martes, 30 de octubre de 2018

LA PÁGINA DE JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ,


Jorge Fernández Díaz
La grieta no cede porque es genuina
La foto en sepia mostraba a un antiguo caballero de bigote fino, que yacía en el suelo con un tiro en la sien izquierda y un pequeño reguero de sangre que le bajaba por la nariz.
Adolfo Suárez, el padre de la transición española, nunca pudo olvidar aquella imagen. En tiempos de su decisiva administración, contaba con un afable y correctísimo ayudante militar del arma de Caballería llamado Joaquín de Ariza y Arellano.
Grieta
Un día visitó la sede del gobierno español Santiago Carrillo, el emblemático dirigente del Partido Comunista, y como al jefe de Estado le surgió un imprevisto, le pidió a su ayudante que lo atendiera y lo paseara por el palacio.
Joaquín recibió a Carrillo, le hizo recorrer esas salas legendarias con ánimo de guía histórico y después de dos horas lo despidió con calidez.
Al final de la jornada, el ayudante se presentó en los aposentos de Suárez y le dijo: “Presidente, no soy muy popular entre mis compañeros por estar aquí en Moncloa, pero creo que es lo mejor que puedo hacer para servir a España en este momento”.
A continuación, sacó de su billetera la foto del caballero asesinado y añadió: “Este es mi padre, fusilado en las tapias de La Almudena por Santiago Carrillo. Ha sido un honor estar con él esta tarde y servirle a usted, señor Presidente”.
El hijo de Adolfo Suárez, testigo de esta escena estremecedora, explica hoy que aquel militar había entendido perfectamente el espíritu de la Transición.
Que no fue un pacto sobre el olvido, sino “sobre el vivo recuerdo de las atrocidades que cometimos los que matamos y los que morimos”.
Un acuerdo que firmaron las dos Españas para no aniquilarse mutuamente, para sofocar el odio, para moderar sus ideas y para encapsularlas en partidos que, sin abandonar sus duras disputas, gobernaran en alternancias y negociaran políticas de Estado perdurables.
Ese contrato fundamental, que garantizó el esplendor económico de la Madre Patria, es hoy ásperamente combatido por el kirchnerismo español, que inspirado en las ideas de Laclau detesta la democracia republicana.
Esta referencia histórica no es lejana; remite a nuestro renovado drama nacional. La experiencia del último populismo radicalizado puso el cuentakilómetros en cero y exacerbó la pulseada de las dos Argentinas, que después de 1983 permanecía aletargada y que en los últimos años no nos ha conducido, por fortuna, más que a una “guerra civil de los espíritus” (Altamirano dixit).
Una conflagración no indolora, pero tampoco sangrienta, es como una crisis económica asordinada y sin una explosión puntual: no permite tomar conciencia de la gravedad y, por lo tanto, no consigue movilizar a la sociedad ni a sus elites en procura de una solución sacrificada pero razonable, donde cada uno deponga pretensiones para encontrar coincidencias y salir adelante.
Aquí, gracias a Dios, no hubo una contienda con ejecuciones y deudos, sino apenas una agresiva y creciente división. La doble pregunta candente de la política es la siguiente: ¿por qué la grieta no se diluyó durante estos tres años, y por qué el peronismo no logró generar un liderazgo sólido frente una líder desprestigiada y a un gobierno condenado a pagar la fiesta?
El lugar común responde: porque Cambiemos mantuvo vivo al cristinismo en beneficio de su propia imagen (contraste mejora gestión), y porque gran parte de la sociedad, incluso segmentos que aborrecen a Macri, culpa al peronismo por la decadencia estructural.
Esas argumentaciones de superficie evitan, sin embargo, otra espinosa realidad de fondo: independiente de cualquier estrategia de poder, la grieta sobrevivió porque es genuina.
Porque más allá de sus repudiables patologías, representa la única discusión auténtica que existe en un país sin izquierdas ni derechas, enredado en su perpetua confusión.
Tenemos muchas Argentinas, pero básicamente hay dos desde su fundación: un proyecto nacionalista y endogámico, y otro cosmopolita y liberal; uno refractario al mundo (vivir con lo nuestro) y aferrado a su identidad folclórica, y otro abierto al comercio y al intercambio de productos e ideas.
Esos dos programas pasaron por diferentes etapas (guerras, revoluciones, dictaduras, democracias y autocracias), encontraron incluso ciertos formatos híbridos, pero sobrevivieron al paso del tiempo porque evidentemente están esculpidos en nuestro genoma.
Negarlo es negar lo que fuimos y somos, y acallar de paso un debate legítimo y todavía pendiente. No toda la población, claro está, participa de esta clase de antagonismo ideológico; en ninguna comunidad se registran esas unanimidades: siempre una porción importante permanece neutral o incluso indiferente, pero lo cierto es que nuestras grandes batallas dialécticas se han dado alrededor de esta pura divergencia.
En este caso no debe asustarnos su carácter binario, porque cualquier república se corta por el medio y las democracias occidentales acogen esas dos pulsiones, que en cada sitio son diferentes, procesando incluso sus simplificaciones y maniqueísmos.
Lo que debe asustarnos aquí es la eterna imposibilidad de dejar atrás un ánimo excluyente del otro y haber fallado en la arquitectura de un terreno civilizado en el que ambas partes abandonan sus extremismos, conviven y se suceden sin derribar todo y empezar de nuevo.
De hecho, una combinación entre las dos ideologías podría ser altamente positiva para una nación que necesita crecer y hacerlo con pragmatismo y heterodoxias en un mundo heterodoxo y cambiante.
El problema es que el cristinismo se plantea, una vez más, como una irreductible fuerza antisistema y abomina del “peronismo republicano”, tal como puede leerse en el último texto de Carta Abierta.
Aborrece los acuerdos democráticos; implícitamente siguen presentándose como un movimiento que encarna de manera exclusiva al pueblo y que, en consecuencia, precisa la hegemonía del partido único, puesto que la patria jamás debe caer en manos de los traidores y los cipayos.
Los peronistas “alternativos” no levantan cabeza porque no han liquidado esa semilla autoritaria. Y se ha demostrado que por ahora no existe una avenida del medio, aunque está llena de gente que bascula entre una y otra posición según las circunstancias.
Para que nazca un líder peronista es imprescindible no que el justicialismo derrote a Macri, que pertenece a la otra vereda, sino que primero consiga vencer en la suya a su archienemiga, y así rescatar a todo el conjunto de los márgenes fanáticos para sentarlo a la mesa común.
No ha funcionado la ocurrencia de presentarse como una versión mejorada de Unidad Ciudadana ni tampoco de Cambiemos, y mucho menos autopostularse como una mezcolanza de esas dos sensibilidades, algo que buscó Massa sin éxito: ser tirio y troyano al mismo tiempo no funciona en ninguna latitud.
Recrear cualquier otra puja importada resulta artificial, y buscar un significante vacío como Tinelli sólo muestra oquedad y desconcierto.
Las dos Argentinas, en la era de las redes sociales, viven aisladas dentro de sus medios y en sus muros de Facebook, donde los algoritmos y las militancias y los amigos no hacen más que generar burbujas y confirmar prejuicios.
El diálogo de sordos es así una tradición vernácula; la inexistencia de un único sistema integrador tapona los vasos comunicantes y torna improbable el progreso colectivo.
Hasta que el peronismo alternativo no realice esta noble misión, será siempre una utopía armar una Transición y firmar un Pacto de la Moncloa entre iguales. Entre las dos formas de ser argentino.

LOS MISTERIOS DANTESCOS DEL PALACIO BAROLO


Entre las tres divisiones de la Divina Comedia, Infierno, Purgatorio y Paraíso, que sita Borges en su obra “Nueve ensayos dantescos”, se cumple la relación pitagórica que determina el número Pi(3,14); dicha relación se da en la división original del acceso mediante los ascensores.
El Arq. Palanti también era un estudioso de la Divina Comedia, y llenó el Palacio con referencias a ella.
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La planta del edificio está construida en base a la sección áurea y al número de oro.
La división general del Palacio y de la Divina Comedia es en tres partes: infierno, purgatorio y cielo. Las nueve bóvedas de acceso representan los nueve pasos de iniciación y las nueve jerarquías infernales; el faro representaba los nueve coros angelicales. Sobre el faro está la constelación de la Cruz del Sur que se ve alineada con el eje de Barolo en los primeros días de junio a las 19:45 horas. La altura del edificio es de 100 metros y 100 son los cantos de la obra de Dante; tiene 22 pisos tantos como estrofas los versos de la Divina Comedia.
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Los detalles cuidados caracterizan este proyecto: desde las citas personales en latín sobre la obra del Dante en el edificio, hasta la apertura del mismo, llevada a cabo en la fecha del aniversario del poeta.
El arquitecto Carlos Hilger detalla las similitudes del edificio con al obra del Dante, “La divina Comedia”
“La distribución del edificio está basada en la métrica de la Divina Comedia del Dante. En arquitectura esto se conoce como un Danteun.
Edificio se divide en dos bloques, con 11 oficinas por bloque en cada uno de los niveles. El número restante, el 22, responde a la métrica utilizada por Dante en los 100 cantos
En el pasaje central, el palacio cuenta con 9 bóvedas de acceso que representan al infierno: para Dante, este no era un fin teológico, sino el punto de partida en las etapas de iniciación emprendidas para la llegada del paraíso.
Las 9 bóvedas se dividen, desde el centro, de la siguiente manera: tres hacia la Avda. de Mayo, tres hacia Hipólito Yrigoyen, la bóveda central se extiende hacia la cúpula, y las que contienen las escaleras hacia los laterales.
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Cada una de las seis bóvedas transversales, así como las dos laterales, contienen inscripciones en latín, y se pueden distinguir catorce citas que pertenecen en total a nueve obras distintas, manteniendo así, el número que se repite a lo largo de la Divina Comedia. Algunas de ellas pertenecen a Virgilio, otras a escrituras bíblicas. “La letra mata, el espíritu vivifica”, y “está fundada sobre piedra firme”, dan testimonio del sentido espiritual con el que fuera construido el edificio, determinando su carácter y función: un templo laico que promueve las artes liberales.
Entre las bóvedas transversales sobre las columnas, se ubican cuatro lámparas sostenidas por cuatro cóndores y dos dragones, un macho y una hembra, que representan los principios alquímicos, el mercurio y el azufre, y sus atributos.
La bóveda central se encuentra sobre un punto de bronce en la que se ubicaba, originalmente, una estatua de un cóndor con el cuerpo del Dante elevándolo al paraíso. El actual propietario de la pieza es un coleccionista marplatense que se niega a venderla a los propietarios del edificio.
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Los pisos superiores y la cúpula simbolizan los siete niveles del purgatorio.
La cúpula está inspirada en un templo Hindú dedicado al amor, y es el emblema de la realización de la unión del Dante con su amada Beatrice.

