¿Para qué sirven los modales en torno a la comida?
Así como los platos e ingredientes forman parte de nuestra identidad y cultura, también las reglas de etiqueta hablan de nosotros
Narda Lepes
Confucio decía que la hora de la cena era lo que separaba lo salvaje de la civilización. Así en la vida como en el momento de sentarse a comer, los códigos de comportamiento se van volviendo estrictos de manera gradual. De alguna manera, son una sumatoria de capas de reglas que dicen qué hacer y qué no hacer con el fin de adaptarse y no ofender al otro. ¿Cuánto de eso aplicamos hoy en día? ¿Para qué?
Yo creo que, en el terreno de la comida, estas reglas dicen también quiénes somos o queremos ser. Traigo a colación, en este sentido, una anécdota apócrifa sobre la Reina Victoria de Inglaterra: una noche, durante una reunión en el palacio, sirvieron langostinos (que, según etiqueta, deben abrirse con las manos). Por ese motivo, llevaron a la mesa un bol de agua tibia y limón para enjuagarse los dedos. Al verlo, un mandatario extranjero se lo tomó como si fuera sopa y entonces la reina... hizo exactamente lo mismo. Eso también son modales y cortesía.
Lo cierto es que cuando comemos hay rituales, orden, y consenso entre los miembros del grupo. Desde un asado familiar hasta la torta de casamiento o el momento de soplar las velitas.
La etiqueta o los modales hablan del cuidado y la consideración al compartir la comida en la mesa como iguales. Aunque también es cierto que muchas veces son usados con el objetivo contrario, es decir: para excluir a otros, juzgando sus costumbres.
Cuestión de perspectiva
Los modales son tan variados en el mundo como los estilos de comida. Lo que es una delicadeza en un lugar ofende en otro; lo que descartan unos, es valorado por sus vecinos.
En lo personal, me toca viajar y trabajar afuera muy seguido y el 99% de las veces, mis actividades involucran el acto de comer. Así, estuve en lugares en los cuales no beber ofende al anfitrión: no es bien visto rechazar un trago, aunque no tomes alcohol. Muchas veces que te ofrezcan un trago es, incluso, una forma de ponerte a prueba.
Los palitos, por otra parte, son imprescindibles para cualquier oriental. Les parece absurdo que queramos comer arroz de un plato playo apoyado en la mesa, con un tenedor, cuando ellos lo comen desde un bol pequeño que sostienen con la mano a la altura de boca, con palitos a los que llaman “puente”.
En la India, África y algunos países musulmanes, está muy mal visto tocar la comida con la mano izquierda ya que es considerada impura.
También hay países en los que hablar sobre la comida es parte de la comida misma. En España o en Francia, por ejemplo, comentar el plato o los ingredientes es casi necesario.
Aunque nos parezca increíble, eructar es un halago para algunos; sí, eso mismo que ofendería terriblemente a nuestras madres o abuelas en la mesa.
Hay lugares en los que me encontré frente a un bocado culturalmente muy difícil de pasar: algo muy fermentado, pungente o absolutamente ajeno a lo que consideramos comida, como una tarántula, o algún plato que excede los límites de lo emocional porque ese animal nos resulta demasiado cercano (en mi caso, el caballo).
Por supuesto, el contexto es el que determina qué hacer en cada situación. Hay casos en los que el anfitrión te esta ofreciendo algo que valora mucho y rechazarlo de manera grosera está totalmente fuera de discusión. Hace muy poco estuve en Tokio, uno de mis lugares favoritos del mundo para comer, donde nunca dije que no a nada. Y nos sirvieron, a mí y el resto de los invitados, lo que consideraban una ofrenda. Según detallaron, “el plato más exquisito y exótico de la región”. Inmediatamente, todos los cocineros que viajamos, que siempre comimos y comemos de todo, nos miramos con ansiedad e inquietud. Pero cuando llegó la comida en cuestión (que, por respeto, prefiero no mencionar), la mayoría no quiso probarlo: la imagen del plato era demasiado para nuestro nivel de tolerancia.
¿Cómo resolvimos pasar la situación? Sin hacer comentarios, sin miradas ni exabruptos. Solo declinamos, sin dejar en ningún momento de agradecer. Aunque nadie se ofendió, fue un momento de inflexión en el viaje. En especial hoy, cuando nos apresuramos a juzgar y a través de una imagen o una frase no podemos evitar calificar o categorizar lo que vemos...
En definitiva, llegar a entender por qué un pueblo come algo puede llevar mucho, muchísimo tiempo. La historia, la necesidad, el hambre, expanden la capacidad creativa en la cocina. Los platos que históricamente nacieron de la pobreza, son hoy los más famosos alrededor del mundo, como el risotto o la polenta.
Las comidas preparadas para celebraciones, rituales, y tradiciones dan forma a nuestra identidad y nuestra cultura. Y también los modales, costumbres o etiquetas que las rodean. En nuestro país, particularmente, el primer gesto de etiqueta es compartir el pan. Y el siguiente, aceptarlo.
“Estuve en lugares en los que no beber ofende al anfitrión, aunque no tomes alcohol”
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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