lunes, 16 de diciembre de 2024

LA VUELTA DE LAS IMPORTACIONES Y JUAN LUIS BOUR




Oportunidades y riesgos de abrir la economía con un dólar atrasado
Los economistas celebran la apertura económica, pero advierten que es necesario reducir impuestos para que la industria local pueda competir con los productos extranjeros; qué puede pasar con la balanza comercial en 2025
POR Pablo Ortega
Los economistas celebran la apertura económica, pero advierten que es necesario reducir impuestos para que la industria local pueda competir con los productos extranjeros; qué puede pasar con la balanza comercial en 2025
Luego de años de férreo proteccionismo y un régimen de altísima inflación que distorsionaba todas las variables, la economía argentina está entrando en un terreno de normalización que tiene a la apertura como uno de sus pilares fundamentales. Las recientes medidas que redujeron los aranceles a la importación de artículos de uso personal son la cara más visible para el consumidor de la nueva etapa que se abre a partir de ahora, en el camino a ser “el país más libre del mundo”, como proclamó reiteradamente el presidente Javier Milei. En la misma dirección avanza el objetivo oficial de replantear el Mercosur bajando aranceles y permitiendo acuerdos de libre comercio bilaterales.
Pero la apertura –celebrada por economistas de distinta vertientellega con advertencias sobre las tareas pendientes. “No hay sincronización entre las medidas que facilitan las importaciones y las que reducen los costos de la producción local. Eso me preocupa”, alertó en más de una ocasión Juan Carlos de Pablo. “El problema es que le pedimos al sector privado argentino que haga este viraje en un momento muy corto, y donde las reformas de (el ministro de Desregulación Federico) Sturzenegger operan a una velocidad distinta a la que se apreció el tipo de cambio”, sentenció un mes atrás Daniel Artana, economista jefe de FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas).
Miguel Ángel Broda opinó en igual sentido hace dos semanas: “No se puede abrir la economía con un dólar regalado. Ya lo hicimos una vez con Martínez de Hoz y así nos fue. Necesitás darle al sistema productivo argentino tiempo de ir ajustándose, de ir aumentando la competitividad y la productividad”.
¿Qué implica abrir la economía en momentos en que el peso es la moneda que más se revaluó en el mundo en 2024 y Brasil, el principal socio comercial, se encuentra sacudido por una devaluación? ¿Cuáles son los desafíos de hacerlo con la mochila del costo argentino (altos impuestos, infraestructura deficiente) sobre las espaldas del sector privado formal?
“La frase ‘abrir la economía’ queda grande. Lo que se está haciendo es descubanizar la economía kirchnerista, no abriéndola. Están sacando las reglas más ridículas. La Argentina está dentro del Mercosur con lo cual uno puede abrir la economía en el máximo que permite la unión aduanera”, opina Ramiro Castiñeira, director de la consultora Econométrica. “Estábamos tan cerrados que, aun siendo parte de una unión aduanera, teníamos más aranceles que el resto”, agrega.
Para Sebastián Menescaldi, director asociado de EcoGo, una mayor apertura “permite incrementar la oferta de bienes para los consumidores, en general con mayor calidad y menor precio, al aumentar la competencia con la producción local y hacer el acceso más fácil”.
Marcelo Elizondo, experto en comercio internacional, también encara la discusión con una mirada general: “Si uno mira los números de las importaciones argentinas, en el año están cayendo alrededor del 20% en relación al 2023. Recién se está viendo un crecimiento interanual de las importaciones por primera vez en el mes de octubre”.
El analista completa el cuadro de situación: “La Argentina es el tercer país del mundo con menor nivel de importaciones con respecto a su PBI (Producto Bruto Interno). Esos son datos del último año, del Banco Mundial. Probablemente, con la caída de las importaciones registrada este año todavía estemos en un lugar peor y seamos o el más cerrado o uno de los dos más cerrados”.
De acuerdo con las cifras de Elizondo, las importaciones de los últimos años representaron un 16% del PBI, cuando en el mundo ese porcentaje se ubica en el 30% y en América Latina, en el 27%. “Tenemos el nivel más bajo de la región. La Argentina debe importar más porque con bajas importaciones uno sufre desacople tecnológico, baja tasa de inversión, muy baja capacidad de desarrollo de cadenas de valor internacionales”, complementa.
