Cómo acompañar a un ser querido que recibió un diagnóstico grave
Es recomendable procesar internamente la noticia para desarrollar la empatía y poder ponerse en el lugar del paciente
Marcelo Esteban Gatto
◗ Licenciado en Psicología (Universidad de Buenos Aires)
◗ Magíster en Psicooncología (Universidad Favaloro)
◗ Psicólogo del Servicio de Salud Mental del Hospital de Oncología María Curie
◗ Director de la Carrera de Maestría en Psicooncología
◗ Autor del libro Pensar el cáncer. Consideraciones desde la PsicooncologíaTexto Mariana Israel Ilustración Javier Joaquín
Escuchar la palabra tumor después de un estudio médico, o recibir el diagnóstico de otras enfermedades graves, causa un cambio trascendental en la vida de una persona y retumba en todo su entorno cercano. Nada volverá a ser igual, aun cuando el paciente sobreviviera 20 años más. Ocupar el asiento del acompañante es un desafío: ¿hablar del tema o callar? ¿Qué frases decir y cuáles evitar? En un momento crítico y lleno de interrogantes, es recomendable frenar y procesar internamente la noticia, antes de acercarse al paciente para ofrecerle ayuda. El psicólogo Marcelo Esteban Gatto guía esta primera fase de introspección y acerca sugerencias para el encuentro.
–¿Qué emociones puede atravesar una persona que recibe un diagnóstico de cáncer o similar?
–Para empezar, cuando una persona recibe un diagnóstico de cáncer, no lo recibe solo. El impacto de la noticia afecta a todo su entorno: la familia, los amigos y el trabajo. Es una situación de conmoción que va a implicar un cambio inmediato: el paciente se anoticia repentinamente de su fragilidad, su vulnerabilidad y su condición de finitud. Cambia la percepción del tiempo y del cuerpo; apareció un límite y el futuro se difumina. Todo esto viene acompañado de emociones como angustia, depresión o ira. Pero también puede que algunos pacientes activen un mecanismo de defensa, como la negación, o que sientan que esto es una prueba más para superar. Es imposible generalizar.
–¿Hay alguna manera de prepararnos para un encuentro con el paciente?
–A veces la angustia de que nuestro ser querido tenga cáncer nos paraliza. No sabemos qué decir o qué hacer. Primero tenemos que procesar nosotros la noticia. ¿Cómo enfrento esta situación? ¿Qué quisiera yo si estuviera en ese lugar? Es fundamental darse un tiempo de introspección, para desarrollar la empatía y poder ponerse en el lugar del paciente antes de conectar con él. De lo contrario, puede que hablemos de más y que tapemos nuestra angustia con palabras que al otro no le sirvan. El siguiente paso podría ser buscar información sobre la patología y el estadio en que fue detectada para poder ubicarnos y no preguntárselo al paciente. Otro punto importante es siempre pedir permiso antes de ir a verlo. A veces, los pacientes están internados y en los días de visita reciben a mucha gente. Puede ser estresante.
–¿Qué hacemos si la persona enferma no quiere vernos?
–Si el paciente se cierra y no quiere recibir a nadie, habrá que ser respetuoso y no insistir. Tal vez no se sienta cómodo si tuvo cambios físicos. Que se niegue a exponerse no significa que nos quiera menos. Significa que está cuidándose. Semejante a un duelo, algunas personas necesitan aislarse del entorno. Es importante entender que una persona nunca va a ser la misma después de un diagnóstico de cáncer, aunque viva muchísimos años más. Haber atravesado ese nivel de conmoción, los innumerables estudios, análisis, tratamientos, controles… todo eso te cambia. En el mejor de los casos, te fortalece.
–En el momento del encuentro, ¿qué deberíamos hacer?
–Lo principal es ser respetuoso y acercarse con actitud de escucha. Hacerle preguntas como: ¿cómo te sentís? ¿Hasta dónde y de qué querés hablar? Puede que en un primer momento ni siquiera tenga ganas de conversar de la enfermedad. Por otra parte, no todo el mundo pide ayuda en estas circunstancias. El mejor apoyo es decir “estoy para lo que necesites”, que es muy amplio. Puede ser ir a la farmacia, cuidarle la mascota, organizar una cadena para mantener informado a su círculo íntimo… cosas prácticas que alivianan la vida. Es clave ir al encuentro con un perfil bajo y una actitud empática. Contenerlo y darle espacio para hablar. Tampoco conviene comparar una experiencia propia.
–Hay frases que repetimos como muletillas, como “va a estar todo bien”. ¿Hay que evitarlas?
–El “va a estar todo bien” es tan ilusorio como ingenuo. Otras frases que habría que evitar son: “quedate tranquilo que todo va a pasar”, “sé cómo te sentís”, “no te preocupes”… no sirven. Uno puede alentar al otro (“vamos a ver qué pasa en el próximo estudio”), pero el optimismo excesivo puede distanciar y degradar el vínculo. Frases como “dale para adelante”, “no aflojes”, pueden ser angustiantes. Como regla general, resulta mejor dejar que el paciente dirija la charla.
–¿Qué pasa si no estamos de acuerdo con cómo quiere manejar la enfermedad?
–En estos casos, hay que evaluar primero el vínculo y el nivel de confianza. Segundo, entender el porqué de su reacción. No es lo mismo estar atravesando la tercera quimioterapia que estar ante un tratamiento con 99% de chances de que sea exitoso, y que el paciente lo rechace. Siempre hay un porqué. Si al preguntarle no surgiera un argumento lógico, entonces lo adecuado sería hacer una consulta con un psicooncólogo. Detrás de un “no” puede haber muchas cosas que ignoramos. En algunos pacientes puede subyacer inconscientemente alguna forma de beneficio secundario de la enfermedad; vienen sufriendo tanto en su vida, que encuentran en el cáncer una salida. Otro motivo de fondo puede ser la mala relación con el médico tratante. Tendríamos que ver qué le pasa en el nivel comunicacional con el profesional. O puede ser un llamado de atención. Si el paciente es una persona muy exigida que se encarga siempre de todo, el objetivo final quizás era que le prestaran atención.
–¿Qué límites deberíamos trazar para cuidarnos a nosotros?
–No tenemos que perder de vista que todos necesitamos a otro. Como acompañantes también tenemos que acudir a nuestra red. Convocar al primo, al cuñado y al vecino. De lo contrario, el acompañante primario termina agotado, deprimido o enfermo. Es saludable para el paciente que tenga distintas interacciones, otras conversaciones y actividades, con las personas de su red de sostén.
Lo principal es ser respetuoso y acercarse con actitud de escucha; el mejor apoyo es decir ‘estoy para lo que necesites’, que es muy amplio”
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