Original perspectiva de la violencia
Mónica Berman
AUTORÍA: SOBRE TEXTOS DE MARIANA ENRÍQUEZ. ELENCO: MAGUI DOWNES, VICTORIA DUARTE, DAIRA AGUSTINA ESCALERA, GABI MOURA, JULIANA ORTIZ, MYRIAM RAMÍREZ, SOL RIEZNIK AGUIAR, JAZMÍN SIÑERIZ. VESTUARIO: CHU RIPERTO. DISEÑO DE MOVIMIENTOS: MAGUI DOWNES, GABI MOURA. DIRECTOR ASISTENTE: DAIRA AGUSTINA ESCALERA. DIRECCIÓN: JORGE THEFS. DURACIÓN: 30 MINUTOS. SALA : DELATÍA . ECUADOR751TIMBRE2. FUNCIONES: SÁBADOS 15:30.
La escena se ha poblado en muchas ocasiones de textos narrativos con suerte diversa. Sin duda, una de las cuestiones más complejas es evitar la ilustración
Salvar el fuego sale indemne de ese desafío. Pero es necesario empezar por algún sitio. ¿El intertexto que habita el título? “Mi casa se estaba quemando y sólo podía salvar una cosa. Decidí salvar el fuego. No tengo dónde vivir, pero el fuego vive en mí. Y me defiende discretamente de todo lo impuro. Mi futuro ya no es importante. Sólo cuenta la intensidad del instante”, reza el texto de Jean Cocteau. El concepto se desliza después hacia otro lugar con el cuento de Mariana Enríquez Las cosas que
perdimos en el fuego, pero esta vez, en sentido estricto, no hay pérdida de cosas. El potente y bellísimo relato de Enríquez es profundamente crudo en lo que tematiza y coincide con Cocteau en el valor del fuego, tal vez, en una instancia poco simbólica. El espacio De la tía recibe con la cordialidad de una casa, con la familiaridad que se desprende de manera natural -un patio, algunas ventanas, una primera inscripción en un universo cercano que impactará de manera eficaz en lo que vendrá- así como también con bidones, signo incómodo de algo que se va a producir.
Jorge Thefs, el director de esta puesta, propone un procedimiento muy particular: un texto presente en relación con la palabra, pero también con el tono del cuento; ya no en la voz sino en los cuerpos de las intérpretes, en sus movimientos, en las rondas, en el cruce entre lo individual y lo colectivo.
Las protagonistas han decidido frente a los ataques incendiarios de los hombres conducirse por cuenta propia a las hogueras. La consecuencia: sembrar la vida cotidiana de mujeres atravesadas por las cicatrices del fuego. Un deslizamiento en el género conlleva otro tipo de desplazamientos en la escena. Los espectadores acompañan un recorrido, en sentido literal y figurado, en simultáneo.
Los escenarios invocados son múltiples: un subte, el campo, algún hospital, las calles, la cárcel. No existe una propuesta de escenografía que ilustre ninguno de esos espacios y, sin embargo, todos y cada uno están construidos a través de algún hilo conductor. Como los espectadores cambiamos de sitio también cambiamos de perspectiva y, como corresponde a este tipo de propuestas, no hay manera de ver lo mismo, ni siquiera en términos objetivos. Habrá una variación de enfoque, de punto de vista, algún punto ciego. Y lo bien que le hace esta decisión a la historia que se pone en juego.
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