Para subrayar la importancia de salir del encierro, ofrece otro dato: según un trabajo de la OCDE, el 25% de las exportaciones mundiales llevan contenido importado. La Argentina y Arabia Saudita son los países con menor contenido importado en sus exportaciones, con alrededor del 7%, contrasta.
En esa línea, Jorge Vasconcelos, investigador jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea, destaca que una economía más abierta “permitiría comenzar a revertir la pérdida de inserción de la Argentina en el mundo” y muestra los datos de la participación de las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) en las exportaciones mundiales. Mientras que, en 2009, la Argentina tenía una participación del 0,25%, en los años siguientes comenzó un derrumbe que llevó ese porcentaje al 0,16% en 2023.
“La apertura con sesgo exportador es necesaria para crecer, pero deben darse al mismo tiempo las condiciones para un sólido entramado productivo, con capacidad para la “creación y difusión de tecnología”, que alimenta pymes pujantes”, aclara Vasconcelos.
Un salto importador en 2025
¿Qué puede pasar con las importaciones en 2025? El investigador jefe del Ieral realizó un reciente análisis de cómo se están comportando y cuánto podrían crecer el año próximo. Tras confirmar que el piso de la recesión se alcanzó en abril, Vasconcelos observó que las importaciones no energéticas pasaron de US$4500 millones a US$5800 millones hasta octubre, una suba del 29,6%. Es decir que, desde abril, por cada punto de recuperación del PBI, el aumento de las importaciones no energéticas fue de 7,5 puntos, “un fenómeno significativo, que en parte tiene que ver con las restricciones preexistentes para las operaciones de comercio exterior, pero también puede estar adelantando un sesgo pro-importaciones del actual ciclo de salida de la recesión”, evaluó.
Al comparar cómo fue la salida de las últimas recesiones con el momento actual, Vasconcelos pone el foco en las importaciones no energéticas –dado que el sector energético ya no demanda divisas como antes por su crecimiento exportadory proyecta que el año próximo aumentarán un 22%, “acorde a la variación del nivel de actividad, la tendencia de apreciación del peso y la reducción de impuestos para el ingreso al país de productos extranjeros”. Prevé, incluso, que ese aumento podría ser superior, en la medida en que persista el actual escenario de un real ultradevaluado en Brasil (en torno a los 6 por dólar).
Si las importaciones crecen más de lo previsto, claro, se necesitarán dólares extra para financiarlas, porque el superávit comercial caerá, según los cálculos del Ieral, de unos US$17.700 millones este año a unos US$11.500 millones en 2025 en el actual contexto de un dólar barato. Las exportaciones del año próximo alcanzarían los US$85.000 millones (desde US$79.300 millones en 2024) y las importaciones, los US$73.500 millones (desde US$61.600 millones en que cerrarían este año).
En resumen, para que la economía sostenga ese crecimiento necesita que se mantengan las condiciones financieras de los últimos meses que en parte alimentó el blanqueo, con disponibilidad de dólares y crédito para las empresas a través de colocaciones de Obligaciones Negociables (ON). Una mayor dependencia del mercado de capitales, sintetiza el Ieral.
Ricardo Delgado, presidente de la consultora Analytica, siembra un interrogante sobre ese esquema, porque las reservas netas del Banco Central –recuerda- siguen siendo negativas. “No hay dólares para salir del cepo de manera ordenada y aun así sostienen una política de tipo de cambio que se va apreciando. Esto conlleva riesgos porque abarata las importaciones y encarece las exportaciones, que justamente es lo que hay que estimular para arrimar dólares a la economía”, afirma.
El economista y exfuncionario del Ministerio del Interior durante la presidencia de Mauricio Macri cree que “hay una decisión de disciplinar precios por la vía de las importaciones” y apunta a las medidas de fondo que habría que encarar para compensar la apreciación cambiaria, en conexión con las advertencias iniciales de sus colegas. “Son procesos que ya vimos en la historia argentina. Habría que intentar moderarlos, no con la salida fácil de la devaluación que no conduce a nada, sino con señales bien claras en términos de reducción de costos e impuestos para que la producción local compita en condiciones más igualitarias”, dice.
