Buenos Aires perdida: la facultad que nació como orfanato y fue protagonista de la Noche de los bastones largos
El edificio, mandado a levantar por un fraile en un terreno donado, educó a varias generaciones de huérfanos y hoy alberga una casa de estudios universitarios
Silvina Vitale
Se dice que, en su puerta, exactamente donde hoy florecen tres jacarandás, existió en sus inicios lo que se conocía como un torno, un sitio en el que se podía abandonar a los niños anónimamente. Se trataba de una especie de una caja donde del lado externo la madre o familiar depositaba al niño al tiempo que al girarla, este quedaba del lado de adentro del orfanato al resguardo de temperaturas extremas y peligros. Justo en ese momento sonaba una campana y la criatura era recogida por las religiosas a cargo de la institución.
Ubicada en la avenida Independencia al 3065, la actual sede de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), fue en sus orígenes un asilo de niños y niñas.
Según detalla Lucía Rossi, vicedecana y titular de la cátedra de Historia de la Psicología en un informe, este pertenecía a la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús. El hospicio funcionaba originalmente en la calle Bolívar, cerca de Plaza de Mayo, y había sido creado por Fray Álvaro Álvarez y Sánchez en 1902. Miembro de la orden de los dominicos –una de las primeras congregaciones religiosas de la región fundada por Santo Domingo de Guzmán–, fue Álvarez y Sánchez quien mandó a construirlo sobre un terreno donado por Elena Torrez Muñiz. El fraile era amigo personal del presidente Hipólito Yrigoyen e incluso fue quien le otorgó la extremaunción en sus últimas horas de vida.
El informe revela que una dotación de 24 hermanas dominicas de la congregación de la Anunciata –fundada en Vic, Barcelona en 1856 por el padre Francisco Coll– llegadas de España entre 1908 y 1911, se hicieron cargo de las tareas del hospicio desde julio de 1914. Las religiosas tuvieron bajo su cuidado a más de 400 niños de ambos sexos a quienes impartían enseñanza primaria y nociones de corte y confección.
“Muchas generaciones de niños y niñas huérfanos pasaron por allí. El edificio se construyó en un estilo clásico español justo antes del desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial cuando todavía había muchísimo hierro, material que aún es visible en superabundancia en su estructura”, explica la vicedecana de la facultad.
Asimismo, detalla que las monjas dominicas tenían situadas en un primer piso las aulas, en el segundo piso se ubicaban los dormitorios de los más pequeños y en el tercero los de los varones. Mientras que las habitaciones de las niñas se encontraban más alejadas en el primer y segundo piso que daba a la calle Urquiza. “Tenían varios baños por piso y el comedor funcionaba en lo que es hoy el Aula Magna. En el subsuelo o sótano estaba la cocina desde donde se subía la comida hacia el comedor a través de un montacargas”, señala Rossi.
Por otra parte, en la azotea se encontraban la sala de costura, la enfermería y el lavadero. La construcción también contaba con un ascensor que subía o bajaba únicamente operado por un mecánico. Asimismo, se destacaba el espacio en forma de octógono que originalmente albergaba una capilla y que hoy otorga circulación y luz y que en la planta baja linda con el auditorio y la biblioteca. Para 1941, el asilo se amplió, ya que la cofradía compró la casa contigua sobre avenida Independencia 3051 y seis años después adquirió el inmueble lindero sobre la calle Urquiza.
Sin embargo, según el texto que recoge la historia de la facultad, las hermanas permanecieron en el asilo hasta el 30 de marzo de 1949. “Fueron muriendo poco a poco y, al no renovarse el plantel, la atención de un edificio tan grande y con tanta cantidad de chicos, sumado a la escasez de recursos económicos y humanos, provocó su fama de moridero”, detalla la reseña.
Para 1956, la orden había cedido en comodato el inmueble a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA, mientras que en 1959 se efectuó su venta al Estado Nacional. El prior de los predicadores dominicos, ante el entonces presidente Arturo Frondizi, vendió el inmueble completo, de una superficie de 2616 metros cuadrados en 5 millones de pesos.
Al tomar posesión, las autoridades en ese entonces manifestaron su pesar por el estado de la construcción. “Aquello era deprimente, estaba en condiciones desastrosas, había tremenda cantidad de gatos feroces... Hubo que sacar la rotonda central, octogonal, porque la cúpula se había caído y colocar un armazón de cemento, hubo que sacar chimeneas y chapas de la cocina que se volaban con el viento”, señalaban.
