lunes, 19 de agosto de 2024

ESTABILIDAD, ESCENARIO ECONÓMICO, CRIAR HIJOS SALE EL TRIPLE


Precios: se desacelera la suba en alimentos
Economistas lo atribuyen al derrumbe de la demanda
Alfredo SainzLos consumidores bajaron la demanda de alimentos y se estabilizaron los precios 
El martes 23 de julio Luis Caputo se reunió con las principales cadenas de supermercados para analizar la evolución de los precios. El ministro de Economía aprovechó el encuentro para destacar que la inflación estaba bajo control, pese a que el dólar blue había tocado los $1500 unos días antes, y tiró un pronóstico más que arriesgado. “Antes de que termine el año la inflación en alimentos y bebidas se ubicará en el 0%”, aseguró ante un auditorio que reunía a los números uno de Coto, Carrefour, Jumbo, Changomás y La Anónima.
Tres semanas después, algunas mediciones empezaron a darle parte de razón al ministro, aunque los economistas consultados por aseguran que la actual estabilidad de los precios de los alimentos se explica por el derrumbe de la demanda y además sigue muy atada a la evolución del dólar, con lo cual nadie se atreve a pensar qué puede pasar en las góndolas ante cualquier salto en el tipo de cambio.
De acuerdo con los datos que acaba de publicar el Indec, el rubro alimentos y bebidas cerró con una suba del 3,2% en julio, lo que representa una leve aceleración de un par de décimas frente al número de junio. Sin embargo, en el sector destacan que julio se caracterizó por ser un mes con fuertes variaciones: subas muy marcadas en las primera semanas -acompañando a la mini corrida que tuvo el dólar blue en esos días- y una segunda quincena con los precios claramente más calmos (cuando el dólar se tranquilizó, los precios en las góndolas se plancharon).
La tendencia a la baja de la inflación, además, se aceleró en las primeras dos semanas de agosto, según coinciden los supermercados y las consultoras que relevan los precios en forma semanal. La consultora Econviews, que lidera Miguel Kiguel, informó que la primera semana del mes cerró con un descenso promedio del 0,1% en los precios de los productos de la canasta básica (alimentos, bebidas, tocador y limpieza).
Por su parte, LCG también precisó que la segunda semana de agosto cerró con una caída de precios del 0,1% en alimentos y bebidas -impulsada principalmente por las bajas en frutas y carnes-, mientras que en las últimas cuatro semanas la suba se ubica en el 2%.
En Fundación Innovación Con Inclusión (FICI), la consultora que lidera el exsecretario de Comercio Matías Tombolini, también dan cuenta de una desaceleración en los precios de los alimentos, con una suba acumulada en las dos primeras semanas del mes de 1,4%, lo que implica 2 puntos menos que en julio.
Sin embargo, destacan que, pese a la baja en los alimentos, la inflación de agosto se mantendría en torno al 4%, producto de los aumentos registrados en otros rubros como transporte, colegios, prepagas y servicios públicos.
Sin listas nuevas
“En agosto prácticamente no llegaron listas de precios nuevas, especialmente en bebidas, limpieza y perfumería, que son las categorías de consumo masivo más golpeadas. Incluso, hay algunos proveedores que indirectamente están bajando los precios, vía los descuentos y las promociones. La otra cara de estos movimientos es que el consumo no responde. Y cada vez hay que ofrecer más promos para que la gente venga al súper y compre menos productos. En promedio, el ticket cayó entre 4% y 5% en unidades”, explicaron en una cadena de supermercados.
En el rubro también destacan que la tranquilidad en materia de precios en las góndolas también se explica por la guerra de descuentos que protagonizan las billeteras digitales. “Los descuentos de Modo y Mercado Pago, en muchos casos sin tope de reintegro, están movilizando a muchos clientes y hoy ocupan el lugar que tuvieron en otros momentos las promos de los bancos”, explicaron en otra cadena.
Los datos de las consultoras y los supermercados están en línea con relevamientos no tradicionales como el que hace @BotoCot tomando los precios de la web Coto Digital. La cuenta de X informó que en la primera quincena de agosto los precios del supermercado acumularon una baja (no ponderada, es decir que pesa lo mismo la carne que un producto suntuario como una cápsula de café) del 3,2%.
