sábado, 31 de julio de 2021

VAMOS BAJANDO LA CUESTA.....PENSÁ TU VOTO


La Argentina dual: corazón de clase media, bolsillo de clase baja

Guillermo Oliveto


El poder adquisitivo de los hogares argentinos se redujo 8% en promedio durante el primer trimestre de 2021.....Alfredo Sabat
En todos los ámbitos, la pandemia, más que crear tendencias, aceleró y profundizó las que ya estaban delineadas. Ahora que podemos apreciar y dimensionar los acontecimientos con mayor precisión, esta conclusión resulta evidente. Del mismo modo que no es una sorpresa la velocidad exponencial con la que se integraron el mundo físico y el digital en una única fuente de sentido y realidad, tampoco debería serlo que la nueva configuración social de la Argentina ahora esté a la vista de todos.
Su carácter bifronte se viene gestando desde hace años. La pandemia más la extensa cuarentena lo único que hicieron fue cristalizarlo.
Como todo ser dual, es complejo de definir y de predecir. Sus conductas resultan paradójicas, erráticas, en apariencia contradictorias. No encajan dentro de las características clásicas del juicio y del prejuicio. Y es justamente por ello que pueden conducir a errores de interpretación.
A un extremo de la grieta se preguntan: ¿cómo es posible que un laburante vote a la derecha?, sin llegar a comprender que para ese trabajador no se trata de derecha o izquierda. Del otro lado sucede lo mismo, solo que en sentido inverso. ¿Cómo se explica que un profesional formado, educado, con acceso a una vida confortable pueda adherir a propuestas que a la larga pueden terminar atentando contra su propio confort?
Parafraseando a Pascal, ¿de qué manera ese corazón de clase media tiene razones que la razón no comprende? Interrogando desde el otro lado del fenómeno cabe recordar a Juan Carlos Pugliese, aquel ministro de Economía de Alfonsín que asumió en plena hiperinflación de 1989 y dejó para la historia una frase arquetípicamente argentina: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”.
El problema de la hibridez es que siempre se torna complejo dilucidar la proporción de carga genética de cada una de las partes. ¿Qué pesa más, el corazón de clase media o el bolsillo de clase baja? ¿El acervo cultural y la carga de valores o los apremios de la economía cotidiana? ¿Cómo se influencian mutuamente lo uno con lo otro? ¿Hasta dónde el problema son las siempre ascendentes expectativas de la clase media, que por lógica no hay bolsillo que pueda satisfacer? ¿Es la clase media una construcción simbólica e identitaria que siempre se corre el arco a sí misma y por eso “nunca llega”? ¿O en realidad estamos asistiendo a un proceso de degradación en cámara lenta donde nos encontramos pidiendo siempre lo mismo en un espiral descendente?
Por ser un espiral no llegamos a percibir que aunque el requerimiento sea el mismo, en cada ocasión lo hacemos desde un escalón más abajo y eso nos aleja más y más del objeto de deseo.
¿Tiene la sociedad argentina, por su configuración dual, una insatisfacción crónica, o en realidad la velocidad del deterioro es superior a la de readecuación de sus demandas?
En pocas palabras: ¿siempre queremos más de lo que podemos o a pesar de querer cada vez menos no llegamos ya ni siquiera a eso?
Números para el análisis
Si le ponemos números al análisis, tal vez quede más claro el dilema.
Entre 2012 y 2020, la economía de la Argentina cayó 13%, la inflación fue del 1438% y el desempleo subió 3,5 puntos porcentuales.
A pesar de haber caído 7 puntos, como lo demuestra el estudio publicado recientemente por el Banco Mundial, la clase media sigue abarcando en nuestro país al 45% de las familias. Y si lo vinculamos ya no con lo fáctico, sino con el imaginario, lo que expresa la clase media continúa siendo atractivo para 3 de cada 4 argentinos. Tanto nuestros estudios como los del Observatorio de Psicología Social de la UBA lo confirman. El 75% de la población se autopercibe integrando este gran colectivo social.
El punto hoy es cómo se articulan el componente simbólico con la realidad constante y sonante de la economía cotidiana. Corazón y bolsillo.
Al cierre del cuarto trimestre de 2020, para considerarse como parte de la clase media alta, una familia de la Argentina tenía que tener ingresos mensuales totales “piso” de $120.000 y “techo” de $250.000. El promedio, $150.000. Con esos valores se pertenecía al 17% de la familias que en la pirámide social se ubican en el segundo escalón, inmediatamente debajo de la clase alta. A la cotización del dólar blue del cierre del año, esos valores eran: US$720 piso, US$1500 techo, y US$900 promedio.
Si nos detenemos a analizar el otro segmento que integra la clase media, que es la clase media baja, mucho más frágil y vulnerable, la situación resulta más apremiante. El piso de ingresos era $60.000, el techo $120.000 y el promedio, $75.000. Llevado a dólares blue, US$360, US$720 y US$450 respectivamente.
La conversión de los ingresos familiares de la clase media a dólares está lejos de ser trivial. Responde a que justamente sus expectativas de consumo están vinculadas en gran medida con bienes icónicos que tienen “dólares adentro”. Simplificando, y a riesgo de ser demasiado lineales, para la clase media alta, el viaje, el auto, la tecnología y la ropa. Para la clase media baja, el celular, la computadora y las zapatillas.
Podrá decirse, con razón, que esos bienes, en el caso de ser importados o tener componentes que llegan del exterior, entran al país a dólar oficial, lo cual es cierto. Pero no puede desconocerse que en la Argentina lo que sucede con el dólar blue se filtra en todas las cadenas de valor disfrazado de inflación. Al fin de cuentas es lo mismo, o bastante parecido.
El shock de los precios
Es lo que, al “salir de la caverna” en la que hibernaron buena parte del año pasado llevó a los consumidores a shockearse con ciertos precios haciéndose una pregunta simple y casi infantil: ¿qué pasó? ¿Un celular cuesta entre $150.000 y $250.000? ¿Un par de zapatillas, entre $10.000 y $20.000? ¿Un kilo de asado entre $600 y $800? ¿Qué pasó?
Buena parte de la explicación hay que buscarla justamente en el dólar blue. Entramos a la cuarentena con un dólar de $86 y salimos con uno que valía casi el doble.
Si no queremos tomar este parámetro y pasamos a pesos, basta registrar que hoy la inflación interanual es del 50%, según la medición del Indec de junio. Por donde se lo que quiera mirar el problema es similar. El poder adquisitivo de los hogares argentinos se redujo 8% en promedio durante el primer trimestre de 2021. Medido en pesos, considerando ingresos de los hogares e inflación publicados también por las estadísticas oficiales. Y medido en dólares blue, la caída fue del 19%, con un dólar “contenido”.
La Argentina dual le está encontrando sus propias respuestas al dilema. Son de orden práctico más que filosófico.
Se consolidan patrones de consumo más sajones que latinos. Prima la sensatez, la austeridad y la conveniencia. Lo que antes se escondía ahora se socializa. La cultura low cost gana cada vez más adeptos. Crecen los outlets, los mayoristas, las ferias, los showrooms, las segundas marcas y, por supuesto, el comercio electrónico, propio de la nueva era donde físico y digital ya son una única cosa.
Otro símbolo de la época es que muchos consumidores ya no hablan tanto de segundas marcas, sino de “primeras marcas desconocidas”, sutileza que busca calmar a ese corazón de clase media que se inquieta cuando siente que su bolsillo ahora es de clase baja. Al menos para su percepción y sus expectativas.
¿De qué manera esta dualidad que se venía gestando, pero que ahora se transparentó y quedó expuesta, reconfigurará la narrativa de nuestra identidad nacional? ¿Será aceptada con resignación o, por el contrario, provocará enojo? ¿Se procesará el dolor que produce un movimiento descendente de este calibre o se manifestará en el decir y el hacer de los ciudadanos?
Interrogantes que se abren ahora que todo está a la vista.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