SOFÍA HERRERA....DESAPARECIDA

Sofía Herrera: el misterio que todavía desvela al fin del mundo Desapareció en 2008 mientras caminaba con su familia en un camping de Tierra del Fuego. El caso conmocionó al país. Una década después no existe ni una sola pista de lo que le sucedió. Sofía tenía tres años y ocho meses cuando desapareció.
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 La niñera a cargo de Madeleine McCann habló por primera vez Familiares de Sofía Herrera marchan a casi tres años de su desaparición Nuevas pistas en el caso Maddie y apuntan a Marruecos La desaparición de Sofía Herrera es uno de los grandes misterios que todavía desvela al país. Sucedió el domingo 28 de septiembre de 2008 en el John Goodall, un camping a 60 kilómetros de Río Grande, en Tierra del Fuego. La niña, que en ese momento tenía tres años, había llegado al lugar con sus padres, María Elena Delgado y Fabián Herrera, y otra familia. Ese día desapareció sin dejar rastros. Durante los diez años siguientes la buscaron desde el FBI, Interpol, Gendarmería y Prefectura, hasta la Armada y las Policías Federal y provinciales.
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 Todo sucedió muy rápido. Esa mañana, María Elena, Fabián y Sofía pasaron por un supermercado La Anónima para comprar carne y pararon en una YPF a cargar agua para el mate. Allí, se encontraron con sus amigos Noemí “Paloma” Ramírez y Silvio Giménez, que estaban con sus dos sus hijos de por entonces 9 y 2 años, y el hermano menor de Noemí, de 6 años. Partieron hacia el lugar en dos autos y tras pagar 15 pesos al cuidador del predio se estacionaron cerca de un alambrado pegado a la ruta 3. “Apenas llegamos y habrán pasado 10 minutos cuando Sofi despareció”, detalla  María Elena. “Nosotros ni alcanzamos a bajar nada de los autos. Quedó ahí la carne, el equipo de mate”, recuerda. Mientras su marido y su amigo fueron a buscar un lugar donde hacer el asado, las mujeres se quedaron en los vehículos esperando. A los hombres los seguían los cuatro niños. Esa fue la última vez que vieron a su hija. “Cuando bajan, Silvio y Fabián se van con los nenes. Iban a buscar un lugar para ver si preparábamos el asado porque donde nos estacionamos había una chapa y nada más. Se van caminando. Los chicos iban un poco más atrás, los hombres un poco más adelante. Llegan hasta un lugar y después se vuelven. Ahí Fabián ya no ve a Sofi, pero él creyendo que se había vuelto al auto donde estaba yo. Comenzamos a llamarla rapidísimo”, cuenta. Búsqueda de Sofía Herrera. Para la tarde ya eran cientos las personas en el lugar que se sumaron al rastrillaje de la Policía y los bomberos. Los días posteriores la noticia llegó a los diarios nacionales y durante los meses siguientes se realizaron operativos con apoyo del aeroclub y aviones de la Armada, la División Servicios Especiales de la Policía de Ushuaia y de Río Grande, la Brigada Rural de Río Grande y Tolhuin, una localidad cercana, y el COP de región.
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 Con el tiempo se sumarían el FBI, Prefectura, Gendarmería, la Federal, la Policía de Investigaciones de Chile, y hasta el Equipo Argentino de Antropología Forense, entre otros tantos cuerpos de seguridad y organizaciones. Equipos de buzos profesionales se sumergieron en los arroyos que están a los costados de la ruta, y en los rastrillajes se utilizaron perros, vehículos 4×4, caballos y helicópteros. No se encontró ningún rastro de Sofía. A los pocos días, Río Grande se vio empapelada con la imagen de la nena, los canales de TV locales mantuvieron en un extremo de la pantalla una foto con su cara y cientos de vecinos se volcaron el camping para ayudar. Muchos hasta salieron a patrullar puerta a puerta en guardias civiles. En la ciudad, comparaban el caso con Madeleine McCann, la pequeña que en 2007 desapareció de un hotel en Portugal y jamás fue encontrada. Por esas semanas, se realizaron marchas simultáneas en las principales ciudades de la provincia; la por entonces gobernadora Fabiana Ríos dispuso una recompensa de $30 mil, que a los pocos días ascendió $160 mil; los senadores en el Congreso colgaron en sus bancas la imagen de la pequeña como muestra de apoyo; y María Elena fue recibida por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el vicepresidente Julio Cobos y el ministro de Justicia Aníbal Fernández. Búsqueda de Sofía Herrera. Sin pistas. La versión del rapto fue durante los primeros días la que sonó con mayor fuerza. “Los chiquitos fueron los últimos en verla, uno de ellos le comentó a mi señora que la nena se fue caminando al alambre y que había un señor en el lugar, pero eso todavía no lo sabemos bien”, contó en una de sus primeras declaraciones a los medios el padre de Sofía. Aseguraba que en la zona había visto dos automóviles estacionados en la banquina, cerca del acceso al camping y "con las balizas encendidas". Sus dichos se sumaban a las declaraciones testimoniales del hermano de Noemí “Paloma” Ramírez, de seis años. El nene contó ante la Justicia que esa mañana Sofía se apartó del grupo y que un hombre la había alzado tapándole la boca y se la había llevado. Describió a un sujeto de entre 50 y 55 años, con cabellos largos y negros y ojos marrones, que se encontraba junto a un auto Volkswagen Gol gris oscuro, en cuyo interior había un perro raza bóxer de pecho blanco. En ese marco, los primeros sospechosos fueron un grupo de personas que estuvieron acampando a pocos kilómetros del camping John Goodall. 
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Según trascendió, manejaban tres autos, entre ellos un Clio color gris y un Chevette. El rostro de uno de ellos habría coincidido un 65% con el identikit armado por los investigadores y tenía un boxer marrón con el pecho blanco, de acuerdo a los medios de la época. No obstante, esa línea de investigación fue descartada y poco después un grupo de psicólogos también desestimó los dichos del chico sobre la aparición de un hombre en el lugar. El único procesado. Las primeras versiones también apuntaban contra el matrimonio amigo de la familia como posibles entregadores o hasta un presunto ajuste de cuentas contra el padre de Sofía por una deuda. Pero sin datos concretos esas líneas de investigación fueron rápidamente desechadas. En septiembre de 2009, la causa dio un vuelco cuando Alberto Urrutia, el cuidador del John Goodall, fue procesado como presunto autor del delito de “sustracción de menores”. El hombre era un jubilado de 73 años que en el momento de la desaparición de la niña vivía en una pequeña casilla dentro del predio. No obstante, tras pasar un año detenido, en abril de 2010 fue sobreseído y desvinculado de la causa. Pese a las numerosas pericias realizadas, los investigadores no encontraron ni una sola prueba en su contra. “Me va a quedar la duda siempre. Yo no sé si el hombre vio algo o estaba con alguien dentro de su casa. Él vendía ahí gaseosas, cervezas. Yo no sé si en ese momento pudo haber venido alguien a comprar y justo se llevó a Sofi”, detalla María Elena. Sofía Herrera Una década después. En los años siguientes las líneas de investigación incluyeron que la niña podría haber sido cazada por un cóndor o perros salvajes; que se hubiera caído al mar o que hubiera sido secuestrada para tráfico de órganos. En 2017 un vidente aseguró que la pequeña estaba enterrada en el fondo de la casa de los Herrera en Río Grande.
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 Los padres autorizaron a que se cave un pozo en el fondo de la propiedad para desmentir los dichos. Durante una década, su familia la buscó en 21 provincias y a lo largo y ancho de la región. Todavía la busca. “Fabián hace poco fue a Neuquén por un dato y de ahí se fue a Chile. Era una nena parecida pero no se trataba de ella. Panfleteó toda la ciudad, habló en los colegios, trabajó la PDI, pero nada. También, te queda la duda: ¿si no vas y se trata de Sofí?”, cuenta María Elena. Los Herrera siguen en Río Grande. Viven junto a su otra hija, Giuliana, en la misma casa en la que habitaban durante el momento de la desaparición. La pieza de la nena sigue intacta y sus padres continúan chequeando cada una de las fotos que les llegan por las redes con chicas que se parecen a Sofía, quien hoy tendría 13 años. “Yo creo que a mi hija alguien se la llevó del lugar, no sé con qué fin ni adónde”, concluye la mamá. “Para nosotros es como que el tiempo no pasó porque siempre estamos pensando en ella, en la búsqueda. Siempre la tenemos presente acá en la casa. Sus cosas están todas acá”, detalla. La imagen que se realizó en 2017 con los rasgos actualizados de la niña es lo único que hoy les queda para encontrarla.

