Alberto Fernández dejó de ser intransigente con las PASO y ubicó al vice; pese a que negaba ser su promotor, logró que Scioli se bajara; Cristina Kirchner accedió a la estrategia para buscar el “piso” en octubre y llegar al ballottage
Maia Jastreblansky
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Alberto Fernández, que desde noviembre de 2021 insistía con que hubiera una PASO para “democratizar” al peronismo, había ablandado sus convicciones desde hacía varios días. En sus charlas, la competencia interna, en lugar de ser “imprescindible” bajó al estatus de “herramienta”. El problema -decía el Presidente- era que él no estaba en condiciones de bajar a Daniel Scioli. A todos les negaba, una y otra vez, ser el promotor en las sombras del embajador en Brasil.
Cristina Kirchner, por su parte, desde hace tiempo que tenía las dos variantes sobre la mesa. En un escenario de PASO, su idea era llevar a un candidato puro como Eduardo “Wado” De Pedro para ganar la interna y terminar con la discusión sobre quién tiene la hegemonía en el peronismo. La vice quería ir con alguien propio y llevó al extremo su tubo de ensayo, al punto que el ministro del Interior llegó a lanzar su candidatura presidencial.
Pero en el “focus group peronista”, la fórmula de Wado con Juan Manzur no tuvo buena aceptación en las horas posteriores. Gobernadores e intendentes picaron cerebros de toda la alta dirigencia para evitar una interna de dos listas que alborotara sus territorios. Los caciques del interior, directamente, amenazaron con no hacer la campaña nacional.
En la cena del jueves que, en un lugar de la Capital Federal, la vicepresidenta mantuvo con Sergio Massa, De Pedro y Máximo Kirchner, comenzó a destrabarse el frente kirchnerista. Todo en permanente contacto con el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, que inteligentemente logró ubicarse como un interlocutor válido entre la Casa Rosada, el Palacio de Hacienda y el Congreso. “Hubo que hacer un trabajo político con Cristina, pero el problema que quedaba era bajar a Scioli, tan simple como eso. Fue todo en 24 horas”, dijo un colaborador muy al tanto de las conversaciones de los últimos días.
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La propuesta a Fernández fue que él eligiera al candidato a vicepresidente, siempre que fuera alguien digerible para los Kirchner. “Así había una fórmula donde él participaba con dos de sus ministros, se garantizaba que no fuera una campaña contra su gobierno y lograba la estabilidad para llegar hasta el final”, dijo un alto funcionario
Fernández eligió a Agustín Rossi. “Siempre lo defendió a Alberto, sin dejar de hacerlo con Cristina. Es un todo terreno. Y es lo suficientemente nac & pop para mantener los ideales del kirchnerismo”, explicó un dirigente relevante El Presidente pidió un lugar expectante para Victoria Tolosa Paz, a quien sí reconocía como propia. También para Santiago Cafiero, que hasta el jueves trabajaba de lleno en la campaña de Scioli, pero el viernes se alineó con la lista de unidad.
Cuando Fernández llamó a Scioli para pedirle que diera un paso al costado porque todo el peronismo estaba parado en otro lugar, no fue tan difícil. El exmotonauta no pidió nada a cambio y se corrió.
El objetivo del “piso”
Con la fórmula definitiva de Unión por la Patria, todos abandonaron un poquito sus convicciones en un culto al pragmatismo. “Pisos, pisos, Cristina siempre dijo pisos”, argumentó un importante colaborador kirchnerista para explicar el golpe de timón de la vice. Aludió así a lo que ella dijo en C5N, cuando explicó que la clave de la elección pasa por meterse en el ballotage en octubre.
El trazo grueso que hacen en el Gobierno, a partir de las encuestas que leen, es que, con suerte, el peronismo puede salir segundo en las generales. El fantasma que sobrevuela a todos es salir terceros, como aparecía en algunos sondeos hacía algunas semanas.
Así, si se mira la foto grande, la flamante estrategia electoral del oficialismo tiene tres pasos. En las PASO, el peronismo con Massa aspira a disputar votos con Horacio Rodríguez Larreta y necesita como el agua que la interna de Juntos por el Cambio la gane Patricia Bullrich.
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En las generales -y suponiendo que en el menú quedará Javier Milei- Unión Por la Patria aspira a atraer a los votos del centro para la izquierda. “Massa es una centro derecha que frena antes que Patricia, pone más difusas las fronteras entre UP y JxC”, dijo un importante referente kirchnerista. “Tenemos que aceptar que otra vez el sector mayoritario de la coalición no encabeza. Ese sabor amargo va a estar, para algunos más que otros. Tenemos que aceptar que Massa es nuestro aliado”, dijo.
Y agregó: “Quizás Massa es una mejor opción si llegamos a un ballotage con Bullrich. Es pragmatismo puro. A dónde va a ir el kirchnerismo… a ningún otro lado”. Hay, en alguna dirigencia kirchneristas, una dificultad para terminar de digerir la decisión de ayer
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Un cierre que deja heridos políticos y relaciones frías en el frente oficial
De Pedro asimiló rápido que perdió la candidatura; Rossi “limpió” sus críticas a Massa; Máximo y Kicillof, con guardia alta
Mariano Spezzapria
Los cierres de listas suelen dejar heridas políticas que no son fáciles de sanar. Sobre todo, en un movimiento como el peronismo, donde las candidaturas se definen en encumbradas mesas de negociaciones que obturan la competencia interna en aras de la unidad. Sin embargo, una vez tomadas las decisiones, los realineamientos detrás de los nuevos liderazgos comienzan a fluir de una manera que parece natural, pero que, en el fondo, es pragmatismo puro.
