martes, 7 de noviembre de 2023

HOMICIDIO, MURIÓ UN POLICÍA ,DROGAS Y ESTAFADORES INTERNACIONALES


Un chico de 9 años murió y su hermano de 5 quedó herido: los arrolló un móvil
El patrullero embistió las dos motos en las que iban los menores; los familiares quisieron linchar a los policías
Un niño de 9 años murió y su hermano de 5 resultó herido cuando la moto en la que viajaban fue embestida por un patrullero en el partido de Lomas de Zamora. El policía que conducía el móvil fue detenido.
Fuentes judiciales y de la fuerza informaron a la agencia Télam que el hecho trágico se produjo anteanoche, cuando Agustín Pogonza y Tomás Yedro iban al mando de sus motos, de regreso a su domicilio en Villa Fiorito, luego de haberse reunido con familiares para ver la final de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y Fluminense.
Según explicaron las fuentes, Pongonza llevaba a su sobrino de cinco años, y Yedro era acompañado por el hermano, de nueve.
De pronto, la moto de Pogonza fue impactada desde atrás, en la calle Necol y Pío Baroja, por un móvil de la comisaría 7ª de Villa Centenario. El menor de los chicos quedó tendido en la calzada, herido.
En esas circunstancias, Yedro se acercó con su moto para ayudar y trasladar al menor a un hospital.
Pero cuando el joven se disponía iniciar su recorrido hacia un centro de salud con sus dos hermanos en la parte trasera, fue embestido por el mismo patrullero, que se disponía a hacer una maniobra marcha atrás.
Como consecuencia de ese segundo impacto, el niño de nueve años, identificado como Felipe Bautista Yedro, falleció en el acto producto de un “aplastamiento”.
En tanto, el niño de 5 fue trasladado con “múltiples fracturas” hacia un hospital de la zona y al cierre de esta edición continuaba internado, en estado reservado.
Tras lo ocurrido hubo enfrentamientos entre vecinos y familiares de las víctimas y los efectivos de la policía bonaerense que intervinieron en el dramático y letal suceso.
El policía que conducía el patrullero, de 21 años, quedó detenido a la espera de ser indagado en la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (UFIJ) N°10 especializada en Delitos Culposos, a cargo del fiscal Carlos Patricio Pérsico.
Al respecto, un vocero judicial explicó que la investigación quedó en manos de la Gendarmería Nacional, y que se investigaba la presencia del patrullero en la zona, ya que “no estaba en su jurisdicción” y “tampoco correspondía a su horario habitual de trabajo”.
Un investigador señaló que se investiga si los efectivos policiales, eventualmente, estaban vinculados a la venta de drogas o a recaudar dinero mediante “aprietes”.
Una fuente con acceso al expediente señaló que se pidieron los registros de las cámaras de seguridad de la zona, las grabaciones de las últimas modulaciones que realizaron los policías a bordo del patrullero, el secuestro del teléfono celular del detenido y la planimetría del lugar del crimen.
Al respecto, Tomás Yedro, hermano del niño fallecido, relató al canal de noticias Crónica TV: “Estábamos con mi primo y mis hermanos volviendo a nuestra casa. Veníamos de ver el partido de Boca. A mi primo lo perdí de vista porque lo chocaron antes”.
Luego, señaló que no alcanzó a ver que el móvil iba a chocarlos nuevamente tras el primer incidente: “Tratamos de ayudar al más chiquito y lo subí a mi moto. Cuando iba yendo, el policía fue en reversa y me chocó a mí también. Mi moto estaba en marcha, el policía me llevó puesto, yo no lo vi. Lo único que queremos es Justicia”.
Agustín Pogonza, tío de los menores y partícipe del suceso, dijo que los policías que iban en el móvil quisieron escapar y que comenzaron a lanzar balas de goma luego de que los vecinos de la zona se percataran de lo sucedido. También denunció que resultó herido por los uniformados.
