Alerta por el impacto de la corrida cambiaria y pedido de dólar único en el mundo empresario
La UIA dijo que el salto del tipo de cambio golpeará los números industriales de abril; duras críticas de CRA
Francisco Jueguen
El dólar y sus circunstancias son la preocupación central de hombres y mujeres de negocios en la Argentina. Así, comienzan a surgir de las usinas empresarias el temor por las intensas corridas cambiarias de ayer y aquellas en potencia en plena campaña electoral, la necesidad de un debate profundo sobre las causas y dinámicas que las originan, y las advertencias por el impacto social y sobre el entramado empresario que provocan tales inestabilidades.
Tanto la industria, el campo, como los dueños de las empresas más importantes del país hacen desfilar candidatos y documentos en los que alertan sobre el peligro de un estallido por las crecientes distorsiones que arrastra la economía local.
La Unión Industrial Argentina (UIA) lo va a sugerir hoy en un pequeño párrafo de su informe de actualidad industrial. “No se descarta que las tensiones cambiarias de fines de abril impacten sobre la actividad, especialmente a partir de las dificultades para el abastecimiento de insumos y la suba de costos y la tasa de política monetaria. En tanto, continuará el impacto de la sequía sobre la molienda y los sectores industriales encadenados”, afirmaron en el informe.
Agregaron: “Podrían compensar parcialmente esta situación las medidas orientadas a sostener el consumo y la demanda de bienes durables”.
“Las tensiones cambiarias generaron fuertes subas de costos tras la aceleración de la inflación y tensiones en las cadenas por las dificultades para establecer los precios”, contó Pablo Dragún, director del Centro de Estudios (CEU) de la entidad fabril. “Sabemos que por la sequía y la falta de dólares en el Banco Central iba a ser un año difícil”, agregó el economista, que cree que hasta junio se verá “crecimiento” en la medición interanual de la industria.
De hecho, en marzo, según el CEU se registraba un alza de 4,1% anual gracias a la tracción del sector automotor y de bienes durables (por las expectativas de devaluación) y con una base de comparación baja por la tercera ola de covid. Alimentos y bebidas, a contramano, ya mostraba números en rojo por el mal desempeño de la molienda de oleaginosas debido a la sequía.
Ya en enero, en la UIA comenzaron a observar que el porcentaje de las pequeñas empresas industriales que advertía sobre la caída de producción era más de diez puntos porcentuales mayor a la de enero de 2021 y 2022, lo que, creen, anticipaba una desaceleración en el sector.
Altas tasas y las SIRA
“No hay certeza a futuro, no hay previsiones de los valores cambiarios ni de la inflación”, dijo Dragún, que mencionó los altos costos del financiamiento por las altas tasas de interés, pese a que el lunes pasado en el Ministerio de Economía cuestionaban la “especulación financiera” del modelo de Mauricio Macri.
Además, Dragún mencionó el freno a las importaciones en medio de la falta de dólares del BCRA, una situación que la Secretaría de Comercio suele negar mostrando datos de SIRA (permisos de importación) aprobados hasta marzo y el uso de la capacidad instalada de la industria. Según comercio, en los últimos seis meses, la cantidad de SIRA solicitadas llegó a 398.830 (un alza anual de 34%). Las autorizadas fueron 307.837 permisos (+ 3%).
Confederaciones Rurales Argentina (CRA) presentó ayer un documento llamado A2024 en el que insistió en pedir un tipo de cambio único y libre, eliminar las retenciones y cambiar la estructura tributaria. “Necesitamos cambiar la estructura tributaria del país. El sector productivo y el campo en particular necesita de manera urgente un nuevo esquema impositivo y la eliminación de las retenciones”, aseguró a LA NACION el presidente de CRA, Jorge Chemes. “El déficit fiscal hoy es insostenible. No podemos seguir gastando más de los recursos que tenemos. Esta altísima carga impositiva ya no se sostiene. Además de gastar mucho, gasta de manera ineficiente. Hay que ordenar la casa”.
