El balotaje y la bomba cebada
La hoguera inflacionaria es fogoneada por una mayor emisión, un derrumbe de la confianza y un aumento de la velocidad de circulación del dinero
Mientras la situación política se muestra agitada e incierta en el camino hacia el balotaje del 19 de este mes, ya se divisan los rasgos que caracterizan una hiperinflación. Sus causas se han acentuado y son más nítidos sus efectos.
La emisión de dinero está alcanzando niveles inéditos ante un déficit fiscal desbordado que no encuentra otra forma de cubrirse. Como hecho sintomático con ribetes casi novelescos, la Casa de Moneda no da abasto y han debido licitarse emisiones en el exterior. Tres aviones cargueros deben traer desde Alemania 117 toneladas de billetes de mil pesos. El conjunto de medios de pago creció un 55% en los últimos 60 días. Ya no le es posible al Banco Central absorber dinero emitido mediante letras. El elevadísimo stock de Leliq hace las veces de una enorme bola de nieve con los altísimos intereses que el mercado necesita para suscribirlas. Se trata de una bomba cuyo poder explosivo crece exponencialmente día tras día.
El “plan platita” del ministrocandidato agrava sustancialmente el desequilibrio fiscal. Entre la reducción electoralista de impuestos y los aumentos del gasto, ese plan está costando 1,08% del PBI.
La hoguera inflacionaria tiene otro componente que el Gobierno provoca, pero no puede controlar. Es el derrumbe de la confianza y el aumento de la velocidad de circulación del dinero. Las personas y las empresas se desprenden de los pesos a velocidad creciente a medida que perciben la aceleración inflacionaria. La medición de esa velocidad mediante los días en que rota el conjunto de los medios de pago (billetes más depósitos a la vista) muestra una reducción desde 8,1 días en el pasado julio hasta 5,5 días en octubre. Esto significa un aumento de la velocidad del 47%. Tiene el mismo efecto que la emisión y ambos fenómenos se potencian.
De acuerdo con la teoría cuantitativa del dinero el impacto conjunto del crecimiento de la masa monetaria y el de su velocidad de circulación explicaría una inflación del 130%. En ese mismo período, comprendido entre julio y octubre, sin embargo, el índice de precios al consumidor del Indec alcanzaría un aumento del 43%. La diferencia puede explicarse por la artificialidad de los precios relevados cuando los mercados se trastocan, no solo por los retrasos forzados de las tarifas y el tipo de cambio comercial, sino también por la ruptura de las cadenas de comercialización. Se ha generalizado una situación en la cual “no hay precio” o se hacen ventas con precios por fijar. Han desaparecido productos en las góndolas cuyos precios declarados no tienen aplicación en la realidad.
Estos hechos son característicos de una hiperinflación. El control cambiario y la brecha entre el dólar libre y el oficial han agotado con creces las reservas. El Gobierno intenta paliar el problema mediante un goteo de las importaciones y la acumulación de una importante deuda comercial. Se está paralizando la producción y faltan medicamentos y combustibles. Lo cierto es que hay una inflación en potencia, no manifestada, y aunque un nuevo gobierno implemente políticas y reformas adecuadas, la apertura de esa válvula y la normalización de precios relativos producirá un inevitable proceso de muy alta inflación.
Esto debe ser comprendido por la ciudadanía y por los representantes de las distintas fuerzas políticas.
Resulta inaudito que Sergio Massa sea quien está cebando esta bomba e intentando a la vez que no le explote antes del 19 de noviembre. Su irresponsable comportamiento hace suponer que no es consciente del efecto destructivo sobre la estructura productiva y la sociedad que tiene una hiperinflación. Queremos suponer que su contrincante, Javier Milei, no desea que se agrave la situación antes del balotaje. Debería retroceder de su imprudente pensamiento respecto de que cuanto más suba el tipo de cambio menos complicada será su prometida dolarización.
Solo un fuerte shock de confianza permitiría atenuar la crisis en la que ya hemos entrado. Los dos candidatos presidenciales deberían pensar cómo lograrlo.
Solo un fuerte shock de confianza permitiría atenuar la gravísima crisis en la que ya hemos entrado
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Embate contra el Tribunal Fiscal
El ministro de Economía, Sergio Massa,se refirió recientemente al Tribunal Fiscal de la Nación (TFN) como el lugar donde recurren los grandes contribuyentes para no pagar sus deudas con el fisco, al cabo de procesos muy largos que terminan licuando las supuestas deudas. Su solución para ello es cambiar la legislación de modo de exigir el pago previo de los importes discutidos para luego proceder a su defensa.
El TFN es un organismo autárquico destinado a resolver las controversias que se presentan entre el fisco y los contribuyentes, teniendo competencia en materia impositiva y aduanera. Creado por ley en 1960, ha venido cumpliendo, desde entonces, en forma más que satisfactoria, su objetivo de revisar las decisiones de la AFIP, constituyéndose en una herramienta eficaz de protección de los derechos de los contribuyentes. Diseñado a semejanza del Tax Court de los Estados Unidos, funciona como un verdadero tribunal de justicia, pero como órgano administrativo.
El prestigio del que goza el organismo se basa en haber garantizado el amplio e irrestricto acceso a la jurisdicción.
Al estar basado nuestro sistema tributario en el principio de autodeterminación a cargo del contribuyente, es el Fisco el que puede impugnar tal determinación, constituyéndose en juez y parte.
Frente a la notoria complejidad de la materia tributaria y su dinamismo, se provocan en la práctica continuas controversias interpretativas que requieren de un órgano independiente para otorgar seguridad jurídica.
Como se ha expresado, en las XIX Jornadas del Instituto Latinoamericano de Derecho Tributario, realizadas en Lisboa, y en concordancia con el Pacto de San José de Costa Rica, los organismos administrativos de orden jurisdiccional cumplen un rol relevante en el campo del proceso tributario.
El recurso de apelación ante el TFN produce un efecto suspensivo de pago, en cumplimiento de mandas constitucionales y de los principios de progresividad y tutela judicial efectiva.
Han aparecido voces en contra de este principio, como la del senador oficialista Oscar Parrilli, quien propicia un proyecto para eliminar el efecto suspensivo de las presentaciones ante el TFN, lo cual mereció críticas de tributaristas y académicos.
Ya en décadas pasadas hubo distintos intentos de desplazar al TFN, rechazados con sólidos argumentos por la Asociación Argentina de Estudios Fiscales y por el claustro de profesores de Derecho Tributario de la Facultad de Derecho de la UBA.
Pareciera que, nuevamente, aparecen esos vientos, para desnaturalizarlo y desplazar su aplicación.
El TFN debe consolidar su tarea, enfatizando los valores, principios y objetivos que hicieron a su creación sobre la base del hito que generó, en su momento, para el sistema tributario, al inscribirse dentro de la corriente mundial que propicia estos organismos dentro de la esfera del Poder Ejecutivo, en defensa de los eventuales desbordes de la administración tributaria, como garante de los legítimos intereses en juego.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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