En el Gobierno además esperan que la reducción en la alícuota del impuesto PAIS que llegaría en septiembre también se refleje en las góndolas y en los precios de los alimentos importados o que tienen algún componente de afuera.
El cambio en la tendencia también se verifica en las comunicaciones de las marcas. Cuando la inflación mensual bajó de dos dígitos a uno, empresas como Carrefour, Quilmes, Swift y Bayer salieron a anunciar un pacto para congelar precios. Ahora, el grupo Newsan dio un paso más con el anuncio de una reducción de entre 20% y 35% en los precios de Pantene, Always y Pampers, las marcas que le acaba de comprar a Procter & Gamble. “Marcas de Primera son las que no bajan la calidad, bajan los precios. No es hasta fin de mes, ni los fines de semana, ni los miércoles. No es un descuento, es una baja de precios”, asegura la publicidad de Newsan.
En el rubro precisan que la baja de Pantene y Pampers se explica no solo por una caída en la demanda, sino también porque el dueño anterior de las marcas (Procter & Gamble) a fin de año se había “sobregirado” con los aumentos de precios. “Se posicionaron en un dólar de $2000, seguramente porque priorizaron la rentabilidad por sobre la participación de mercado, sabiendo que se estaban retirando del país”, explicó una fuente del sector.
En el sector igualmente advierten que el piso para avanzar en una baja más profunda de los precios pasa por una cuestión impositiva. “Hoy hay dos factores que tienen un peso cada vez mayor en la ecuación de costos de los supermercados y los proveedores que están poniendo un límite a la baja de precios. Uno es el sinceramiento de las tarifas de los servicios públicos. Y el segundo es la creación de nuevas tasas municipales por los distritos que buscan cubrir los fondos que les dejó de girar el Estado nacional”, explicaron en una cadena de supermercados.
Falta mucho
Los economistas que dan cuenta de la desaceleración de los precios igualmente advierten que la batalla contra la inflación está lejos de haber sido ganada. “La desaceleración de la inflación es un proceso largo, con meses que van a ser buenos y otros no tanto. Y en este camino, la gran incógnita es lo que puede pasar con la salida del cepo y la unificación cambiaria”, explicó Kiguel.
“La última semana vino muy tranquila e incluso relevamos una pequeña deflación de -0,1%, que se explica por la cuasi paridad cambiaria (2%) y una economía que no está pujante, más allá de las recuperaciones incipientes en algunos sectores y de que el salario real sube de a poco. Pero somos de la idea de que la batalla contra la inflación lamentablemente suele ser más ardua de lo que se piensa. Todavía hay precios atrasados. Y, sobre todo, todavía resta ver cómo reaccionarán los ímpetus de remarcación cuando la demanda sea más fuerte y cuando el 2% cambiario tenga que levantarse. El verdadero test de si vamos a un régimen de inflación baja lo veremos solamente en esas condiciones”, explicó por su parte Javier Okseniuk, director ejecutivo de la consultora LCG.

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Milei estrena su norma preferida y el peso se toma revancha
Esta semana entrará finalmente en vigencia el RIGI; Sturzenegger y Cúneo Libarona elaboran un proyecto para simplificar el traspaso de la herencia y mejorar el clima para los privados
Pablo Fernández BlancoFederico Sturzenegger avanza con parte de sus iniciativas
Casi como si fuese puesta ahí para pasar desapercibida, la nota al pie del informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) revela mucho más de lo que parece con respecto al futuro de la Argentina. En la página 21 de un reciente trabajo público se especifica que, llegado el momento, el Gobierno cambiará de régimen monetario para pasar a uno que contemple la convivencia del peso con el dólar. Aclara, sin embargo, que la única moneda de curso legal sería la nacional, dueña también de la exclusividad para el pago de impuestos.
Es la primera gran revancha del denostado peso en el marco de un gobierno que ganó las elecciones proponiendo la dolarización. Hay más. Al menos en dos ocasiones en el último mes, con palabras distintas, Vladimir Werning, vicepresidente del Banco Central y vocero autorizado de la política monetaria, aseguró que la Argentina piensa en la línea que interpretó el FMI.