Igual, Delgado reconoce la dificultad del Gobierno para encarar la baja de impuestos por su impacto fiscal, el eje central de la política económica. “Eso dificulta podar los impuestos nacionales, y también hay que trabajar sobre los provinciales, como Ingresos Brutos”, dice.
En su discurso del último martes 10 al cumplir un año de gestión, Milei anticipó que el Gobierno trabaja en una reforma impositiva para 2025 que buscará reducir en un 90% la cantidad de tributos nacionales y devolverle autonomía fiscal a las provincias.
Menescaldi coincide en los riesgos de un dólar planchado: “El tipo de cambio es mucho más bajo de lo usual y los costos argentinos, la productividad, no cambiaron. Las ineficiencias de la infraestructura son las mismas. El riesgo de hacer una apertura muy rápida e indiscriminada con este tipo de cambio real es que empiece a crujir parte de la matriz productiva”. Para el director de EcoGo, hay que nivelar la cancha otorgando herramientas que permitan mejorar la productividad, luego de una etapa en la que el cierre de la economía había inclinado demasiado el terreno para el lado de la producción local.
“Lo que le sobra a la Argentina son impuestos y lo que encarece es el proteccionismo que se construye con aranceles y gravámenes. Los argentinos ya aprendieron que la inflación es un fenómeno monetario. Ahora hay que aprender que cerrar la economía no protege ni el empleo ni las divisas. Sólo protege el negociado de algunos para cazar en el zoológico”, sentencia Castiñeira.
Para Vasconcelos, la salida es “reorganizar el funcionamiento de la economía asignando al Estado y al mercado los roles que han probado ser tan efectivos en países como Corea, Israel, Irlanda, Nueva Zelanda, que incluyen una política decidida de integración al mercado mundial. Así, se gana en productividad por empresas que logran escalas adecuadas, la incorporación de tecnología y la especialización que permite capturar nichos de mercado”.
Pero, nuevamente, la reconversión productiva requiere tiempo. “Ahí entra a jugar la necesidad de un régimen de política monetariocambiaria permanente, saliendo de la transición actual”, concluye.
Las facilidades para importar deben ser acompañadas de medidas que nivelen la cancha para la producción local, dicen los economistas
Marcelo Elizondo
Analista
“La Argentina es el tercer país del mundo con menor nivel de importaciones con respecto a su PBI y uno de los más cerrados, sino el más”
Ramiro Castiñeira
Econométrica
“Cerrar la economía no protege ni el empleo ni las divisas, solo el negociado de algunos para cazar en el zoológico”
Sebastián Menescaldi
EcoGo
“El tipo de cambio es mucho más bajo de lo usual y los costos argentinos, la productividad, no cambiaron”
Jorge Vasconcelos
Ieral
“La apertura con sesgo exportador es necesaria para crecer, pero deben darse las condiciones para un entramado productivo sólido”
Oportunidades y riesgos de abrir la economía con un dólar atrasado
Los economistas celebran la apertura económica, pero advierten que es necesario reducir impuestos para que la industria local pueda competir con los productos extranjeros; qué puede pasar con la balanza comercial en 2025
Los economistas celebran la apertura económica, pero advierten que es necesario reducir impuestos para que la industria local pueda competir con los productos extranjeros; qué puede pasar con la balanza comercial en 2025
Luego de años de férreo proteccionismo y un régimen de altísima inflación que distorsionaba todas las variables, la economía argentina está entrando en un terreno de normalización que tiene a la apertura como uno de sus pilares fundamentales. Las recientes medidas que redujeron los aranceles a la importación de artículos de uso personal son la cara más visible para el consumidor de la nueva etapa que se abre a partir de ahora, en el camino a ser “el país más libre del mundo”, como proclamó reiteradamente el presidente Javier Milei. En la misma dirección avanza el objetivo oficial de replantear el Mercosur bajando aranceles y permitiendo acuerdos de libre comercio bilaterales.