Un nuevo ejemplo dieron ayer Sergio Massa y Eduardo “Wado” de Pedro, luego de que el ministro de Economía se quedara con la candidatura presidencial a la que aspiraba el titular de la cartera de Interior. Para el joven camporista fue un duro golpe político, porque estuvo a punto de conseguir su objetivo, que se le escurrió entre las manos en menos de 24 horas. Pero eso no le impidió encolumnarse rápidamente detrás de la fórmula Massa-agustín Rossi.
“El país enfrenta grandes desafíos. Siempre fui un militante y seguiré aportando a este proyecto desde el lugar que me toque, sin personalismos ni egoísmos. Vamos a construir la victoria de Massa presidente y Axel Kicillof gobernador”, afirmó De Pedro a través de sus redes sociales. Enseguida llegó la respuesta de Massa: “Gracias Wadito querido. Por tu esfuerzo y la unidad, aun cuando estabas frente a tu propio desafío. Ojalá todos los compañeros y compañeras se enteren del esfuerzo que hiciste. ¡Unidos por la Patria!”, publicó el tigrense en Twitter.
El cruce amistoso tuvo un trasfondo: el ministro de Economía y el del Interior bien pudieron convertirse en compañeros de fórmula si la alianza entre el kirchnerismo y el massismo se encaminaba hacia una ruptura total con el “albertismo”. En cambio, la exitosa incursión negociadora de Alberto Fernández –confirmando su aptitud histórica para el armado político– terminó por beneficiar a Massa, en detrimento de De Pedro.
Tal vez por eso el delfín de Cristina Kirchner, cuyo posicionamiento en los últimos meses se asemejó en demasía al perfil del propio Massa –en una suerte de “descamporización” forzada–, aclaró ayer que seguirá militando “con todo” porque “esto recién empieza”. Ergo, que volverá a intentar en el futuro una postulación a la Casa Rosada. Claro que ese tren no pasa muy seguido en el peronismo.
Algo parecido debe haber pensado el rosarino Rossi cuando recibió el llamado de Alberto Fernández para sondearlo sobre la candidatura a la vicepresidencia. Es que el ofrecimiento fue para acompañar a un Massa al que, en el pasado, había cuestionado en duros términos. “Massa y (Mauricio) Macri son la peor derecha, aunque quieran parecer otra cosa. Son lobos disfrazados de corderos”, aseguró en diciembre de 2014, cuando el kirchnerismo estaba en declive y el tigrense venía de derrotarlo –en alianza con el macrismo– en la decisiva provincia de Buenos Aires.
Nueve años después, y habiendo compartido espacios con Massa tanto en el Congreso como en el Poder Ejecutivo, Rossi admitió ayer que tuvo “diferencias” con su compañero de fórmula, pero que “en el presente y hacia el futuro” encuentra “coincidencias”. Hábil declarante, el jefe de Gabinete buscó así cerrar el archivo que –sabía– iba a ser desempolvado, al tiempo que se presentó como un “kirchnerista” para afrontar la desilusión de los seguidores de Cristina Kirchner, que no encuentran a uno propio en la fórmula de Unión por la Patria (UP).
Del silencio a la explosión
Las técnicas para sanar heridas varían según el dirigente del que se trate. Algunos buscan hacerlo en público y otros, en privado. Por caso, Daniel Scioli –a quien Alberto Fernández bajó a último momento luego de haberlo alentado a dar la batalla interna– se llamó a silencio, lo mismo que Juan Manzur, quien acarició la candidatura a la vicepresidencia y se quedó sin nada pese a que se lleva para Tucumán el curioso récord de haber filtrado la fórmula del siempre inexpugnable kirchnerismo.
Menos reservado, Juan Grabois estalló en público luego de haber hecho un papelón político al declinar su candidatura para apoyar a un Wado que nunca llegaría a encabezar la fórmula oficialista. Las relaciones personales pesan en todas las actividades: todavía recuerdan en UP el cruce con cara de pocos amigos que tuvieron Massa y el joven dirigente cercano al papa Francisco en el escenario del acto que encabezó Cristina Kirchner el último 25 de mayo.
El cierre de listas en el oficialismo también dejó una confirmación entre bambalinas: la relación entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof, que sufrió altibajos en los últimos años, no es la mejor desde que el hijo vicepresidencial decidió asentarse en la provincia de Buenos Aires. El gobernador sigue teniendo entre ceja y ceja la idea de que el doble jefe de La Cámpora y del PJ bonaerense se lo quiso sacar de encima para enviarlo como candidato presidencial.
Entre las heridas que se abren y las que se cierran, no se puede dejar de apuntar que Cristina volvió a hablar con Alberto Fernández para cerrar la fórmula de UP. Un poco tarde por cierto, ya que el Gobierno está por terminar.
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