Mamá vuelve a trabajar. La trastienda del regreso, la culpa y la elección de quiénes cuidarán al bebé
La psicóloga Ludmila Bosco Ackerman explica cómo encarar el fin de la licencia por maternidad y lograr un equilibrio entre la vida familiar y laboral, en el capítulo 7 de Primerizos
Valeria Vera | Ilustración Javier Joaquín
“Al principio el famoso multitasking es necesario o inevitable pero, por otro lado, es muy importante saber gestionarlo para que no se transforme en un burnout”
En la previa del regreso al trabajo, después de haber tenido un bebé, aparecen en mayor o menor dosis dos reacciones típicas: ansiedad y culpa. Más allá de la experiencia personal y las expectativas que cada mujer deposite sobre ese futuro inmediato, es fundamental conocer que las prioridades cambian y eso impacta en la “identidad laboral”.
“Muchas veces la sociedad espera que maternemos como si no trabajáramos y que trabajemos como si no maternáramos. Y es muy distinto volver al trabajo siendo madre y también criar trabajando que no hacerlo. Vamos a tener que ver cómo nos organizamos y gestionar qué vamos a necesitar”, advierte la psicóloga Ludmila Bosco Ackerman, especializada en temas de crianza y orientación a padres, en el séptimo capítulo de Primerizos, ¿y ahora qué?, el ciclo interactivo y audiovisual de
+ Huggies, Nutrilon y Swiss la nacion Medical.
Mientras los días avanzan, impera la premisa de “ponerle cabeza al regreso y jerarquizar las tareas” que hace falta dejar listas antes de retomar la actividad, como el funcionamiento general de la casa y la elección de quienes cuidarán del bebé. Por eso, sostiene la especialista, la anticipación, el diálogo y la flexibilidad se convierten en aliados de esta etapa, porque “la crianza ocupa tiempo y ocupa energía”.
–En la antesala a la vuelta al trabajo, cuando empezamos a conectarnos con quienes éramos antes de tener un hijo. ¿Qué implica ese clic?
–Creo que todos los que tenemos hijos conocemos esa sensación. Al impacto de la llegada de un bebé a la vida, los psicólogos lo conocemos como una crisis vital, que modifica nuestra identidad. Nunca más volvemos a ser los mismos a partir de ciertos hitos. Tampoco somos completamente distintos. Hay mucha parte de nosotros que conservamos; es como una versión actualizada, complejizada, porque somos padres, somos madres, tenemos a ese niño. Las prioridades cambian y todo esto impacta en nuestra identidad laboral también.
–¿Y eso qué significa?
–Existe algo que puede ser una gran trampa para los padres, sobre todo para las familias primerizas: muchas veces la sociedad espera que maternemos como si no trabajáramos y que trabajemos como si no maternáramos. Y es muy distinto volver al trabajo siendo madre, siendo padre, y es muy distinto también criar trabajando que no hacerlo. Entonces vamos a tener que ver cómo nos vamos a organizar. Va a llevar un tiempo volver a hacer propio ese espacio al que pertenecíamos antes.
–Se vuelve muy difícil eso de: “Si estás en tu casa, estás en tu casa; si estás en el trabajo, en el trabajo”. La cabeza está un poco en todos lados…
–Al principio el famoso multitasking es necesario o inevitable pero, por otro lado, es muy importante saber gestionarlo para que no se transforme en un burnout, es decir, para que no nos termine quemando, porque volvemos del trabajo y hay un bebé que nos espera. Entonces, ¿cómo vamos a hacer más amigable para nosotros esa experiencia? Hay que ponerle cabeza a ese regreso y jerarquizar las tareas.
–A algunas mujeres les da un gran alivio volver a la rutina, mientras que a otras, un estrés total porque apelan a la frase: “Nadie lo va a hacer como yo”. ¿Cuál es el origen de estas reacciones?