“El tipo de cambio debe ser único y libre. Se debe encontrar una estabilidad”, completó Chemes.

“En CRA compartimos la visión de construir una nación mejor”, indicó el comunicado que CRA envió a los medios y agregó luego: “Un país distinto al que hemos experimentado en las últimas dos décadas, caracterizado por el incremento de la pobreza y la fragilidad laboral. Durante este tiempo, hemos sido testigos de cómo el sector privado productivo ha sido desplazado por el accionar del Gobierno Nacional”.
“Es por eso que presentamos estas ideas y propuestas, con el objetivo de forjar una Argentina renovada, llena de optimismo y con una fuerte esperanza de un futuro tanto cercano como distante, considerablemente mejor. No podemos permitirnos continuar desperdiciando el tiempo en situaciones que no nos conducen al progreso y al bienestar general”,, señalaron en CRA y cerraron: “El modelo económico y social actual, vigente durante muchos años, ha alcanzado su límite. Es imperativo avanzar hacia una nueva economía y sociedad basada en la producción y el empleo privado, en contraposición a un Estado ineficiente, intervencionista y que sólo asfixia al sector privado”.
En el plano “institucional”, CRA propuso “plena vigencia de la Constitución Nacional, la democracia, la forma de gobierno representativa y republicana, la independencia de poderes, el federalismo político y fiscal más eficiente y real, analizar el funcionamiento del régimen electoral nacional y respeto irrestricto a la propiedad privada”.
Con relación al ámbito macro, reclamaron “terminar con el déficit fiscal y lograr equilibrio fiscal intertemporal, eliminar la inflación, independencia del BCRA y tipo de cambio único y libre”.
Por otra parte, para promover la producción agropecuaria: “Eliminar los derechos de exportación; cambiar la estructura tributaria Nación-provincias-municipios, en favor de la producción y evitando la superposición de niveles tributarios; la reforma y capacitación laboral; reducción del costo laboral de las contribuciones patronales y de los riesgos de trabajo; la libertad de comercio interior; libertad de comercio exterior, abrir más mercados de exportación para todos los productos y servicios del campo; más financiamiento y crédito a largo plazo para aplicar a la producción; infraestructura para la producción y sostenibilidad ambiental y producción”.
Más visitas en AEA y el orgien del problema
Días atrás, la Asociación Empresaria Argentina (AEA) recibió a Horacio Rodríguez Larreta. “Hay que terminar con el flagelo de la alta inflación, con los déficits permanentes en las cuentas públicas, con la ausencia de una moneda doméstica respetada, con la vigencia de varios tipos de cambio, con una muy elevada y distorsionada presión tributaria sobre el sector formal, con cambios permanentes en las reglas del juego, entre otras”, se pidió al jefe de Gobierno porteño y candidato presidencial por Juntos por el Cambio.
Antes, el presidente de AEA, Jaime Campos, había enfatizado “la necesidad de respetar las instituciones de la República consagradas en la Constitución Nacional. La división de poderes y el reconocimiento a la independencia del Poder Judicial”.
También había reclamado, además, en un comunicado enviado a los medios que era necesario “brindar un marco claro para el desempeño del sector privado”. Algunas fuentes -en AEA no confirmaron la información- dicen que en los próximos días quien escuchará esos mismos reclamos y ofrecerá respuestas a los empresarios será Patricia Bullrich.
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El rechazo al dólar “cara chica” evita que haya mayor goteo de depósitos
En los bancos dicen que los clientes prefieren que se les entreguen los de “cara grande”, pese a que la Reserva Federal aclaró que todos los billetes en plaza son de curso legal
Javier Blanco
Hay un viejo refrán que sentencia que “no hay mal que por bien no venga”. En realidad es un intento de emitir un mensaje optimista ante situaciones que, en principio, no son buenas. Y podría decirse que aplica para explicar lo que sucede en las últimas semanas con los depósitos privados en dólares atesorados en bancos locales.
Es que, tras un mes y medio de goteo (lapso en el que se fueron casi US$1200 millones o algo así como 7,2% del stock total de colocaciones), el drenaje se moderó notablemente en lo que va de mayo, al punto de que las estadísticas oficiales registran una caída de apenas US$32 millones en las 13 primeras jornadas hábiles del mes, cifra nimia en relación con los US$123 millones que se fueron, por caso, solo el 26 de abril pasado.
Impensadamente, hasta en los bancos admiten que parte del frenazo que muestran los retiros (cuando las condiciones de la economía que los reactivaron no han cambiado prácticamente en nada) está relacionada con una limitación fáctica que enfrentan: la inadecuada disponibilidad de billetes de “cara grande” con que cuentan y la reticencia que los depositantes muestran a aceptar los de “cara chica” (emitidos antes de 1996) por el diferencial de precio negativo que el mercado interno –legal y paralelo– impuso a su comercialización.
Eso aun cuando, inesperada mente, la propia Reserva Federal de Estados Unidos se preocupó por aclarar meses atrás, y reiterar incluso hace unos días, que tanto los billetes “cara grande” como “cara chica” son “de curso legal” y, por lo mismo, deben recibir el mismo valor de intercambio.
“La Junta de la Reserva Federal reconoce que en algunos países puede haber diferentes tipos de cambio o políticas de aceptación de monedas extranjeras, pero los mercados, y no el gobierno de los Estados Unidos, controlan estos tipos”, indicó en su página web, para remarcar que todos los billetes de dólar impresos desde 1914 hasta la fecha tienen curso legal y que los sucesivos ajustes en los modelos solo tienen que ver con la necesidad de dificultar la falsificación.
La natural psicosis generada al respecto incide notablemente en la conducta de los depositantes, que, al momento de pasar por caja, esperan llevarse los billetes más nuevos y, a menudo, se encuentran con que no es posible (al menos en ese momento) o que deben resignarse a aceptar al menos una parte de lo retirado en billetes “cara chica”.
“Eso hace que muchos clientes desistan o hagan un retiro parcial y acepten pasar otro día para ver si dan con los billetes que buscan”, explicó a este cronista una cajera de un banco privado líder días atrás.
“Cuando fui a mi banco me pasó: me explicaron que solo tenían algunos ‘cara grande’ por un depósito que les había entrado pero que el resto del retiro debía hacerlo con billete ‘cara chica’. Caso contrario tenía que hablar con el oficial de cuenta para que me indique una fecha y una sucursal en la que poder retirar dólares ‘cara grande’, pero la idea de andar avisando a muchos sobre estos movimientos –por obvias razones– no me gustaba así que retiré algo ese día, otro poco otro día y dejé en cuenta parte de lo que me pensaba llevar”, confió a su vez otra depositante obligada a hacer retiros en “cuotas” por esas circunstancias.
La idea que prevalece entre los depositantes que eligen hacer retiros para ganar tranquilidad ante la falta de reservas que exhibe el Banco Central (BCRA), y el temor a que –ocasionalmente– eche mano de los encajes para poder seguir interviniendo sobre el mercado oficial, en un intento de evitar o seguir postergando un sinceramiento cambiario, es no tener problemas o posibles descuentos al momento en que intenten usar los billetes.
“No tiene que ver con que los sacan de acá y se van corriendo a cambiarlo con un arbolito y no quieren recibir $470 por algo que se paga $492 en la mayoría de los casos, sino con la idea de no sentirse perjudicados”, explicaron en otro banco privado líder en alusión a la quita cercana al 5% promedio que les aplican.
En los bancos privados sucursaleros más importantes del país aclaran que los problemas que pudieron presentarse para atender estos pedidos en el último mes y medio con billetes obedecieron a varios factores. Explican por caso que, si bien tenían previsto que, con el correr del año electoral, como sucede habitualmente, tendrían que enfrentar alguna ola de retiros, no tenían previsto que esta se activara con el anticipo que lo hizo. “Se venía de meses muy tranquilos tras las salida de más de US$1000 millones entre fin de julio y agosto del año pasado relacionada con los cambios [de ministros] en Economía. Tal vez eso hizo que la importación de billetes haya quedado algo desfasada”, confió el tesorero de una entidad, que explicó que hacer este tipo de operaciones les demanda algo más de 15 días y les implica un costo de 1,5% que buscan acotar haciendo importaciones de gran cantidad.
Además, explican que los clientes que en los últimos meses hacían depósitos en sus cuentas en moneda extranjera (el sistema tuvo ingresos netos por más de US$1900 millones entre septiembre y fines de marzo) muchas veces lo hacían con dólar “cara chica”. “Aprovechaban para sacarse de encima esos billetes, pero a la hora de hacer el retiro son los más inflexibles al pedirte los más nuevos”, explican.
Es algo muy comprensible, en especial cuando se analiza la composición de los depósitos privados en dólares que los bancos locales mantienen bajo administración, lo que muestra un universo de clientes muy atomizado y con mayoría de tenencias. Con datos a marzo, según un informe de la Consultora 1816, si bien hay registradas más de 14 millones de cuentas en moneda extranjera en el sistema financiero local, solo medio millón de ellas cuentan con saldos superiores a los US$3000.
A su vez, el 65% del stock total, ubicado en US$15.300 millones a medidos de mes, pertenece a individuos (algo más de US$10.000 millones) y solo el 35% restante (poco más de US$5000 millones) son depósitos de empresas. Y solo hay unas 690 cuentas de personas que atesoran tenencias mayores al millón de dólares
Hay un viejo refrán que sentencia que “no hay mal que por bien no venga”. En realidad es un intento de emitir un mensaje optimista ante situaciones que, en principio, no son buenas. Y podría decirse que aplica para explicar lo que sucede en las últimas semanas con los depósitos privados en dólares atesorados en bancos locales.
Es que, tras un mes y medio de goteo (lapso en el que se fueron casi US$1200 millones o algo así como 7,2% del stock total de colocaciones), el drenaje se moderó notablemente en lo que va de mayo, al punto de que las estadísticas oficiales registran una caída de apenas US$32 millones en las 13 primeras jornadas hábiles del mes, cifra nimia en relación con los US$123 millones que se fueron, por caso, solo el 26 de abril pasado.
Impensadamente, hasta en los bancos admiten que parte del frenazo que muestran los retiros (cuando las condiciones de la economía que los reactivaron no han cambiado prácticamente en nada) está relacionada con una limitación fáctica que enfrentan: la inadecuada disponibilidad de billetes de “cara grande” con que cuentan y la reticencia que los depositantes muestran a aceptar los de “cara chica” (emitidos antes de 1996) por el diferencial de precio negativo que el mercado interno –legal y paralelo– impuso a su comercialización.
Eso aun cuando, inesperada mente, la propia Reserva Federal de Estados Unidos se preocupó por aclarar meses atrás, y reiterar incluso hace unos días, que tanto los billetes “cara grande” como “cara chica” son “de curso legal” y, por lo mismo, deben recibir el mismo valor de intercambio.
“La Junta de la Reserva Federal reconoce que en algunos países puede haber diferentes tipos de cambio o políticas de aceptación de monedas extranjeras, pero los mercados, y no el gobierno de los Estados Unidos, controlan estos tipos”, indicó en su página web, para remarcar que todos los billetes de dólar impresos desde 1914 hasta la fecha tienen curso legal y que los sucesivos ajustes en los modelos solo tienen que ver con la necesidad de dificultar la falsificación.
