lunes, 14 de noviembre de 2022

TECNOLOGÍA DELIRANTE....




Compró, falló y se lo reemplazaron. La historia más delirante del semestre
Unos seis años de teclados en una sola imagen (y faltan un par); en el medio, el G513, con las teclas iluminadas solo a medias. Debajo, un HyperX, con buena iluminación, pero muy desgastado
Ariel Torres
Tecnología...Análisis
Un teclado, una comedia de enredos, algunas estadísticas alucinantes y un remate que no te esperabas; y también algunas buenas noticias
Ariel Torres
Me han tocado vivir cosas raras en relación con la tecnología. Pero ninguna como esta. Empieza, este relato esperpéntico, con la compra de un teclado para mi computadora principal. Aunque ahora casi no se habla de otra cosa que de móviles, todo lo que se consume en el smartphone (desde la app del pronóstico meteorológico hasta un jueguito, desde Instagram hasta WhatsApp, una guía de películas de cine o, claro está, esta nota) se produce en una estación de trabajo. Salvo rarísimas excepciones de apuro en un aeropuerto durante una crisis internacional, cualquier conjunto grande de texto, instrucciones o datos en una planilla nacen de tipear en un teclado real, cómodo, robusto y más o menos pesado (para que no navegue por la mesa de trabajo mientras trabajamos). No es manía. Solamente de texto publicado, tipeo un millón y medio de caracteres por año en el diario. Esto no incluye la edición (que puede fácilmente cuadruplicar el total de caracteres de un artículo) ni la inacabable mensajería. Así que si vamos a hablar en serio, denme un buen teclado. Lo mismo les ocurre a los gamers, editores de música y de video, programadores, y sigue la lista.
¿Pero y la notebook? Sí, es verdad, hay quienes se sienten cómodos escribiendo en la notebook. No es mi caso. Por desgracia, mis destrezas como mecanógrafo son de una torpeza legendaria. Así que no solo el autocorrector me arregla cinco de cada cuatro palabras, sino que además mis requerimientos en relación con los teclados son absolutamente insoportables.
Y los rompo, claro. Me duran más o menos un año y medio, y adiós. Es simple. Tanto tipeo es demasiado para cualquier maquinaria. Cuando terminé Hackearán tu mente,
me di cuenta de que las letras más usadas del español estaban por completo borradas en mi teclado, me dio mucha vergüenza y me compré un precioso HyperX, sólido como el Aconcagua y con una bonita retroiluminación. Tenía además un puerto USB (¿por qué no traen todos los teclados para PC un puerto de este tipo desde siempre?). Amé. Algo ruidoso, pero fantástico. Al año y medio empezó a fallarle la V. Se escribía dos veces. Y, por supuesto, comenzaron a borrarse las letras. Ahí decidí cambiarlo por un Logitech, que siempre había sido la marca que elegía para mis teclados, y con ese modelo tuve esta experiencia alucinante.
Luz, más luz
Prefiero los teclados retroiluminados porque trabajo en penumbra, y esto no es ningún capricho. Algunas neuronas desacatadas en mi cerebro me vuelven hipersensible a los estímulos, especialmente los visuales. Así que elegí un G513 de Logitech. Me encantó. Era posible mapear cada tecla individualmente con un LED de diferente color. Para uno que escribe mirando el teclado, esto era genial. El software para hacer esto era de verdad horrible, pero bueno, no se puede todo.
Así que fue amor a primera vista. Hasta que me di cuenta de que el LED solo iluminaba el carácter principal; no el que se hace con Mayúsculas. Al estar en la parte superior del interruptor, el diodo no alcanzaba a retroiluminar los caracteres secundarios. Traduzco: no servía. Indagué, pregunté, me anoté en foros, incluido el de la compañía, y todo eso que hace un neurótico obsesivo. Y cada evidencia indicaba que el teclado, simple y absurdamente, estaba mal diseñado.
Detalle del G513; solo se iluminan los caracteres principales, no los secundarios
Aquí la historia se divide en dos. Por un lado, registré mi teclado y pedí asistencia técnica a la empresa. Por otro lado, intenté enviarles un mensaje a los representantes de la firma aquí. Pese a los denodados esfuerzos (me consta) de la gente de prensa, no obtuve ninguna respuesta. Mientras tanto, y acá es donde la cosa empieza a ponerse surrealista, el encargado de soporte de Logitech en Estados Unidos me respondía minuciosamente cada consulta, me solicitaba fotos, volvía a preguntar y así. Al menos, me sentía escuchado. Pero pasó algo más. En un momento, dadas las pruebas sobre la mesa, el agente de soporte me dijo que mi producto estaba fallado y que me enviaba uno nuevo por encomienda.