SABE MUCHÍSIMO Y ADEMÁS DE DOCENCIA Y TODA LA INFORMACIÓN....PODÉS ESCUCHARLO EN "ENCENDIDOS" RADIO MITRE A LAS 14 HRS

NO RECUERDO QUÉ DÍAS ESTÁ....

¡Saber de vinos es todo un arte! ¿Querés aprender?
Sumate a los cuatro encuentros virtuales con el sommelier Fabricio Portelli, que organizamos para vos.
¿Cómo? 4 encuentros por Zoom de una hora y media
¿Cuándo? Jueves 5, 12, 16 y 21 de agosto a las 19hs.
Inscribite acá https://bit.ly/ExperienciaConVinos
#AmantesdeloBueno #AmantesdelBuenVino #Vino #CatadeVinos #Sommelier

Amantes de lo bueno
Sitio web de entretenimiento
Ver más




JUAN JOSÉ MENDOZA...INTERESANTE PARA LEER...


Juan José Mendoza: “La pandemia nos puso en el corazón de una experiencia cargada de finitud”
En “Homo búnker”, el autor revisa el árbol genealógico de los distanciamientos: de las cuevas y las cuarentenas de pestes históricas a la aparición del cuarto propio y los encierros por elección
M. A. 

Juan José Mendoza

Fue vertiginoso. Wuhan, circuló la noticia y el mundo se encerró. A la vera de esa primera realidad, nació Homo búnker (Panorámica Indie), nuevo libro del catedrático Juan José Mendoza (Junín, 1977) que, a propósito de la pandemia, revisa el árbol genealógico de los distanciamientos. El título es, ante todo, una lectura de las distintas experiencias históricas que llevaron al hombre a confinarse. Desde el lugar de las cuevas hasta las diferentes cuarentenas según las pestes, la aparición del cuarto propio o el encierro por elección. Y en tanto lectura, lenguajes. Los que la cultura analizó: el puertas adentro de Kafka, Woolf, Ana Frank; Crusoe en una isla, Gramsci o Cervantes en la cárcel, Onetti o Lamborghini en la cama son algunos casos sobre los que el arco del análisis se tensa. Cada uno de ellos, como una manera de atravesar la escritura. “Porque la escritura es una forma de organizar el mundo. Sin embargo, al escribir producimos nuevos objetos de hechos con palabras, libros, perspectivas, por lo tanto al construir nuevos objetos, estamos construyendo más materia prima para la entropía. Esa es la paradoja”.
Si la pandemia vino a modificar el sueño -enrareciendo, así, la biología de los días-, desde un marco dentro del marco, Mendoza, despierto en la madrugada, escribe. “El libro nació el 28 de marzo del 2020 a las tres de la mañana. Estábamos en el momento originario del comienzo de la pandemia y se me presentó el Homo Búnker como una figura, un personaje, y así empezó el libro”.
"Homo Bunker: Breve historia del confinamiento", el libro de Juan J. Mendoza
Doctor en Letras (UBA), estudió filología en Madrid. Es investigador del Conicet, donde trabaja en “Maneras de leer en la era digital. Formas de representación del pasado y las tradiciones en el siglo XXI”. Y también docente en la UNA y del posgrado en la maestría en Estudios Literarios y el doctorado de la UBA. Algunos de sus libros son Internet: el último continente, Diario de un bebedor de petróleo, El canon digital. Como sus publicaciones lo marcan, hay un entrenamiento en el ensayo como forma, una puesta en juego de diferentes postulaciones. “El confinamiento nos aleja más de los pueblos nómades. Esa es una hipótesis”, dice Mendoza.
En el libro, desarrolla esas situaciones entre las diferentes imposiciones -del afuera o propias- entre movimiento y quietud. Se lee en Homo búnker: “Ahora el encierro, la pérdida del espacio público y de las calles, está dando lugar al surgimiento de un nuevo orden, a una nueva división de la especie. Nos afantasma pensar que estemos ante el fin de la edad nómade, una nueva radicalización del sedentarismo que sobrevino con la organización del saber en las sociedades informatizadas y que se impuso con el home office”. Está presente, claro, el valor de la experiencia. Dentro de las hipótesis, la relación con la ciencia ocupa un lugar central. Sobre esto dice: “Las transformaciones culturales que atravesamos a raíz de la tecnología, son como un destino y una conquista técnica de los cuerpos. Si uno analiza publicidades de los 70, la relación entre los cuerpos y las tecnologías empiezan a ser más pronunciadas. Luego, se pueden ver a partir de un stent, trasplantes de órganos: comienzan a ser parte de nuestro medio ambiente. Entonces, el cuerpo humano empieza a estar rodeado de dispositivos y enclaustrado en un living pertrechado de tecnologías”. Piensa, además, el lugar en primer plano que ocupa la ciencia en la contemporaneidad. “La relación entre tecnologías vuelve a aparecer otra vez cuando aparece la vacuna, que es otra forma de conquista técnica de los cuerpos y toda la discusión que hay en torno a esto”.
La importancia de estar ahí
Una anciana japonesa con Alzheimer parada dentro de una gran caja de cartón mira a cámara, solo sobresale su cabeza. Un hombre en una buhardilla, sentado sobre un colchón en el piso. Una mujer joven en una nave espacial de la NASA. Cuadros y fotos. Diferentes obras se toman en Homo búnker para hilvanar los aislamientos vistos según artistas de distintas épocas. A propósito de Morning Sun, 1952, se lee en el libro: “También podemos ver alguna obra de Edward Hopper, maestro en la representación de la soledad en espacios sórdidos, y visionario en esto de entrever, desde los años 50, una Nueva York vacía en abril de 2020. El encierro es también una forma de duelar: algo dejó de ser lo que era”.
“La pandemia -dice Mendoza- nos puso en el corazón de una experiencia cargada de finitud. Como muy pocas veces lo hacemos porque nuestras sociedades subliman el dolor, la muerte, reprimen experiencias de ese tipo y el confinamiento las puso en primer plano”.
En la última parte de libro, titulada “La multiplicación de los informes”, entra otro formato. Una enumeración de oraciones cortas. Por caso, la 2: “En el comienzo, todo pareció estar ordenado”. O la oración 29: “Todos empezamos a ser como James Stewart adentro de La ventana indiscreta”. Así, hasta la 250: “Conos de cristal separan a las personas mientras se desplazan”. Y luego de los agradecimientos, confiesa: “Mi relación con el encierro comienza desde niño. Tempranas enfermedades personales siempre se ocuparon de mantenerme del lado de adentro de casa, con esporádicas salidas al colegio o al médico. A mi modo, he aprendido a contemplar la vida por la ventana, en la época en la que no había pantallas”.
Mendoza, que investigó la historia de los confinamientos, expresa al final del libro su propia experiencia: "Mi relación con el encierro comienza desde niño. Tempranas enfermedades personales siempre se ocuparon de mantenerme del lado de adentro de casa, con esporádicas salidas al colegio o al médico. A mi modo, he aprendido a contemplar la vida por la ventana, en la época en la que no había pantallas"Luisa Balaguer
Con respecto a ese tramo final, el autor reconoce un gen. “Yo escribo así, como en ese capítulo. En realidad, el escritor escribe así. Pero después eso se transforma en un ensayo o en un cuento, asume otra forma”. A esa parte de Homo Búnker la relaciona con lo que podría llamarse una trilogía de los archivos. El primero, ya publicado, Archivos, papeles para la Nación. Luego, en lo que trabaja ahora, Archivos 2, sobre la historia de las tecnologías de los 60 al presente. Y el tercero, que será literatura. Cuando sea habla de archivo es en el más puro sentido del material como fuente. Sobre su paso por distintos archivos y bibliotecas, como la de la Universidad de Princeton o la Biblioteca Nacional de España, Mendoza dice: “El archivo es algo abierto y trabaja la noción de conciencia documental. Nuestros países latinoamericanos tienen una triste historia de desidia archivística y de falta de conciencia documental. Es decir que el libro es muy político, en el sentido de que hay una gran crítica a las instituciones por la falta de conciencia documental”.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

ANÁLISIS HISTÓRICO Y DE COYUNTURA


Ante el peligro de caer en una deriva autoritaria
Se intenta asegurar la impunidad por los delitos de corrupción y perseguir a los opositores; los autoritarismos populistas parasitan las democracias y luego las pulverizan

Marcelo Gioffré


La autonomía de los fiscales, en peligro. ...Alfredo Sábat
El célebre penalista Guillermo Ouviña siempre recordaba en sus clases una anécdota ocurrida en diciembre de 1899: el ministro Joaquín V. González ordenó a un fiscal que allanara la sede del Club del Progreso y detuviera a algunos contertulios que estaban jugando al bacará. Épocas en que se perseguía el juego clandestino. El fiscal sospechó de inmediato que esa maniobra escondía la persecución a opositores e incumplió la orden impartida por el ministro, que como represalia le aplicó tres meses de suspensión en el cargo. La curiosa arbitrariedad de un gran constitucionalista como Joaquín V. González era doblemente peligrosa, porque llegaba avalada por el prestigio jurídico de su emisor. Pero este fiscal desafió también la sanción del ministro, recurriendo a sus superiores jerárquicos. El 30 de diciembre de 1899, en medio de los alardes festivos de un fin de año especial, salió una acordada que desairaba al ministro por segunda vez, resolviendo que el Poder Ejecutivo no podía dar órdenes a un fiscal, por la sencilla razón de que son poderes independientes. El destino tenía reservada aún una tercera humillación para González: los miembros del tribunal se reunieron ese mismo día con el presidente de la Nación, Julio A. Roca, que lejos de defender el desacierto de su ministro anuló la sanción. Otro país.
No es extraño que Guillermo Ouviña recordara esa anécdota; él mismo siendo fiscal se vio envuelto en un episodio similar. El 29 de marzo de 1962 a las cuatro de la mañana los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas derrocaron a Arturo Frondizi y lo trasladaron a la Isla Martín García. Un tiempo después el detenido hizo declaraciones a la prensa y aludió a Perón, violando el famoso decreto 4161 de “desperonización”. El ministro de Justicia hizo la denuncia y le ordenó al fiscal Ouviña que acusara a Frondizi. El episodio venía precedido por otro encontronazo entre el mismo funcionario con el mismo fiscal, a raíz de un motín de presos y la posterior represión, una masacre cometida por el personal penitenciario: el ministro había tratado de frenar la investigación del fiscal ofreciéndole un cargo de juez, ante lo cual Ouviña, elegantemente, lo echó de su despacho. En el caso de la denuncia contra Frondizi el gobierno de Guido tropezó por segunda vez con la negativa del fiscal. Resultado: lo cesantearon sin sumario. Presentó un amparo para que lo repusieran en el cargo, pero antes de que esa causa se resolviera, en 1963, el presidente Illia desistió de la querella contra Frondizi y le devolvió a Ouviña su cargo de fiscal.
Eran tiempos en los que aún se debatía si los fiscales eran independientes o subordinados del Poder Ejecutivo. Después de la reforma constitucional de 1994 esa duda quedó disipada a favor de la independencia. El kirchnerismo, sin embargo, simula desconocer esa reforma y recae en el vicio de politizar el Ministerio Público Fiscal, con el cual está completamente obsesionado. En 2004, cuando aún guardaba cierto recato republicano, nombró a Esteban Righi con el masivo consentimiento del Senado. Righi, que en 1973, siendo ministro del Interior de Héctor J. Cámpora, había producido la liberación masiva de los presos de Devoto, en la audiencia pública por su designación como procurador dijo: “El valor moral de la democracia y la sustantividad del Estado de Derecho residen justamente en que sus principios deben ser aplicados hasta sus últimas consecuencias”. Un avance respecto del Righi disolvente de 1973. Lástima que ocho años después, en épocas de Cristina Kirchner, el vicepresidente Amado Boudou, acorralado en la causa judicial por la apropiación de Ciccone y en busca de fiscales más dóciles, menos puntillosos, por cadena nacional acusó a Righi de tráfico de influencias con jueces federales. Righi a los pocos días y en silencio renunció. Tiendo a creer que en este episodio no hay buenos y malos, sino malos y peores, y que Cristina –a años luz de distancia del presidente Roca– optó por los peores.
El hecho trazó una frontera, fue la inauguración de una serie interminable de disparates. Da cuenta de ello la postulación de Daniel Reposo, quien falseó su currículum incorporando galardones inexistentes. Lo prueba el nombramiento de Alejandra Gils Carbó, una fanática encarnizada contra la prensa libre que terminó procesada por la compra de un edificio en condiciones más que opacas. Lo confirma el sainete en torno a Daniel Rafecas, que al kirchnerismo no le resulta suficientemente confiable –a pesar de haber desestimado a velocidad récord la denuncia de Nisman por el pacto con Irán–, como lo prueba el paradójico enroque en el cual terminó siendo apoyado por la oposición, que al principio lo objetaba y rechazado por el oficialismo que originalmente lo había propuesto. Lo demuestra también la persecución contra el actual procurador adjunto, Eduardo Casal –un hombre intachable y de carrera, que no por casualidad fue profesor en la cátedra de Ouviña–, a quien le iniciaron un juicio político infame con el fin de amedrentarlo y forzar su renuncia. Para desembocar, por fin, en la prueba definitiva: el proyecto de ley para cambiar la forma de designar al procurador, de modo tal que una mayoría simple permita bajar el umbral de exigencias y, de ese modo, poder designar a delegados incondicionales sin necesidad de ningún consenso democrático.
¿Qué más se necesita para ver que se busca asegurar la impunidad por los delitos de corrupción y perseguir opositores? El kirchnerismo insinúa ahora para el cargo a quien fue abogado nada menos que de Diego Lagomarsino. En una broma macabra podría llegar a ser jefe de todos los fiscales quien apadrinó al implicado en el asesinato de un fiscal que al día siguiente iba a presentar una denuncia contra la presidenta. Sobre la mancha más ominosa de la historia institucional argentina, cuyo nombre propio es Nisman, pretenden sin ruborizarse apuntalar la identidad ética del nuevo procurador.
Si semejante escándalo aún no sucedió es porque al Gobierno no le alcanzaron los votos en el Congreso. El peligro de que el kirchnerismo aumente bancas en la próxima elección, variando el ecosistema de poder, es concreto. Del mismo modo que el estafador gana la confianza de quien será timado para recién dar el golpe cuando la víctima está maniatada e indefensa, los autoritarismos populistas parasitan las democracias primero y las pulverizan después. Lo dijimos en la carta que un grupo de intelectuales presentó a la sociedad hace unas semanas. No sostuvimos que la Argentina sea hoy una dictadura –como trató de tergiversarnos el inefable Raúl Zaffaroni– sino que va en esa dirección. Las tiranías populistas no se construyen súbitamente, sino por etapas, progresivamente. Estamos en la primera etapa y los síntomas son similares a los vividos en las primeras fases en Venezuela o Nicaragua, desde la articulación de un capitalismo de amigos hasta una trama de presiones discursivas sobre la prensa, los jueces y los organismos de control. El ya desembozado intento de nombrar un procurador militante, ¿no resulta un indicio potente y verosímil de esa escalada? Si se rompe ese dique la Argentina caerá de lleno en la segunda etapa: la deriva autoritaria.

Escritor, periodista y jurista

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

viernes, 30 de julio de 2021

HAN HECHO BANDERA DE FALSEDAD, SIEMPRE...¿PORQUÉ ESPERAR ALGO DISTINTO?. ....LES CREES POR INTERÉS O IMBECILIDAD


Un gobierno que no dice la verdad
El Ejecutivo nacional tiene un conflicto con la verdad; el resultado fácilmente perceptible es que la palabra presidencial ha perdido valor; peor: ha perdido credibilidad

Joaquín Morales Solá


Alberto Fernández.....Alfredo Sábat
El gobierno del presidente Alberto Fernández tiene un conflicto con la verdad. Cada tanto, o a cada rato, se descubre que afirmaciones de él o de sus funcionarios no son ciertas. También hubo, en algunos casos, manifiestas manipulaciones de los datos para que estos coincidan con una supuesta realidad, que nunca es la realidad. El resultado fácilmente perceptible es que la palabra presidencial ha perdido valor. Peor: ha perdido credibilidad. Es una noticia extremadamente mala para cualquier presidente (y para cualquier país).
Ayer hubo dos noticias que son ejemplos cabales de esa insistencia presidencial en cambiar el eje de los hechos con palabras inexactas. Una fue la nota enviada a la Justicia por la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC) en la que señala que Alberto Fernández prorrogó dos veces la permanencia de las 70.000 municiones enviadas a Bolivia. El envío de ese armamento a Bolivia, decidido inicialmente por el gobierno de Mauricio Macri, motivó una denuncia del gobierno kirchnerista contra el expresidente por haber contribuido supuestamente a un “golpe de Estado” contra el entonces gobierno boliviano de Evo Morales.
La otra noticia fue la firma de un contrato con el laboratorio Pfizer para la compra de 20 millones de dosis de su vacuna contra el coronavirus, después de 13 meses de negociaciones frustradas. Fuentes oficiales reconocen que Pfizer pasó a ser una opción razonable cuando todas las otras opciones (Sputnik V, AstraZeneca, Sinopharm y Sinovac) fracasaron. Muy atrás quedaron los tiempos en que Pfizer ponía “condiciones inaceptables”, según la explicación del exministro de Salud Ginés González García sobre la ruptura con el laboratorio norteamericano.
La denuncia contra Macri por su complicidad con el golpe contra Evo Morales encierra varias contradicciones. La primera de ellas es que Morales no cayó como víctima de un golpe de Estado. Un sector importante de la sociedad se sublevó cuando era evidente que se estaba cometiendo fraude en una elección que perpetuaría a Morales en el poder. Después de días de violencia y represión (fueron violentos los sublevados y fue violenta la represión) los jefes militares le “aconsejaron” a Morales que renunciara. Es una presión militar inaceptable para cualquier mirada argentina, pero resulta que esa participación de los uniformados está contemplada en la Constitución de Bolivia. Morales renunció y sus opositores lo persiguieron a él, a su gobierno y a su familia.
       
La embajada argentina en Bolivia refugió a dos hijos de Evo Morales en esos días en los que la seguridad era una ausencia. El excanciller argentino Jorge Faurie señaló que su gobierno mantenía permanente conversaciones con el ya gobierno electo de Alberto Fernández para coordinar las acciones en Bolivia. Un hijo de Morales eligió viajar a México; el otro vino a la Argentina. Macri gobernaba la Argentina en sus últimos días en el poder. También exfuncionarios de Evo Morales fueron refugiados en la sede de la representación diplomática argentina. ¿Macri auspiciaba un presunto golpe en Bolivia contra Morales mientras daba refugio en la embajada argentina a familiares y exfuncionarios de Morales? Solo el prejuicio, el rencor o la competencia electoral pueden sostener semejantes incoherencias.

La denuncia nació viciada en el origen mismo. El actual canciller boliviano, Rogelio Mayta, mostró una carta del exjefe de la aviación boliviana Jorge Terceros Lara en la que le agradecía al gobierno argentino el envío de 70.000 municiones para reprimir a los seguidores de Evo Morales. La carta está fechada el 13 de noviembre de 2019. Morales renunció dos días antes, el 11 de noviembre. Es decir que en un solo día el gobierno argentino había enviado las municiones que necesitaban los “golpistas” y el nuevo gobierno boliviano le agradecía el gesto
El armamento de la Gendarmería fue enviado a Bolivia, según explicó siempre el gobierno de Macri, para proteger a la embajada argentina, en la que se encontraban refugiados familiares y exfuncionarios de Morales y estaba siendo asediada por seguidores del nuevo gobierno, presidido por la parlamentaria Jeanine Áñez. El general de aviación Terceros Lara calificó luego de “falsificada” su firma en esa carta. El militar renunció a las 9 de la mañana del 13 de noviembre, el mismo día que supuestamente firmó la carta.
El entonces embajador argentino en Bolivia, Normando Álvarez García, aseguró que nunca había recibido esa supuesta carta (supuesta o presunta son palabras que deben repetirse en este caso). Álvarez García no es un político de Macri, sino del gobernador radical de Jujuy, Gerardo Morales, de cuyo gobierno es actualmente ministro de Trabajo. El sitio Bolivia Verifica, que es un centro de chequeo de información que depende de la Fundación para el Periodismo, calificó de “falsa” la carta de Terceros Lara.
Menos de un mes después del envío de esas municiones, el 10 de diciembre de 2019, Macri abandonaba el poder. La denuncia del canciller Mayta espoleó en la Argentina para que el kirchnerismo se apelotonara en los tribunales denunciando a Macri y a varios funcionarios suyos como cómplices del supuesto golpe de Estado contra Evo Morales. Los ministros de Seguridad y de Justicia, Sabina Frederic y Martín Soria, y hasta la jefa de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, se presentaron como querellantes en la denuncia contra el gobierno macrista.
Además, el kirchnerismo le tiene especial aversión al exdirector de la Gendarmería Gerardo Otero desde la muerte de Santiago Maldonado. La autopsia de Maldonado, que estableció que murió ahogado y no tenía heridas de ningún tipo, no menguó el rencor del kirchnerismo contra el exjefe de la Gendarmería. La otra cara de la verdad es que Otero fue un jefe implacable de sus tropas en la lucha contra el narcotráfico. Meterlo ahora en las pobres peleas de la política es una decisión claramente injusta.
La carta de la Anmac revela varias cosas. La primera de ellas es que Alberto Fernández prorrogó la permanencia de esas municiones en Bolivia en dos ocasiones y por el plazo de tres meses cada una. Ya era 2020. Macri estaba en su casa desde hacía tiempo.
Los armamentos de la Gendarmería argentina estuvieron en Bolivia más tiempo durante el gobierno de Alberto Fernández (alrededor de seis meses) que bajo la administración de Macri (un mes).
La otra sorpresa es que Alberto Fernández usó los mismos argumentos que Macri para extender la permanencia de esas municiones en el país vecino: “Brindar seguridad y protección al embajador y al personal de la embajada argentina en Bolivia”. Ni siquiera cambió las palabras que había usado el gobierno de Macri.
En Bolivia, seguía gobernando la supuesta golpista Jeanine Áñez. ¿Por qué el envío de municiones para proteger la embajada por parte de Macri fue un delito y no lo son las prórrogas que autorizó el gobierno de Alberto Fernández? El actual presidente de Bolivia, Luis Arce, le puso al asunto la coloratura que tiene: “Es lamentable que un gobierno de derecha haya participado de un golpe de Estado”, dijo.
Apareció el elemento evidente que nadie nombraba: la ideología. Los gobiernos de Arce y de Alberto Fernández son muy cercanos y tienen posiciones habitualmente comunes en asuntos de política exterior. ¿Hay mejor ejemplo de lawfare que el caso judicial del envío de armamentos a Bolivia? ¿O el lawfare es solo malo cuando la Justicia persigue a los dirigentes progresistas, pero es necesario y justo cuando lo hace con los de la derecha o de la centroderecha?
En junio de 2020, hace 13 meses, el gobierno de Alberto Fernández inició negociaciones con el laboratorio Pfizer para comprar vacunas. El primer acuerdo consistió en que en la Argentina se realizaría el ensayo más grande del mundo en la investigación de la vacuna Pfizer. Participaron 5762 argentinos en el Hospital Militar bajo el control de un equipo médico cuyo jefe es el infectólogo Fernando Polack. En las primeras conversaciones se convino, según se supo después, que Pfizer enviaría al país desde diciembre del año pasado 13,2 millones de dosis. En diciembre pasado hubieran llegado más de 3 millones de dosis.
Sin embargo, luego se conoció el compromiso con el gobierno ruso por la vacuna Sputnik V, con los chinos por las Sinopharm y Sinovac, y con el laboratorio anglo-sueco AstraZeneca, el único que entonces tenía un socio local. Entonces aparecieron las “condiciones inaceptables” de Pfizer denunciadas por González García o los “hechos violentos” de ese laboratorio explicados más tarde por el propio Presidente.
Pero la opción de esas vacunas se fue desvaneciendo cuando los envíos se retrasaron. Hasta hoy. Hay siete millones de argentinos que esperan, atemorizados, la segunda dosis de la Sputnik V que nunca llega. Los amigos y la ideología se terminaron cuando la realidad golpeó las puertas del despacho presidencial: la Argentina tiene ahora solo al 13 por ciento de su sociedad vacunada con las dos dosis. La inmunización total de las personas es indispensable para enfrentar la variante Delta, que está azotando a países que tienen a más del 50 por ciento de su sociedad (algunos hasta el 70 por ciento) vacunada con las dos dosis. España les cerró las puertas a los argentinos, no porque no los quiera, sino por razones más prácticas que emocionales. España, que tiene a la mitad de su sociedad vacunada con las dos dosis, está sufriendo los estragos de la variante Delta; de hecho, tiene más casos de contagiados por 100.000 habitantes en los últimos 14 días que la Argentina

