sonrisa: “No comment”.
Victoria Ocampo quería llegar a escribir como una mujer. En sus escritos, lo femenino se abre paso sobre todo cuando el tema tocado no tiene que ver con el feminismo. Muchas de sus frases, sobre todo de sus símiles, son el fruto de una visión y un estilo de incorporar las cosas que el lector no puede atribuir sino a una mujer. Sería muy interesante que Chikiar Bauer analizara la “respiración” femenina de Victoria. Seguramente lo haría mucho mejor que un hombre.
Victoria Ocampo quería llegar a escribir como una mujer. En sus escritos, lo femenino se abre paso sobre todo cuando el tema tocado no tiene que ver con el feminismo. Muchas de sus frases, sobre todo de sus símiles, son el fruto de una visión y un estilo de incorporar las cosas que el lector no puede atribuir sino a una mujer. Sería muy interesante que Chikiar Bauer analizara la “respiración” femenina de Victoria. Seguramente lo haría mucho mejor que un hombre.
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