domingo, 15 de octubre de 2023

DE NO CREER Y AL MARGEN


Tranquilos: solo elegiremos entre el cielo y el infierno
 Carlos M. Reymundo Roberts
Inquieto, como siempre, el diablo está haciendo de las suyas. Massita venía llevándonos prolijamente hacia el abismo hasta que, de pronto, el lunes irrumpió Milei y echó todo a perder; ahora la caída es en desbandada, furiosa, impredecible. ¿Estoy sugiriendo que hay una alianza táctica entre Chucky y las fuerzas del mal? Obvio que no. Digo que Satanás lo vio con la guardia baja y la lengua suelta, y puso en su boca esa llamada a no renovar plazos fijos y a huir del peso, que “no vale ni excremento” (lo de “excremento”, habiendo tantos sinónimos procaces, es de una elegancia que deberíamos reconocerle). ¿Javi endemoniado, entonces? Paremos con las teorías conspirativas. Solo nos llevó hasta las puertas del infierno: el dólar 1000ei.
Desde ese maldito día, ya nada es lo mismo. Las desgracias se precipitaron. Alberto salió de la baticueva y demandó penalmente a Chucky por irresponsable; Chucky le contestó en una conferencia de prensa en la que se lo vio como poseído: denunció que querían proscribirlo y le faltó medio centímetro para hablar de lawfare; Massita le dijo al Beto que el irresponsable era él, lo condenó al silencio y le hizo poner una tobillera electrónica; todos los mensajes a Cristina quedaron sin respuesta: su pase a la clandestinidad, desde donde tuiteó una equívoca condena por el atroz ataque de Hamas a Israel, no es una mera decisión coyuntural; tampoco se sabe nada de Insaurralde, porque Sofi Clerici todavía no mandó fotos; por la estampida del blue, en los comercios arrecian los carteles: “No podemos vender, no hay precios”, “Solo aceptamos dólares (carita grande)”, “Faltan productos”, “Acá vendemos. El local”.
Massita decide tomar el toro por las astas y saca los policías a la calle. En Belgrano, tres ciudadanos chinos se asustan, salen corriendo y los atrapan: están forrados en dólares. Inmediatamente cae la cotización del yuan en los mercados globales. Massita grita en un acto que va a meter presos a los especuladores; los especuladores temen compartir la prisión con los kirchneristas encanados por Massita, dejan de especular y el blue detiene su alza. Increíble que el país, al menos en los memes, mantenga el humor. Se encuentran el peso y el dólar en la calle. El peso le dice: “Un día de estos tenemos que juntarnos”. El dólar contesta: “Sorry, estoy a mil”.
Sí, Massita se hace tiempo para ir a actos, y además se hace el desentendido; el anuncio de la inflación de septiembre, que roza el 13%, 140% en un año, lo sorprende en plena gira proselitista y prometiendo derrotar la inflación. La gente corre a las góndolas antes de que las cosas vuelvan a subir, actitud no menos especulativa; de esos desalmados que quieren sacar ventaja ya se ocupará Ventajita.
Empezábamos a confiar en que Milei presidente arreglaría el desbarajuste y el diablo volvió a meter la cola. El miércoles, Hugo Alconada Mon contó en una nota cuán activamente trabajó el libertario, desde la Fundación Acordar, para que Scioli fuera el tercer presidente kirchnerista. No solo estaba a sueldo de la casta: Hugo descubrió que en 2016 Chucky hablaba maravillas del Banco Central por su lucha contra la inflación –pronosticó que caería “inexorablemente”–, y que, cuando la fundación ya llevaba tiempo desactivada, seguía presentándose como su economista jefe. Javi, Javi querido, ahora sabemos cuántas piedras tiene el camino hacia la libertad.
Éramos pocos y parió Pagni. Anteayer reveló que en una causa penal en Nueva York por tráfico de dinero negro están involucrados cinco funcionarios argentinos: uno del gobierno nacional, amigo de Massita, y cuatro del gobierno de Kicillof. Se trata de muchos millones de dólares que fueron y vinieron desaprensivamente, sin tomarse el trabajo de avisar que iban y venían, y que tomarían atajos. Hay consenso generalizado sobre la honestidad de Kichi, lo cual es muy bueno en circunstancias normales y recontrabuenísimo cuando, como él, estás rodeado de corruptos. En tres semanas se enteró de la colección de tarjetas de débito de Chocolate Rigau, de las andanzas de Insaurralde y, ahora, de la ruta negra de dinero verde de cuatro de sus funcionarios. Debe estar asqueado. El próximo domingo hay que votarlo para que pueda deshacerse de toda esa gente.
Si Cristina había escrito no muy convencida el comunicado sobre la salvajada de Hamas, a su amigo Maduro no le tembló la voz para defender al grupo terrorista. Lo hizo valiéndose de sus lecturas del Evangelio: “Jesús fue un joven palestino condenado injustamente por el imperio español”. Es decir, España ya hacía tropelías aun antes de existir. “Jesús –siguió– fue el primer antiimperialista de la historia moderna”. En realidad, faltaban 15 siglos para el comienzo de la era moderna, pero qué son 1500 años para Dios, “alfa y omega, principio y fin” de los tiempos.
Así, entre el Creador y el Maligno, entre el cielo y el infierno, iremos a votar. Nada, apenas un trámite
Kicillof se enteró en pocos días de que su gobierno está lleno de corruptos; debe estar asqueado

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Massa, Milei y la corrida cambiaria
por Pablo Mendelevich

