viernes, 3 de noviembre de 2023

DESTRUCCIÓN DE LA EDUCACIÓN


Intempestivo cierre de un jardín de infantes que funcionaba en Coghlan
Es por la crisis económica; sus alumnos de entre 45 días y 5 años ya fueron reubicados; preocupación en el sector
Evangelina HimitianCasi no quedan vestigios del jardín de infantes que funcionó casi 40 años
La noticia fue intempestiva. Súbita, precipitada. No había margen para llegar a fin de año. Había que cerrar ya. Las familias se enteraron por una carta que les mandaron en el cuaderno de comunicaciones y por un mail el 2 de octubre. Después de casi 40 años en la educación, el jardín de infantes Coghlan School, que recibía chicos de 45 días a cinco años, el viernes último cerró sus puertas de forma definitiva y anticipada. La nota explicaba que la crisis económica había vuelto inviable el seguir con el proyecto educativo que había nacido como un sueño familiar. Antes de terminar, el texto explicaba que a partir del 27 de octubre, es decir en el lapso de un mes, ya no habría clases.
Entre la sorpresa y la angustia, los padres salieron a buscar vacante en otras instituciones, con la complejidad de conseguirla a esta altura del año. Los más complicados eran los alumnos que estaban por egresar de sala de 5, y necesitaban presentar el título para continuar la escolaridad en otra escuela.
En menos de un mes, a medida que las familias buscaban otros rumbos, las autoridades colaboraron con los padres para reubicar a los chicos y empezaron a desmantelar el jardín de infantes que se levantó por tantos años en la Tronador al 2667, una casona que quedó rodeada de edificios. Hubo que descolgar carteleras, desarmar juegos, desmantelar salas, embalar cuentos, desmontar y archivar rincones de juegos, dar curso a un sinfín de manualidades y materiales reciclables, que eran el tesoro de los más chicos y que ya no tenían lugar para quedarse.
Ayer por la tarde, a cinco días del cierre definitivo, no quedaban indicios casi de que allí habían jugados y aprendido tantas generaciones de niños. Apenas tres banderas argentinas que flameaban en el balcón del primer piso hacían pensar en una escuela. Ya se habían removido los carteles, el nombre de la institución y hasta la cartelera que comunicaban novedades. En tanto, el teléfono que se publica en la página web del Coghlan School había sido desconectado y si se busca en internet datos de la institución en Google Maps, aparece la leyenda “Cerrado permanentemente” en letras rojas. Allí pueden verse las imágenes que subieron los directivos y los padres en otros tiempos, de las actividades recreativas que muestran chicos felices, en rondas, jugando con arena o dejando sus huellas en témpera en un afiche. Todo eso contrasta con la tristeza que trasmite el lugar cerrado, silencioso, despoblado de las interacciones de la infancia.
Los propietarios de este jardín explican que transitan el duelo del cierre definitivo, que creyeron que nunca iba a llegar, pero que, por la crisis económica, no podían sostener un día más sin hundirse en deudas. Prefieren no hablar, solo garantizan que se ocuparon de acompañar a las familias para que los chicos consiguieran vacantes.
Números que no cierran
Las familias apenas tuvieron tiempo para buscar otro jardín. “De un día para otro, este era un jardín de muchos años, de toda la vida. Los padres cuentan que se lo veían venir, porque desde la pandemia el jardín venía atravesando una crisis profunda. En el último tiempo, quedaban apenas 40 chicos, y así era muy difícil que los números les cerraran. No tenían subvención del Estado”, explica Solange P., que vive en la misma cuadra del Coghlan School.
Desde el Ministerio de Educación porteño explicaron que el jardín maternal Coghlan School informó la cancelación de sus actividades por “la dificultad para afrontar el aumento de los costos operativos de los últimos meses”. Se confirmó que no recibía aporte estatal. Según se informó, los directivos del jardín habrían cumplido con el requisito legal de comunicar el cierre a las familias con un mes de anticipación. También se explicó que desde Educación porteña se acompañó a las familias en la búsqueda de una vacante en otra institución para garantizar la continuidad. Se indicó que la directora de la escuela colaboró personalmente para que todos lograran conseguir una vacante. “Todos los estudiantes ya están inscriptos en otras escuelas”, se explicó.
No es la única. Hace una semana, el jardín de infantes bilingüe Cinderalla-El Centavo, que tenía 150 alumnos, anunció que cerraría al finalizar 2023, por no poder afrontar el alquiler del edificio y no poder encontrar otro con similares características. Esto sumado a la crisis por los aumentos docentes, las paritarias, la inflación y la pérdida de poder adquisitivo de las familias.
En las últimas semanas, el Instituto Mancedo de Quilmes, un tradicional colegio bilingüe del sur del conurbano bonaerense, anunció el cierre definitivo, lo mismo que la Nueva Escuela, de Carlos Spegazzini, en Ezeiza. Dos colegios de Olivos anunciaron su fusión para seguir adelante.
Según se explica, la mayoría de los jardines de infantes de la ciudad no son dueños de los edificios donde funcionan y esto vuelve inviable la continuidad con el valor de los alquileres, en muchos casos, dolarizados. No son pocos los jardines y colegios que evalúan si pueden continuar dando el servicio el año próximo. Esta situación se inscribe en una crisis más amplia que impacta en los colegios.
Las escuelas del segmento ABC1, sin aportes del Estado, tienen dificultades para cerrar el acuerdo escolar con las familias, para los valores del año que viene, tras recibir el rechazo por haber propuesto cuotas excesivas. Las escuelas con subvención atraviesan una profunda crisis por no poder aumentar los valores más allá de lo que les autoriza la ley. Las escuelas privadas que atienden a familias de clase media y media baja, pero que no reciben aportes del Estado, están en muchos casos al borde del cierre.

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