–Cuando el bebé nace, toda nuestra atención está puesta en hacer que esa cría sobreviva, en decodificar a ese bebé. Prestamos psiquismo y cuerpo a una persona que nos necesita totalmente para vivir. Pero eso sucede durante un tiempo, en el que estamos muy enfocados, y después, cuando le vamos agarrando la mano, empiezan a volver otras cosas. Los que trabajamos con salud perinatal decimos que una persona cuidando sola por más de ocho horas se enfrenta a una situación de riesgo de salud mental.
–Es muy fuerte esa conclusión…
–Puede ser que la esté pasando bárbaro o no, pero por qué pensamos esto. Porque estar cuidando en soledad tantas horas por día deja muy insatisfechas otras necesidades que hacen al equilibrio y a la propia regulación mental. Entonces, es muy esperable que haya mujeres que quieran volver a recuperar ciertos espacios en donde no están cuidando y otras que todavía no. En cualquiera de los dos casos va a aparecer la culpa.
–¿Por qué aparece la culpa?
–La culpa es como algo que te entregan con el certificado de nacimiento. Aparece porque encaramos la maternidad, como tantas otras cosas, con ciertos ideales, y tenemos muchos frentes abiertos. Tenemos una pareja, un hijo, hay una casa, un trabajo, un tiempo personal. Muchas veces sentimos que no estamos en ningún lugar al ciento por ciento. El tema es, creo, encontrar un poco el ritmo de cada uno y poder estar donde estamos. Cuando estamos en el trabajo, por ejemplo, poder conectarnos con eso todo lo que podamos.
–Al momento de regresar, el bebé suele ser muy chiquito. ¿Hay alguna manera de prepararlo?
-Sí, sí, por supuesto. En líneas generales tenemos que saber que los bebés y los niños necesitan gradualidad en lo que vayamos a hacer, en incorporar nuevas rutinas. Vos decías antes esto de: “Nadie lo va a hacer como yo” y eso es algo que nos pesa muchísimo. La buena noticia es que los bebés no necesitan que lo hagan exactamente igual que uno. Necesitan ser cuidados por adultos afectuosos que puedan conectar y dar respuestas a sus necesidades acordes a la edad.
–¿Qué sugerís entonces? ¿Cómo se encara ese momento?
–Lo que realmente puede ayudar mucho, una vez que sabemos que vamos a volver a trabajar, es un tiempo antes empezar a pensar en las horas en las cuales no voy a estar con él y en con quién se va a quedar. ¿Va a ser mi pareja? ¿Los abuelos? ¿Vamos a contratar a una niñera o irá al jardín maternal? Cualquiera sea la opción, hay que empezar a practicar de a poquito porque hay un vínculo que armar.
–¿Qué es clave tener en cuenta a la hora de elegir a la persona que cuidará al bebé?
–Hay que tratar de elegir, dentro de las posibilidades, a personas que puedan escuchar pautas y darles tiempo para que las implementen, a quienes puedan continuar nuestra forma de criar y que le podamos pedir cosas.
–En el caso de que optemos por un jardín maternal, ¿cómo manejamos eso?
–Empezar un tiempo antes, poder tener una reunión con las maestras, que les transmitamos confianza de con quién se van a quedar, aunque sea un bebito. Contémosle todo, prendamos la radio, anticipemos. Por otro lado, tenemos que animarnos a preguntar y hablar, hacer equipo con los docentes. Es fundamental esta comunicación y ver cómo nos responden.
–¿Se puede lograr el equilibrio entre la vida familiar y laboral?
–La vuelta al trabajo es un motivo de consulta unos meses antes por todo lo que moviliza y también unos meses después. Hay un ejercicio que me gusta cuando estamos trabajando en este tema. Tiene que ver con bajar esta carga mental al papel. ¿Qué tenemos que hacer? ¿Cuáles son todas las tareas? Entonces la vuelta va a tener que ver mucho con eso, con abrir un canal de diálogo con la pareja, con ser un equipo de trabajo.
–A veces se complica en el día a día, pero hay que enfocarse en los resultados, ¿no?
–Tenemos que encontrar momentos para hacerle un lugar en la agenda a estas reuniones familiares, que nos van a tomar un rato, pero que nos van a hacer ganar mucho después. Y otra variable en todo esto es la flexibilidad, ya que cuando le encontramos la vuelta a nuestros hijos, todo cambia, porque crecen. Acá sirve mucho la tribu. Somos seres sociales y nos sentimos mejor cuando estamos acompañados.