Pero la apertura –celebrada por economistas de distinta vertientellega con advertencias sobre las tareas pendientes. “No hay sincronización entre las medidas que facilitan las importaciones y las que reducen los costos de la producción local. Eso me preocupa”, alertó en más de una ocasión Juan Carlos de Pablo. “El problema es que le pedimos al sector privado argentino que haga este viraje en un momento muy corto, y donde las reformas de (el ministro de Desregulación Federico) Sturzenegger operan a una velocidad distinta a la que se apreció el tipo de cambio”, sentenció un mes atrás Daniel Artana, economista jefe de FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas).
Miguel Ángel Broda opinó en igual sentido hace dos semanas: “No se puede abrir la economía con un dólar regalado. Ya lo hicimos una vez con Martínez de Hoz y así nos fue. Necesitás darle al sistema productivo argentino tiempo de ir ajustándose, de ir aumentando la competitividad y la productividad”.
¿Qué implica abrir la economía en momentos en que el peso es la moneda que más se revaluó en el mundo en 2024 y Brasil, el principal socio comercial, se encuentra sacudido por una devaluación? ¿Cuáles son los desafíos de hacerlo con la mochila del costo argentino (altos impuestos, infraestructura deficiente) sobre las espaldas del sector privado formal?
“La frase ‘abrir la economía’ queda grande. Lo que se está haciendo es descubanizar la economía kirchnerista, no abriéndola. Están sacando las reglas más ridículas. La Argentina está dentro del Mercosur con lo cual uno puede abrir la economía en el máximo que permite la unión aduanera”, opina Ramiro Castiñeira, director de la consultora Econométrica. “Estábamos tan cerrados que, aun siendo parte de una unión aduanera, teníamos más aranceles que el resto”, agrega.
Para Sebastián Menescaldi, director asociado de EcoGo, una mayor apertura “permite incrementar la oferta de bienes para los consumidores, en general con mayor calidad y menor precio, al aumentar la competencia con la producción local y hacer el acceso más fácil”.
Marcelo Elizondo, experto en comercio internacional, también encara la discusión con una mirada general: “Si uno mira los números de las importaciones argentinas, en el año están cayendo alrededor del 20% en relación al 2023. Recién se está viendo un crecimiento interanual de las importaciones por primera vez en el mes de octubre”.
El analista completa el cuadro de situación: “La Argentina es el tercer país del mundo con menor nivel de importaciones con respecto a su PBI (Producto Bruto Interno). Esos son datos del último año, del Banco Mundial. Probablemente, con la caída de las importaciones registrada este año todavía estemos en un lugar peor y seamos o el más cerrado o uno de los dos más cerrados”.
De acuerdo con las cifras de Elizondo, las importaciones de los últimos años representaron un 16% del PBI, cuando en el mundo ese porcentaje se ubica en el 30% y en América Latina, en el 27%. “Tenemos el nivel más bajo de la región. La Argentina debe importar más porque con bajas importaciones uno sufre desacople tecnológico, baja tasa de inversión, muy baja capacidad de desarrollo de cadenas de valor internacionales”, complementa.
Para subrayar la importancia de salir del encierro, ofrece otro dato: según un trabajo de la OCDE, el 25% de las exportaciones mundiales llevan contenido importado. La Argentina y Arabia Saudita son los países con menor contenido importado en sus exportaciones, con alrededor del 7%, contrasta.
En esa línea, Jorge Vasconcelos, investigador jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea, destaca que una economía más abierta “permitiría comenzar a revertir la pérdida de inserción de la Argentina en el mundo” y muestra los datos de la participación de las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial (MOI) en las exportaciones mundiales. Mientras que, en 2009, la Argentina tenía una participación del 0,25%, en los años siguientes comenzó un derrumbe que llevó ese porcentaje al 0,16% en 2023.
“La apertura con sesgo exportador es necesaria para crecer, pero deben darse al mismo tiempo las condiciones para un sólido entramado productivo, con capacidad para la “creación y difusión de tecnología”, que alimenta pymes pujantes”, aclara Vasconcelos.