“Durante esos años, la Facultad de Arquitectura había tapiado las ventanas que daban a la calle Urquiza porque los niños de la calle rompían los vidrios”, aclara Rossi. El otrora orfanato de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús fue sede de la Facultad de Arquitectura hasta 1963.
Nuevo destino, mismo espíritu
Al año siguiente se convirtió en la locación elegida por el reconocido realizador cinematográfico Leonardo Favio para la filmación de su primer largometraje Crónica de un niño solo estrenado en 1965. El mismo se inspiró en su propia infancia marcada por el abandono y la vida en asilos. En varias tomas del film, el diseño de las baldosas del piso del edificio y el octógono se reconocen fácilmente.
Hacia 1966 se dispuso allí la ubicación transitoria de la Facultad de Filosofía y Letras y se instalaron el Decanato, la Biblioteca Central y las carreras de Sociología y Psicología, creada en 1958 como parte de dicha facultad. Ese mismo año tuvo lugar el episodio conocido como la Noche de los Bastones largos que, según reseña un informe de la facultad, se trató del desalojo que tuvo lugar el 29 de julio por parte la Dirección General de Orden Urbano de la Policía Federal Argentina, de cinco facultades de la UBA ocupadas por estudiantes, profesores y graduados, en oposición a la decisión del Gobierno militar de intervenir las universidades y anular el régimen de Gobierno.

El golpe militar se había concretado un mes antes, el 28 de junio cuando las Fuerzas Armadas derrocaron al presidente Arturo Illia y lo sustituyeron por el general Juan Carlos Onganía, con los amplísimos poderes que le dio el Estatuto de la Revolución Argentina. “El nombre del hecho proviene de los bastones largos usados por efectivos policiales para golpear con dureza a las autoridades universitarias, los estudiantes, los profesores y los graduados, cuando los hicieron pasar por una doble fila al salir de los edificios, luego de ser detenidos. Las universidades públicas argentinas estaban entonces organizadas de acuerdo a los principios de la Reforma Universitaria, que establecían su autonomía del poder político y el cogobierno tripartito conformado por estudiantes, docentes y graduados”, detalla el texto.
Y recuerda que, el mismo día del golpe el rector de la UBA en ese momento, Hilario Fernández Long, reaccionó inmediatamente ante el quiebre del orden constitucional mediante la convocatoria a la defensa de la autonomía de la universidad. Esto dio lugar a la posterior represión contra la comunidad universitaria.
En 1975, la Facultad de Psicología se independizó de la Filosofía y Letras. Entre los golpes de Estado y las intervenciones, por momentos dependió directamente del rectorado de la UBA. Entre 1983 y 1984 se normalizaron las universidades nacionales y en 1985 se creó la Facultad de Psicología como tal. En el edificio de Independencia se llevaron a cabo trabajos de insonorización de ventanas, restauración de fachada, escaleras y pisos, muchos de los cuales son los originales. También se remodelaron el Aula Magna y el octógono. En los años 2000 se reinauguró la sala de profesores, en el mismo lugar que tenía originalmente.
En 1987 se anexó la sede de Hipólito Yrigoyen 3242, un edificio donde anteriormente funcionaba la fábrica de camisas llamada Perfecta Lew. A estas se suman actualmente sedes en San Isidro (Córdoba 1957), Avellaneda (Eva Perón y Güemes) y Lavalle 2353 y avenida Independencia 3051, en la ciudad de Buenos Aires.
“Por sus aulas circularon miles de alumnos y luego con la masividad que dio la democracia fueron decenas de miles. Hoy tenemos 17.000 estudiantes, tal es la cantidad que se complementa con la sede de Hipólito Yrigoyen. Aún la vida social de la facultad transcurre en su hermosísimo patio, donde sus columnas tienen una cantidad de hierro inconmensurable”, advierte Rossi.
Asegura además que desde que fue levantado nunca perdió su espíritu. Durante mucho tiempo fue espacio de contención para niños huérfanos o abandonados, tiempo después, las habitaciones se transformaron en aulas donde transcurre la vida universitaria de miles de jóvenes. Cabe mencionar que, Psicología es una de las carreras más convocantes de la UBA, tal es así que, a comienzos del año pasado, ocupó el segundo lugar entre las más elegidas.
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