 Pero el gobierno de Pedro Sánchez sabe que aquí todavía no explotó la variante Delta y que solo un 13 por ciento de la sociedad argentina está vacunada con las dos dosis. Solo se adelanta ante probables recaídas de la situación local.
El Gobierno debería ser más sincero. No hubo un acuerdo con Pfizer después de largas negociaciones. Lo único nuevo es la desesperación del presidente argentino ante un futuro incierto, impredecible y voluble. No es necesario esconder la verdad con palabras que no son ciertas.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

POLÍTICA EXTERIOR


Putin y la nueva visión rusa del mundo en 2021

Gonzalo S. Paz


El presidente ruso Vladimir Putin en San Petersburgo, Rusia, el 4 de junio del 2021. (Foto AP/Dmitri Lovetsky, Pool, File)
El Presidente Putin acaba de firmar, el 2 de julio, la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusia. Aunque algunos analistas y comentaristas no le otorgan mucho valor a este tipo de documentos, declarándolos generales, vagos o poco específicos, lo cierto es que su preparación insume una gran cantidad de tiempo, reflexión y recursos humanos al máximo nivel. En este caso, el organismo coordinador fue la Secretaría de Seguridad Nacional (un poco el equivalente al National Security Advisor de Estados Unidos), a cargo del todopoderoso Nikholai Patruschev (de máxima confianza de Putin y bien conocido por los últimos equipos presidenciales argentinos), y lleva claramente su sello. El resultado es un documento de 44 páginas, que si bien está conectado con los previos, es seminal, como mínimo inaugura otra etapa y quizá una era. Su análisis exhaustivo obviamente excede este artículo, pero vale la pena hacer unos comentarios iniciales sobre este verdadero y preciso termómetro de como Putin y su grupo ve el mundo y a la propia Rusia.
Este documento debe ser actualizado cada seis años y por ende una primera e inevitable herramienta analítica es compararlo con los documentos previos, en particular con el último, de 2015 y evaluar los cambios y continuidades. Aquel vio la luz después de los eventos de Crimea, que marcaron un deterioro brusco de las relaciones con occidente. En ese sentido, una mayoría de observadores en occidente considera que hay cambios sustanciales. El nuevo documento refleja la profundización de la fragmentación de la globalización. El espíritu del documento es de independencia estratégica de Rusia. China aparece como un aliado importante, pero no tanto bilateralmente sino a la par de la India, viejo aliado ruso y también aliado estratégico desde ya hace varios años de Estados Unidos. 
Dicho de otro modo, la relación bilateral con China aparece subsumida y rebalanceada en el triángulo China-India-Rusia. Esta pragmática recontextualización de las relaciones con China (relaciones que, no está demás decirlo, siguen siendo muy importantes) es un ajuste no menor, pero sería ingenuo por otro lado deducir de esta lectura un pronóstico de mejora de las relaciones con Estados Unidos en el corto plazo.
Si Xi Jinping despliega desde 2013 su bandera de la Iniciativa de la Franja y Ruta de la Seda (inspirado originariamente en la vieja Ruta de la Seda, pero por cierto excediendo desde hace rato la referencia histórica inicial), y Estados Unidos despliega su contención articulando el Pacífico con el Índico con sus socios Japón, Australia e India en el “Indo-Pacífico” (o “Indo-Pacífico Libre y Abierto”, en su versión más japonesa), Putin lucha desde 2015 para introducir y sostener en la grieta entre las dos superpotencias su propia idea de una deseable Asociación de la Gran Eurasia, su sello personal. Esta idea, de la que se habla poco fuera de la esfera rusa, inicialmente limitada a lo económico, llega ahora oficialmente a la Estrategia de Seguridad Nacional de 2021, llamada a defender la relevancia de Rusia como potencia, insistir en su predominio en su entorno y defensivamente, prevenir o demorar el alineamiento gravitacional estratégico de la región en la Iniciativa de la Franja y la Ruta. La Iniciativa genera mucha más preocupación que el Indo-Pacífico en Rusia. Precisamente, la lectura entre líneas del grado de cooperación rusa-china y sus límites, frente a Estados Unidos y en Asia, será uno de los focos de análisis de este documento.
Uno de los ejes (mucho más que un mero “aspecto destacado”) es la “securitizacion” de más aspectos de la vida rusa, fundamentalmente la supervivencia de la identidad nacional, los valores tradicionales y la estructura de la sociedad. Esto ha llevado a analistas en occidente a calificar el documento como “conservador” y aun “paranoico”. Sin embargo, también incorpora la calidad de vida y el desarrollo del capital humano. Ciertamente, la mirada sobre lo interno ocupa una porción sustancial, inesperada para muchos en un documento de esta naturaleza. Son amenazas graves la desestabilización social, las campañas de desinformación, el uso de la historia, la promoción de valores “no rusos”. 
Estas amenazas pueden ser operaciones de desinformación que vulneren el “espacio de información segura”, campañas de opinión pública y de allí a ciberamenazas y otras encuadrables en el concepto de “guerra híbrida”. Incluso estas amenazas externas a la estabilidad pueden ser no estatales. También los problemas estructurales de la economía rusa, muchos históricos, son mencionados en este documento. Entre ellos vale la pena destacar la sobredependencia en los recursos naturales, la necesidad de promover las industrias y poner el acento en la ciencia, la tecnología y la innovación.
Otro área de interés, notable, es la que se refiere al cambio climático. Muchos rusos de a pie ven con simpatía el aumento de temperatura promedio en un país enorme en gran parte generalmente frío buena parte del año, y Rusia despliega su músculo militar en las nuevas rutas árticas que el acelerado deshielo permite. Sin embargo los jóvenes rusos consideran el cambio climático como una amenaza a la “casa común” (los enormes incendios de Siberia son un claro ejemplo), y un área de participación pública alternativa a la política partidaria. En resolver la contradicción de ser una economía mediana basada en exportaciones masivas de energía tradicional fósil, y aspirar a desarrollar la economía verde que un diagnóstico de cambio climático inexorablemente demanda, se abre un desafío en el que Rusia se juega su futuro. Lejos de la visión trumpista negacionista sobre este tema, esta percepción compartida de preocupación sobre el clima ahora definida como un tema de seguridad estratégica abre una ventana de oportunidad importante para la cooperación con occidente y el resto del mundo.