Un salto importador en 2025
¿Qué puede pasar con las importaciones en 2025? El investigador jefe del Ieral realizó un reciente análisis de cómo se están comportando y cuánto podrían crecer el año próximo. Tras confirmar que el piso de la recesión se alcanzó en abril, Vasconcelos observó que las importaciones no energéticas pasaron de US$4500 millones a US$5800 millones hasta octubre, una suba del 29,6%. Es decir que, desde abril, por cada punto de recuperación del PBI, el aumento de las importaciones no energéticas fue de 7,5 puntos, “un fenómeno significativo, que en parte tiene que ver con las restricciones preexistentes para las operaciones de comercio exterior, pero también puede estar adelantando un sesgo pro-importaciones del actual ciclo de salida de la recesión”, evaluó.
Al comparar cómo fue la salida de las últimas recesiones con el momento actual, Vasconcelos pone el foco en las importaciones no energéticas –dado que el sector energético ya no demanda divisas como antes por su crecimiento exportadory proyecta que el año próximo aumentarán un 22%, “acorde a la variación del nivel de actividad, la tendencia de apreciación del peso y la reducción de impuestos para el ingreso al país de productos extranjeros”. Prevé, incluso, que ese aumento podría ser superior, en la medida en que persista el actual escenario de un real ultradevaluado en Brasil (en torno a los 6 por dólar).
Si las importaciones crecen más de lo previsto, claro, se necesitarán dólares extra para financiarlas, porque el superávit comercial caerá, según los cálculos del Ieral, de unos US$17.700 millones este año a unos US$11.500 millones en 2025 en el actual contexto de un dólar barato. Las exportaciones del año próximo alcanzarían los US$85.000 millones (desde US$79.300 millones en 2024) y las importaciones, los US$73.500 millones (desde US$61.600 millones en que cerrarían este año).
En resumen, para que la economía sostenga ese crecimiento necesita que se mantengan las condiciones financieras de los últimos meses que en parte alimentó el blanqueo, con disponibilidad de dólares y crédito para las empresas a través de colocaciones de Obligaciones Negociables (ON). Una mayor dependencia del mercado de capitales, sintetiza el Ieral.
Ricardo Delgado, presidente de la consultora Analytica, siembra un interrogante sobre ese esquema, porque las reservas netas del Banco Central –recuerda- siguen siendo negativas. “No hay dólares para salir del cepo de manera ordenada y aun así sostienen una política de tipo de cambio que se va apreciando. Esto conlleva riesgos porque abarata las importaciones y encarece las exportaciones, que justamente es lo que hay que estimular para arrimar dólares a la economía”, afirma.
El economista y exfuncionario del Ministerio del Interior durante la presidencia de Mauricio Macri cree que “hay una decisión de disciplinar precios por la vía de las importaciones” y apunta a las medidas de fondo que habría que encarar para compensar la apreciación cambiaria, en conexión con las advertencias iniciales de sus colegas. “Son procesos que ya vimos en la historia argentina. Habría que intentar moderarlos, no con la salida fácil de la devaluación que no conduce a nada, sino con señales bien claras en términos de reducción de costos e impuestos para que la producción local compita en condiciones más igualitarias”, dice.
Igual, Delgado reconoce la dificultad del Gobierno para encarar la baja de impuestos por su impacto fiscal, el eje central de la política económica. “Eso dificulta podar los impuestos nacionales, y también hay que trabajar sobre los provinciales, como Ingresos Brutos”, dice.
En su discurso del último martes 10 al cumplir un año de gestión, Milei anticipó que el Gobierno trabaja en una reforma impositiva para 2025 que buscará reducir en un 90% la cantidad de tributos nacionales y devolverle autonomía fiscal a las provincias.
Menescaldi coincide en los riesgos de un dólar planchado: “El tipo de cambio es mucho más bajo de lo usual y los costos argentinos, la productividad, no cambiaron. Las ineficiencias de la infraestructura son las mismas. El riesgo de hacer una apertura muy rápida e indiscriminada con este tipo de cambio real es que empiece a crujir parte de la matriz productiva”. Para el director de EcoGo, hay que nivelar la cancha otorgando herramientas que permitan mejorar la productividad, luego de una etapa en la que el cierre de la economía había inclinado demasiado el terreno para el lado de la producción local.
