Lavagna apoya al candidato en la segunda vuelta, pero no ocupará cargos en un eventual gabinete
El exministro de Economía enfatizó la necesidad de “cerrar la guerra extremista entre derecha e izquierda”; Bossio también respalda a Massa
Laura Serra
El exministro de Economía y excandidato a presidente de Consenso Federal Roberto Lavagna anticipó ayer que apoyará al candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, en el balotaje del domingo próximo. De todas maneras, desde su círculo más cercano descartan que el exministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner integre algún lugar del gabinete si Massa resulta elegido.
En un hilo de tuits, Lavagna manifestó la necesidad “esencial” de “cerrar la grieta extremista de izquierda y de derecha y juntarse en un centro progresista” que “atraiga e incorpore a parte de quienes se dejaron ganar por la idea de concebir a la política como conflicto permanente”.
“Es esencial para construir un futuro normal como el que deseamos. Es bueno explicitar la opción de voto entre las únicas dos que la ley habilita, y en mi caso, aunque no sea novedad, siguiendo la línea de Consenso Federal, votaré por Sergio Massa”, expresó el exministro de Economía. No obstante, advirtió que “gobernar no es sentarse en un sillón y blandir la lapicera como si fuera un instrumento cortante”, ni “creer que todo empieza de cero como si la sociedad fuera masilla a la que uno le da la forma que quiere las veces que se le ocurre”. ”Gobernar no es tampoco creerse puro, limpio e iluminado por un saber indiscutible”, remarcó Lavagna.
Massa, quien supo compartir con Lavagna un mismo espacio político en 2019 -Alternativa Federal-, supo mantener buenas relaciones con el exministro pese a que finalmente la alianza no prosperó. De hecho, hace semanas hizo trascender que le gustaría que Lavagna integrase su equipo como “asesor estrella” si resultara elegido.
“Roberto es alguien a quien yo respeto mucho –dijo Massa durante su participación en el programa de Mirtha Legrand, hace un mes–. Orden fiscal, superávit comercial y cambio competitivo son las premisas que hicieron que Argentina tuviera una recuperación importante. Roberto en eso tuvo mucho que ver. Desde el 10 de diciembre Roberto (Lavagna) va a tener mucho que ver”.
Nuevos aliados
El exministro, de todas maneras, hizo trascender que no está en sus planes volver a un cargo en la función pública. “No tiene en sus planes ni tampoco tiene la intención de ocupar ningún cargo institucional en un eventual gobierno de Sergio Massa”, descartó el diputado nacional Alejandro “Topo” Rodríguez, referente del exministro y quien también anticipó su apoyo al candidato oficialista.
El apoyo de Lavagna rubrica el retorno de varios dirigentes que supieron orbitar en el Frente Renovador que lidera Massa y que abandonaron el espacio cuando éste decidió unir fuerzas con Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el Frente de Todos en 2019.
Una de ellas es la diputada Graciela Camaño, quien supo iniciar a Massa en sus primeros pasos en la Cámara baja. “A Sergio Massa lo veo haciendo una gestión de gobierno como él considera y está en las antípodas de errores que se han cometido en estos últimos años”, enfatizó la legisladora, que en diciembre vence su mandato. Otro
El ministro de Economía y candidato presidencial de Unión por la Paria (UP), Sergio Massa, volvió ayer a mostrarse a favor de “la unidad nacional” y llamó a “abrazar a cada argentino que está en duda” para el balotaje del domingo próximo contra el postulante de dirigente que supo formar parte del círculo áulico de Massa y que también anunció ayer su apoyo al candidato oficialista es el economista Diego Bossio, quien hasta hace un mes operaba como jefe de campaña del excandidato presidencial y gobernador cordobés Juan Schiaretti.
“Hay muchos que pretenden ser neutrales y está bien, pero otros toman una decisión de elegir lo que conviene para la Argentina”, sostuvo Bossio, marcando distancia de la posición neutral que expresó en su momento Schiaretti. El gobernador cordobés no solo evitó un apoyo a Massa, sino que incluso pareció enviar guiños a Javier Milei, el contrincante de Massa en el balotaje, cuando cuestionó el juicio político a la Corte Suprema impulsado por “el gobierno kirchnerista de Sergio Massa”. Sin embargo, el peronismo cordobés se muestra dividido frente al balotaje: Natalia de la Sota, diputada e hija del exgobernador José Manuel de la Sota, decidió jugar fuertemente a favor de Massa. “Si logramos arañar el 35% en Córdoba, una provincia antikirchnerista por antonomasia, festejamos”, deslizan en el delasotismo.
También anunció el apoyo a Massa quien supo ser el compañero de fórmula de Roberto Lavagna en 2019, el exgobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, ya integrado al círculo que rodea al candidato. Los socialistas de Santa Fe, representados por los diputados Mónica Fein y Enrique Estévez, se sumaron a la partida. “El Partido Socialista se expresa en favor de la democracia y en contra de la propuesta autoritaria que encabeza Javier Milei”, expresó el socialismo en un comunicado.ß
La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei. Massa fue el único orador del acto de campaña en General Roca, Río Negro, donde volvió a destacar “la educación pública, las universidades públicas extendidas a lo largo del país” y “un Mercosur fuerte”.
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El final de un ciclo político
Joaquín Morales Solá
Seguramente, Sergio Massa recibió la información sin saber de dónde provenía porque, de haberlo sabido, habría sido un acto demasiado temerario aun para un intrépido como él. En el debate del domingo, el ministro de Economía ventiló una información personal de Javier Milei que había sido publicada el año pasado por el sitio Realpolitik, que es uno de los supuestos medios periodísticos en los que trabajaba el espía Ariel Zanchetta y por los que cobraba publicidad oficial de parte del dirigente de La Cámpora Fabián “Conu” Rodríguez, exfuncionario de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires y actual subdirector de la AFIP. Esa vieja información refería a una sociedad offshore propiedad de los padres y de la hermana de Milei, que tendría un departamento en Miami.
Vale la pena detenerse en el uso de ese dato tan privado del candidato de la oposición por parte de Massa, dato que ni siquiera involucra personalmente a Milei, para advertir que el ministro de Economía es un alumno fiel de Néstor y Cristina Kirchner.
Ese poderoso matrimonio político construyó parte de su largo poder con la asistencia permanente de los servicios de inteligencia, hayan sido estatales o paraestatales. Néstor Kirchner solía recibir a los empresarios díscolos notificándolos indirectamente de que contaba con información personal sobre sus vidas. Cristina Kirchner atesoraba en su casa de El Calafate, cuando ya era expresidenta, carpetas de los servicios de inteligencia con información sobre poderosos empresarios (sobre el presidente de Repsol, Antonio Brufau, entre otros) y de importantes dirigentes políticos de su época, como es el caso de Francisco de Narváez. Extrañamente, De Narváez, que volvió a los negocios y se olvidó de la política activa, es ahora uno de los más pródigos financistas de la campaña de Massa. Es mejor suponer que Massa no sabía con exactitud de dónde venía esa información; de otro modo, sería un beneficiario directo, con capacidad de liderazgo, del sistema de espionaje ilegal que acaba de describir el fiscal Gerardo Pollicita en su largo informe sobre las andanzas del espía trucho Zanchetta.
El sistema del que se benefició Massa, y que Milei desaprovechó en el debate, está en la órbita del servicio de inteligencia de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), conducido por otro dirigente de La Cámpora: José Glinski. Glinski es actualmente diputado nacional electo por Chubut según los resultados de las elecciones del 22 de octubre pasado; es decir, ya cuenta con fueros parlamentarios que lo protegerán en los próximos cuatro años. No pocos funcionarios judiciales estiman que la policía aeroportuaria es uno de los grandes centros de espionaje ilegal del kirchnerismo. De hecho, fue una fotografía difundida extraoficialmente por esa policía la que dio origen a una causa judicial contra jueces federales que viajaron a Lago Escondido, en el sur del país, a quienes fotografiaron cuando llegaban al aeropuerto de Bariloche. Era claramente una foto extraída de las cámaras de seguridad de los aeropuertos. Los engranajes del lawfare funcionaron con la precisión de los orfebres en ese caso, pero no en contra de Cristina Kirchner, sino a favor de ella. No bien esa foto se conoció públicamente, tomó intervención la fiscal federal subrogante de Bariloche, María Etchepare, a pesar de que era a todas luces una operación ilegal de algún servicio de inteligencia.
La foto estuvo acompañada por la filtración de una pinchadura ilegal del teléfono del entonces ministro de Justicia y Seguridad porteño Marcelo D’Alessandro y de sus diálogos con jueces federales. Es cierto que en esa fiscalía de Bariloche trabaja como prosecretario Gustavo Révora, un primo hermano del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro. La Cámpora quería (¿quiere?) ascender a Révora a juez federal de Bariloche, cargo que se encuentra vacante desde 2019.
A pesar de las claras apariencias de que se trataba de una operación política del espionaje ilegal, también tomó inmediata intervención –“intrusiva”, según la calificó uno de los magistrados puestos en la picota– la jueza federal subrogante de Bariloche, Silvana Domínguez. Esta jueza habilitó la feria de enero pasado para investigar esa foto manipulada por la policía aeroportuaria, pero se jubiló poco después, el primer día de febrero. Misión cumplida. Se sabe, a todo esto, que el fiscal de la Cámara Nacional de Casación Javier De Luca, muy cercano al kirchnerismo y a Justicia Legítima, alentó a la fiscal federal de Bariloche para que fuera “hasta las últimas consecuencias” con el caso de los jueces en Lago Escondido. Tales peripecias rodean las últimas horas de la campaña electoral que el domingo elegirá al próximo presidente del país. Un clima humedecido por las operaciones políticas, en las que, otra vez, prevalecen los servicios de inteligencia es fácilmente palpable en el ocaso de una etapa política.
El último debate presidencial dejó a no pocos argentinos abatidos por la decepción y la frustración. Muchos suponen que la opción entre Massa y Milei es la peor de las opciones posibles que había antes de la segunda vuelta. De todos modos, no se puede ignorar que esos dos candidatos, un pícaro y un inexperto, sumaron juntos casi el 67 por ciento de los votos. Existe, por lo tanto, una mayoría social que no se detiene en la calidad intelectual y política de sus gobernantes. La decadencia no es solo económica; también cubre a la política y a la sociedad. La otrora exitosa coalición Juntos por el Cambio deberá hacer una sincera y profunda reflexión sobre los errores que cometió para que las cosas resultaran así; es decir, para que esa alianza no pudiera ingresar siquiera a la segunda vuelta.
En 2021, en las elecciones legislativas de mitad de mandato, Juntos por el Cambio le ganó ampliamente al oficialismo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Los dirigentes cambiemitas (y buena parte de la sociedad) supusieron entonces que la presidencia que se dirimiría en 2023 estaba ya ganada. En lugar de debatir para elegir la mejor fórmula presidencial, descerrajaron a partir de aquella victoria una guerra civil entre sus dirigentes que duró hasta las vísperas de las elecciones primarias de agosto pasado. Luego, fue demasiado tarde para todo.
El caso Milei es especialmente ilustrativo de los errores que cometió Juntos por el Cambio. Como se vio en el debate del domingo último, y en las increíbles condiciones de ese debate que aceptó, La Libertad Avanza es un partido de amateurs. Hay en el partido libertario dirigentes con larga trayectoria política (Guillermo Francos, sobre todo), pero son muy pocos y no pueden atender en todas las ventanillas. “Dos amateurs con dos teléfonos celulares nos dejaron fuera de juego”, aceptó con notable franqueza un empinado dirigente de Juntos por el Cambio, en alusión a Javier Milei y a su hermana Karina.
La guerra civil no ha concluido. El fin de semana pasado, el expresidente Mauricio Macri y el saliente presidente del radicalismo, Gerardo Morales, protagonizaron un cruce en las redes sociales inexplicable para dirigentes que forman parte de una misma coalición política. La pelea pública la comenzó Macri sugiriendo que Morales terminará votando el próximo domingo por Massa junto con Milagro Sala, la dirigente piquetera que es archienemiga del gobernador de Jujuy y que este metió presa. Morales le contestó a Macri en peores términos aún. ¿Espoleaban ambos la ruptura definitiva de Juntos por el Cambio? Es probable. Patricia Bullrich medió señalando que será la sociedad, más que nada la que votó a Juntos por el Cambio en la primera vuelta, la que resolverá quién tiene razón. Esto es: si Milei se convirtiera en el próximo presidente, habrá ganado la línea política de Macri y de ella misma. Una clara mayoría de Juntos por el Cambio, infiere Bullrich, se habrá inclinado en ese caso hacia la línea más liberal de la coalición opositora. Si ganara Massa, en cambio, se habrá impuesto el paradigma político de un sector del radicalismo liderado por Gerardo Morales y de un sector de Pro que reconoce como referente a Horacio Rodríguez Larreta. Esa línea es más cuidadosa para conservar las cosas tal como las conocemos.
Elisa Carrió prefirió explayarse sobre la teoría del “amo y esclavo” después de observar el debate entre Massa y Milei. Colige, en efecto, que Massa castigó sin pausa y sin piedad a Milei. Sin embargo, algunos analistas de opinión pública concluyen, ya mirando los números posteriores al debate, que esa imagen de Massa, como un político frío e implacable frente a un inexperto con pocos recursos, terminó por beneficiar al candidato libertario. “Una mayoría social se inclinará siempre por la víctima y no por el victimario. Massa hizo uso y abuso de su poder y de su experiencia”, dedujeron.
La última polémica del larguísimo proceso electoral se cifró en la posibilidad o no de un fraude. El debate se extendió de tal manera que hasta intervino la Cámara Nacional Electoral, que garantizó públicamente la transparencia de los comicios. El problema es que muchos de los que defienden la pulcritud de las elecciones señalan, al mismo tiempo, la necesidad de que existan fiscales en todos los cuartos oscuros del país. ¿La necesidad de fiscales para que no haya trampas no es, acaso, una definición del fraude probable?
El propio Milei dijo hace poco: “Si no puedo poner fiscales en todas las mesas no podré ser presidente”. Bullrich aseguró, a su vez, que su fuerza política está trabajando para poner uno o dos fiscales por mesa, para proteger la transparencia electoral, y que nunca habló con nadie de La Libertad Avanza sobre futuros cargos en un eventual gobierno del candidato libertario. Es mejor así. La política argentina se reformará profundamente a partir del próximo lunes. Tal vez los argentinos estén viviendo los últimos días de una era que concluye definitivamente. Los mejores o los peores días. Quién lo sabe.
El matrimonio Kirchner construyó parte de su largo poder con la asistencia de los servicios de inteligencia, estatales o paraestatales
El Massa frío e implacable frente a un inexperto con pocos recursos podría terminar beneficiando a Milei
Tras ganar en 2021, en vez de elegir la mejor fórmula presidencial, JxC descerrajó una guerra civil entre sus dirigentes que duró hasta las PASO
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