ALEKSANDR SOLZHENITSYN


El 8 de octubre de 1970, Aleksandr Solzhenitsyn
fue galardonado, luego de años de prisión y exilio, con el premio Nobel de literatura, pero no pudo encontrarse con el premio hasta 1975. Reconstruimos los avatares en la obra del escritor ruso que le mostró a occidente la cara oculta del comunismo.

Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn nació el 11 de diciembre de 1918 en la ciudad de Kislovodsk en una familia de campesinos. Su padre murió en un accidente de caza y la familia se trasladó a la ciudad de Rostov del Don. En 1941 Aleksandr Solzhenitsyn se graduó en la universidad y quiso continuar estudiando filosofía y letras en Moscú pero ya había comenzado la Gran Guerra Patria. Fue llamado a filas y destinado al frente tras estudiar varios meses en la escuela preparatoria de oficiales de artillería.
Siendo ya capitán del Ejército Rojo, distinguido con dos condecoraciones por sus hazañas en los combates contra los invasores alemanes fascistas, fue detenido en las trincheras y, en julio de 1945, condenado a ocho años de prisión. ¿El motivo? en las cartas que Solzhenitsyn escribió a un amigo desde el frente, criticaba a Iósif Stalin. Solzhenitsyn comparó el sistema soviético con el régimen de la servidumbre de la época imperial rusa. La correspondencia de los militares era supervisada por el servicio secreto y el oficial Solzhenitsyn fue sentenciado a reclusión en campos de concentración por “actividades subversivas y propaganda antisoviética”.

La condena finalizó en marzo de 1953 después de los trabajos forzados en un campamento situado en la región minera de Ekibastuz. Le estaba vedado volver a su hogar, porque tras la liberación debía permanecer en el “destierro perpetuo”. Durante los años en prision no dejó de escribir: anotaba los episodios de la vida en los campos en trozos de papel, después, al memorizar el texto, los destruía.
En febrero de 1956 el Tribunal Supremo de la URSS absolvió a Solzhenitsyn de todos los cargos y el escritor se estableció en la ciudad de Riazán, a 200 kilómetros al sur de Moscú, donde comenzó a impartir clases de matemáticas en una escuela secundaria.
En 1959 escribió el relato Un día de un preso. Lo termina en tres semanas. Dos años mas tarde, y tras solicitar un permiso especial del entonces jefe de Estado soviético, Nikita Jruschov, el relato fue publicado bajo el título Un día de la vida de Iván Denísovich.
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Este relato de Solzhenitsyn narra la historia de Iván Denísovich Shújov, preso de un gulag, campesino y ex combatiente de la Gran Guerra Patria. Después de evadir el cerco alemán y regresar a su unidad, fue acusado de espionaje y traición y enviado a un campo de concentración soviético para cumplir una condena de ocho años.
Solzhenitsyn describe una jornada del prisionero minuto a minuto: cómo consigue la comida, se protege del frío, cómo es su trabajo de albañil y las relaciones con los demás presos. Aparentemente Iván está humillado pero en realidad mantiene el orgullo y la dignidad que le permiten preservar su propia escala de valores y, gracias a ello, sobrevivir en el gulag.
Un día de la vida de Iván Denísovich fue publicado el dieciocho de noviembre de 1962. Solzhenitsynse hizo famoso de la noche a la mañana. La historia del preso fue propuesta al premio Lenin de literatura, máximo galardón soviético, pero sin éxito.
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En 1967 Solzhenitsyn dirigió una carta abierta al congreso de los escritores soviéticos en la que proclamó “la transparencia y la honestidad como las primeras condiciones para la salud de cualquier sociedad”. Según el escritor, “el que no quiere transparencia es indiferente hacia la Patria y piensa únicamente en su codicia personal”. Solzhenitsyn condenó la censura y se pronunció por la libertad de expresión. Esta carta fue apoyada por más de cien escritores soviéticos y tuvo una amplia repercusión internacional. Aleksandr Solzhenitsyn se convirtió en una personalidad política.
El escritor solía quemar los manuscritos para que los servicios secretos soviéticos no pudiesen identificarlo como autor. Sin embargo, antes los fotografiaba y enviaba a editoriales extranjeras. En 1968 en Estados Unidos y Francia fueron publicadas las novelas Primer círculo y El pabellón de cáncer. En noviembre de 1969 la Unión de Escritores Soviéticos expulsó a Solzhenitsyn.
En 1970 Aleksandr Solzhenitsyn fue galardonado con el premio Nobel de literatura, pero no pudo asistir a recibir el galardón. Se había enterado, de buena fuente, que las autoridades soviéticas no le dejarían regresar al país. El representante de la academia sueca tampoco pudo viajar a la URSS para entregar el premio: no le concedieron el visado. La ceremonia solemne en Estocolmo se celebró en diciembre de 1975, cuando Solzhenitsyn ya se encontraba fuera de su país.
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A pesar de estar privado del derecho de publicar legalmente, Solzhenitsyn no dejó de escribir. Desde el año 1968 ya tenía listo Archipiélago Gulag y varias novelas más que circularon en la Unión Soviética impresas con máquinas de escribir o copiadas a mano. Este tipo de publicaciones se conocían por el nombre de “samizdat” (o sea, la edición de artículos políticos y libros que se mecanografiaban con papel de calco y se repartían entre la gente de confianza). Solzhenitsyn se convirtió en uno de los autores más leídos. 
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Su fama se afianzó aún más en 1973, cuando en París fue publicada la primera parte de Archipiélago Gulag (la obra está compuesta en total por tres partes), una novela basada en los testimonios de unos 227 exprisioneros de los campos de concentración soviéticos y en la experiencia vivida por el propio autor. Para los lectores el libro se convirtió en toda una enciclopedia costumbrista del trágico mundo de los prisioneros políticos de la URSS.
En febrero de 1974 el escritor fue detenido y deportado junto con su esposa, Natalia, y sus tres hijos —Yermolái, Ignat y Stepán— a la República Federal de Alemania. De ahí los desterrados se marcharon a Zúrich, Suiza, pero en octubre de 1976 partieron a Estados Unidos.