“Lo que le sobra a la Argentina son impuestos y lo que encarece es el proteccionismo que se construye con aranceles y gravámenes. Los argentinos ya aprendieron que la inflación es un fenómeno monetario. Ahora hay que aprender que cerrar la economía no protege ni el empleo ni las divisas. Sólo protege el negociado de algunos para cazar en el zoológico”, sentencia Castiñeira.
Para Vasconcelos, la salida es “reorganizar el funcionamiento de la economía asignando al Estado y al mercado los roles que han probado ser tan efectivos en países como Corea, Israel, Irlanda, Nueva Zelanda, que incluyen una política decidida de integración al mercado mundial. Así, se gana en productividad por empresas que logran escalas adecuadas, la incorporación de tecnología y la especialización que permite capturar nichos de mercado”.
Pero, nuevamente, la reconversión productiva requiere tiempo. “Ahí entra a jugar la necesidad de un régimen de política monetariocambiaria permanente, saliendo de la transición actual”, concluye
Las facilidades para importar deben ser acompañadas de medidas que nivelen la cancha para la producción local, dicen los economistas

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Juan Luis Bour: “El riesgo de la apreciación es dañar una parte del entramado productivo”
Es licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y docente universitario; fue consultor de diferentes organismos internacionales y desde 1977 trabaja en la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), donde se desempeña como economista jefe y director
Esteban Lafuente
Juan Luis Bour, economista de FIEL
Para Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, el primer año de gestión de Javier Milei arroja un balance “muy positivo” en términos de la estabilización de la economía, especialmente si se compara con el escenario heredado. “Se logró evitar una crisis mayor, a pesar de que tuvimos una contracción del PBI. Eso era descontado, pero podía haberse dado una situación de caída mayor con una aceleración aun mayor de la inflación, lo cual por supuesto es contrafáctico y es difícil afirmarlo. Lo hace el Gobierno, pero sin dudas se enfrentaba esa posibilidad”, dice, en diálogo
El analista elogia la vocación de equilibrio fiscal del Gobierno y advierte que esa variable confirma expectativas de potencial crecimiento para los próximos años. “Lo que sorprendió en última instancia es la capacidad que hubo para, con instrumentos relativamente escasos y una oposición importante, lograr lo que se logró, y estabilizar la economía a partir de un severo ajuste del gasto público”, dice Bour, quien advierte por la dinámica de la apreciación cambiaria y los riesgos de ese proceso. “El riesgo que hay es que estés dañando una parte del entramado productivo que podría ser eficiente, pero que para serlo y poder competir con el resto del mundo, necesita tiempo”, dice.
-¿A qué se refiere con lo de “instrumentos escasos”?
-Está dado básicamente por lo político y la capacidad que se presumía que existía para aprobar o tomar ciertas decisiones, la carencia de una coalición política explícita y en particular la necesidad de negociar con gobernadores que no tenían pertenencia a la fuerza del presidente.
Juan Luis Bour: "El riesgo de la apreciación es que estés dañando una parte del entramado productivo que podría ser eficiente, pero que para serlo y poder competir con el resto del mundo, necesita tiempo, porque viene de décadas de una economía cerrada"
-¿Qué análisis hace sobre la dinámica fiscal y cómo llegó a este superávit?
-El ajuste recayó mayoritariamente sobre el sector privado, alrededor del 70%, no hay dudas de eso. Y el 30% restante es ajuste en el Estado. Esas son las estimaciones que hay. Siempre se puede pensar en un algún tipo de corrección distinta, que hubiera implicado reducir más otras partidas de gasto, particularmente el gasto tributario. Se discutió mucho que eso no se tocó sustancialmente, la parte de los impuestos que se dejan de cobrar por exenciones especiales que hay, lo más notorio son los regímenes promocionales de Tierra del Fuego, el régimen de hecho que tiene parte del consumo de cigarrillos y demás. Hay partidas que se discutieron bastante, podrían haber sido tocadas y no lo fueron, y las razones de eso son probablemente políticas. Ello obligó a que si querías hacer un ajuste del gasto, había que tocar otras partidas. Por eso, el recorte tan importante del gasto fue sobre las prestaciones sociales, y particularmente jubilaciones. Mirando desde el final del año, después de las cosas que pasaron, hubo un ajuste del gasto que recayó en buena medida en menores pagos de estas prestaciones. Una parte de eso fue eliminar filtraciones, como los intermediarios de la política social, pero la parte más importante cuantitativamente fueron las jubilaciones. Eso queda como una decisión que se tomó en 2024 y que hacia futuro hay que pensar en algún tipo de corrección.
