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miércoles, 6 de septiembre de 2017

ÚNICO, IRREPETIBLE....TAN QUERIDO...DON LUIS LANDRISCINA

Luis Landriscina: con madera de la buena
Un martillo de juguete que recibió una mañana de Reyes, a los 9 años, encierra para el cuentista la memoria del matrimonio de españoles que lo crió
De chico, Luis Landriscina quería ser carpintero. Y esperó durante años el regalo que su padre un día le prometió: un juego de herramientas. Sin embargo, la promesa caería en el olvido a medida que la figura de aquel ex combatiente de la Gran Guerra se esfumaba hasta perderse, luego de que su esposa muriera en un parto. Este hecho, ocurrido cuando Luis no había cumplido aún dos años, marcó la disgregación de la familia. Séptimo de ocho hermanos, Luis dejó entonces Colonia Baranda, Chaco, para irse a vivir con dos hermanas suyas a un pequeño pueblo de Santa Fe, hoy conocido como Pedro Gómez Cello. Allí los recibieron sus padrinos, Santiago Toribio Rodríguez y su mujer Margarita, dos españoles de León que los criaron como hijos propios. "Ellos preservaron mi inocencia y me inculcaron los valores que tengo", dice Landriscina, mientras muestra el fondo de pantalla de su celular: una imagen de él a los cinco años, junto a sus hermanas y sus padres adoptivos.



Cuando supo que la promesa de su padre jamás se cumpliría, Luis pidió de nuevo el regalo pendiente, que finalmente llegó una mañana de verano, el día de Reyes. Con 9 años, deslumbrado, abrió una caja de madera que contenía un serrucho, una tenaza, un formón y un martillo. "No te los trajo un rey mago, sino una reina maga", deslizó Margarita, acaso para abrirle los ojos con delicadeza y sin dolor a aquel niño que aún creía en un mundo de fantasía.

Esas herramientas se perdieron con los años, menos el martillo. Por alguna razón, el niño lo reforzó con la ayuda del herrero del pueblo, que cambió el mango de madera original por un cabo de hierro. Así se hizo fuerte, tal como se iba haciendo fuerte sin advertirlo ese chico al que le encantaba acompañar a su padrino en sus recorridas por el obraje maderero que manejaba. Allí aprendía a distinguir los sonidos de los hachazos sobre quebrachos enormes, que debían ser volteados "en yunta". Un hacha golpeaba hacia arriba, la otra hacia abajo, y cuando el árbol se rendía los dos hacheros lanzaban un sapucai que repicaba en todo el obraje.



"Me gustaba hacer las cosas que hacían los grandes -cuenta Luis-. Por entonces no había superhéroes, y el héroe a imitar era tu viejo. En mi caso, mi padrino. Yo no conocí otra ternura que la de ellos. Además de quererlo, a mi padrino lo admiraba. 'Este es mi hijo', me presentaba a los hacheros. 'Tiene otro apellido, pero es mi hijo'. Yo nunca me fui a dormir sin un beso en la frente."

Landriscina se reencontraría con su padre biológico en los años 70. Una tarde recibió una carta suya en Canal 13, donde grababa un programa con libro de Gius. Se vieron en Resistencia, Chaco. "Fue un encuentro raro. Me alegró, pero abracé a un extraño. Nos había dejado con los padrinos para que tuviéramos una buena educación, dijo. Le organicé una fiesta con mis hermanos para que muriera tranquilo, sin cargo de conciencia."
Luis tuvo una educación. Cuando terminó el secundario, su padrino le dio un dinero que había estado ahorrando. "Menos cura y abogado, lo que quieras", fue su consejo, aunque en secreto quería que Luis se hiciera contador. Luis le dio el gusto. Sólo que en lugar de números se puso a contar historias, un arte que empezó a despuntar en el secundario, con el estímulo de sus maestras, y en el que descollaría. "El cuento es un viaje. Si el viaje no es entretenido, el pueblo a donde vas queda lejos. Lo mío es pintar en el aire con palabras."
Landriscina toma el martillo con mango de hierro. Habla de la bondad y la nobleza de Santiago y Margarita y de pronto queda en silencio. Todo recuerdo es presente, escribió el poeta Novalis. Me digo que la entrevista ha terminado, pero Luis agrega: "La patria es la infancia, que es el lugar adonde uno quiere volver, esté donde esté".

H. M. G.

sábado, 16 de julio de 2016

ARGENTINA TIENE GUALICHO ¡¡BIENVENIDO!!


Encontraron un dinosaurio carnívoro único en América del Sur
Los restos, descubiertos en un campo de Río Negro en 2007, corresponden a un ejemplar que medía seis metros de largo; vivió hace unos 90 millones de añosEl paleontólogo argentino Sebastián Apesteguía lideró el descubrimiento. Soledad Aznarez
La Patagonia no deja de atraer la atención internacional. Esta vez no es por sus paisajes, sino por un nuevo hallazgo paleontológico: el esqueleto casi completo de un dinosaurio carnívoro de un linaje desconocido hasta ahora para América del Sur. Su "pariente más cercano" había habitado en África.
Gualicho es el nombre que eligió el equipo liderado por el paleontólogo argentino Sebastián Apesteguía para bautizar a este terópodo de dos dedos, de unos 90 millones de años y seis metros de longitud presentado ayer en el Centro Cultural de la Ciencia, en el Polo Científico Tecnológico de Palermo.
El hallazgo, publicado en la revista científica Plos One, fue hace nueve años en un campo rionegrino al borde del embalse Ezequiel Ramos Mejía, cercano a la localidad neuquina de Villa El Chocón.
Pero algunas dificultades, como la desaparición del esqueleto, postergaron hasta hace tres años el estudio de los restos, que estuvo a cargo del equipo de la Fundación Azara, la Secretaría de Cultura de Río Negro, el Museo Field de Historia Natural de Chicago y el Instituto de Dinosaurios del Museo del Condado de Los Angeles, Estados Unidos.
"Los dinosaurios del Cretácico superior de la Patagonia en general corresponden a dos grupos: los abelisáuridos, como el Carnotaurus, y los carcarodontosáuridos, que eran los predadores máximos y medían hasta 15 metros de longitud", explicó Apesteguía, director del Área de Paleontología de la Fundación Azara e investigador del Conicet.Agregó: "Ahora, luego de varios años de estudio, encontramos este dinosaurio con características anatómicas de esos dos grupos. