Nunca digas Nunca Jamás
ARTURO PÉREZ-REVERTE /
Peter Pan, Zenda-Edhasa

“También nosotros hemos estado en la isla de los niños perdidos”
Peter Pan, la icónica creación de J. M. Barrie, es una figura central en la literatura y el cine desde su aparición, a principios del siglo XX. La historia de un niño que no quiere crecer, junto con su Tierra de Nunca Jamás y sus entrañables personajes, atrapó, y sigue haciéndolo, la imaginación de sucesivas generaciones. Y dentro de este universo mágico, el Capitán Garfio, el malvado por excelencia —cualquier novelista narrador envidiaría un personaje como ése—, se erige como uno de los antagonistas más memorables y complejos jamás escritos, con una profundidad psicológica fascinante.
Publicado por primera vez en 1911, inmensamente popularizado más tarde, Peter Pan introdujo una serie de asuntos que conmueven profundamente a lectores y espectadores. La eterna juventud, la aventura, la venganza, el rechazo a la responsabilidad adulta, son elementos que de principio a fin surcan la obra, invitando a los niños a soñar y a los adultos a reflexionar sobre el paso del tiempo y sus efectos en ellos mismos. En ese ámbito, la influencia de Peter Pan es dilatada, enorme. Su historia ha sido reinterpretada en innumerables formatos, desde adaptaciones teatrales y musicales hasta películas y series animadas. La capacidad de la historia para evocar nostalgia y fantasía, su humor inteligente, incluso su objetiva crueldad, la ha convertido en una pieza clave, imprescindible, de la literatura universal.
"No la recordaba tan divertida, irónica y llena de ritmo"
Eternidad literaria aparte, debo confesar que de esta obra siento una predilección especial por el Capitán Garfio, el principal antagonista, sujeto esencial para la comprensión general de Peter Pan, pues ofrece esa rica complejidad que trasciende la simple maldad. Garfio no es un villano unidimensional, sino todo lo contrario. Su carácter está lleno de matices que lo hacen singular y memorable. Volviendo a leer esta deliciosa novela, sesenta años después de la primera vez, me asombra el efecto que vuelve a causar en mí, pues no la recordaba tan divertida, irónica y llena de ritmo. Jaime Garfio, ese villano magnífico, se espesa y se hace más complejo ahora, visto desde la perspectiva de mis años y mi trabajo como novelista, pues mi mirada ya nada inocente, de lector avezado, encuentra en él matices interesantísimos, insospechados, atemporales.

Peter Pan, Disney

Peter and Wendy, J. M. Barrie
Con su obsesión por el tiempo y su búsqueda de venganza, Jaime Garfio —¡qué espléndido nombre, Dios mío, para un malo literario!— representa la inevitabilidad del envejecimiento y la pérdida. El personaje está marcado por su conflicto interno, simbolizado por el tic-tac del reloj del cocodrilo que lo persigue, recordándole a cada instante que su tiempo está contado. Esto contrasta con la luminosa inmortalidad de Peter Pan, intensificando el conflicto entre la juventud eterna y la realidad del envejecimiento, entre la irresponsabilidad heroica y la consciente villanía. La complejidad del capitán Garfio se trasluce en cada uno de sus actos y palabras; su odio mortal hacia Peter Pan no es solo una cuestión de rivalidad, sino que está arraigado en una profunda herida personal y una sensación de traición, y eso confiere a Garfio una asombrosa modernidad. El pirata perdió su mano en un enfrentamiento con Peter, lo que le suscita un odio desmedido. Su anhelo de venganza se convierte en una fuerza que lo consume, haciendo de él un personaje trágico en su obsesión, casi melvilliano, en la línea del gran y trágico vengador literario por excelencia que es el capitán Achab de Moby Dick. Y adentrándonos un poco más en esa relectura actualizada, descubrimos que Garfio también representa una versión singular del liderazgo moderno. Mientras Peter Pan es un jefe natural, encantador, libre y sin ataduras, Garfio es un líder oscuro, tiránico y calculador. Libertad y creatividad del mando, en fin, frente al despotismo y la intransigencia.
"Es inevitable regresar, aunque sea de modo breve, a la importante relación de esta historia con el cine"
Es inevitable regresar, aunque sea de modo breve, a la importante relación de esta historia con el cine. Con las adaptaciones cinematográficas, especialmente en la mejor de todas, la famosa versión animada de los estudios Disney de 1953, el capitán Garfio acabó convirtiéndose en un icono visual y emocional que trasciende fronteras. Su presencia en la pantalla se caracteriza, en todos los casos, por un diseño dramático y una personalidad dominante que lo convierte en un antagonista perfecto, inolvidable. La manera en que se le retrata en el cine resalta sus características más temibles, pero también su carácter sombrío y melancólico, ampliando su impacto en el público. No todos han leído Peter Pan —esta magnífica edición de Zenda-Edhasa pretende corregir eso—, pero pocos entre nosotros ignoran quién es el capitán Garfio.

Peter Pan, la gran aventura

El Capitán Garfio interpretado por Jude Law
Acabemos. Peter Pan fue y sigue siendo una obra fundamental de la literatura y el cine, no solo por su celebración de la infancia y la fantasía, sino por la hondura inolvidable de sus personajes, y también por invitar a una reflexión sobre el tiempo, el crecimiento, la nostalgia y la naturaleza del poder. Esta obra, en mi opinión casi perfecta, demuestra que un delicioso cuento de hadas puede ser, también, una gran novela de aventuras. Las experiencias compartidas en Nunca Jamás, desde batallas con los piratas hasta exploraciones en la selva, refuerzan los lazos de amistad y odio entre personajes cuyo humorístico retrato a menudo nos arrebata. Las peripecias del travieso e irresponsable Peter Pan, de los hermanos Darling y de los Niños Perdidos, además de la luminosa presencia femenina —encarnación del amor más puro y leal de mujer— que es Campanilla, no sólo son ejemplos de coraje y lealtad, sino también de la fortaleza de los vínculos entre los seres humanos. J. M. Barrie explora de modo asombroso, como sin pretenderlo, esa rica complejidad; demostrando que, aunque la vida nos termina expulsando a todos de la isla de Nunca Jamás de manera irremediable, los sueños y la imaginación suponen nuestra mejor fuerza; tal vez la única que, de vez en cuando, aún nos hace volar. Porque, como señala el propio autor, también nosotros hemos estado en la isla de los niños perdidos; y aunque ya nunca más podamos desembarcar allí, todavía oímos el murmullo de las olas.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
LOS TITULARES DE LOS MEDIOS QUE SE TRANSFORMARON EN MEMES Y EN UNA COMEDIA ABSURDASebastián Tabany —
“Hombre de Florida irrumpe en una casa y le chupa los dedos de los pies a uno que estaba durmiendo”. “Hombre de Florida trató de matar con una pistola a un cachorro de perro, pero el animal terminó disparándole a él”. “Hombre de Florida roba una carnicería y en la persecución se va desnudando dejando caer bandejas de bife al piso”.
Todos estos titulares parecen creados por la IA o por un algún juego de mesa cuyo objetivo es inventar la noticia más extraña, absurda y bizarra que se les ocurra. Pero no. Todos titulares son reales y desde hace 10 años se transformaron en un meme. Y, ahora, en una serie de televisión.
El 26 de diciembre de 2013 se creó la cuenta en la entonces red social Twitter bajo el nombre Florida Man, que subía titulares, generalmente de la sección policiales, comenzando con la oración “Hombre de Florida...” y algo más. En un mes, la cuenta ya sumaba 64.000 seguidores mientras nacía el meme que se esparcía por todas las redes sociales hasta expandirse. Es el caso del Reto Florida Man, que consiste en tipear en Google “Florida Man” y la fecha de cumpleaños para ver qué hecho llamativo ocurrió ese día.
A diferencia de muchos memes que pronto son olvidados, Florida Man continuó creciendo y ramificándose. En 2015, el fenómeno llegó a The New York Times, que se hizo eco de su popularidad y trató de explicar el por qué de la abundancia de hechos increíblemente absurdos en el estado de Florida y no en los otros 51 de los Unión.
El diario describía que Florida es el tercer estado más poblado del país y, matemáticamente, lo situaba en una mayor probabilidad de que pasaran cosas de todo tipo. El artículo escrito por Gray Lady, como es conocido el medio, también afirmaba que el estado de Florida, con su ventajoso clima y sus bajos impuestos, solía ser un imán para las personas que lo visitaban, convirtiéndolo en un verdadero crisol de razas y culturas, más allá de las obvias latinas que pueblan el sur, como la ciudad de Miami.
Sin embargo, otro artículo periodístico, pero esta vez del Miami New Times, alegaba que esas eran buenas razones para la proliferación de casos, pero que faltaba la más importante: Las Leyes Luz Solar (o Sunshine Laws, nombradas así por ser el apodo del estado).
A pesar de que desde hace unos años Florida es un bastión republicano, y aun más ahora con la mansión Mar-a-Lago, el exclusivo club privado del presidente electo Donald Trump en Palm Beach, que el magnate adquirió en 1985, el estado tiene una fundación progresista ejemplificada en esas Leyes Luz Solar, cuyo nombre técnico es Ley de Gobierno en la Transparencia, que permite que cualquier persona puede acceder a todo registro público. Esa ley, vigente desde 1909, proclama que los asuntos gubernamentales son asuntos públicos y, por consiguiente, son accesibles.
Todo registro producido por una institución del estado, fotos y videos incluidos, están disponibles. Además, los funcionarios públicos también están obligados a abrir todas sus reuniones, incluso las no oficiales, al público. Un ejemplo gracioso de una consecuencia de esta ley fue cuando, en 2008, Charlie Crist, ex gobernador del estado, tuvo que invitar a un periodista a su casamiento. La accesibilidad de estos registros hace que cualquier hecho policial registrado esté automáticamente disponible, desde las famosas “mug shots” (o fotos de los reos) hasta los informes.
Solo en Florida (It’s Florida, Man) es una serie de seis episodios de media hora, disponible en Max, que toma varios casos reales y los dramatiza con comediantes norteamericanos famosos, como Anna Faris o Jake Johnson, al mismo tiempo que entrevista a los verdaderos protagonistas de estos sucesos alocados.
Desde un hombre que acudió por un aviso en los clasificados para ayudarle a cortar el dedo del pie a una persona y comérselo, hasta una mujer que trabajaba de sirena en eventos y se enfrenta cara a cara con una bruja. Cada episodio de media hora mezcla a los actores con los involucrados para relatar sucesos inimaginables, pero reales.
Jeff Tomsic es el guionista y director de Tag (disponible en Netflix), una comedia absurda con Jon Hamm, de Mad Men, y Jeremy Renner como parte de un grupo de amigos que desde su infancia juega un mes por año a la mancha, llegando a lugares o situaciones imposibles solo para gritar “¡Mancha!”.
Tomsic también se dedicó los últimos años a dirigir varios especiales de stand up para televisión y ahora es el showrunner y director de Solo en Florida. En exclusiva para la nacion, Tomsic, desde Florida (obviamente), habló sobre la serie, la popularidad del meme y el estado actual de la comedia norteamericana.
–¿Hasta qué punto conocías el meme de It’s Florida Man? –Lo conocía desde hacía mucho tiempo, había leído la cuenta de Twitter que existía y pensé que era divertidísima la cantidad interminable de historias locas sobre personas que se casan con árboles o lanzan caimanes a través de las ventanillas de los autoservicios de un restaurante de comida rápida. Cuando la productora de Danny McBride me llamó y me preguntó si quería hacer un programa al respecto, me alegré mucho. Llegué después de que ya se le había vendido a HBO como una idea, pero era solo una oración.
Era algo que, potencialmente, podría ser un programa de televisión o un documental. Tomé esa idea a partir de ahí y traté de adaptarla a lo que terminó siendo. Muchas de las historias que se ven en los titulares son bastante mal intencionadas. Se trata de personas que consumen drogas o que se encuentran en circunstancias desafortunadas en general. Yo realmente quería hacer una carta de amor al estado de Florida, porque lo veo como una especie de lugar mítico con sirenas, caimanes, vaqueros y leyendas del Viejo Oeste americano, pero en el mundo actual. Y, por supuesto, también hay muchos lunáticos, así que es un lugar propicio para la comedia, pero quería hacer un retrato cariñoso. Por extraño que parezca, quería mostrarle al mundo cuánto amo este lugar que ahora se ha vuelto universalmente odiado o ridiculizado.
–¿Cómo elegiste los seis casos del programa? Porque supongo que tenés cientos para elegir.
–Lo curioso es que fue sorprendentemente difícil encontrar historias que fueran optimistas y positivas solo a partir de los titulares que se ven. Porque muchos de esos titulares, como digo, son solo clickbait basados en arrestos. Hay un elemento de criminalidad en su núcleo porque es de ahí de donde provienen y muchos de ellos no son tan edificantes. Nunca quise menospreciar ni burlarme de estas personas. Quería tratarlos como gurús o, al menos, como seres humanos con algo que decir.
Me interesaban genuinamente sus historias y sus voces, y quería ver cómo era este variado grupo de personas y sus perspectivas. Intentamos encontrar cosas completamente diferentes. Tenemos a una pareja gay que se enoja mucho y uno de ellos intenta usar salsa de espagueti para quemar la casa de su novio. Pero, en definitiva, es una especie de historia de amor entre un hombre afroamericano y un hombre blanco mayor, semiracista. Me pareció fascinante, sobre todo porque está sucediendo en Florida. Pero el proceso fue difícil.
Teníamos una hoja de cálculo con cientos de historias. Y solo unas cuantas tenían un personaje central que era carismático y positivo, y que daba una cierta cantidad de giros en lugar de simplemente decir: “Me emborraché e hice esto”, que es lo que muchas de ellas terminan siendo.
–¿Buscaste a actores que se parecieran a los protagonistas de la vida real?
–Un poco. El reparto estaba formado por amigos míos, en su mayoría, porque me gusta trabajar con la gente que quiero. Prácticamente los obligué a venir a este programa porque teníamos muy poco dinero. Era casi imposible que alguien estuviera dispuesto a venir a trabajar por monedas y simplemente pasar un buen rato. Afortunadamente, Simon Rex, Jake Johnson, Juliette Lewis y todo este elenco eran encantadores y santos, y vinieron simplemente a divertirse.
A medida que le dábamos forma a las historias y editábamos, realmente quedó claro quiénes de mis actores favoritos estarían geniales en cada papel en particular. En el episodio de las sirenas, que tenía esa sensación de una comedia pop sobre chicas malas que se odian entre sí, pensé que sería fantástico contar con Anna Faris. Es la actriz cómica más brillante que existe, sobre todo en este género.
–Tu estilo de comedia es muy humano. Intentás empatizar con tus personajes.
–Sí, tenés razón. Creo que lo absurdo es una parte natural de la vida y es algo que hay que disfrutar en lugar de esconderlo en un armario. Y creo que, en general, vivimos en un mundo en el que todo el mundo intenta ser perfecto. En las redes sociales solo subís las fotos más lindas de vos mismo en un yate o en un hotel de lujo. Todo el mundo intenta sacarle brillo a la vida, pero a veces las partes feas y ridículas son las que la hacen tan hermosa, y eso es lo que hace que ser humano sea tan hermoso también. Por eso siempre me han atraído las historias locas y reales.
A menudo, la búsqueda de la felicidad, particularmente en los Estados
Unidos, está muy abajo en la lista de prioridades. Podés encontrarla a través de formas y actividades inusuales en la vida. Eso es lo que me interesaba de estos personajes. Ves a un tipo que saltó desnudo a un pantano y un caimán le arrancó el brazo de un mordisco. Y al final del episodio parece un Buda que tal vez haya entendido la vida mejor que vos con tu trabajo corporativo y todas tus aspiraciones de ser normal. Eso es interesante. Me gusta ver ese tipo de seres humanos que normalmente no se ven en la televisión o en las películas, que son tan extraños y se dejan de lado como personajes. Cuando se trata de una historia real, es mucho más fácil ir a esos lugares extraños porque no hay que preocuparse si la gente lo va a creer o no. La verdad suele ser más extraña que la ficción, como dicen.
–Mucho se ha tratado de explicar por qué Florida. ¿Qué pensás vos?
–Florida tiene las leyes llamadas Sunshine Laws, que hacen que toda la información pública esté inmediatamente disponible para el público. Es una idea muy progresista permitir que la gente tenga acceso a lo que esté sucediendo en los tribunales o en la política. Pero también incluyen antecedentes penales y ese tipo de cosas. Creo que esa es la razón más aburrida por la que esto sucede, sobre todo en Florida, porque es más fácil acceder a los errores estúpidos de la población. Pero también Florida es un lugar hermoso que atrae a muchas especies invasoras. Tenemos pitones, tenemos iguanas y tenemos idiotas. Y supongo que soy uno de esos idiotas porque me mudé aquí. Así que me incluyo en esa población. ¿Pasan cosas así en la Argentina?
–Creo que no.
–Deberían estar orgullosos de ustedes mismos. Hay una cierta base en la que Estados Unidos fue fundado por lunáticos hasta cierto punto. Es un lugar donde, según el mito, podés ser lo que quieras ser. Si no lo sos ya, simplemente mentís y te convertís en lo que querés ser. Este país tiene historias de cuentos fantásticos y personajes legendarios. Mucho de eso es mentira, pero es parte de nuestros cimientos como país. Lo positivo es que acá no hay límites. Podés ser vos mismo al máximo, para bien o para mal. Y en Florida, suele ser para peor. Pero también produjo músicos conocidos y celebridades: Tom Petty es de Florida y Janet Reno, la ex fiscal general.
–Backstreet Boys y *NSYNC son de Orlando también.
–Sí, sí. Estaba intentando evitar mencionarlos.
–Ahora Florida es el epicentro de la política estadounidense. No es más Washington, es Mara-Lago.
–Eso se debe principalmente a que las propiedades acá son baratas, podés construir lo que quieras. No hay impuesto sobre la renta, por lo que es un lugar ideal para correr, esconderse y broncearse, seas o no el presidente de los Estados Unidos, ya sea que te lo apliques con spray o que sea real.
–Si vas al norte de Florida, tenés muchos pantanos. Si vas al sur, las playas e inmigrantes latinos. Pero es un estado políticamente republicano. ¿Cómo congeniás todo eso?
–Los floridanos son una minoría, sin duda. Ha habido una gran afluencia de personas que se mudan al estado, por lo que me encuentro con más neoyorquinos en Florida que en Nueva York. Hay un motivo financiero para mudarse a Florida debido a los impuestos, por lo que estás atrayendo a una persona que, para empezar, tiene una mentalidad financiera. Si querés ganar todo tu dinero en Nueva York y luego conservarlo, te vas. Hay una cierta inclinación política en eso que ni siquiera me había dado cuenta. Me resulta difícil profundizar en eso, pero es un momento interesante.
–¿Cuál es el estado actual de la comedia en los Estados Unidos? Basándote en tu experiencia y en todos los especiales de stand up que dirigiste durante todos estos años.
–En el cine diría que es bastante lamentable. Las comedias clásicas eran el tipo de realización cinematográfica más preciso como Chaplin y Buster Keaton, donde todo estaba muy bien planificado y ejecutado. Era casi matemático. A principios del 2000 tuvimos una ola de comedias geniales, pero eran más libres e improvisadas. La percepción general de la comedia era que se trataba de algo improvisado que se iba resolviendo a medida que se filmaba y que era maleable. Nunca creí en eso. Cuanto más preciso seas es mejor, porque es una agonía hacer que los chistes funcionen.
EN TONO DE COMEDIA
¿Es difícil que la comedia funciones? Sobre este género, el guionista y director Jeff Tomsic dice que “todo el mundo piensa que es una tontería, que la comedia es muy fácil y que todo el mundo es tonto. Pero es muy, muy difícil hacer que funcione. El cine se volvió muy serio hace cinco o seis años. No ha habido muchas comedias geniales. Espero que podamos volver a divertirnos cuando vayamos al cine. Para mí esa es la clave. El stand up se disparó al mismo tiempo. Ahora nos centramos en: esta es una comedia romántica, esta es una comedia tonta y eso es todo. Me resulta extraño, porque en el cine estadounidense, hace 40 o 50 años, había todo un panorama de tonos que se podían explorar. Algo podía ser divertido y emotivo. Las películas de Mike Nichols eran muy dramáticas y luego graciosísimas. Eran burdas pero también realistas”.
Tomsic se explaya sobre este fenómeno: “Creo que cada vez más la caja se ha vuelto más pequeña, de modo que solo podés ser esto o aquello. Gran parte de la comedia estadounidense se ha convertido en algo así como: ¿cómo podemos meter un montón de chistes en 90 minutos? ¿A quién le importa? Me parecen mucho más interesantes las que se hacen en otros lugares porque no creo que tengan esas marcas estrechas a las que se ven obligados a adherirse”.
Una de sus películas favoritas de los últimos diez años es una danesa, Jinetes de la Justicia, con Mads Mikkelsen. “Es una de las mejores comedias que he visto en mucho tiempo, con mayor resonancia emocional. Es brutal y está llena de acción. Simplemente vive en esa zona gris en la que solían adentrarse las películas estadounidenses. No sé qué pasó; no sé a quién culpar y ni siquiera me importa”. ß
Si la primera invasión británica (British Invasion) fue aquella que en los 60ypost-beatlemanía trajo a América bandas inglesas consolidadas en el Viejo Continente, y que se retomaría en los tempranos 90 con el boom del Brit Pop (Cool Britannia) con bandas como Blur y Oasis, hoy podríamos pensar en una tercera ola, pero más circunscripta al cine, la TV y hasta la literatura, que se propone conquistar Hollywood y a la cultura pop.
Pero no solo hablamos de actores, autores y productos made in UK que están llevando su éxito más allá de Europa, sino también del nuevo furor irlandés. Resulta que ahora todo lo british, scotish y, para sorpresa de muchos, irish está de moda y “es cool”, como reza un especial reciente de la revista especializada Vulture.
Los británicos, los primeros
La historia de amor –por momentos turbulenta– con la cultura británica no es algo especialmente nuevo, y desde productoras tradicionales como la BBC o series inglesas de culto, como Dr Who, Skins (hablando de adolescencias problemáticas dos décadas antes que Euforia), The Office o Downtown Abbey, existe más de una generación que ya se ha criado viendo en la TV a los característicos buses rojos o escuchando el acento cockney y que consume iconos de esa cultura. Sin embargo, en el último tiempo cada vez más series y productos del Viejo Continente logran ubicarse no solo en el podio de lo más visto, sino que conquistan los corazones de la crítica (ejemplos recientes incluyen a Top of the Lake, May I destroy You, Fleabag o After Life) y el público, en los géneros más variados desde ciencia ficción (Black Mirror), a dramas de época (Bridgerton), comedias para adolescentes (Sex Education, HeartStopper), aventuras (Sherlock, Picky Blinders) o biopics (The Crown). ¿Hay algún estilo que no dominen?
Las plataformas de streaming, ni lentas ni perezosas, han empezado a producir o comprar los derechos de series, películas y documentales producidos en UK para emitir en otros lugares –o realizar sus propias adaptaciones, como pasó en su momento con The Office–, además de lanzar sus propios productos apostando al talento de esos países. El año pasado Netflix dió el batacazo con Bebé Reno, una serie dramática inspirada en un caso real de acoso y abuso sexual hacia un varón, que arrasó en la temporada de premios 2023 y cuyo creador, Richard Gadd –de origen escocés– se paseaba con su falda típica.
Este año la plataforma estrenó La diplomática, una serie con cast británico casi en su totalidad, a excepción de Keri Russell (ex The Americans), en la que interpreta a la embajadora de los Estados Unidos viviendo en Londres, quien tiene que atravesar tanto intrigas internacionales como su propia crisis matrimonial. Este drama político fue considerado como una de las mejores series de 2024 por medios especializados como The Guardian y en su estreno se coló entre lo más visto en 87 países.
Ahora la apuesta parece estar en otra icónica figura femenina, que además forma parte de la OBE u Oficial de la Orden del Imperio Británico, Keira Knightley, con el estreno inminente de la serie Palomas Negras en donde también la acompaña Sarah Lancashire (Julia, Happy Valley).
A mediados de año pudimos ver la miniserie Ripley, basada en el libro El talentoso Sr. Ripley, de Patricia Highsmith, y desarrollada por Steven Zaillian (guionista de La lista de Schlinder y Pandillas de Nueva York), en una apuesta poco convencional más relacionada con el cine de autor que con la TV, que pareció rendir sus frutos: una miniserie íntegramente rodada en blanco y negro, con capítulos de más de una hora y caras no tan conocidas, incluyendo a su protagonista, Andrew Scott.
O al menos no tan conocidas para el público general, ya que Scott se había ganado ya un lugar en el corazón del fandom de series como Sherlock y luego como el cura de Fleabag. Hoy podemos ver a Scott en las tapas de todas las revistas o en redes sociales junto a su amigo Paul Mescal (con quien rodó el film indie All of us strangers), y otros actores jóvenes como Jamie Bell, Ben Whishaw, Barry Keoghan (Saltburn) o Jack Reynor (Midsommar), considerados la crème de la crème del nuevo cine joven británico e irlandés, además de la comidilla de los tabloides por sus romances.
Otras plataformas, como Apple, tampoco dejan de invertir o contar historias que transcurren en el el Reino Unido o con intérpretes y guionistas ingleses detrás, desde Ted Lasso a la nueva Disclaimer, pasando por Slow Horses. Esta última está basada en las novelas del escritor británico Mick Herron y protagonizada por Gary Oldman y Jack Lowden (un actor británico que viene del teatro, esposo de Saoirse Ronan), que por esas cosas inexplicables del showbiz si bien se estrenó en 2022 y ya tiene cuatro temporadas, recién ahora está en boca de todos y cosechando premios.
Lo interesante de esta nueva ola de influencia cultural, proveniente de lugares como Inglaterra, Escocia o Irlanda, es que también se está observando en la literatura. Sin ir más lejos, en la camada de films que destacaron la anterior temporada de premios, al menos dos películas están basadas en libros de autores brit: la multipremiada Pobres criaturas es una adaptación de la novela de Alasdair Gray, escritor escocés, y la que resultara mejor película extranjera, La zona de interés,
está basada en la novela del mismo nombre del británico Martin Amis.
Otras series recienten en la pantalla chica también existen gracias a autores británicos. Shogun, la miniserie que fue la apuesta fuerte de Disney el año pasado y se llevó la friolera de 18 Emmys este año, está inspirada en la novela histórica de James Clavell que cuenta la historia de un marinero británico que naufraga en la costa japonesa y se ve envuelto en los juegos de poder e intrigas palaciegas de la dinastía reinante. Otro dato, hace poco Netflix en una de las adquisiciones más importantes de la compañía en toda suhistoria,comprólosderechosdelos libros de Roald Dahl, autor británico de clásicos infantiles como Charlie y la fábrica de chocolate, Matilda, James y el Durazno Gigante y el Fantástico Sr. Fox. Se espera que la señal utilice los personajes e historias para producir alguna spin-off o generar un universo cruzado de películas y personajes, series de televisión animadas, proyectos editoriales, juegos, espectáculos teatrales y productos de consumo.
Aunque quizás la escritora más popular del último tiempo y representante absoluta de la influencia que la idiosincracia irlandesa está teniendo en la cultura pop sea Sally Rooney, autora del libro Gente normal (2018) que inspiraría la serie homónima que volvió locas a todas en pandemia y catapultó al estrellato a Paul Mescal y su co-star Daisy Edgar-Jones. “Los escritos de Sally Rooney son ahora tan populares que han inspirado su propio estilo literario (y a su vez reflexiones sobre cómo está arruinando la literatura moderna). El año pasado, el Premio Booker tenía nada menos que cuatro autores irlandeses en su lista de 13 candidatos: la mayor cantidad en un solo año”, explica la revista Vice en una nota sobre el fenómeno irlandés. “En los últimos años, ser irlandés se ha vuelto bastante cursi y también bastante sexy”, dice la cronista Róisín Lanigan, citando la creciente popularidad tanto de la Guinness como de la banda de rap Kneecap, protagonistas del film con el mismo nombre aún no estrenado aquí.
Es difícil dilucidar el momento en que nos volvimos lentamente fans de Irlanda y empezamos a consumir a sus iconos del cine, la literatura y hasta la música y moda, pero un punto de inflexión podría situarse en el momento en que Rooney se volvió éxito en los Estados Unidos y desde ahí solo podíamos hablar de la pareja central de Normal people. Luego llegaría el film británico Aftersun (2022), consagración definitiva de la melancolía irish y de Mescal, que ganaría además el Bafta (el Oscar británico) y varios galardones de la crítica a mejor película. Ese mismo año se estrenó en cines la divertida comedia The Banshees of Inisherin con tres actores irlandeses de pura cepa. A la par, genialidades como la comedia Derry Girls, que cuenta la historia de cinco amigas creciendo en la ciudad de Derry en los 90 con el conflicto norirlandés de fondo, le mostrarían al mundo las obsesiones y curiosidades de los irlandeses viviendo en tiempos convulsos.
De hecho, tanto Rooney como Derry Girls vuelven este 2025 para los fans de la nostalgia pop y todo lo irlandés, ya que la autora acaba de publicar su libro Intermezzo, y confirmó que Derry Girls regresa esta vez a Netflix y en forma de secuela. Sumado a los nuevos sex symbols irlandeses que destacan en la pantalla y en los tabloides británicos –pelean por fotos de ellos en el backstage de Glastonbury o saliendo de algún bar con la estrella musical o modelo de turno–, está generando un frenesí mediático que se viraliza como pan caliente. Inclusive el veterano y ganador del Oscar Cillian Murphy, pese a haber admitido públicamente no saber lo que es un meme y rehusarse a tener redes sociales, es una máquina de producir… memes.
Es más ni siquiera hay que ser 100% irlandés para subirse a la ola verde, basta con tener ascendencia o inclusive menos que eso: la actriz Ayo Edebiri de The Bear, se convirtió en mujer irlandesa honoraria ya que su ciudad natal, Boston, Massachusetts, tiene un 22,8 % de ascendencia irlandesa.
En materia de actrices, Irlanda también es un país con talentos natos, como el de Nicola Coughlan (de Derry Girls y una de las estrellas de la tercera temporada de Bridgerton), Eve Hewson, Caitriona Balfe (protagonista de la serie Outlander) o Ruth Negga si hablamos de la nueva y joven camada. Pero el producto de exportación irlandés por excelencia es la nominada al Oscar ya cuatro veces y ganadora del Globo de Oro, Saoirse Ronan, que esta temporada se presenta con dos films y se rumorea podría llevarse la merecida estatuilla, sea por el drama The Outrun (realizada por la productora que tienen ella y su marido) en el que interpreta a una alcohólica en recuperación y filmada en las desoladas islas Orcadas; o Blitz, dirigida por el director Steve McQueen, que tiene lugar en el período de los bombardeos a Londres durante la Segunda Guerra Mundial y hablar sobre temas raciales y de clase.
Qué es lo que nos atrae exactamente de la cultura Irlandesa, se pregunta la cronista de Vulture, para llegar a la conclusión de que algunos de los rasgos que muchas de estas estrellas jóvenes comparten es cierto aspecto terrenal, bastante sencillo, basado en la honestidad y muy poco esnobismo pese a ser estrellas millonarias o muy populares. Algo que se confirma cuando los vemos hablar en público, alejados de las redes sociales, o se viralizan imágenes de su vida cotidiana. “Ves a Paul Mescal, Saoirse Ronan, Colin Farrell o Brendan Gleeson con los pies en la tierra cuando hablan. Parece un superpoder que sean personas normales”, explica el escritor Séamas O’Reilly.
Para otros tiene que ver con la condición natural de “underdog” que tiene Irlanda, “se beneficia de ser ‘el segundo país favorito de todos’. Además hay algo realmente poco amenazante sobre Irlanda. Nunca hemos invadido a nadie, nunca hemos colonizado a nadie”, sigue O’Reilly. Pero lo que quizás resuene más es que muchas de sus figuras son absolutamente vocales sobre temas políticos, ambientales y culturales; en particular teniendo en cuenta que un poco a contrapelo del mundo desarrollado y siendo un país muy religioso, en Irlanda el matrimonio igualitario recién se consiguió en 2015 y el aborto, en 2018.
También resulta ser que mientras la saturada industria estadounidense decae en creatividad y calidad, el cine europeo florece, y dentro de esto la escena cultural irlandesa, brindando oportunidades que incluso los intérpretes norteamericanos están aprovechando cada vez que pueden (lo comentaba hace poco la actriz Zoe Saldana sobre su participación en Emilia Perez); además en Irlanda, una vez aflojada la presión que sostenía la Iglesia Católica y de la mano de políticas públicas que apuntan al financiamiento del arte y con nuevos créditos fiscales para el cine, la industria está creciendo, sumada una historia de emigración que permite a los artistas irlandeses un punto de vista transnacional. Por ahora, parece que la ola verde solo puede seguir avanzando
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.