martes, 3 de octubre de 2023

DEBATE....MILEI Y MASSA




Milei. Apostó a rivalizar con el ministro y evitó hablar de dolarización
EL DEBATE El libertario buscó postergar a Bullrich y repitió sus eslóganes de campaña al hablar de la economía 
Maia JastreblanskyMilei se esforzó por mostrarse respetuoso
SANTIAGO DEL ESTERO.– Javier Milei eligió a Sergio Massa como adversario en el primer debate presidencial y soslayó a Patricia Bullrich. Su estrategia en Santiago del Estero fue un espejo de lo que pretende en las urnas, en donde disputa los votos con la candidata de Juntos por el Cambio y necesita que ella no crezca a costa de él. El candidato de La Libertad Avanza se mostró aplomado en casi todo el debate, aunque sin abandonar los latiguillos agresivos que lo llevaron a ser el favorito, especialmente su denuncia contra la “casta”. La dolarización ni la mencionó como propuesta.
“¡Un éxito! Patricia perdió todo tipo de centralidad, esto es kirchnerismo versus La Libertad Avanza”, celebró un candidato libertario que estaba sentado en la platea.
Al inicio del debate, cuando se dirigió a sus rivales, Milei se mostró forzadamente respetuoso. Llamó “señora” a Bullrich y “señor” a Massa. Eso es lo que habían planeado en su equipo: que no se desencaje –como solía hacer antes de las PASO–, pero que busque convencer al votante más blando o indeciso. Hacia el final, en el tramo de las preguntas cruzadas, sin embargo, el líder libertario perdió la compostura en más de una oportunidad.
También fue el que dio la nota con la cuestión del reglamento. Se lo vio vociferando con el micrófono apagado quejándose de los otros candidatos y los presentadores terminaron exhibiéndole las reglas que él había firmado. En la transmisión televisiva no se escuchó, pero Milei estaba protestando porque Massa y Bregman siguieron hablaban fuera de tiempo.
Milei, que por ser primero era el que corría más riesgos, evitó que le hicieran preguntas incómodas en los tópicos “educación” y “convivencia democrática y derechos humanos”, los temas que menos maneja. Eso fue así gracias a que las oportunidades de derecho a réplica se “gastaron” al inicio, durante el bloque económico.
Milei no se refirió, sorpresivamente, al affaire de Martín Insaurralde, que había acaparado las conversaciones en la previa en la tribu libertaria. “Es un tema obvio”, se justificaron en La Libertad Avanza.
El libertario buscó sacar ventaja en el tema “economía”, que es en el que tiene mejor dialéctica, aunque repitió todos los eslóganes que viene utilizando en campaña. Dijo que “la Argentina está en decadencia por culpa de la maldita casta política” y que si el país sigue así “va a ser la villa miseria más grande” del continente. También enumeró sus propuestas, vinculadas a bajar el gasto público y cerrar el Banco Central. Pero no prometió una “dolarización”.
Milei y Massa ingresaron en un juego de confrontación mano a mano y que pareció conveniente para ambos, para instalar el escenario de ballottage, mientras buscaban dejar en segundo plano al resto de los candidatos. A Bullrich, que le hizo una “réplica”, Milei ni siquiera le respondió.
“Zimbabue, El Salvador y Ecuador, eso es lo que te propone Milei”, lanzó Massa. El libertario le replicó: “Usted está utilizando una falacia, está haciendo un desastre fiscal con el ‘plan platita’”. Ambos fueron los primeros en gastar las cinco oportunidades que tenían para utilizar el derecho a réplica. Un colaborador del libertario aportó: “Logró polarizar con Massa y desarmó a Bullrich cuando le repitió que no se entendía su plan económico”.
En La Libertad Avanza optaron por anunciar minutos antes del debate quién será el eventual secretario de Trabajo de un gobierno libertario. Presentaron a Gustavo Morón, que fue superintendente de riesgos de trabajo en el gobierno de Mauricio Macri. Según pudo saber la nacion, fue un intento de neutralizar los eventuales cuestionamientos por su acercamiento a Luis Barrionuevo, un tema que lo incomoda, al punto de que reconoció en el debate que el líder gastronómico “es casta”.
El capítulo “educación” era uno de los grandes desafíos de Milei, y por eso se lo vio estudiando hasta el último segundo, incluso frente al atril. En el tema “convivencia democrática y derechos humanos”, el economista optó por repetir sin matices el discurso que en esta materia tiene su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel (con quien preparó este tema), que se refiere a los 70 como una “guerra” y que reivindica a las víctimas de Montoneros y el ERP.

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Massa. El objetivo cumplido de enfrentar el embate sin molestarse
Evitó mencionar a Cristina Kirchner y al Presidente, en un intento de tomar distancia de su propio gobierno 
Jaime RosembergSergio Massa fue señalado por el escándalo de Martín Insaurralde
“Era importante que no se calentara. Y lo logró”, resumían, satisfechos, cerca de Sergio Massa, en el final de un debate que lo tuvo, en repetidas ocasiones, como blanco de las críticas de sus rivales por la presidencia, críticas que, a criterio de sus leales, pudo sortear sin problemas “y con propuestas” como la moneda digital argentina, la quita de beneficios a empresas o la promesa de un gobierno de unidad nacional con “liberales, radicales y dirigentes de Pro”.
Sin levantar el tono de voz aun ante acusaciones muy duras contra su gestión económica, que Patricia Bullrich calificó de “desastrosa”, Massa cumplió con el objetivo trazado: no ceder a las provocaciones de sus rivales y sostener sus propuestas de gestión aun con la realidad incontrastable de la inflación desbocada, por la que pidió “disculpas”, aunque –argumentó– “no formaba parte del gobierno hasta el momento en el que entré”, es decir, en agosto del año pasado.
“Todos le pegaron a él. Pero solo apuntó a Javier Milei”, coincidían gobernadores peronistas como Raúl Jalil y Sergio Uñac a modo de resumen de conformidad.
“La veía floja a Bullrich, pero Milei estuvo más contenido”, festejaba un candidato importante, en una reunión de varios dirigentes kirchneristas, entre diputados, dirigentes sociales y asesores del candidato.
En Unión por la Patria se felicitaban, además, de que Massa ni siquiera mencionara durante el debate el affaire de Martín Insaurralde en Marbella, más allá de los dardos envenenados enviados por Myriam Bregman, la candidata de izquierda, que insistió, sin éxito, para obtener su respuesta sobre el escándalo que terminó con la renuncia del jefe de Gabinete bonaerense de Axel Kicillof.
El propio Sergio Massa, al salir del debate, respondió a la Televisión Pública que Martín Insaurralde “se equivocó y tiene que renunciar a la candidatura” a concejal, que aún sostiene.
“Fue el único con propuestas”, repitieron cerca de Massa cuando ya había finalizado el debate, y también los fríos saludos de rigor entre el candidato de UP y sus principales rivales, Milei y Bullrich. El tigrense sí se hizo un momento para abrazar de modo cálido a Juan Schiaretti, quien lo acorraló por el índice de inflación, pero no tuvo que soportar un embate directo como el que sí atravesó el libertario, incómodo ante el pedido de Massa de “pedirle perdón” al papa Francisco por haber “ofendido al jefe de la Iglesia” en el pasado.
En el búnker massista, sin demasiada autocrítica, valoraban que Massa le hubiese pedido a Bullrich que “explicara mejor” su plan económico, atentos a que vieron “muy floja” la exposición económica de la candidata de Juntos por el Cambio. “La dejó expuesta”, afirmaban.
Sin mencionar siquiera una vez a Cristina Kirchner ni a Alberto Fernández, Massa culpó por la inflación al “criminal acuerdo” del expresidente Mauricio Macri con el FMI en 2018.
Del “plan platita” para mejorar la situación de distintos sectores económicos y sociales, con el que según le enrostraron sus opositores nos “llevará a la hiperinflación”, solo afirmó que seguirá impulsando “medidas que le sirvan a la gente”, esta vez sin pedido de disculpas.
Cuando Milei le enrostró que haría un eventual gobierno de unidad con “muchos radicales”, Massa pareció encontrar una veta para repetir que convocará, también, a “muchos liberales”, en una chicana al libertario, a quien también buscó desacreditar en su plan dolarizador.
“Zimbabue, Ecuador, El Salvador”, repitió Massa, para aclarar que la quimera de dolarizar la economía y poner “la bandera de otro país en el Banco Central” es un objetivo que solo esos tres países, ninguno considerado una potencia, consiguieron.
Solo pareció titubear por unos segundos cuando Bregman le preguntó cómo hizo para cambiar de posturas, de un partido a otro, “sin despeinarse”, pero enseguida se recompuso al hablar de tomar “las mejores propuestas”.

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