Emoji de los ojitos redondos aquí.
Desmontada la tecla, se ve el LED en la posición superior; por ese motivo, no llegan a iluminar los caracteres secundarios
Le dije OK, aunque no me parecía que mi teclado estuviera fallado. Mal diseñado, sí. Fallado, no. Pero bueno, se supone que ellos son los que conocen sus fabricaciones. Le pasé mi dirección, la factura de compra original y todo lo demás. Una semana después, y sin haber obtenido todavía respuesta de los representantes locales (eso llegaría más o menos 15 días después), arribó el teclado nuevo. Sí, a mi casa. Para poner esto en perspectiva, el G513 está en este momento a unos 30.000 pesos. O sea, no es un accesorio accesible. Y me lo habían cambiado sin chistar. Costo de flete incluido. Por supuesto, en ningún momento saqué credencial de periodista. Así se comporta Logitech con un cliente desconocido en la otra punta del mundo, y eso merece mi reconocimiento, pese al blooper que estaba por venir.
Ya era bastante estratosférico que Logitech en Estados Unidos hubiera cumplido con reemplazar el producto fallado sin que, por otro lado, mis consultas para esta nota tuvieran respuesta alguna por parte de los representantes locales, pero todavía faltaba una vuelta de tuerca.
Así como el reemplazo llegó a casa, hice una apuesta. “¿Cuánto a que el teclado no está en español latinoamericano y que además tampoco ilumina los caracteres secundarios?”, dije.
Acertaron. Pese a me habían pedido el número de serie y uno, en su infinita ingenuidad, cree que en un mundo de bases de datos eso significa que iban a pegarle con el idioma, no. Me lo mandaron en inglés. O sea que incluso si tuviera dos LED y las teclas se iluminaran correctamente, de todos modos no me iba a servir. Y la culminación del delirio: cuando lo enchufé en una notebook, en efecto, tenía el mismo defecto que el que habían intentado reemplazar. Pero lo que vale es la intención, dicen. En fin, el reemplazo quedó en su caja, sin uso.
En menos de dos meses, las teclas de cursor (que se usan muchísimo para editar) del G513 ya estaban borrándose
Finalmente, y tras una insistencia que me pareció innecesaria, logré hablar con los representantes de Logitech aquí, que admitieron que el G513 ilumina solo a medias las teclas, al revés que su antecesor, el G413. Era lo mismo que había admitido el encargado de soporte en Estados Unidos, cuando, mal que me pesara, tuve que escribirle para decirle que el reemplazo también iluminaba solo la mitad de cada tecla. “I can assure the product come with standard upper charcter [SIC] light only”, me escribió.
Descartables
Hablé asimismo con la gente de HyperX, para entender cómo puede ser que las letras de un teclado se borren tan rápido. Me dijeron que es un problema al que hace rato están buscándole solución. Ahora sacan unos modelos a los que les aplican una laca sobre cada tecla. Puede parecer una tontería, pero el teclado es el punto en el que los organismos vivos (nosotros) se ponen en contacto con la máquina, y esa ínfima dosis de grasas y ácidos aplicada todos los días, miles de veces por semana, terminan dañando casi cualquier cosa. Me prometieron prestarme uno de estos nuevos diseños para probar si la idea soporta el castigo que los pobres teclados deben soportar cuando llegan a mis manos. Veremos.
Mi nuevo y económico Redragon; luego de un mes y doce días, ya está perdiendo los caracteres
Hablé asimismo con amigos del ambiente gamer, que me dijeron que consideran a los teclados como un consumible. O sea, saben que luego de cierto período lo van a tener que cambiar. Así que seguí ese consejo y esta nota ha sido escrita con un teclado económico, solo modestamente retroiluminado, que me costó algo más de 5400 pesos. Lo compré hace un mes y doce días, no tiene lujos y ya se le está borrando la letra S. Paciencia. Las interfaces siempre han sido el punto más vulnerable de toda maquinaria.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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