La natural psicosis generada al respecto incide notablemente en la conducta de los depositantes, que, al momento de pasar por caja, esperan llevarse los billetes más nuevos y, a menudo, se encuentran con que no es posible (al menos en ese momento) o que deben resignarse a aceptar al menos una parte de lo retirado en billetes “cara chica”.
“Eso hace que muchos clientes desistan o hagan un retiro parcial y acepten pasar otro día para ver si dan con los billetes que buscan”, explicó a este cronista una cajera de un banco privado líder días atrás.
“Cuando fui a mi banco me pasó: me explicaron que solo tenían algunos ‘cara grande’ por un depósito que les había entrado pero que el resto del retiro debía hacerlo con billete ‘cara chica’. Caso contrario tenía que hablar con el oficial de cuenta para que me indique una fecha y una sucursal en la que poder retirar dólares ‘cara grande’, pero la idea de andar avisando a muchos sobre estos movimientos –por obvias razones– no me gustaba así que retiré algo ese día, otro poco otro día y dejé en cuenta parte de lo que me pensaba llevar”, confió a su vez otra depositante obligada a hacer retiros en “cuotas” por esas circunstancias.
La idea que prevalece entre los depositantes que eligen hacer retiros para ganar tranquilidad ante la falta de reservas que exhibe el Banco Central (BCRA), y el temor a que –ocasionalmente– eche mano de los encajes para poder seguir interviniendo sobre el mercado oficial, en un intento de evitar o seguir postergando un sinceramiento cambiario, es no tener problemas o posibles descuentos al momento en que intenten usar los billetes.
“No tiene que ver con que los sacan de acá y se van corriendo a cambiarlo con un arbolito y no quieren recibir $470 por algo que se paga $492 en la mayoría de los casos, sino con la idea de no sentirse perjudicados”, explicaron en otro banco privado líder en alusión a la quita cercana al 5% promedio que les aplican.
En los bancos privados sucursaleros más importantes del país aclaran que los problemas que pudieron presentarse para atender estos pedidos en el último mes y medio con billetes obedecieron a varios factores. Explican por caso que, si bien tenían previsto que, con el correr del año electoral, como sucede habitualmente, tendrían que enfrentar alguna ola de retiros, no tenían previsto que esta se activara con el anticipo que lo hizo. “Se venía de meses muy tranquilos tras las salida de más de US$1000 millones entre fin de julio y agosto del año pasado relacionada con los cambios [de ministros] en Economía. Tal vez eso hizo que la importación de billetes haya quedado algo desfasada”, confió el tesorero de una entidad, que explicó que hacer este tipo de operaciones les demanda algo más de 15 días y les implica un costo de 1,5% que buscan acotar haciendo importaciones de gran cantidad.
Además, explican que los clientes que en los últimos meses hacían depósitos en sus cuentas en moneda extranjera (el sistema tuvo ingresos netos por más de US$1900 millones entre septiembre y fines de marzo) muchas veces lo hacían con dólar “cara chica”. “Aprovechaban para sacarse de encima esos billetes, pero a la hora de hacer el retiro son los más inflexibles al pedirte los más nuevos”, explican.
Es algo muy comprensible, en especial cuando se analiza la composición de los depósitos privados en dólares que los bancos locales mantienen bajo administración, lo que muestra un universo de clientes muy atomizado y con mayoría de tenencias. Con datos a marzo, según un informe de la Consultora 1816, si bien hay registradas más de 14 millones de cuentas en moneda extranjera en el sistema financiero local, solo medio millón de ellas cuentan con saldos superiores a los US$3000.
A su vez, el 65% del stock total, ubicado en US$15.300 millones a medidos de mes, pertenece a individuos (algo más de US$10.000 millones) y solo el 35% restante (poco más de US$5000 millones) son depósitos de empresas. Y solo hay unas 690 cuentas de personas que atesoran tenencias mayores al millón de dólares
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