jueves, 1 de septiembre de 2022

CONTROVERSIAS FAMILIARES LITERARIAS


Estallidos familiares. Por qué podría ser inconveniente tener un escritor en casa
El reciente caso de El salto de papá actualiza una controversia de larga data: ficciones o libros periodísticos que detonaron enfrentamientos entre parejas, padres y hermanos
Gisela Antonuccio
Ciudad dE MéxiCo.– Puede ser de mal augurio tener un escritor en la familia. Tarde o temprano, su existencia trae tempestades. acaba de suceder con El salto de papá, libro del periodista Martín Sivak, hijo del banquero que se suicidó en 1990, cuya adaptación al cine generó la desaprobación y el inicio de acciones legales de su hermano menor (“es una crueldad”, dijo Gabriel) y cuatro primas (“un atropello total”). “Nos resulta obsceno y doloroso tener que pasar por esta situación y por esta exposición pública”, escribieron en un comunicado Camila, analía, Malena y María, hijas de Osvaldo Sivak y Marta Oyhanarte.
El que había pensado en dar un salto desde el balcón aquel verano de 1994, en Miami, fue el escritor y periodista Jaime Bayly. “Si publicas esa novela, no nos verás más”, le había dicho su esposa, en Washington dC, donde vivían con su pequeña hija. Se refería a No se lo digas a nadie, el libro con el que el peruano salió del clóset. Que era la vergüenza de la familia, le dijo su padre; que su novela era una basura, la madre; “Tu hija sentirá vergüenza de ser tu hija”, retrucó, cruel, la suegra. Todo este famoso episodio lo recuerda el propio autor en una reciente columna en este diario.
En plena pandemia, Emmanuel Carrère tuvo que enfrentar un indeseado revés de su separación de la periodista Hélène devynck, que procuró que la sentencia de divorcio incluyera una nota para obligar al escritor a pedir su consentimiento antes de mencionarla en sus obras. Esa precaución fue la causante del retraso de la publicación de su último libro, Yoga, que lo llevó a retirar los capítulos en los que habla de ella y de la hija de ambos.
En todo escritor, su moral choca con la de su oficio. Si se despoja de sentimentalismos, la balanza caerá del lado de su arte, al comprender que ningún ardor es verdadero si está atravesado por dobleces.
Ya en 1956, el Nobel de Literatura William Faulkner lo explicó a The Paris Review: “El artista es responsable solo ante su obra. Si es un buen artista, es completamente despiadado. arroja todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad –todo–, con tal de escribir su libro”.
Los principios del autor de Mientras agonizo sobrevuelan la historia de la literatura, llena de escritores que, con sus obras, causaron quiebres en sus relaciones familiares. Simone de Beauvoir creía que “toda familia es un nido de perversiones”. además de abstenerse de formar una, se ocupó de la suya en Memorias de una joven formal.
De Tolstoi a Kafka, pasando por Thomas Mann, Sylvia Plath o Carrère, pareciera que muchos obtienen algo más que libertad al vulnerar la intimidad de los lazos.
Trapos sucios fuera de casa
Los tormentos en el seno de las familias han sido la materia más a mano de grandes escritores. algunos los compiló Colm Tóibín en Nuevas formas de matar a tu madre. Escritores y sus familias (Lumen). ahí, entre el ensayo y la narración, el escritor irlandés repasa la jugosa relación familiar de W. B. Yeats con su padre, la paternidad de Thomas Mann o el pesado matrimonio de John Cheever. de Jorge Luis Borges menciona la incomodidad que soportó con el legado literario de su padre. al parecer, estando enfermo, el padre del autor de “El aleph” le pidió que reescribiera su novela inédita. Se sugiere que el cuento “El Congreso” puede ser el resultado de aquella reescritura.
Mann ocupa más párrafos, con la identidad homosexual de varios de sus integrantes, incluyendo la del propio autor de La montaña mágica y la de sus tres hijos. además, se menciona la tendencia al suicidio en la familia, con las dos hermanas del escritor y dos de sus hijos. En su trabajo, Mann se interesó más por el incesto de su familia política. La relación de su esposa, Katia, con su hermano fue narrada en La sangre de los Walsungs, a pesar de la oposición de su suegro.
La tormentosa vida conyugal junto a Sonia fue tema habitual de los diarios de León Tolstoi, donde volcaba las flaquezas de su espíritu y los resentimientos de su esposa. al punto que ella decidió escribir su propio diario. Cada nota estaba precedida por una visita furtiva al diario de su famoso esposo, para despacharse con maldiciones. Ni la muerte del autor de Guerra y paz consiguió un bálsamo último. Mientras él agonizaba en su cama, Sonia solo pudo mirar desde una ventana cómo se apagaba la vida de quien había sido su esposo por casi medio siglo. Fue la máxima cercanía permitida por decisión del escritor, sus hijos y los médicos.
Ningún escritor acaso es más peligroso que el confesional o de autoficción. En Reborn: Early Diaries 1947-1963, Susan Sontag ahonda en detalles de su matrimonio fallido, su homosexualidad y las peleas con su madre. En 1950, a un mes de su compromiso con Philip rieff, anotó: “Me caso con Philip con plena conciencia y con miedo a mi vocación por la autodestrucción”. Su hijo, david rieff, editor de sus diarios, destacó el rechazo de su madre al trabajo autobiográfico. Pero si todo diario se escribe con la esperanza de su lectura en el futuro, cabe pensar que fue ahí donde Sontag ejecutó su venganza.
Sylvia Plath, pionera de la poesía confesional y primera ganadora a título póstumo de un premio Pulitzer, dedicó sus últimos años a escribir poemas donde expresaba la ansiedad y confusión que la acompañaron desde su primera internación e intento de suicidio, a los veinte años. Los alternó con la escritura de diarios. algunos críticos señalaron a su exesposo Ted Hughes por destruir el último de ellos, donde se refería a la vida juntos. al año siguiente de su divorcio, Plath se suicidó por asfixia con gas. Su esposo quedó como editor de sus textos.
A diferencia del periodista, que se debe a la verdad de los hechos, el escritor se entrega a una mentira: su ficción y la de sus personajes, aunque suponga una traición a las personas que inspiraron esa historia. El padre de la non fiction novel, Truman Capote, lo dejó claro en 1975 al publicar en la revista Esquire un adelanto del primer relato de Plegarias atendidas, “La Côte Basque”, donde expuso los chismes del jet set y la farándula con la que se codeaba (ya se había despachado sobre el abandono y el alcoholismo de su madre y de la errática relación con su padre). Con esas infidencias, Capote dejó de ser el golden boy mimado por las celebridades. Solo y repudiado, entregado al alcohol, el autor de A sangre fría se suicidó nueve años más tarde. antes, ensayó una modesta defensa: “Todo lo que tiene el escritor para trabajar es el material que ha reunido como resultado de su propio esfuerzo y de sus observaciones. Se podrá condenar su uso, pero no negárselo”.
En Kafka, su vida puede resumirse a su lucha contra todo lo que pudiera interponerse a su escritura: la familia y sus derivados. En 1914, cinco años antes de Carta al padre, donde acusa a su progenitor de conducta abusiva, en sus diarios anotó: “Escribiré a pesar de todo, indefectiblemente; es mi lucha por la supervivencia”. La confesión sugiere una suerte de sosiego inesperado, del que Tolstoi avisó mucho antes: “Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”.
“Escribiré a pesar de todo; es mi lucha por la supervivencia” (Kafka)
“Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son a su manera” (Tolstoi)

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