martes, 7 de noviembre de 2023

EDITORIAL Y Mujeres por la paz


Primeras conclusiones del proceso sinodal
Ha concluido en Roma otra etapa del sínodo, en el camino hacia una renovada concepción de la Iglesia, ajena a estructuras a veces rígidas
Una dificultad objetiva para poder seguir y entender los acontecimientos eclesiales es de lenguaje: la Iglesia tiende a manifestarse de un modo que puede resultar críptico para el público en general y que supone algunos lugares comunes que solo comprenden los iniciados en estas labores. En ese sentido, se advirtió en el sínodo que acaba de concluir otra etapa en Roma un esfuerzo por parte de muchos participantes por expresarse de manera sencilla y clara.
A esto se suman otros factores, como por ejemplo la convocatoria a una asamblea que se extiende durante tres años (comenzó en octubre de 2021 y concluirá en octubre de 2024), de la cual participan 460 miembros, 365 con derecho a voto de todos los continentes. De los participantes, solo 81 son mujeres, el 17% del total, y 54 de ellas tienen derecho a voto.
Hubo quienes se preguntaron por qué se convocó a un sínodo y no a un concilio. Corresponde considerar que un concilio supone otra organización y apunta a otros fines específicos. Un sínodo como este convocó a la jerarquía, a los expertos y a los laicos, hombres y mujeres, y se desarrolló en numerosos encuentros con diálogos en pequeños grupos, momentos de discernimiento, conversaciones espirituales, escucha y oración dedicada a solicitar la presencia del Espíritu Santo, como quien puede iluminar a la hora de tomar decisiones. El anhelo por la paz estuvo siempre presente frente a un mundo sumido en conflictos bélicos.
En estas semanas, algunas personalidades marcaron los momentos más relevantes. Por ejemplo, las meditaciones del fraile dominico inglés Timothy Peter Joseph Radcliffe.
Pero cuando se atiende al título de ese sínodo sobre la sinodalidad, o bien parece un juego de palabras o de otra manera hay que ir más en profundidad. La sinodalidad, tal como propuso el papa Francisco y lo subrayaron muchos miembros del encuentro, señalaría otra forma de sentir y vivir la Iglesia. En ese sentido, estaríamos ante una de las grandes tareas de este pontífice en su misión de renovar la institución de su grey: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”, explica el Papa. “Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra ‘sínodo’. Caminar juntos –laicos, pastores, obispo de Roma– es un concepto fácil de expresar, pero no tanto de llevar a la práctica”. La sinodalidad encuentra entre sus fuentes tanto las crónicas de la vida de los primeros cristianos como el mismo Concilio Vaticano II. Curiosamente, algunos observan cierta distancia entre la personalidad de Bergoglio, inclinado muchas veces a tomar decisiones inconsultas sobre la base de sus intuiciones y convicciones personales, y este vigoroso llamado a la sinodalidad.
Algunos temas se entrecruzaron con un clima de gran libertad para exponer y de reserva para respetar, precisamente, esa libertad. La sinodalidad, entendida como una manera de caminar juntos como pueblo de Dios, es una forma de ir hacia una renovada concepción de la Iglesia, ajena a las estructuras a veces rígidas o demasiado cristalizadas. El Papa insistió en cuidarse del clericalismo, que afecta tanto a la jerarquía como a los sacerdotes y a no pocos laicos. No está dicho que Bergoglio no haya conocido esos defectos, pero ciertamente comprende con claridad la amenaza de esa mentalidad.

En otro orden, también se percibió que había temas no resueltos hoy en la Iglesia. Las tensiones entre las manifestaciones de la Iglesia alemana y la norteamericana no dejaron de llagar la asamblea, que sin embargo optó por privilegiar el encuentro libre y fraterno, y dejar para más adelante otras problemáticas, como el acceso de la mujer al ministerio o la opción por el celibato optativo de los sacerdotes.
¿Qué influencia tendrá la movilización de todo un sínodo como este en la vida cotidiana de los católicos? ¿Significará algo para las nuevas generaciones? ¿Acrecentará o no el diálogo ecuménico e interreligioso?
Es de esperar que la Iglesia argentina comunique ahora de la forma más efectiva la importancia de este evento internacional que ha convocado a gran parte de la Iglesia universal.

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Mujeres por la paz
Apenas tres días antes del atroz ataque de Hamas a Israel, el 4 de octubre pasado, con escasa repercusión pública internacional, miles de integrantes del movimiento feminista israelí de mujeres que luchan por la paz (WWP, según su sigla en inglés) y la asociación palestina Mujeres del Sol se encontraron en el mar Muerto en una manifestación histórica que reunió a hebreas, musulmanas y cristianas.
El papa Francisco hizo llegar su mensaje espiritual de apoyo, pidiéndole a Dios que conceda a estas mujeres serenidad, inteligencia y perseverancia. En la bandera de la marcha se leía: “Madres israelíes y palestinas cambiando realidades”, una aspiración compartida respecto de sumar mujeres en la toma de decisiones políticas para trabajar por la paz. Hablamos de una causa claramente feminista, pues las mujeres y los niños son víctimas principales de cualquier guerra. El movimiento WWP surgió en el verano de 2014 durante la escalada de violencia entre Israel y los palestinos. A la fecha suma más de 44.000 miembros.
El brutal ataque de Hamas del 7 de octubre conllevó la desaparición de Vivian Silver, una de las fundadoras de WWP, y la muerte de otras. “Cada madre, judía y árabe, da vida a sus hijos para verlos crecer y florecer, no para tener que enterrarlos. Es por eso que, aun hoy, en medio del dolor y sintiendo que ha colapsado la creencia en la paz, extendemos una mano de paz a las madres de Gaza y de la orilla oeste”, rezó el comunicado de la organización.
La canción “Oración de las Madres”, de la cantante y compositora Yael Deckelbaum, se estrenó en 2016 cuando 4000 mujeres judías y árabes se sumaron a la Marcha de la Esperanza, desde el norte de Israel hasta Jerusalén, para congregarse en Qasr el Yahud (en el norte del mar Muerto). Contaron con el acompañamiento de la ganadora del Premio Nobel de la Paz Leymah Gbowee, que llevó a finalizar la Segunda Guerra Civil de Liberia en 2003, con la fuerza conjunta de las mujeres.
Distintas expresiones en estos días se dirigen a recordar a los que aún permanecen como rehenes. En TelAviv, el museo de arte exhibió una desgarradora “Mesa de Shabbat vacía” y en las afueras del Parlamento británico unos 30 cochecitos clamaron por los 30 niños y bebés israelíes aún secuestrados.
La vigencia de la plegaria de las madres se agiganta en estos aciagos días, cuando tantas aguardan noticias de sus hijos, y tantos hijos, de sus madres. Un susurro de viento oceánico está soplando desde lejos: “Entre el cielo y la tierra hay personas que quieren vivir en paz. No te rindas, sigue soñando con paz y prosperidad. ¿Cuándo se derretirán los muros del miedo? ¿Cuándo regresaré del exilio? Y mis puertas se abrirán para lo que es realmente bueno. (…) Del norte al sur, del oeste al este, escucha la oración de las madres. Traedles paz. Traedles paz”.
Más que nunca los hombres y mujeres de buena voluntad deben escuchar aquellas voces que claman en medio del dolor y el enfrentamiento. Honremos a estas mujeres y su indiscutido compromiso para hacer de la paz una realidad.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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