Doctor en Relaciones Internacionales, profesor e investigador de la Universidad de Georgetown, Washington DC

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

EL QUERIDO FILÓSOFO Y PROFESOR MIGUEL WIÑAZKI (A LAS 20 HRS. POR MITRE CON FERNÁNDEZ DÍAZ )

Por consultas e inscripción escribir a filosofiawi@gmail.com...LOS DOMINGOS....UNA MARAVILLA

Miguel Wiñazki. Guía para pensar los imprevisibles tiempos que se vienen
En su nuevo libro, “La posnormalidad”, el periodista y filósofo reflexiona sobre el mundo que sobrevendrá cuando acabe la pandemia, y los peligros y oportunidades en cierne
D. G.
El periodista y filósofo Miguel Wiñazki
“La vida que fue normal se vuelve anormal, pero augura la posnormalidad que nos aguarda. Una nueva escena se diseña en el planeta. Será global y movilizada por la voluntad vital, que no se rinde”, sostiene el periodista y filósofo Miguel Wiñazki (Buenos Aires, 1956) en su nuevo libro, La posnormalidad. Filosofía y esperanzas del fin del mundo (Sudamericana).
“Llamábamos normalidad al transcurso mismo de la vida, pero la vida nunca es exactamente normal, sino inusitada, enigmática, cambiante –dice el autor en diálogo . No usábamos barbijo, eso era la normalidad, y en general no estábamos confinados. El encierro incuba otro mundo, una ‘posnormalidad’. En este momento intermedio nos jugamos un futuro más democrático o menos democrático; o más filosófico, en el sentido de esa caminata que es la filosofía, interrogándonos por lo que hacemos, por lo que somos y por lo que haremos, o menos filosófico, es decir, menos humano, más cercano a la conversión de la vida en un automatismo irreflexivo”.
"Para Wiñazki, en tiempos prepandémicos la filosofía estaba encerrada en el academicismo"
Desde esta perspectiva, el autor emprende una “caminata” por el pensamiento y las obras de filósofos, artistas, narradores y poetas. “Escribir es un vuelo, alto y bajo, como un sendero que asciende y que desciende de la montaña”, se lee en el prólogo. Aristóteles, Voltaire, Mariano Moreno, Miguel Hernández, Gustave Flaubert (y su otro yo, Madame Bovary), Alejandra Pizarnik, Ludwig Wittgenstein, Martha Nussbaum, Jorge Luis Borges y Ernest Hemingway son algunos de los autores que, por tramos, lo acompañan.
Para Wiñazki, en tiempos prepandémicos la filosofía estaba encerrada en el academicismo. “En el vicio de la filosofía como institución –señala–. De pronto, la muerte irrumpió desde el terrorífico estómago de un murciélago y eso despertó las preguntas esenciales sobre el sentido de la vida, la angustia ante la muerte, la enfermedad y a la vez la ética de la solidaridad. La filosofía debió salir de los cofres que solo abrían los eruditos, los exégetas de los padres pensadores, y el pensamiento mismo cobró nueva vida”. Asimismo, irrumpieron nuevas polémicas. “En medio de una plaga universal, todos nos volvimos filósofos. El virus resucitó las preguntas y la filosofía ha vuelto”.
Con sutileza y optimismo, Wiñazki aborda cuestiones tan universales como actuales para la humanidad: la soledad, la codicia, la angustia existencial, la conciencia individual en épocas de relativismo moral, la amistad, el amor y el desamor, y la libertad. “El deseo de libertad es el primer motor inmóvil de la vida social –afirma–. Y no pueden contra esa fuerza los traidores del deseo, los autoritarios”.
La filosofía –esa “enredadera de preguntas”, como la define en su ensayo– se mide con la religión y con la ciencia. “La religión es uno de los modos de pensamiento; es meditar con fe –observa el autor–. No perderá vigencia tras la pandemia, pero incluye un gran peligro conocido: el fanatismo, que es dejar de pensar para priorizar la concepción que define al que disiente como un infiel. Esa nueva inquisición es también otra plaga, que también mata”.
"El modelo cartesiano es estéticamente magnético: ‘Estoy aquí solo frente al fuego, pensando’."
Se refiere, además, a los puntos de contacto entre discurso científico y discurso filosófico. “La ciencia es democrática, abierta, cooperativa, interactiva, y la filosofía también. El modelo cartesiano es estéticamente magnético: ‘Estoy aquí solo frente al fuego, pensando’. Es una hermosa imagen, pero en rigor nadie piensa literalmente en soledad sino con los otros, presentes o ausentes físicamente; pensamos contra los otros, en ese polemos experimental que es la palabra abierta”. La ciencia requiere del mismo clima mental que garantiza la filosofía: “La apertura, la comprensión de que el error acecha siempre y de que la búsqueda es permanente”.
Además de preparar sus columnas para el diario Clarín y Radio Mitre, Wiñazki avanza en la escritura de un nuevo libro sobre la fenomenología del aire, el agua, el fuego y la tierra. “A la manera de los primeros filósofos, salvando las infinitas distancias”, bromea.
La esperanza se perfila como el punto de llegada del recorrido filosófico propuesto en La posnormalidad. “El fin el mundo aconteció mil veces –recuerda el autor–. Plagas, catástrofes, guerras mundiales, y siempre continuó andando. Y en estas instancias límites y a pesar de tantos inmorales, la humanidad encontró fuerzas mentales y tecnológicas para atenuar el mal, porque las sociedades expresaron su voluntad de vivir de mil maneras, y porque no podemos evadir la esperanza. Es la más profunda de las realidades antropológicas, esperar deseando que lo que viene sea mejor que lo que está. El deseo es esperanza”.