-¿En qué sentido?
-El Gobierno creo que lo está pensando, en términos de que quienes cumplieron con los regímenes previsionales, los 30 o 35 años de aportes efectivos, necesitan un reconocimiento de eso. Hoy, el nivel de prestaciones es similar al del año pasado, se pudo recuperar en la segunda parte del año parte de las prestaciones para quienes aportaron sin moratoria, y están 8 puntos arriba respecto de noviembre de 2023. Pero esto no evita que todas las jubilaciones, a raíz de los ajustes producidos durante la gestión de Fernández y la última parte de Macri, estén 40% debajo de 2015. Y esa caída es anterior al Gobierno de Milei, pero la regla actual de ajuste por inflación lleva a que las jubilaciones no puedan recuperar. Lo mejor que se puede aspirar es que la inflación sea cero.
-¿Había otras alternativas?
-Sí, siempre se pueden imaginar otros recortes, o imaginar algo de crédito para financiar déficit, pero en todo caso lo más importante es que el Gobierno dio señales muy claras de que no se mueve del equilibrio fiscal y que va a hacer lo necesario para mantenerlo. Y eso generó expectativas diferentes. Eso, en el horizonte de los tres años que le queda a esta gestión, es un cambio copernicano para la Argentina. Serán cuatro años de equilibrio fiscal, que tiene que dar estabilidad a la economía.
Juan Luis Bour: "Se discutió mucho que el gasto tributario no se tocó sustancialmente, la parte de los impuestos que se dejan de cobrar por exenciones especiales que hay, lo más notorio son los regímenes promocionales de Tierra del Fuego, el régimen de hecho que tiene parte del consumo de cigarrillos y demás"
-¿Qué escenario hay para 2025, en lo fiscal? ¿Hay margen para baja de impuestos como retenciones, como planteó Milei?
-Está claro que si tenés recuperación de la actividad económica, tenés una elasticidad en los impuestos. La recaudación tributaria está muy asociada al PBI, y así como se cae cuando cae la economía, crecen con la recuperación, entonces uno puede esperar que con la recuperación, tanto el IVA como los impuestos internos o el impuesto a los combustibles, van a crecer. Además, ya se anunció que este último va a ir para arriba. La recaudación estaría blindada para mantener el principio de equilibrio fiscal global. De ahí a reducir impuestos es más largo. Tenemos la eliminación del impuesto PAIS. Alguna reducción es posible, pero la cautela que tiene el Presidente cuando se refiere a las retenciones habla de una baja que por ahí va a ser simbólica. No te da para las dos cosas. Y otra cosa también es en qué medida se puede seguir controlando el gasto, en el sentido de mantener una baja adicional frente a una economía que crece, donde las demandas van a estar. Esto es muy importante, porque tener un nivel de gasto más fácil de financiar, en un nivel más bajo que el actual, es importante porque en cualquier momento la economía puede enfrentar shocks externos de naturaleza negativa. Y ante ese escenario, el equilibrio te da margen para efectivamente actuar, tomando algo de deuda o reduciendo el gasto adicionalmente. Eso es lo que significa la sostenibilidad: tener margen para actuar.
-¿Qué análisis hace de la dinámica del sector externo?
