Codicia, corrupción y poder: cinco historias que atraviesan la esfera de la política en clave criminal
Paula Vázquez Prieto
Hay una frase hecha en el policial, tanto en la literatura como en la crónica periodística, que consigna que todo crimen es político. Quizás esa fue una de las premisas de la novela negra del siglo XX. El estreno de Un crimen argentino, ópera prima de Lucas Combina basada en la novela de Reynaldo Sietecase sobre un crimen cometido en Rosario durante la última dictadura, reaviva el interés por aquellas historias que usaron el thriller para narrar los contextos más oscuros. Desde Jorge Luis Borg es a Rodolfo Walsh, pasando por Juan Sasturain hasta Claudia Piñeyro, las historias que atraviesan la esfera de la política en clave criminal despiertan una persistente inquietud, una atención inherente a lo humano, una vocación por descubrir aquello que siempre resulta revelador. Recorrer algunas de aquellas películas que marcaron esa alianza, inspiradas en novelas célebres, en hechos nacidos de la realidad, enraizadas en los momentos más críticos del mundo, ofrece un ejercicio bienvenido, ya sea al volver a verlas o al descubrirlas por primera vez.
EL CONFORMISTA (1970), DE BERNARDO BERTOLUCCI
Una de las grandes películas de Bertolucci nace de la casualidad: el encuentro del director con la novela de Alberto Moravia mientras completaba el montaje de La estrategia de la araña, estrenada en ese mismo 1970. El ofrecimiento de una coproducción con la Paramount lo impulsó a escribir el guion de El conformista en pocas semanas y a comenzar el rodaje cuando terminaba aquella película para la RAI inspirada en un cuento de Jorge Luis Borges. Curiosamente, ambas películas tenían como eje el tema de la traición, el regreso del pasado y el peso de la figura paterna. En La estrategia de la araña, es el padre el que traiciona, aún desde la tumba; en El conformista es Marcello (Jean-Louis Trintignant), el hijo que se convierte en entregador de su mentor en aquella París del Frente Popular. En su vocación de integrarse al fascismo, de camuflar sus faltas del pasado, sus pecados ocultos, Marcello debe matar al hombre en el que podría haberse convertido, aquel espejo en el que hubiera querido mirarse. Su conformismo es algo más que su complicidad con el horror: es su negación de sí mismo, su servilismo a esa política que lo ha convertido en su instrumento. Primera y gloriosa colaboración entre Bertolucci y el director de fotografía Vittorio Storaro, El conformista es uno de los hitos de aquel cine político italiano que utilizó al crimen como disparador de sus más profundas declaraciones.
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BARRIO CHINO (1974), DE ROMAN POLANSKI
Uno de los grandes títulos del neo noir de los 70 fue también símbolo de la audacia del tiempo del Nuevo Hollywood, que recuperaba los géneros clásicos para auscultar su presente. Basada en un guion de Robert Towne (costurero de los guiones de Bonnie & Clyde y El padrino) e impulsada por el enfant terrible Robert Evans, al mando de la Paramount, Barrio chino está ambientada en Los Ángeles durante la Depresión y tiene como marco la cruenta disputa por el negocio del agua potable. J.J. Gittes (un extraordinario Jack Nicholson) es un detective al estilo Philip Marlowe, impulsado por la misteriosa desaparición del yerno del magnate Noah Cross (John Huston) a introducirse en un nido de codicia y corrupción. En esa pesquisa reaparecen las sombras de su pasado, el recuerdo de su fracaso en Chinatown, recoveco de muerte e impunidad. La misteriosa Evelyn (Faye Dunaway), falsa femme fatale con mucho de víctima sacrificial de la tragedia, se erige como el centro de la intriga, de la atracción que ejerce sobre Gittes y de los secretos de esa familia poderosa. Y el Noah Cross del magistral Huston es el verdadero poder detrás de todo artificio, el amo y señor de ese tiempo sin ley, el animal político que ejerce su dominio sin escrúpulos. DISPONIBLE EN AMAZON PRIME VIDEO, MOVISTAR PLAY Y APPLE TV.
ÚLTIMOS DÍAS DE LA VÍCTIMA (1982), DE ADOLFO ARISTARAIN
La primera novela de José Pablo Feinmann se publicó en 1979 y no eran pocos los ecos del clima que se vivía en la Argentina por entonces. Mendizábal (Federico Luppi) es un asesino a sueldo que recibe un crimen por encargo: matar a Rodolfo Külpe, un hombre al que no conoce pero que tiene su lugar en el camino de los condenados. A partir de allí, Mendizábal comienza con sigilo y dedicación el cerco sobre su presa sin saber que en el fondo ese lazo que cree lejano se convierte en una trampa que lo envuelve. Adolfo Aristarain venía de dirigir una de las primeras películas imprescindibles de su trayectoria, y una de las mejores del cine argentino como fue Tiempo de revancha (1981). Allí también se vislumbraban los hilos de la realidad que luego la historia policial de Feinmann encaminó en el andamiaje del género. El policial como certero retrato de un tiempo, pero también como argucia existencialista sobre la culpa y el castigo al modo de Dostoievski. La vida de Mendizábal, vacía de sentido más allá de esas muertes acumuladas, encuentra en esa última misión el espejo oscuro de su muerte, el rostro de ese culpable que tanto había buscado. DISPONIBLE EN MOVISTAR PLAY Y PLUTO TV.
UN ASUNTO DE MUJERES (1988), DE CLAUDE CHABROL
Basada en el caso real de una mujer condenada por practicar abortos durante el tiempo de la República de Vichy, Un asunto de mujeres es el descarnado retrato de la última ejecución de una mujer en Francia, mediante la guillotina, convertida en víctima ejemplar de las contingencias históricas. Marie (una notable Isabelle Huppert, que compone un personaje especular a Violette Nozière, aquella protagonista de Niña de día, mujer de noche, otro clásico de Chabrol sacado de las crónicas policiales) intenta sobrevivir durante la ocupación nazi: practica un aborto a su vecina y a partir de allí asiste a otras mujeres embarazadas de soldados alemanes, al mismo tiempo que encuentra una fuente imprevista de ingresos. Opaca e impenetrable, Marie nunca reclama simpatía ni comprensión, sino que como todas las criaturas chabrolianas se mueve en el relato con desafiante sigilo. Y, como es su costumbre, Chabrol no juzga sino muestra. Y lo hace con la crudeza que Huppert expone en sus gestos y movimientos, con el marco de los aciagos ritmos políticos que la rodean, con el enigma de una vida que trasciende más allá del bien y del mal. DISPONIBLE EN MUBI.
MUNICH (2005), DE STEVEN SPIELBERG
Una de las mejores películas de Steven Spielberg comienza con un crimen. El secuestro y asesinato de un grupo de atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. Luego de la escena inicial, la película expone el complejo proceso que implica encontrar a los culpables y vengar el acto de ignominia. Una respuesta que también consagra un crimen. El director de La lista de Schindler construye uno de sus thriller más tensos e inquietantes sobre el dudoso resultado de esa venganza y el futuro que auspicia para cualquier intento de paz. El thriller se convierte así en el terreno perfecto para explorar las decisiones políticas que propician actos criminales, al igual que la arena privilegiada para cualquier exégesis de un pretendido acto de justicia. Avner (Eric Bana), exguardaespaldas de la primera ministra Golda Meir, es la cabeza del grupo dedicado a encontrar a los ejecutantes del atentado, cuyo nexo oficial está a cargo de un intermediario, Ephraim (Geoffrey Rush). En los viajes por el mundo que realizan los agentes de Avner, descubren que detrás de la información que reciben hay alguien que alguna vez tuvo ideales, que ahora justifica su desilusión con sus mismos actos criminales. Spielberg muestra de manera descarnada los pactos y compromisos que se asumen en favor de una justicia que poco a poco se torna una utopía. DISPONIBLE EN HBO MAX.
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