“Al principio el famoso multitasking es necesario o inevitable pero, por otro lado, es muy importante saber gestionarlo para que no se transforme en un burnout”
En la previa del regreso al trabajo, después de haber tenido un bebé, aparecen en mayor o menor dosis dos reacciones típicas: ansiedad y culpa. Más allá de la experiencia personal y las expectativas que cada mujer deposite sobre ese futuro inmediato, es fundamental conocer que las prioridades cambian y eso impacta en la “identidad laboral”.
“Muchas veces la sociedad espera que maternemos como si no trabajáramos y que trabajemos como si no maternáramos. Y es muy distinto volver al trabajo siendo madre y también criar trabajando que no hacerlo. Vamos a tener que ver cómo nos organizamos y gestionar qué vamos a necesitar”, advierte la psicóloga Ludmila Bosco Ackerman, especializada en temas de crianza y orientación a padres, en el séptimo capítulo de Primerizos, ¿y ahora qué?, el ciclo interactivo y audiovisual de
+ Huggies, Nutrilon y Swiss la nacion Medical.
Mientras los días avanzan, impera la premisa de “ponerle cabeza al regreso y jerarquizar las tareas” que hace falta dejar listas antes de retomar la actividad, como el funcionamiento general de la casa y la elección de quienes cuidarán del bebé. Por eso, sostiene la especialista, la anticipación, el diálogo y la flexibilidad se convierten en aliados de esta etapa, porque “la crianza ocupa tiempo y ocupa energía”.
–En la antesala a la vuelta al trabajo, cuando empezamos a conectarnos con quienes éramos antes de tener un hijo. ¿Qué implica ese clic?
–Creo que todos los que tenemos hijos conocemos esa sensación. Al impacto de la llegada de un bebé a la vida, los psicólogos lo conocemos como una crisis vital, que modifica nuestra identidad. Nunca más volvemos a ser los mismos a partir de ciertos hitos. Tampoco somos completamente distintos. Hay mucha parte de nosotros que conservamos; es como una versión actualizada, complejizada, porque somos padres, somos madres, tenemos a ese niño. Las prioridades cambian y todo esto impacta en nuestra identidad laboral también.
–¿Y eso qué significa?
–Existe algo que puede ser una gran trampa para los padres, sobre todo para las familias primerizas: muchas veces la sociedad espera que maternemos como si no trabajáramos y que trabajemos como si no maternáramos. Y es muy distinto volver al trabajo siendo madre, siendo padre, y es muy distinto también criar trabajando que no hacerlo. Entonces vamos a tener que ver cómo nos vamos a organizar. Va a llevar un tiempo volver a hacer propio ese espacio al que pertenecíamos antes.
–Se vuelve muy difícil eso de: “Si estás en tu casa, estás en tu casa; si estás en el trabajo, en el trabajo”. La cabeza está un poco en todos lados…
–Al principio el famoso multitasking es necesario o inevitable pero, por otro lado, es muy importante saber gestionarlo para que no se transforme en un burnout, es decir, para que no nos termine quemando, porque volvemos del trabajo y hay un bebé que nos espera. Entonces, ¿cómo vamos a hacer más amigable para nosotros esa experiencia? Hay que ponerle cabeza a ese regreso y jerarquizar las tareas.
–A algunas mujeres les da un gran alivio volver a la rutina, mientras que a otras, un estrés total porque apelan a la frase: “Nadie lo va a hacer como yo”. ¿Cuál es el origen de estas reacciones?
–Cuando el bebé nace, toda nuestra atención está puesta en hacer que esa cría sobreviva, en decodificar a ese bebé. Prestamos psiquismo y cuerpo a una persona que nos necesita totalmente para vivir. Pero eso sucede durante un tiempo, en el que estamos muy enfocados, y después, cuando le vamos agarrando la mano, empiezan a volver otras cosas. Los que trabajamos con salud perinatal decimos que una persona cuidando sola por más de ocho horas se enfrenta a una situación de riesgo de salud mental.
–Es muy fuerte esa conclusión…
–Puede ser que la esté pasando bárbaro o no, pero por qué pensamos esto. Porque estar cuidando en soledad tantas horas por día deja muy insatisfechas otras necesidades que hacen al equilibrio y a la propia regulación mental. Entonces, es muy esperable que haya mujeres que quieran volver a recuperar ciertos espacios en donde no están cuidando y otras que todavía no. En cualquiera de los dos casos va a aparecer la culpa.
–¿Por qué aparece la culpa?
–La culpa es como algo que te entregan con el certificado de nacimiento. Aparece porque encaramos la maternidad, como tantas otras cosas, con ciertos ideales, y tenemos muchos frentes abiertos. Tenemos una pareja, un hijo, hay una casa, un trabajo, un tiempo personal. Muchas veces sentimos que no estamos en ningún lugar al ciento por ciento. El tema es, creo, encontrar un poco el ritmo de cada uno y poder estar donde estamos. Cuando estamos en el trabajo, por ejemplo, poder conectarnos con eso todo lo que podamos.
–Al momento de regresar, el bebé suele ser muy chiquito. ¿Hay alguna manera de prepararlo?
-Sí, sí, por supuesto. En líneas generales tenemos que saber que los bebés y los niños necesitan gradualidad en lo que vayamos a hacer, en incorporar nuevas rutinas. Vos decías antes esto de: “Nadie lo va a hacer como yo” y eso es algo que nos pesa muchísimo. La buena noticia es que los bebés no necesitan que lo hagan exactamente igual que uno. Necesitan ser cuidados por adultos afectuosos que puedan conectar y dar respuestas a sus necesidades acordes a la edad.
–¿Qué sugerís entonces? ¿Cómo se encara ese momento?
–Lo que realmente puede ayudar mucho, una vez que sabemos que vamos a volver a trabajar, es un tiempo antes empezar a pensar en las horas en las cuales no voy a estar con él y en con quién se va a quedar. ¿Va a ser mi pareja? ¿Los abuelos? ¿Vamos a contratar a una niñera o irá al jardín maternal? Cualquiera sea la opción, hay que empezar a practicar de a poquito porque hay un vínculo que armar.
–¿Qué es clave tener en cuenta a la hora de elegir a la persona que cuidará al bebé?
–Hay que tratar de elegir, dentro de las posibilidades, a personas que puedan escuchar pautas y darles tiempo para que las implementen, a quienes puedan continuar nuestra forma de criar y que le podamos pedir cosas.
–En el caso de que optemos por un jardín maternal, ¿cómo manejamos eso?
–Empezar un tiempo antes, poder tener una reunión con las maestras, que les transmitamos confianza de con quién se van a quedar, aunque sea un bebito. Contémosle todo, prendamos la radio, anticipemos. Por otro lado, tenemos que animarnos a preguntar y hablar, hacer equipo con los docentes. Es fundamental esta comunicación y ver cómo nos responden.
–¿Se puede lograr el equilibrio entre la vida familiar y laboral?
–La vuelta al trabajo es un motivo de consulta unos meses antes por todo lo que moviliza y también unos meses después. Hay un ejercicio que me gusta cuando estamos trabajando en este tema. Tiene que ver con bajar esta carga mental al papel. ¿Qué tenemos que hacer? ¿Cuáles son todas las tareas? Entonces la vuelta va a tener que ver mucho con eso, con abrir un canal de diálogo con la pareja, con ser un equipo de trabajo.
–A veces se complica en el día a día, pero hay que enfocarse en los resultados, ¿no?
–Tenemos que encontrar momentos para hacerle un lugar en la agenda a estas reuniones familiares, que nos van a tomar un rato, pero que nos van a hacer ganar mucho después. Y otra variable en todo esto es la flexibilidad, ya que cuando le encontramos la vuelta a nuestros hijos, todo cambia, porque crecen. Acá sirve mucho la tribu. Somos seres sociales y nos sentimos mejor cuando estamos acompañados.
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