CRÍTICA DE TEATRO

Tengo un muerto en el placard: con la ironía y el humor negro de Daniel Dalmaroni
Guillermo Ghio construye un espectáculo vital con muy buenos trabajos de Pasta Dioguardi y Marcelo Serre
Carlos Pacheco
Marcelo Serre y Pasta Dioguardi, en Tengo un muerto en el placard, de Daniel Dalmaroni
Autor: Daniel Dalmaroni. Intérpretes: Pasta Dioguardi, Marcelo Serre. Luces y asistencia de dirección: Tamara Josefina Turczyn. Vestuario: Pheonia Veloz. Escenografía y dirección general: Guillermo Ghio. Sala: Nün Teatro Bar, Juan Ramírez de Velasco 419. Funciones: miércoles a las 21. Duración: 60 minutos.
Dos amigos, presumiblemente compañeros de trabajo, esperan la llegada de un ascensor y comienzan a entablar un diálogo disparatado en el que uno de ellos manifiesta un alucinado interés por el Gauchito Gil. Sorprendido, el otro tratará de quitarle importancia a los acontecimientos que su colega narra, aunque solo logrará conseguir el efecto contrario.
En tren de confidencias el segundo explicará que tiene un muerto en el placard, algo que parece imposible pero que, a lo largo de la pieza, irá adquiriendo hasta cierta naturalidad. Tanto que los dos hombres terminarán involucrándose en una crítica situación delictiva que ellos manipulan con total insensatez.
Las comedias de Daniel Dalmaroni están plagadas de ironía, humor negro, perversidad y todo ello se mezcla en unas tramas en las que continuamente asoman datos sorpresivos que si bien pareciera que van a modificar el rumbo de la historia, en verdad no lo hacen, cargan a los personajes de un grado mayor de impunidad.
El director Guillermo Ghio construye un espectáculo muy vital. Las situaciones se sostienen con buen ritmo y Pasta Dioguardi y Marcelo Serre logran consolidar una relación que, progresivamente, va creciendo de manera muy atractiva. Encuentran la forma exacta de hacer que esos momentos inesperados y delirantes que asoman en el texto repercutan en la atención del espectador de manera muy elocuente. Solo una observación, los personajes poseen un estado de degradación tal que es necesario profundizar al máximo para que esta comedia no resulte solo un buen pasatiempo.
Tengo un muerto en el placard

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