A veces me entran ganas de montar en la piragua, empuñar los remos y volver junto a usted. Echarme un rato, a la hora de la siesta, a pescar las pelusas que flotan en la luz. Volver a casa. A lo que dure vivir. Aunque fuera arrojado a las hambres que ya conocemos, que son las nuestras, las de siempre, y que duelen hondo, es verdad, pero menos fuerte que aquestas otras hambres. Mandarino, Ezequiel Pérez
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.