Envuelto en un PowerPoint hecho para superespecialistas, el funcionario deslizó otro punto importante. Luis Caputo, ministro de Economía, y Santiago Bausili, presidente del Banco Central (BCRA), mantendrían cerrado el grifo de la emisión monetaria para comprar dólares –como ocurre ahora– en el contexto del control de capitales. Es decir, durante la vigencia del cepo cambiario. Eso permite pensar que cuando esa restricción se levante, también lo hará la autoimpuesta limitación para emitir moneda, con precauciones y seguramente también límites.
Las dos definiciones anteriores son fundamentales para aclarar un entuerto que está dando que hablar en Washington. Sucede que el presidente Javier Milei habla del régimen monetario futuro de la Argentina en los términos de la competencia de monedas, pero, en ocasiones, se refiere a él como dolarización endógena, que supone un esquema mucho más restrictivo. Eso que Milei utiliza a veces casi como sinónimos –lo hizo en público por última vez el miércoles pasado, en el Council of the Americas– representa para el FMI cosas distintas.
La duda es importante porque, según interlocutores argentinos habituales con Washington, en el fin de la polisemia de Milei está una de las llaves para cerrar un nuevo acuerdo con el FMI que les quitaría una dosis de incertidumbre a los próximos años y aportaría fondos adicionales a las reservas del Banco Central.
El Fondo acepta la competencia de monedas, pero es menos receptivo cuando se habla de dolarización endógena. Si se les presta atención a las palabras del equipo económico, no habría espacio para la segunda opción en sus planes. El problema es que, desde la escucha de Washington, cada tanto recibe una versión distinta del jefe de todos ellos: Milei.
Hay pequeños movimientos que anticipan el país que busca el Presidente. El jueves pasado el secretario de Producción, Juan Pazo, anunció una medida de su autoría: una nueva línea de crédito aprobada por el directorio del BICE medida en toneladas de soja, que se suma a la ya existente en litros de leche. El Presidente lo entendió como una decisión en línea con la futura competencia de monedas.
El Gobierno sigue dando los pasos que lo acercan hacia la puesta en marcha de un plan de estabilización ortodoxo. Después de la licuación de la primera parte del año, los bancos ven que la baja sostenida de la inflación permite tener tasas de interés positivas mediante la inversión en Lecap. Y los valores del dólar se acercaron como para favorecer la llegada a la zona virtual de unificación del tipo de cambio.
Quienes viven de hacer pronósticos sobre la Argentina creen que las definiciones más grandes sobre ese punto no deberían ir más allá del final de este año. Entre otras cosas, porque el Gobierno espera una llegada adicional de dólares cuyo número tiene dificultades para estimar.
Hay canales de ingreso conocidos, como el blanqueo, cierto apoyo de los bancos y la colaboración de organismos internacionales. Otros son más inciertos y representan algunas de las mayores apuestas de la Casa Rosada.
El punto más destacado de esa expectativa es la puesta en marcha del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI). La intención original era firmarlo anteayer, pero no alcanzó el tiempo. Se reglamentará esta semana.
El arranque del RIGI implica un juego de equilibrios delicados de los que está muy al tanto el Gobierno. Los funcionarios que trabajan en eso le dedicaron todo el día durante la última quincena a encontrar el mejor punto entre el incentivo al sector privado y el cuidado de los intereses del Estado. Un error en la letra chica podría resignar recaudación tributaria a futuro, que es clave en los planes fiscales de la Casa Rosada.
El Gobierno ya disfruta del poder de su nueva herramienta. Esta semana, Luis Caputo y Guillermo Francos ( jefe de Gabinete) recibirán a ejecutivos de Lundin, la empresa que junto a la australiana BHP prometieron un desembolso en un proyecto de cobre, oro y plata cercano a los US$1000 millones.
El sueño oficial es que esas reuniones y anuncios se multipliquen una vez que esté reglamentada la norma. El decreto que firmará Milei volverá a transitar desde mañana por el Ministerio de Economía, el Banco Central, la Procuración del Tesoro, la AFIP y la Aduana, entre otras paradas. Mirará desde un paso más atrás el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, un poco por convicción, y otro tanto porque está en otras cosas.
Un compañero de trabajo de Sturzenegger lo define como muy ortodoxo, en sentido positivo desde la mirada de la gestión libertaria. La última incorporación del gabinete no simpatiza con la idea de que el RIGI sea un régimen especial. Quisiera que se tratara de un régimen general. Es decir, que lo que aplica para algunos casos y es la bala de plata del Gobierno en el marco de la estabilización, sea en realidad la norma, no la excepción.
El expresidente del Banco Central durante la gestión de Mauricio Macri, de todas maneras, tiene sobre su escritorio algunos de los trabajos más ambiciosos que entusiasman a Javier Milei. Uno de ellos cruza hasta el terreno del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Ambos definirán en los próximos días un proyecto de ley para cambiar radicalmente la forma en que se hacen las sucesiones. Lo enviarán al Congreso.
Sturzenegger busca sacar a la Justicia del camino de la distribución de la herencia. Espera que el trámite se pueda hacer frente a un escribano, sin necesidad de ir a un juzgado en los casos en que haya acuerdo y no se tenga que dirimir en un pleito familiar. Es un ahorro de tiempo, que es también sinónimo de dinero. Todo acompaña a la creación del clima que busca generar el Gobierno para favorecer la dinámica del mundo privado.
La segunda etapa del plan de Milei excede lo financiero, es mucho más abarcativa y se presenta como una necesidad de la gestión para el segundo año de gobierno. Un ejemplo: Daniel González, reciente incorporación de Caputo para coordinar distintas áreas, como la energética, armó un comité para evaluar medidas que buscan atenuar posibles cortes de luz en el verano. Lo hizo tras leer un informe de Cammesa, la empresa mixta que administra al sector. Y algunas terminales oficiales se contactaron con empresarios del sector de generación eléctrica para pedirles que hicieran todas las mejoras posibles a su infraestructura antes de la llegada de las temperaturas altas.
González, que fue gerente general de YPF y conoce el mundo de la energía desde mucho antes, teme por los cortes que suelen ocurrir en algunos días estivales. No solo por la temperatura, sino también debido a que al sector está subinvertido, otra herencia de los años de Alberto Fernández.
Los problemas que se esperan para este verano serán aún más grandes para el próximo, a menos que aumente la inversión. Para que eso ocurra, a su vez, el Gobierno deberá continuar con los aumentos de tarifas y garantizar un futuro de certidumbre a quienes desembolsen el dinero. Es un trayecto con sobresaltos.
El secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, quiere ir hacia una desregulación amplia al estilo de los años 90. En el sector, incluso, dicen que tiene la normativa escrita, pero las dudas de Caputo la frenaron. Hay cosas para ver con más detenimiento, piensan. Algo así como lo que pasa con la salida del cepo, pero en la energía.
Economía, de todas maneras, busca implementar al final del día un esquema de mercado para favorecer las inversiones. Eso implica, por caso, que Edenor y Edesur puedan firmar contratos por su cuenta con los generadores. Pero estos últimos no lo harán si ambas compañías no tienen un ingreso futuro cierto –lo que implica más aumentos de tarifas– que les permitan, entre otras cosas, obtener un crédito bancario.
La situación está muy lejos de la costa a la que quiere llegar el Gobierno. Edenor, Edesur y otras distribuidoras hoy no pagan todo lo que deben por recibir la electricidad que les venden a los hogares y a los comercios. Nadie quiere hacer un contrato directo con alguien que no le paga a otro.
El equipo económico está de acuerdo en avanzar hacia una normalización total del sistema que incluya la formalización de contratos. Pero antes de eso debe terminar de recolectar la opinión de las empresas para encontrar una salida realista, algo que está haciendo. El camino para emprender la vuelta a algo más parecido a los 90 será gradual.
Un programa de estabilización definitivo como el que sueña Milei, entonces, no puede dejar afuera a los servicios públicos. Por eso, el Gobierno ya les mandó a pedir a las empresas gasíferas montañas de información para avanzar en una revisión tarifaria por los próximos cinco años. En términos crudos, esa alternativa implica enormes compromisos del Estado y del sector privado. El Enargas, que regula ese negocio, está recibiendo los datos.
Las empresas se comprometen a brindar un buen servicio y el sector público, a garantizar que tengan los ingresos suficientes para afrontarlo mediante el cobro de la tarifa. Aunque parece sencillo, esa alternativa se puso en marcha en el menemismo y persistió solo en la letra de la ley, con enormes sobresaltos e interrupciones en la práctica.
A las empresas de gas, entre las que se encuentra Metrogas, una sociedad de YPF, bajo control estatal, les gustaría arrancar el primer día del año próximo con el nuevo marco. Saben, sin embargo, que es imposible. Se conforman con que empiece en abril de 2025. Para ese momento, en términos económicos, la Argentina puede ser un país muy distinto al de agosto de 2024.
En el fin de la polisemia de Milei está una de las llaves para cerrar un nuevo acuerdo con el FMI
El arranque del RIGI implica un juego de equilibrios delicados de los que está muy al tanto el Gobierno

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La canasta básica para criar hijos se triplicó en el último año
Según el Indec, se necesitan $388.403 para los bienes y servicios básicos; el monto era de $130.000 en 2023

La canasta de crianza medida por el Indec muestra que la dificultad económica para mantener a los hijos se triplicó en el último año. En promedio, en julio de 2023 se precisaban para cubrir costos de cuidado y de bienes y servicios unos $130.000,75. Un año después ese número trepó hasta $388.403,75. Es decir, un aumento del 199,6 por ciento.
A contramano de lo que muchos podrían pensar, dado que los más pequeños son los que mayor atención de sus tutores demandan, es el rango etario compuesto entre 6 y 12 años el que representa la canasta básica más costosa. La medición del Indec la ubica en $436.261.
Esto último cambió en comparación con un año atrás. En ese momento, la crianza de los niños de uno a tres años era la más exigente para el bolsillo. Actualmente, este segmento precisa $418.064.
En paralelo, tener a cargo a menores de 4 a 5 años fue lo que experimentó el mayor aumento interanual. En julio de 2023 demandaba $112.640 y doce meses más tarde, $346.729. Así, redondeó un incremento del 207,8 por ciento.
De esta manera, la canasta de crianza avanzó menos que las otras. La alimentaria (CBA), que mide el mínimo para no ser considerado indigente, registró un 263,4%, mientras que la canasta básica total (CBT), vinculada a la medición de la pobreza, un 261,8%.
Otro dato relevante del informe confeccionado por el Indec es la cantidad de dinero que necesitó una familia de cuatro integrantes para no ser pobre: $900.648. Y en el caso de familias de cinco integrantes, la cifra ascendió a $947.283. Cada vez más cerca del millón de pesos. Para evitar caer en la indigencia, hubieran precisado $405.697 y $426.704, respectivamente.
En la ciudad de Buenos Aires, según cifras oficiales medidas por el gobierno porteño, los ingresos que necesita una familia para no ser pobre deberían llegar a $929.845,19. Es decir, la línea de pobreza en la capital supera por $29.000 al indicador nacional del Indec. En tanto, para que una familia en la ciudad sea considerada de “clase media” debería percibir ingresos equivalentes a $1.450.239,45.
Las noticias para el segmento poblacional más joven no fueron buenas en la última semana. En este sentido, la última publicación de Unicef señaló que un millón y medio de niños en la Argentina no completan las cuatro comidas al día.
Ese mismo indicador el año pasado alcanzaba a un millón de menores de 18 años. Y si se tuviera en cuenta, según Unicef, la cantidad de personas que viven en los hogares de esos niños, la cifra alcanzaría a 4,5 millones. También esta semana la Universidad Católica Argentina (UCA) y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) publicaron un trabajo que sostiene que el 56,3% de los chicos sufren pobreza multidimensional.
Esta medición no responde únicamente a la variable ingresos, es decir si sus hogares perciben un mínimo de dinero, sino que también considera el cumplimiento de derechos tales como alimentación, saneamiento, vivienda, salud, información, condiciones de estimulación y educación.
Dentro de ese grupo, especificó el informe de la UCA y la SAP, el 16,1% se encuentra en una situación de “pobreza multidimensional severa”. A propósito de la inseguridad alimentaria, el reporte documentó que en zonas urbanas afecta al 32,3% de los menores.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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