Habría que esperar hasta 1990, cuando el poder en el país comenzó a pasar a los demócratas liberales, para que sus obras por fin fueran publicadas en la Unión Soviética.

Aleksandr Solzhenitsyn falleció el cuatro de agosto de 2008 en su casa de Moscú a causa de un paro cardiaco.
(2007)

EDUARDO SÍVORI Y EL ESCÁNDALO....ANOTATE EN LA CELEBRACIÓN

JUEVES DE REMATE....NOVIEMBRE 1º

Celebramos 100 años de Eduardo Sívori y 80 años del Museo
Cóctel, cena a beneficio y el regreso del tradicional remate, organizado por la Asociación de Amigos
El jueves 1° de noviembre conmemoramos dos fechas fundamentales en la historia del arte argentino: 100 años de la muerte del gran pintor Eduardo Sívori y los primeros 80 años del Museo, con un Cóctel-Cena-Remate organizado por la Asociación Amigos del Museo Sívori en nuestra sede de Palermo, Av. Infanta Isabel 555, frente al Rosedal.
El Cóctel-Cena que llevará por nombre Amigos del Sívori será una gran celebración que reunirá a importantes personalidades de la cultura argentina, entre ellas la flamante madrina de la Asociación de Amigos del Museo, la señora Hebe Colman de Roemmers.
“Es un momento de celebración y es por este motivo que expondremos piezas significativas de nuestro acervo como la obra monumental Chacareros, de Antonio Berni –señala Teresa Riccardi, directora del museo Eduardo Sívori–, además de la primera pieza que ingresa al acervo patrimonial, Pampa, de Eduardo Sívori, una bellísima acuarela del maestro que estará acompañada de otras pinturas que integran la totalidad del conjunto de obras del artista.”
Esa noche se podrá disfrutar de la exhibición de buena parte del patrimonio del Museo, expuesta especialmente para la ocasión. “Este prestigioso premio, que otorga la Academia Nacional de Bellas Artes, en sus diversas categorías, muestra una amplia heterogeneidad de investigaciones en la disciplina del dibujo –destaca Riccardi–. Es reconocimiento a la trayectoria de artistas de distintas generaciones que han reflexionado sobre esta práctica artística reunidos en una exposición casi de cámara.”
Uno de los grandes acontecimientos para los amantes del arte será el remate de tres piezas únicas, que tendrá como fin recaudar fondos para la realización de la tradicional subasta, que en 2019 volverá a cobrar protagonismo con su 18° edición. Además de colaborar en el reinicio de los emblemáticos talleres dirigidos a niños con capacidades diferentes y en situaciones económicas desfavorables y, asimismo, favorecer la realización de un concurso de arte para niños.
“Estamos felices de poder anunciar que la subasta volverá a ocupar un lugar destacado en la agenda cultural. Recordemos que el Sívori fue el primer museo en realizar remates, en dar espacio a este tipo de convocatorias que reúnen más de 100 piezas de artistas consagrados y nuevos talentos”, señala la presidenta de la Asociación Amigos del Sívori, Irma Muslera.
El maestro de ceremonia de este remate especial será Lido González Noguera, encargado de develar las tres piezas que sorprenderán a los amantes del arte: un codiciado Arden Quin: se rematará Circle II, París, 1974 (óleo s/cartón 64.5 x 50 cm; la base será de 30 mil dólares). Sin duda, se trata de una pieza histórica porque está enmarcada en el regreso a la pintura del autor. De la muestra conjunta “Sean eternos los pinceles que imaginaron y crearon Carlos Alonso y Guillermo Roux, dos maestros”, se rematará Nísperos (pastel y carbón s/papel, 56 x 76 cm, con base de 10 mil dólares). La tercera será la pieza es Paisaje, de Eduardo Stupía, uno de los principales referentes del ámbito del dibujo y las artes visuales en nuestro país (técnica mixta sobre madera, 140 x 140 cm, 2013, con base de 6.500 dólares).