-Hay indicadores de la economía recuperando, y se están generando expectativas de que la economía hacia adelante va a tener recursos adicionales en el caso de un aumento de las exportaciones por el lado de la energía, eventualmente por el lado de la minería y del agro, que siempre ha tenido un comportamiento expansivo cuando se considera un período de varios años. Y si se bajan las retenciones, da espacio para mayor competitividad. Entonces, se están generando expectativas de un importante flujo de divisas y eventualmente de un balance comercial que se mantenga positivo a pesar de la recuperación de la economía, que naturalmente lleva a más importaciones. Ese escenario que se está generando lleva en general a un peso más fuerte, a una apreciación cambiaria adicional. Tenés un contexto donde se están anunciando reformas que podrían potenciar fuertemente las inversiones, de entrada de capitales, y si todos creemos que eso va a ser así por mucho tiempo, lleva a una apreciación en términos reales. El riesgo que hay es que estés dañando una parte del entramado productivo que podría ser eficiente, pero que para serlo y poder competir con el resto del mundo, necesita tiempo, porque viene de décadas de una economía cerrada.
-¿Qué implica eso?
-Una parte de la producción puede volverse eficiente si hacés reformas en la economía, incluyendo una situación impositiva más favorable, pero eso lleva tiempo. En el medio, podés tener que muchos desaparecen. Es decir, en un escenario por expectativas favorables como se está armando puede llevar, si no sos lo suficientemente prudente con tus políticas macroeconómicas, a un desarme de posiciones del entramado productivo. En particular en la industria, que en condiciones en la que le das tiempo para ajustarse puede llegar a tener mayor productividad, pero si la reforma laboral la hacés en 2026, la reforma impositiva le llega a la empresa en 2027, probablemente no tenga espalda para aguantar, y eso te lleva a una economía que depende demasiado de la actividad primaria, como el agro, la minería o la energía, lo cual te cambia la estructura y te genera consecuencias sobre sectores industriales y sobre el empleo. La preocupación es que si bien hoy todas las señales van en el sentido de una reestructuración de la economía, lo hacen simultáneamente con un peso que se aprecia muy fuertemente porque la tasa de devaluación vino sistemáticamente por debajo de la inflación, y eso puede llevar a un proceso de atraso importante y finalmente a lo que se llama la ‘enfermedad holandesa’.
-¿Hoy es un problema el tipo de cambio?
-Es algo que preocupa hacia delante, si lo pensás como un proceso que va a continuar y necesariamente va a seguir apreciándose en los próximos dos o tres años. Es un proceso que te va a causar algún efecto colateral, y que por eso tendrías que ser cauteloso, probablemente profundizando la política fiscal. Pero para eso requerís decisiones que sean compartidas, además, por los gobiernos provinciales. La cuestión fiscal no es solo de la nación. Y, en segundo lugar, ser cauteloso en política monetaria y cambiaria.
-¿Cuál es la perspectiva en materia de empleo?
-Este año tuvimos caída de actividad en el primer semestre. Venimos de una recesión muy larga, porque en la industria empezó en mayo de 2022 y terminó en abril de este año, es decir, duró dos años. En la economía empezó algo más tarde y terminó probablemente hacia mayo. Pero a pesar de esa caída, la contracción del empleo fue relativamente pequeña, no hubo una suba del desempleo notorio, y eso se debe a dos cosas. Tuviste ajuste de costos en la primera parte del año, porque tras la devaluación hubo un ajuste de costos laborales por la caída de salarios. Luego, tuviste un comienzo de la recuperación de la actividad, con decisiones de ir reduciendo regulaciones y tratando de bajar costos, y algo de eso impactó favorablemente en las empresas. Finalmente, la expectativa fue que iba a haber una recuperación más o menos rápida en el segundo semestre, y fue menos rápida, pero ahora la expectativa es que sea más rápida en 2025. En ese escenario, las empresas trataron de aguantar con su dotación de personal, esperando una recuperación de la demanda. Y en ese escenario, más vale tener el empleo ya contratado. Probablemente veamos algún descenso del desempleo en el tercer y cuarto trimestre. Si bien el empleo no crece a una tasa muy importante, y fue 0,3% en el último dato mensual, es un número relevante para el empleo privado asalariado, que dio 0,2% en el mes. Eso, anualizado, es 2,5%. No son tasas espectaculares, pero se dan a la salida de la recesión. Y no hay que olvidar que la mayoría de las empresas tiene bajo uso de capacidad instalada, y no tienen motivos para tomar mucho empleo. Lo que se ve son contrataciones por empresas que se están sumando. En las que están en el mercado, deberíamos ver es esa tendencia madurando en algún momento de 2025.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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