“Queríamos socorrer y encima me reprimieron a mí. Los que me tiraron fueron los mismos policías que mataron a mi sobrino”, explicó Pogonza, mostrando ante las cámaras de TV las heridas de balas de goma que recibió en el pecho, en sus brazos y en el abdomen.
En cuanto al estado de salud de su sobrino de 5 años, Agustín indicó que “está fuera de peligro” y que tiene una fractura en el hombro. No obstante, sigue en observación.
Por último, una de las vecinas, que fue testigo del hecho, afirmó que la patrulla “iba muy rápido” y sin sirena. “Salió huyendo, fue una irresponsabilidad total. La criatura estaba tirada en el piso y la arrastró por el piso con el auto. Fue tremendo lo que pasó, la policía no tuvo piedad”, cerró, conmocionada.

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Mataron a un policía en un intento de robo
Tenía 27 años y le dispararon por la espalda
Leandro Lezcano
Un sargento de la policía bonaerense fue asesinado de un tiro en la espalda en la localidad de Tristán Suárez, partido de Ezeiza. Estaba al volante de un móvil no identificable, que se había detenido porque dos de sus compañeros habían bajado para comprar una pizza, cuando fue asaltado por dos delincuentes armados.
Aunque inicialmente se sopesó la posibilidad de que hubiese sido un ataque de tipo personal, con el avance de la investigación ganó fuerza la hipótesis de que se trató de un eventual intento de robo y de que los delincuentes no advirtieron que quien estaba dentro del vehículo era un policía en actividad.
El hecho ocurrió anteanoche, alrededor de las 22.30, cuando la víctima, identificada como Leandro Lezcano, de 27 años, se encontraba junto a dos compañeros, vestido de civil y a bordo de una camioneta Toyota Hilux blanca estacionada en las calles Buenos Aires y Gaddini, en aquella localidad del sudoeste del conurbano.
Según las fuentes, los efectivos que acompañaban a Lezcano se acababan de detener allí para comprar una pizza cuando un auto Chevrolet Aveo azul se estacionó delante de la camioneta –un móvil policial no identificable–, aparentemente con fines de robo.
Según quedó registrado en imágenes de una cámara de seguridad, dos hombres armados descendieron del auto, abordaron la camioneta del lado delantero izquierdo y, al ver que quien estaba al volante extrajo un arma para defenderse del asalto, abrieron fuego.
Tras los disparos, los agresores escaparon en el mismo auto en el que habían llegado y que habían robado poco antes en cercanías del escenario del crimen del policía, dijeron los informantes.
Lezcano resultó herido de un disparo en la espalda. Fue trasladado de urgencia a bordo del mismo móvil policial hasta el hospital zonal de Ezeiza, donde, a pesar de recibir asistencia médica, murió a raíz de las lesiones sufridas.
Los otros dos policías, pertenecientes a la Subdirección Departamental de Investigaciones (Sub-DDI) de Ezeiza, al igual que Lezcano, resultaron ilesos.
El crimen es investigado por personal de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N° 1 Descentralizada de Ezeiza, que dispuso una serie de diligencias en procura de identificar a los delincuentes.
En ese contexto, los detectives policiales analizaban las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona y se entrevistaban con posibles testigos en busca de pistas sobre los dos sospechosos que lograron escapar tras el crimen.
La principal hipótesis que manejan los investigadores es que los delincuentes estaban en un raid delictivo y quisieron robar la camioneta, sin saber que la víctima y sus acompañantes eran policías...

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Encuentran casi 110 kilos de cocaína en el río Paraná
Parte de la droga estaba en una lancha abandonada en la ribera de Puerto Norte; otra flotaba en las aguas, cerca de Arroyo Seco
Germán de los SantosPrensa prefectura...Parte de la droga incautada
ROSARIO.– Aparecieron casi 110 kilos de cocaína en el río Paraná: primero, en una lancha abandonada en la ribera de Puerto Norte, una de las zonas más exclusivas de esta ciudad y, luego, flotando a la altura de Arroyo Seco. Por ahora, los investigadores judiciales califican el hallazgo de “misterio”: no hay detenidos, testigos ni indicios sobre quiénes y por qué habrían abandonado ese cargamento de droga.
Una de las hipótesis es que esa cantidad de cocaína haya formado parte de un cargamento con salida por la zona portuaria hacia el exterior. Esta teoría se sostiene por los últimos antecedentes que pesan sobre las terminales portuarias de Rosario. En agosto del año pasado se incautaron 1500 kilos de cocaína en un depósito de Empalme Graneros, camuflado en pellets de soja. Luego se supo que otro cargamento de un volumen similar de cocaína fue incautado en el puerto de Santos, Brasil.
Detrás de esta droga estaba un cartel colombiano cuyos gerentes fueron detenidos en los últimos meses. Uno de ellos, Jaime Londoño Rojas, de 55 años, en Emiratos Árabes Unidos, durante el último Mundial de fútbol. Esa circunstancia hizo sospechar que la droga tenía como destino para abastecer a esa región de Medio Oriente en la época de la Copa en Qatar.
El secuestro de casi 110 kilos de cocaína trascendió ayer, pero la primera incautación se produjo el sábado. Según fuentes de la investigación, un llamado anónimo alertó a la Prefectura Naval de que en la zona de Puerto Norte había una lancha abandonada. La embarcación era una tipo tracker, de 6,20 metros de eslora, con comando central. Es una lancha que, por sus dimensiones, se usa para pesca. El llamado mencionó a dos personas que habían dejado la lancha amarrada a un poste de quebracho de los viejos muelles que había en esa zona. El lugar donde fue secuestrada la embarcación es cercano a la planta potabilizadora de Aguas Provinciales. Por la crecida del Paraná en esa parte de la ribera hay muchos camalotes que podrían haber servido para esconder la tracker Regnicoli, que tenía un motor Yamaha de 115 HP de cuatro tiempos.
Según informó la Prefectura, el hallazgo de la lancha –patentada en Rosario– dio lugar a un rastrillaje en la zona. Lo prefectos encontraron tres bultos estancos flotando en el agua, a la altura del kilómetro 422,5 del río Paraná. Al inspeccionarlos, se comprobó que contenían 75 panes de cocaína, cuyo pesaje total arrojó casi 82 kilos. Los paquetes tenían logos de helicópteros, embarcaciones y del personaje de Tony Montana, protagonizado por Al Pacino en la película Scarface.
Horas después, frente a Arroyo Seco, unos 20 kilómetros al sur de Rosario, personal de la Prefectura encontró otro bulto flotando en el río: eran 25 paquetes que contenían más de 27 kilos de cocaína.
La investigación está en manos del Juzgado Federal N° 3, a cargo de Carlos Vera Barros, y la Fiscalía Federal Nº 3, comandada por Adriana Saccone. El decomiso arrojó un peso total de más de 109 kilos.
Un misterio que aún no se develó es cuál sería el destino de esa cantidad de cocaína, si para el mercado interno o para el contrabando internacional a través de los puertos del gran Rosario. Una fuente judicial señaló que se comenzaron a buscar posibles conexiones con otros casos vinculados a la “exportación” de droga al exterior. Una de los primeros datos que se comenzaron a cruzar es el tipo de envoltorio de los paquetes de cocaína secuestrados el fin de semana. Una posible pista en este intento por relacionar este hallazgo con alguna organización es la imagen de Scarface.
Antecedentes
Rosario comenzó a ser un punto clave en el suministro de cocaína hacia el exterior a partir de 2008, cuando se secuestró un cargamento con 625 kilos de cocaína en Portugal. El buque había zarpado de Terminal Puerto de Rosario con un embarque de 22 toneladas de ajo.
Dos años después salió de Rosario otro cargamento de 762 kilos de cocaína, que fueron detectados en el puerto de Bilbao el 2 de agosto de 2010. Como la anterior, esta causa judicial tampoco se profundizó para llegar a identificar a los traficantes.
El 1 de junio de 2023 un cargamento con 900 kilos de cocaína, que habrían salido del puerto de Timbúes, se secuestró en Australia. La carga fue embarcada en las bodegas del buque granelero Spinot, donde la Policía Federal de Australia encontró la droga cuando el barco que llegó a la nación oceánica el 25 de mayo, procedente de la Argentina.

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De Nigeria a la Argentina. Los estafadores que financiaban a terroristas
Cayó una organización transnacional que usaba las redes sociales para engañar a personas en todo el mundo; detuvieron a 17 sospechosos en el paísGabriel Di NicolaEfectivos de la Policía Federal, durante los procedimientos de la Operación Internacional Jackal
Entre ellos hablaban en igbo, lengua que usan 60 millones de personas en Nigeria. Pero podían comunicarse perfectamente en el idioma de sus víctimas. Habían perfeccionado un método que les permitía encontrar en las redes sociales –sobre todo, en apps de citas– a personas vulnerables o influenciables. Creaban personajes y los investían de pasados e historias trágicas o heroicas. Podían ser médicos abnegados, científicos a punto de un descubrimiento crucial para la humanidad o veteranos de guerra. Generaban intimidad y confianza, enamoraban a sus incautas presas. Y lograban que les dieran dinero, mucho dinero. Esta organización transnacional hizo una fortuna con este truco. Y buena parte la destinaron a financiar actividades terroristas. Actuaron en la Argentina, donde en las últimas horas hubo 17 detenidos.
Una vez que los investigadores lograron traducir del igbo la charla entre dos sospechosos ya no tuvieron ninguna duda de que estaban tras la pista correcta: “Siempre le envío los recibos completos. No hay nada que no hayamos hecho y que él no tenga el recibo completo. ¿Tú entiendes? Todos los recibos de todas las transacciones de estafas. Lo que yo, lo que nosotros, lo que todos hacemos aquí”, afirmó a su interlocutor Higi, uno de los integrantes de una organización cibercriminal transnacional que, con aceitadas estafas con miles de damnificados, habrían conseguido alzarse con un botín de 8 millones de dólares.
Con ese método reiterado, pero en el que eran muy efectivos, valiéndose de lo que en el cibercrimen se conoce como “técnica de ingeniería social”, usada por los delincuentes para encontrar los puntos débiles de sus interlocutores y abrir brechas para ganar su confianza y timarlos, se alzaron con una fortuna. Ese dinero les permite, además de obtener réditos personales a los miembros de la organización, replicar la actividad criminal primaria.
Pero esos fondos mal habidos también han sido utilizados para financiar actividades de terrorismo y narcotráfico en todo el mundo, según informaron a fuentes la nacion policiales y judiciales.
En los últimos días, detectives de la Policía Federal Argentina (PFA) detuvieron a 17 sospechosos de varias nacionalidades: nigeriana, haitiana, paraguaya y argentina.
En los allanamientos se secuestraron celulares, computadoras y 1.200.000 dólares apócrifos.
Los imputados ya fueron indagados por el juez Manuel de Campos, que está a cargo de la vasta investigación. La denominada Operación Internacional Jackal es la tercera etapa de una pesquisa que comenzó en 2021 y tiene 75 imputados.
En la web
La organización criminal captaba a sus víctimas en Facebook y Twitter o en Tinder. La farsa comenzaba con un primer contacto donde un delincuente creaba un personaje que, con el correr de los mensajes, le hacía creer a su “presa” que se había enamorado. Cuando había generado una intimidad y confianza suficientes, le pedía una transferencia de dinero para resolver un problema urgente. Aunque parezca mentira, muchas personas cayeron en la trampa.
La banda está liderada por Obinna Chukwuemeka Ejikeme, un nigeriano conocido como Bobby y que logró escapar de la Argentina antes de que lo ubicaran. Se cree que está en Lagos, Nigeria.
En esta tercera etapa de la investigación, los detectives de la PFA tuvieron la colaboración de agentes del FBI de los Estados Unidos y de personal de la Policía Nacional de España, quienes aportaron información y la localización de cuentas en el extranjero y datos de otras células de origen nigeriano que operan en distintas partes del mundo, conocidas como Black Axe.
“Esta organización criminal es liderada por delincuentes nigerianos que reclutaban a venezolanos y colombianos para cometer estafas y extorsiones a empresas y personas incautas que caían en sus trampas”, explicaron fuentes de la PFA.
“Esta investigación sirve para observar y comprobar las severas consecuencias causadas por el crimen organizado, sea porque, al contar con mayores recursos, pudo afectar a un mayor número de personas o porque –a partir de aquellos y del producido del propio delito– consiguió expandirse a gran velocidad, generando serias dificultades para que, desde el propio estado de derecho se le imponga un límite y se lo reprima”, sostuvo el juez De Campos en un fallo del año pasado, cuando procesó a 32 sospechosos.
Fuentes judiciales destacaron el trabajo hecho por la División Delitos Tecnológicos del Departamento Ciberdelito y la División Lavado de Activos, áreas que dependen de la Superintendencia de Investigaciones Federales, a cargo del comisario general Alejandro Ñamandú.
Fuentes de la investigación dijeron a que la pesquisa sigue y en las siguientes etapas tendrá como finalidad “la desarticulación total de la organización”.
Uno de los próximos objetivos es detener a Higi, el sospechoso al que lograron intervenirle la línea telefónica, pero todavía no pudieron arrestarlo. Tiene pedido de captura nacional e internacional.
La investigación comenzó a principios de 2019, tras la denuncia de un empresario estafado. “Esta organización criminal tenía por finalidad y objeto, al menos en parte, la comisión de un número indeterminado de hechos delictivos de contenido patrimonial. Los estafadores [generaron] engaños por medios electrónicos o con el uso de estos, a personas que contactaron –previo haber ejercido tareas de inteligencia y/o de ingeniería social por redes sociales, correos electrónicos u otros sistemas de mensajería electrónica como WhatsApp–. Las víctimas, luego de creer esas historias y también que estos usuarios eran personas que existían y con las que se vinculaban de algún modo –sea por amistad, romance, por una posible relación comercial o solidaridad–, les efectuaban como producto del engaño transferencias o giros internacionales de dinero que no tenían el destino ni la situación marco que les habían comentado”, detalló el juez en su resolución.
“Para las estafas, los sospechosos buscaban, en su mayoría, mujeres de entre 45 y 55 años. Pero también cayeron hombres en la trampa”, dijo a una fuente judicial. 
Hubo estafadores que se hicieron pasar por periodistas y por médicos cirujanos. Pero las “profesiones” más elegidas para engañar a las víctimas fueron las historias de militares de los Estados Unidos en misiones en Kabul, Afganistán, que pensaban venir a vivir a la Argentina después de retirarse.
A una víctima, A., la contactaron por Tinder. Un integrante de la banda se hizo pasar por un ingeniero civil norteamericano. Su relato era que lo habían contratado para hacer un puente, trabajo por el que le iban a pagar 10 millones de dólares. En pleno intercambio de mensajes románticos, el falso ingeniero le dijo a A. que habían bloqueado sus cuentas bancarias y le pidió ayuda. Se comprometió a devolverle el dinero cuando viajara a la Argentina. transfirió 1.188.000 pesos a los estafadores. Cuando advirtió el engaño, ya era tarde.
Las víctimas no lo sabían, pero su dinero era transferido a cuentas de otras personas, “mulas” contratadas por la organización que recibían una comisión por prestar su CBU. La red de cuentas y retransferencias para perder el rastro de los fondos es enorme, según los investigadores.
La pesquisa ya lleva tres etapas y acumula 75 imputados
La Policía Federal contó con la colaboración del FBI y de la Policía Nacional de España
El jefe de la banda es el nigeriano Obinna Chukwuemeka Ejikeme, alias Bobby


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