Vivenciar la subasta de estas tres piezas irrepetibles anticipa el regreso de los clásicos remates del Sivori, que en abril de 2019 volverán a ser la cita impostergable del arte con más de 100 obras de grandes maestros y contemporáneos rioplatenses. “Sin duda, hablamos de una herramienta significativa y distintiva de la Asociación Amigos del Museo Sívori –destaca Riccardi–. Y es así como, desde el museo propiciamos lazos que nos permitan encontrar maneras diversas de dar continuidad a nuestros programas institucionales. Consolidar alianzas para poder realizar nuevos emprendimientos que posicionen y consoliden la misión del museo a favor del interés público.”
El Sívori es el primer museo de arte argentino creado para la Ciudad
Posee una colección plural y muy diversa, abarcando un arco temporal extenso. Caracterizada por su importante patrimonio argentino, reúne más 4.000 piezas desde el siglo XIX al presente que funcionan como termómetro de épocas, movimientos y rarezas argentinas.
Para participar del evento, los interesados deberán contactar a la Asociación Amigos del Museo Sivori al teléfono 4774-9452 o enviar un correo electrónico a asociacion@amigosmuseosivori.com.ar. El valor de la invitación al Cóctel es de seiscientos pesos ($600) y de dos mil quinientos ($2500) para participar de la velada completa (Cóctel-Cena-Remate). Los interesados en realizar oferta bajo sobre del remate de las 3 obras de arte deberán solicitar instrucciones al mail arttelma@gmail.com
Cóctel Cena “Amigos del Sívori”
Jueves 1° de noviembre de 2018, 19.30 h
Av. Infanta Isabel 555, frente al Rosedal
Precios de entradas: $600 para el Coctel / $2500 para la cena
Informes: 4774-9452

Eduardo Sívori
(Buenos Aires, 1847 - 1918)
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Hijo de genoveses, ricos comerciantes y armadores de barcos, entra en contacto con la pintura en los museos de Europa, adonde lo habían llevado los negocios familiares. A su regreso, y contando ya veintisiete años, comienza su formación artística con Francesco Romero, Giuseppe Aguyari y Ernest Charton.
Junto a su hermano Alejandro, Eduardo Sívori es el gran impulsor de la creación de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes en 1876. En 1883 realiza varias colaboraciones artísticas en La Ilustración Argentina, publicación fundada por Pedro Bourel. Financiado por su familia, ese mismo año vuelve a Europa. Entusiasta del arte moderno francés, el destino que elige es París, donde frecuenta la Academia Colarossi y estudia con Raphaël Collin, Puvis de Chavannes y Jean-Paul Laurens, este último un maestro de gran prestigio entre los artistas hispanoamericanos residentes en la capital francesa. Tal como anuncia la prensa local, que más de una vez se ocupa de la trayectoria parisina de Sívori y de otros artistas nacionales, uno de sus dibujos es premiado en un concurso organizado por el periódico Le Fusain.
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Desde París el artista envía colaboraciones a El Diario, al igual que lo hará un año más tarde su amigo Eduardo Schiaffino. En 1887 es admitido por primera vez en el Salón de París con Le Lever de la bonne, un desnudo naturalista que despierta comentarios dispares en la prensa francesa, aun cuando el solo hecho de resultar visible para ella –en la innumerable cantidad de obras enviadas al Salón– puede ser considerado un triunfo. La obra, que representa a una criada comenzando a vestirse en la exigua luz de la madrugada, es enviada a Buenos Aires para ser exhibida en el local de la Sociedad Estímulo, y aunque la prensa porteña la promociona como un “escándalo” ya desde dos meses antes de su arribo, genera numerosas adhesiones en el ámbito local. Éstas son recogidas en un álbum con más de doscientas firmas inaugurado por la Sociedad Estímulo de Bellas Artes para dejar testimonio del evento.
Sívori se hace nuevamente presente en el Salón de París en 1888 con La Mort d’un paysan y Sans famille; en 1889 con Dolce far niente y Femmes médécins; y en 1890 con Près du feu y Alouette de barrière (que es reproducida mediante un grabado en el catálogo y más tarde fragmentada por el propio autor). 
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Participa de la Exposición Universal de 1889 y dos años más tarde vuelve a Buenos Aires, donde interviene en la muestra a beneficio organizada por la Sociedad de Nuestra Señora del Carmen en 1891. Por otra parte, forma parte del grupo de artistas e intelectuales que en 1892 fundan el Ateneo, de cuyo primer salón, organizado al siguiente año, oficia como jurado y expositor presentando seis obras. En 1894 Sívori expone en el segundo salón del Ateneo Coquetterie, Entre dos luces y Las guachitas, esta última una de las pocas obras vendidas de toda la exposición.
Hacia fines de siglo su pintura se torna luminosa y radiante, alejándose cada vez más del carácter naturalista de sus primeras obras. Por otro lado, es reconocido como uno de los primeros artistas argentinos en incursionar en la técnica del aguafuerte.
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Eduardo Sívori ejerce la docencia durante muchos años. En 1905, siendo presidente de la Sociedad Estímulo, organiza la transferencia al Estado Nacional de la Escuela de Bellas Artes fundada en 1876 por aquella institución. La Escuela pasa a llamarse Academia Nacional de Bellas Artes, y Sívori es su primer vicedirector acompañando en la gestión a Ernesto de la Cárcova, que ocupa el cargo de director. Ambos renuncian en 1908, aunque Sívori se mantiene al frente de algunos cursos. Más tarde actúa como representante de la Comisión Nacional de Bellas Artes, dependiente del ente dedicado a organizar los festejos de los cien años de la Revolución de Mayo. Dicha comisión prepara la Exposición Internacional de Arte del Centenario, abierta al público en 1910.
Es un artista prolífico. Continúa pintando y enviando obras a los Salones Nacionales desde su fundación en 1911 hasta el mismo año de su muerte, ocurrida en 1918.

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Comentario sobre Le lever de la bonne (El despertar de la criada)
Le lever de la bonne es un desnudo naturalista. Aun cuando el título y algunos elementos de la composición lo connotan, la pintura pertenece al género que a lo largo del siglo XIX fue campo de batalla de las audacias modernistas. No hay narratividad en la escena, se limita a presentar el cuerpo de una muchacha joven en el que se lee su pertenencia a la clase trabajadora. La sencillez del mobiliario, las ropas amontonadas sobre un banco de paja, al pie de la cama sin tender y, sobre todo, el título del cuadro, indican que se trata de una criada. Un foco de luz dirigida desde la izquierda ilumina ese cuerpo que se destaca con intensidad dramática sobre el fondo neutro de la pared de fondo. La piel de la muchacha es oscura, sobre todo en las zonas que el cuerpo de una mujer de trabajo se veía expuesto al sol: las manos, el rostro y las piernas. La criada aparece ensimismada en la tarea de dar vuelta una media para calzarla, de modo que el contraste entre los pechos y la mano castigada por la intemperie se hace más evidente. Cruzadas una sobre la otra, las piernas, gruesas y musculosas se destacan con un tratamiento naturalista que se detiene en la representación minuciosa de unos pies toscos y maltratados. El pubis, invisible tras la pierna cruzada, se ubica en el centro exacto de la composición. Ninguno de estos detalles pasó inadvertido a los críticos que, tanto en París como en Buenos Aires, comentaron el cuadro en 1887.
Fue pintado en París por Eduardo Sívori quien, tras haber logrado su aceptación en el Salón anual, lo envió a Buenos Aires ese mismo año sabiendo de antemano que su exhibición despertaría polémicas. Fue el primer gesto vanguardista en la historia del arte argentino.
Sívori ofreció su tela en donación a la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, en cuya fundación él mismo había tenido un papel fundamental. La llegada del cuadro desde París, probablemente traído por Eduardo Schiaffino, fue precedida por una serie de artículos de prensa en los que la misma Sociedad Estímulo anunció que era un cuadro problemático, que sería de exhibición restringida, y que había recibido en París algunos comentarios (que fueron traducidos íntegramente) en los que se ponía en duda el buen gusto del artista al encarar un tema semejante.
En 1887 la pintura naturalista ocupaba un lugar destacado en el Salón de París, como una de las vías de renovación de la estética oficial de la Academia. Sin alejarse demasiado de las convenciones formales impuestas por la tradición (claroscuro, perspectiva, tratamiento de la superficie) los pintores naturalistas siguieron una línea de renovación iconográfica abierta a mediados de siglo por Gustave Courbet y Jean-François Millet, introduciendo temas derivados de la literatura de Émile Zola, o que planteaban una denuncia directa de los conflictos sociales contemporáneos, en un tono en general narrativo y melodramático. No fue el desnudo un género frecuente en la pintura naturalista. El cuadro de Sívori fue enseguida interpretado por la crítica francesa (Roger- Milès, Emery, E. Benjamin, Paul Gilbert, entre ellos) como obra derivada de Zola, un poco “excesivo” en la representación de un cuerpo que fue visto como feo, sucio y desagradable.
En Buenos Aires, donde no había habido hasta entonces más que pocas y discutidas exhibiciones de desnudos artísticos, el cuadro fue objeto no solo de una intensa polémica en la prensa (fue calificado de “indecente” y “pornográfico”) sino también de un importante alineamiento de intelectuales y artistas en su favor. En una reunión de su Comisión Directiva, el 22 de agosto de 1887, la Sociedad Estímulo de Bellas Artes decidió exhibir el cuadro en su local, cursar invitaciones especiales a los socios y a los periodistas de la capital, y abrir un álbum que recogiera las firmas de todos aquellos “que quieran manifestar al autor sus felicitaciones por los progresos realizados”. Más de 250 firmas de artistas, escritores, etc. se estamparon en ese álbum en cuyas páginas Sívori guardó además los recortes de las críticas recibidas y fotografías de ese y otros cuadros suyos que habían sido expuestos en el Salón de París hasta su regreso definitivo en 1891.
La fotografía de Le lever de la bonne conservada en ese álbum presenta algunas diferencias con el cuadro definitivo. No sabemos si las modificaciones fueron hechas antes o después de ser exhibido en el Salón de París. En la mesilla de noche puede verse una palangana y una jarra (elementos de higiene) en lugar del candelabro con una vela apagada de la versión final. Por otra parte, en la pared del fondo se vislumbra un estante con frascos y potes de tocador. Todos estos elementos pueden verse a simple vista cuando el cuadro se mira con una luz potente, como si el artista hubiera decidido dejar que aquellos arrepentimientos se adivinen en el fondo en penumbras. Pero lo más significativo es el cambio en la fisonomía de la criada. Su rostro y su peinado aparecen en la fotografía menos oscuros. La criada parece una faubourgienne en la versión de la fotografía. Tal vez más cercana a la apariencia de una prostituta (los elementos de higiene también contribuyen a ello), tema predilecto de la vanguardia y de la crítica social de la época. Aun modificada, la criada fue interpretada como prostituta y considerada pornográfica por varios de sus primeros comentadores. Su transformación es significativa. Tal vez el artista decidió alejarse del “tema” social de moda al presentarse al Salón. Tal vez decidió transformarla inequívocamente en una criada pobre para su exhibición en Buenos Aires.

ALGO SOBRE HARUKI MURAKAMI


Murakami saca libro: ¿por qué nos gusta tanto el escritor japonés?
Isabel Coixet, Santi Balmes, Ray Loriga, Leonor Watling y Rodrigo Fresán explican su querencia
El autor publica la primera parte de su bilogía 'La muerte del comendador'

El escritor japonés Haruki Murakami.
Hay un lugar común que relaciona a Haruki Murakami -el más exportable de los actuales escritores japoneses, el autor de los 'hispters'- con ese Nobel que año tras año, impulsado por el deseo de sus millones de lectores, juega al escondite con él. Su último libro, primera parte de 'La muerte del comendador' (Tusquets / Empúries), que se publicará en dos volúmenes, aparece ahora en pleno vacío, precisamente en las fechas en las que un escándalo ha obligado a la Academia Sueca a aplazar el anuncio del galardón para la próxima edición. Así que este año, Haruki, tampoco será tu año.

Haruki Murakami
Kioto, Japón, 12 de enero de 1949
Ciencias humanas y sociales, Novela literaria, Actualidad
Haruki Murakami (Kioto, 1949) es uno de los pocos autores japoneses que han dado el salto de escritor de prestigio a autor con grandes ventas en todo el mundo. Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Franz Kafka, el Jerusalem Prize o el Hans Christian Andersen, y su nombre suena reiteradamente como candidato al Nobel de Literatura. En España, ha merecido el Premio Arcebispo Juan de San Clemente, la Orden de las Artes y las Letras, concedida por el Gobierno español, y el Premi Internacional Catalunya 2011. Tusquets Editores ha publicado todas sus novelas —Escucha la canción del viento y Pinball 1973; La caza del carnero salvaje; El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas; Tokio blues. Norwegian Wood; Baila, baila, baila; Al sur de la frontera, al oeste del Sol; Crónica del pájaro que da cuerda al mundo; Sputnik, mi amor; Kafka en la orilla; After Dark; 1Q84, Los años de peregrinación del chico sin color yLa muerte del comendador (Libro 1)—, así como los libros de relatos El elefante desaparece, Después del terremoto, Sauce ciego, mujer dormida y Hombres sin mujeres, la personalísima obra Underground, los ensayos titulados De qué hablo cuando hablo de correr y De qué hablo cuando hablo de escribir, y el bello relato ilustrado La chica del cumpleaños.
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El cuadro sin límites

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El japonés tiene tantos seguidores como acérrimos 'haters’ (todo escritor que ha recorrido el camino de autor de culto a superventas acaba teniéndolos y si no que se lo pregunten a Paul Auster, con quien suele comparársele). Y ahí los odiadores enumeran como una letanía que Murakami se repite, que tiene una fórmula, que abusa de las referencias pop (algo que también se le podría achacar a Thomas Pynchon, sin ir más lejos) y que es el epítome de lo japonés tan de moda entre los más jóvenes (cuando curiosamente en Japón le acusan de todo lo contrario, de escribir una prosa muy cercana a la estadounidense).
Un experto en reírse del mundillo literario como el dibujante Tom Gauld resumía en uno de sus chistes gráficos, una especie de cartón de bingo, los principales ítems murakamianos: mujeres misteriosas, pozos secos, fetichismo de la oreja, esa sensación chunga de que alguien te sigue, llamadas telefónicas inesperadas, aburrimiento urbano, mundos paralelos, correr deportivamente, adolescentes precoces, sexo raro, pasajes secretos y gatos, muchos gatos. Es una reducción al absurdo, claro está, en la que podría calzar cualquier escritor.

En contraposición, se encuentran sus lectores. Sus legiones de lectores. ‘La muerte del comendador’, un título que alude al ‘Don Giovanni’ de Mozart (en esta obra quizá haya más 'andantes' y 'allegros' clásicos que improvisaciones de jazz), vendió un millón de ejemplares en el primer mes de su aparición en Japón. La obra tiene al parecer más carga sexual que anteriores novelas en las que ya iba bastante sobrado, lo que es un buen aliciente. Parece ser que en Hong Kong se han alarmado por ello y han prohibido su venta a los menores de 18 años.

Ahora que ya sabemos por qué a algunos no les gusta y por qué es difícil que con sus ventas millonarias consiga finalmente el Nobel (aunque la Academia Sueca nunca deja de asombrarnos), bueno será averiguar qué es lo que atrapa al lector, cuál es su secreto, qué teclas especiales pulsa para lograr un consenso tan apabullante y global. De ahí que hayamos traslados esas preguntas a algunos nombres de la cultura y el espectáculo, de acreditada querencia murakamiana, y esto es lo que nos han contestado.

ISABEL COIXET
Directora de cine
Amiga personal del escritor
"De qué hablo cuando hablo de Murakami. Hablo de vidas detenidas y de sándwiches sin corteza en los falsos ‘diners’ americanos de Osaka. Hablo de sentirse perdido y sin brújula ni compás con la única certeza que no te vas a encontrar a nunca. Hablo de los sueños que permean la vigilia. Hablo de los miles de boles de arroz avinagrado que uno consume a lo largo de la existencia. De soledad y jazz y agujeros en la pared y armarios de ropa de mujeres muertas. De hombres y mujeres atravesados por una dulce melancolía. Hablo de gatos".

RAY LORIGA
Escritor y director de cine
Lo más parecido a Murakami
que ha dado la literatura española
"Puede que no exista nada de lo que nos cuenta, pero si lo escribe Murakami, parece que sí. ¿No es eso la literatura?"

LEONOR WATLING
Cantante y actriz
Lectora fiel
"Me gusta Murakami porque consigue hacerme viajar a otros mundos completamente imposibles y extraños que habitan en este sin que por ello, como lectora, pierda en ningún momento el placer de degustar su misteriosa manera de escribir".

SANTI BALMES
Músico y escritor
Fan incondicional
Murakami es muy hábil, al menos para los de este lado del planeta. Logra que interioricemos como propio lo que nos debería parecer exótico. Es un abanderado, o quizás entre todos hemos decidido que sea así sin un motivo claro. Sabe combinar elementos y espacios de una cultura tan lejana como la japonesa con fuentes culturales y musicales de un mundo sajón, al que, a fin de cuentas, ya pertenecemos todos. Al final, el territorio no deja de ser global. Podemos sentirnos cercanos a esos personajes, y eso nos fascina. Aunque lo que me gusta más de él, quizás es el uso del tempo, muchas veces una suave cadencia que te atrapa.

RODRIGO FRESÁN
Escritor
Lector de primera hora
Hubo un tiempo -los tiempos de ‘Tokio blues’ o de ‘Al sur de la frontera, al oeste del sol’- en que uno leía a Murakami sin saber cómo lo hacía. Tampoco -como sucede con los grandes magos- uno necesitaba saberlo. Bastaba con sentirse parte del milagro. De un tiempo a esta parte, se han ido descubriendo los engranajes del truco sin quererlo, por la sola inercia que regala a la vez que arrebata aquello que ya se conoce. Y Murakami ha cambiado de acto y habilidad bajo su carpa. Ahora es uno de esos equilibristas sin red que a veces arriesga poco y otras demasiado. Y uno siempre teme que se caiga y se estrelle. Y en ocasiones -‘Hombres sin mujeres’- vuelve a demostrar su don para el triple salto mortal combinado con desaparición en el aire. En cualquier caso, a no quejarse, otra forma de más que noble y aun agradecible de emoción.


E. H.