La posnormalidad argentina
Si bien en el ensayo no abundan las referencias explícitas al contexto nacional, entre líneas –o detrás de las líneas– se intuye la mirada del filósofo y periodista sobre la sociedad y la política en la Argentina. El autoritarismo, la libertad, el fanatismo y la convivencia democrática en el presente asoman como núcleos que examina desde la óptica de la filosofía y las artes. “Los desafíos políticos son los de siempre pero readaptados a estos tiempos: libertad e igualdad o antilibertad y desigualdad –dice a este diario–. No hay republicanismo sin equidad. El epicentro desafiante del futuro es la conjunción, que parece utópica, entre republicanismo y equidad”.
Según Wiñazki, en la “posnormalidad argentina” se exigirán más acciones concretas y menos demagogia por parte de los gobernantes. “No salimos hasta ahora de otro confinamiento extenso: el de la retórica hueca de la clase política que tiende, aquí y en todas partes, a configurarse como clase dominante. Por supuesto, esto es una generalización, pero sin reforma política profunda, no hay mutación posible hacia una democracia plena”.
Desde su punto de vista, esta reforma implicaría una renovación tal del modus operandi de los dirigentes políticos que los obligaría a mirar hacia afuera del sistema político y no dentro de un marco corporativo (algo difícil en un año electoral).
Respecto de la gestión de la pandemia por parte del gobierno nacional, Wiñazki no gasta eufemismos. “Fue triunfalista, banal, ineficiente y negligente, además de inmoral, habida cuenta del así denominado ‘vacunagate’. La sociedad soportó esas barbaridades con estoicismo, todos inmersos en un cuadro económico desesperante para millones”.
En los últimos años, el autor entre otros títulos de Periodismo: ficción y realidad, La noticia deseada y La Dueña (en colaboración con su hijo Nicolás), que integra la Academia Nacional de Periodismo y brinda clases sobre el arte de informar en varias instituciones, ha tomado cierta distancia de la práctica periodística para dedicarse a su otra pasión: la filosofía.
“El trabajo periodístico ha sido crucial porque la información es crucial –destaca sobre el rol del periodismo en el país–. Sin información, no hay convivencia democrática. Durante estos años el periodismo generó información extraordinariamente relevante. Se trata de pensar en base a la información. Los desinformados piensan mal”.
Con preocupación, Wiñazki observa que ha crecido una corriente antiperiodística que afecta al periodismo responsable. “Lo desacredita desde un aparato propagandístico paraestatal que simula practicar el periodismo. Esta estrategia genera confusión y manipula a la opinión pública. No es un juego nuevo, es una vieja trampa. Pero ha sido desdichadamente efectiva. De todos modos, el periodismo proveedor de información relevante se ha mantenido en pie y eso resulta vital”.
Con la posnormalidad instalada en la sociedad, es posible profundizar en la “posmoralidad”, materia de un ensayo del autor publicado en 2017, cuando la pandemia de coronavirus era algo inimaginable para la mayoría. En su opinión, esta circunstancia excepcional dejó al descubierto conductas miserables y también otras solidarias.
“La moral de los manuales de moral es un fiasco, un engaño –remarca–. La vida no se resuelve con códigos de ética retóricos sino en situación. La ética es en parte situacionista, lo cual no debe confundirse con relativismos de ninguna especie. En determinada situación, huir puede ser moralmente correcto y en otras situaciones puede ser moralmente despreciable. Pero hay valores, o imperativos morales universales, válidos para cualquier situación. Nunca y bajo ninguna circunstancia, para dar un solo ejemplo, una violación puede ser moral”.
¿Qué es entonces la posmoralidad? “Una ética alejada de los manuales simplistas y moralistas, pero no relativista sino realista ante situaciones límites. La pandemia puso de manifiesto los valores en juego: unos robaron vacunas, otros se jugaron y se juegan salvando vidas, investigando para encontrar antídotos, buscando nuevas formas de superar tanto daño”. En medio de la incertidumbre, los conflictos y las pérdidas ocasionadas por la pandemia, Wiñazki invita a pensar y a confiar. “No hay faros en medio de la tempestad de cada vida –advierte en las páginas de La posnormalidad–. Pero no por eso dejamos de navegar”.



Filosofía retroviral
“La red viral, la política viral, la sociedad viral no mataron a la filosofía ni apagaron nuestras ganas de pensar, todo lo contrario: las refundaron –escribe Miguel Wiñazki en las primeras páginas de su nuevo libro–. Retroviral, la filosofía ha resucitado de sus cenizas portando el farol de Diógenes, encendido necesariamente porque así lo requiere la oscuridad”. A partir de la experiencia extraordinaria de la pandemia, el autor emprende en La posnormalidad un recorrido por el pensamiento de filósofos, artistas y escritores que, en momentos difíciles, reflexionaron y arrojaron luz sobre el sentido de la vida, el “inasible anhelo” que persigue la filosofía, según lo define en estas páginas.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA