Obstáculos para la inflación cero
José Luis Brea
Resulta difícil perforar el 4% mensual pese a que el rebote de la actividad es lento
La incógnita sobre el régimen cambiario futuro afecta las expectativas
Luego de la pausa alcista de junio (4,6%), la inflación retomó el sendero descendente y fue de 4% en julio, una cifra que, pese a resultar más alta que la que esperaba el Gobierno, es la más baja de 2024 y la menor en dos años y medio. Se fortalece así la ilusión oficial de alcanzar la meta de inflación cero en los próximos meses.
Los analistas, en cambio, son menos optimistas, aunque proyectan que los precios no volverán a subir constantemente y se mantendrán estables de aquí en más, o incluso en leve retroceso, tal como mostró el último relevamiento de mercado del Banco Central (BCRA). Estiman que el IPC se acercará algo más al 3% hacia fin de año.
Hasta ahí los números y las proyecciones. La sensación, en cambio, puede ser distinta para muchas familias de clase media, cuya lista de gastos fijos que aumentan mes a mes nunca se encoge: colegio privado, prepaga, club, profesores particulares, combustible, impuestos, servicios públicos y privados, como peluquerías o reparaciones en el hogar, son solo algunos de los rubros a los que esa estabilidad no llega.
El Ieral, de la Fundación Mediterránea, mide la evolución de parte de ellos por medio de un índice de servicios intensivos en mano de obra elaborado con datos oficiales de la ciudad de Buenos Aires y el BCRA. Allí entran, por ejemplo, mantenimiento y reparaciones del hogar (plomeros, gasistas, electricistas); servicio doméstico; consultas médicas; servicios odontológicos; educación, y cuidado personal. Es un indicador que viene subiendo por encima del IPC general porteño. En julio, por ejemplo, trepó 6,4%, contra un índice general del 5,1%, mientras que en mayo casi llegó a duplicarlo.
La conclusión del instituto es que esto le viene poniendo un piso a la inflación núcleo en torno del 3% mensual (lleva tres meses seguidos entre el 3,7% y el 3,8%), todavía lejos de la tasa del 2% de devaluación mensual con la que el ministro Luis Caputo quiere converger. Cuesta perforar el 4% de inflación, pese a que el rebote de actividad es lento y no hay exceso de demanda.
Son varios los obstáculos que se interponen en el camino a la inflación cero con la que se entusiasman en el equipo económico. Las facturas con aumentos que se acumulan mensualmente es uno de ellos. Hay también otros factores que podrían poner en riesgo el objetivo o afectar negativamente las expectativas:
• Salida del cepo: el fin de las restricciones podría implicar un salto en el tipo de cambio que dependerá de la brecha cambiaria que exista en ese momento entre los dólares oficial y libre. El Gobierno apuesta a que antes puedan converger, pero en el mercado hay dudas. También podría aumentar la demanda de dólares. La suba del tipo de cambio se trasladaría a los precios. Es algo que vienen advirtiendo los economistas, que, de todos modos y con matices, piden dejar atrás las trabas para que la economía pueda volver a crecer.
• Distorsión de precios relativos: todavía hay correcciones pendientes en las tarifas de servicios públicos. Hasta ahora el Gobierno las ha ido dosificando, pero todavía no se completaron. Una suba del tipo de cambio también tendría impacto en las boletas.
• Repunte de la economía y del crédito al sector privado más aumento de las importaciones con un comercio exterior liberado. Un mayor dinamismo de la demanda podría hacer subir los precios, al tiempo que un incremento de la demanda de dólares por compras en el exterior podría impulsar una suba en el tipo de cambio.
• Creciente atraso cambiario por el sostenimiento del crawling peg del 2% en la medida en que se demore la convergencia con la tasa mensual de inflación.
• Dificultad del Banco Central para alcanzar un nivel de reservas que le permita mostrar poder de fuego ante especulaciones de devaluación o para atravesar momentos de alta volatilidad en los mercados local e internacional con caída de precios de las commodities. La meta de inflación cero conspira contra la acumulación de dólares.
• Indexación de contratos (alquileres, servicios privados, prepagas, seguros, colegios).
• Por el lado de las expectativas, si bien el mercado ve un anclaje por el frente fiscal, persisten las dudas sobre qué esquema monetariocambiario se adoptará finalmente. Dolarización endógena, bimonetarismo a la peruana, extensión del actual régimen. El Banco Central ha dejado trascender que no tiene incentivos a anticipar qué camino tomará.
Si, tal como prevén las consultoras en el REM, la inflación se estabilizara de aquí a enero en torno del 3-4% mensual, se estaría ante una inflación anualizada del orden del 55-60%, mucho menos que el disparatado 263% actual, pero aún muy lejos de los niveles de una economía normal.
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Por primera vez en la era Milei se aceleró la suba en las canastas
Una familia necesitó $900.000 para no caer en la pobreza en julio pasado
Ignacio Grimaldi
La pobreza y la indigencia crecieron en el primer trimestre
La canasta básica alimentaria (CBA) y la canasta básica total (CBT), que fijan el nivel de ingresos que se necesitan para no caer en la indigencia ni en la pobreza, respectivamente, aceleraron su aumento por primera vez en el año. Ambas registraron alzas del 3,1%, y se ubicaron por encima del 1,6% que había marcado la CBA y del 2,6% de la CBT del mes pasado, según la medición del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Algo notorio de los números publicados por el Indec correspondientes a las canastas básicas del mes de julio es que quebraron la tendencia descendente durante el primer año de Milei. La canasta básica alimentaria en enero dio 18,6%; febrero, 13,1%; marzo, 10,9%, abril, 4,2%; mayo, 3,7%; y junio 1,6%; mientras que las cifras de la canasta básica total fueron 27%, 20,4%, 15,8%, 11,9% y 7,1%, 2,8% y 2,6%, respectivamente.
El aumento del 3,1% de las dos canastas básicas durante el último mes guarda cierta lógica si se observa el incremento que mostraron los alimentos en el IPC (marcaron un ascenso del 3,2%).
Pese a dicha aceleración, el aumento acumulado en lo que va del año de las dos canastas básicas continúa por debajo del avance de la inflación, que para igual período suma 87%, mientras que la CBA, 68,6% y la CBT, 81,7%.
En términos interanuales, la canasta básica alimentaria registró en julio un incremento del 263,4% y el de la canasta básica total marcó un 261,8%. Es decir que los precios de los productos esenciales se movieron a un ritmo parecido al de los que componen el índice de precios al consumidor (IPC), ya que en los últimos doce meses aumentaron 263,4%.
Otro dato relevante del informe confeccionado por el organismo estadístico es la cantidad de dinero que necesitó una familia de cuatro integrantes para no ser pobre: fueron $900.648. Y en el caso de familias de cinco integrantes, la cifra ascendió a $947.283. Cada vez más cerca del millón de pesos.
En paralelo, para evitar caer en la indigencia, ambas familias habrían precisado $405.697 y $426.704, respectivamente.
En la ciudad de Buenos Aires, según cifras oficiales medidas por el gobierno porteño, los ingresos que necesita una familia para no ser pobre deberían llegar a $929.845,19. Es decir, la línea de pobreza en la capital supera por $29.000 el indicador nacional del Indec. En tanto, para que una familia en la ciudad sea considerada de “clase media” debería percibir ingresos equivalentes a $1.450.239,45.
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Los salarios les ganaron a los precios en junio
Carlos Manzoni
Aunque todavía tienen un largo trecho por recorrer para que su evolución se perciba con fuerza en los bolsillos, los salarios se mantienen en la senda de recuperación del terreno perdido contra la inflación. En junio, volvieron a crecer por encima de los precios, al aumentar 6,2% frente a un IPC de 4,6% en igual mes.
El dato fue publicado ayer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), de cuyo informe también se desprende que los sueldos le ganaron a la inflación en el acumulado del primer semestre, pero siguen retrasados respecto de los precios en la medición interanual. Así, mientras en el primer caso los salarios subieron 84,3% y los precios se incrementaron 79,8%, en el segundo, aumentaron 216,3% y 271,5%, respectivamente.
Como suele suceder, las realidades son muy dispares en el interior de este índice. Esta vez, los grandes perdedores fueron los salarios del sector público, que aumentaron solo 3,9% en junio y fueron los únicos que perdieron contra la inflación en el mes; mientras que los registrados privados crecieron 6,7%, y los informales, que acostumbran a ser los más perjudicados, subieron más que todos: 9,2%.
A la hora de poner estas cifras en términos reales –descontando la inflación–, el economista Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), precisó que en la medición mensual el índice general tuvo un alza de 1,5%, mientras que el total registrado subió 1,2%. Al analizar los distintos sectores individuales, en tanto, el especialista detalló que el privado registrado aumentó 2%; el público cayó 0,6%, y el informal creció 4,4%.
Claro que, como se dijo, en los últimos 12 meses aún se observa una gran pérdida del poder adquisitivo. El informe del Iaraf lo reflejó en cifras: “Si se considera la variación interanual real de los salarios, se aprecia una caída el caso del sector público (-22,8%), caída del sector privado registrado (-6,0%) y caída del sector privado no registrado (-30,2%). Este último es el que más pierde poder adquisitivo desde hace años”.
En tanto, el economista Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), marcó el contraste que sigue existiendo entre los trabajadores registrados y los no registrados. “El salario de los trabajadores formales ya está muy cerca del crecimiento anual que tuvo la línea de pobreza.
En cambio, el informal, si bien aumentó 9,6%, todavía sigue un 30% por debajo de lo que creció la línea de pobreza en los últimos 12 meses. Y este salario es vital, porque es el de las familias pobres”, comentó.
Jubilaciones
Por su parte, los haberes jubilatorios del sistema general de la Anses tendrán en septiembre un aumento de 4,03%, en línea con el índice de inflación de julio, que fue informado ayer por el Indec. El reajuste también alcanzará a los montos de las pensiones no contributivas y de los asignaciones por hijo cobradas por un grupo de trabajadores formales, informales y desocupados.
Con el reajuste, el haber mínimo subirá de $225.454,42 a alrededor de $234.540 y el haber máximo pasará de $1.517.094,80 a $1.578.234. Esas cifras son en bruto; después de descontado el aporte al PAMI quedarán en mano $227.504 y $1.490.576 respectivamente, en caso de no haber otros descuentos en particular, como los de cuotas de moratorias. Los importes consignados son aproximados, ya que no fueron todavía oficializados y las cifras finales dependen del redondeo del índice (en este caso se utilizaron dos decimales, que es la práctica que se asumió en los últimos incrementos).
La canasta básica alimentaria (CBA) y la canasta básica total (CBT), que fijan el nivel de ingresos que se necesitan para no caer en la indigencia ni en la pobreza, respectivamente, aceleraron su aumento por primera vez en el año. Ambas registraron alzas del 3,1%, y se ubicaron por encima del 1,6% que había marcado la CBA y del 2,6% de la CBT del mes pasado, según la medición del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Algo notorio de los números publicados por el Indec correspondientes a las canastas básicas del mes de julio es que quebraron la tendencia descendente durante el primer año de Milei. La canasta básica alimentaria en enero dio 18,6%; febrero, 13,1%; marzo, 10,9%, abril, 4,2%; mayo, 3,7%; y junio 1,6%; mientras que las cifras de la canasta básica total fueron 27%, 20,4%, 15,8%, 11,9% y 7,1%, 2,8% y 2,6%, respectivamente.
El aumento del 3,1% de las dos canastas básicas durante el último mes guarda cierta lógica si se observa el incremento que mostraron los alimentos en el IPC (marcaron un ascenso del 3,2%).
Pese a dicha aceleración, el aumento acumulado en lo que va del año de las dos canastas básicas continúa por debajo del avance de la inflación, que para igual período suma 87%, mientras que la CBA, 68,6% y la CBT, 81,7%.
En términos interanuales, la canasta básica alimentaria registró en julio un incremento del 263,4% y el de la canasta básica total marcó un 261,8%. Es decir que los precios de los productos esenciales se movieron a un ritmo parecido al de los que componen el índice de precios al consumidor (IPC), ya que en los últimos doce meses aumentaron 263,4%.
Otro dato relevante del informe confeccionado por el organismo estadístico es la cantidad de dinero que necesitó una familia de cuatro integrantes para no ser pobre: fueron $900.648. Y en el caso de familias de cinco integrantes, la cifra ascendió a $947.283. Cada vez más cerca del millón de pesos.
En paralelo, para evitar caer en la indigencia, ambas familias habrían precisado $405.697 y $426.704, respectivamente.
En la ciudad de Buenos Aires, según cifras oficiales medidas por el gobierno porteño, los ingresos que necesita una familia para no ser pobre deberían llegar a $929.845,19. Es decir, la línea de pobreza en la capital supera por $29.000 el indicador nacional del Indec. En tanto, para que una familia en la ciudad sea considerada de “clase media” debería percibir ingresos equivalentes a $1.450.239,45.
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Los salarios les ganaron a los precios en junio
Carlos Manzoni
Aunque todavía tienen un largo trecho por recorrer para que su evolución se perciba con fuerza en los bolsillos, los salarios se mantienen en la senda de recuperación del terreno perdido contra la inflación. En junio, volvieron a crecer por encima de los precios, al aumentar 6,2% frente a un IPC de 4,6% en igual mes.
El dato fue publicado ayer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), de cuyo informe también se desprende que los sueldos le ganaron a la inflación en el acumulado del primer semestre, pero siguen retrasados respecto de los precios en la medición interanual. Así, mientras en el primer caso los salarios subieron 84,3% y los precios se incrementaron 79,8%, en el segundo, aumentaron 216,3% y 271,5%, respectivamente.
Como suele suceder, las realidades son muy dispares en el interior de este índice. Esta vez, los grandes perdedores fueron los salarios del sector público, que aumentaron solo 3,9% en junio y fueron los únicos que perdieron contra la inflación en el mes; mientras que los registrados privados crecieron 6,7%, y los informales, que acostumbran a ser los más perjudicados, subieron más que todos: 9,2%.
A la hora de poner estas cifras en términos reales –descontando la inflación–, el economista Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), precisó que en la medición mensual el índice general tuvo un alza de 1,5%, mientras que el total registrado subió 1,2%. Al analizar los distintos sectores individuales, en tanto, el especialista detalló que el privado registrado aumentó 2%; el público cayó 0,6%, y el informal creció 4,4%.
Claro que, como se dijo, en los últimos 12 meses aún se observa una gran pérdida del poder adquisitivo. El informe del Iaraf lo reflejó en cifras: “Si se considera la variación interanual real de los salarios, se aprecia una caída el caso del sector público (-22,8%), caída del sector privado registrado (-6,0%) y caída del sector privado no registrado (-30,2%). Este último es el que más pierde poder adquisitivo desde hace años”.
En tanto, el economista Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), marcó el contraste que sigue existiendo entre los trabajadores registrados y los no registrados. “El salario de los trabajadores formales ya está muy cerca del crecimiento anual que tuvo la línea de pobreza.
En cambio, el informal, si bien aumentó 9,6%, todavía sigue un 30% por debajo de lo que creció la línea de pobreza en los últimos 12 meses. Y este salario es vital, porque es el de las familias pobres”, comentó.
Jubilaciones
Por su parte, los haberes jubilatorios del sistema general de la Anses tendrán en septiembre un aumento de 4,03%, en línea con el índice de inflación de julio, que fue informado ayer por el Indec. El reajuste también alcanzará a los montos de las pensiones no contributivas y de los asignaciones por hijo cobradas por un grupo de trabajadores formales, informales y desocupados.
Con el reajuste, el haber mínimo subirá de $225.454,42 a alrededor de $234.540 y el haber máximo pasará de $1.517.094,80 a $1.578.234. Esas cifras son en bruto; después de descontado el aporte al PAMI quedarán en mano $227.504 y $1.490.576 respectivamente, en caso de no haber otros descuentos en particular, como los de cuotas de moratorias. Los importes consignados son aproximados, ya que no fueron todavía oficializados y las cifras finales dependen del redondeo del índice (en este caso se utilizaron dos decimales, que es la práctica que se asumió en los últimos incrementos).
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