Nadie en ningún país del mundo gobierna con declaraciones públicas. Pero mucho más ridícula parece la idea de que quien en realidad está gobernando con declaraciones públicas es la oposición. Según Sergio Massa, al ser entrevistado por una radio Javier Milei hizo subir el dólar y provocó inflación. Él, como ministro de Economía, no tuvo nada que ver.
Algunos gobiernos autocráticos culpan a sus opositores por lo que no anda bien, pero las cosas deberían funcionar de otro modo en una democracia normal. Claro, por lo que se ve no es este el caso de la Argentina: el país normal es una promesa de campaña. Escurridiza utopía renovable cuya invocación, por lo menos, ya se encuentra normalizada. Néstor Kirchner prometía “un país en serio” hace veinte años.
El que por ahora tenemos apila capas geológicas de desviaciones políticas, culturales y sobre todo institucionales, lo que determina que muchas cosas –el mismo sistema político– estén fuera de escuadra. Sin ir más lejos, contra lo que dice el manual de instrucciones hoy gobierna el ministro de Economía, quien con desprecio por toda profilaxis destinada a garantizar equidad democrática es también el candidato a presidente del oficialismo. En rigor no se sabe muy bien a qué se le llama oficialismo. Dos de los tres socios que constituyeron el gobierno, el Presidente y la vicepresidenta, quedaron –o se pusieron– fuera de juego, mientras el tercero, que no es otro que el todopoderoso ministro de Economía, sostiene que este gobierno no es suyo y promete soluciones para cuando él acceda, por fin, al poder. Nos hallamos, pues, delante de un no gobierno con candidato oficial autárquico, una malformación empollada por la fórmula presidencial invertida.
Como regente de las cuentas del Estado, Massa es el responsable de una expansión del gasto público que no hace otra cosa que alimentar el círculo vicioso de emisión indiscriminada, inflación descontrolada y aumento de la pobreza. La quiebra del Estado no lo desanimó para repartir dinero oficial durante la campaña ni para seguir engordando las oficinas públicas con militancia propia. Por eso el responsable de la economía estallada que está orgulloso del plan Previaje le dejará una bomba al sucesor, cada hora más voluminosa. Quién sabe si la seguirá armando hasta el domingo 22, hasta el 19 de noviembre o el 10 de diciembre. Ningún manipulador de bombas está exento de que le explote en las manos. En síntesis, que Massa haya acusado de irresponsable a su rival es parecido a lo que los psicólogos llaman proyección.
No es que Milei sea inocente ni que la corrida cambiaria le haya sido al libertario del todo ajena. Pero hace falta separar las cosas, huir de una trampa que más que dialéctica sería hidráulica: Massa culpa a Milei antes que nada para vaciarse de responsabilidad. Se la endilga completa. Al mismo tiempo renueva el enfoque de que la suba del dólar en el mercado negro (bucólicamente denominado azul) solo tiene dimensión policial. Son vivillos que especulan, dice, y no parará hasta meterlos presos. La misma sobreactuación grotesca que usó en el segundo debate para reprender a Milei por haberles “faltado el respeto a las mujeres”, después de que este le dijo a Myriam Bregman que “si los socialistas supieran de economía no serían socialistas” y que ese era su caso.
Milei, que prácticamente partió de cero, junta votos a raudales gracias a la ira contra “la casta” y a la ilusión de “dolarizar”. Massa, cuyo sector político tiene una veteranía de casi ochenta años, insiste en describir al dólar como cualquier cosa menos un refugio para operadores económicos e individuos de a pie que necesitan protegerse de la desvalorización del peso que las autoridades, o sea él, no consiguen frenar.
Si Milei fue una reencarnación del Guido Di Tella que presagió el “dólar recontraalto” en 1989 lo que hizo en definitiva fue copiar un comportamiento peronista, aunque en esa época él era arquero de Chacarita Juniors y no solo no soñaba con ser candidato a presidente, sino que tampoco se imaginaba que iba a hacerse famoso hablando de economía por televisión. Pero también pudo inspirarse en Alberto Fernández, el candidato presidencial que en 2019 agitó los mercados al diagnosticar que el dólar estaba subvaluado.
Sin menospreciar la extraordinaria llegada que hoy tiene, tal vez sea necesario volver a poner a Milei en contexto. Hace falta recordar que el político más inexperto de la historia que haya salido primero en una elección nacional (las PASO de agosto) es un provocador nato entrenado en la fábrica de frases cortas modelada por el minuto a minuto. De los panelistas que se saben los nombres de todos los maquilladores de los canales, Milei seguramente sea el de mayores conocimientos de economía, el más astuto y el más ambicioso.
Frente a una carrera de la inflación con el dólar que viene de mucho antes (y a la que le sobran razones para acelerarse) pretender una compostura cívica o un liderazgo moral del candidato que llegó hasta acá gritando, insultando, descalificando, rompiendo reglas y prometiendo espejismos y medidas extremas inaplicables sería cuando menos una ingenuidad.
Quienes acusaron a Milei por el impacto económico negativo que causarían sus dichos probablemente sepan que el reproche retroalimenta al candidato libertario porque subraya su alta credibilidad. No es tarea fácil reaccionar con eficacia frente a un provocador, que encima no es un estudiante que viene de interrumpir una asamblea universitaria en Filosofía y Letras, sino un recién llegado a la política que acaba de ganar nada menos que una elección nacional y ahora puede ser el próximo presidente. Pero la reacción del todopoderoso Massa tal vez pertenezca a otra categoría. La del gobernante que camufla su fracaso mediante culpables al paso.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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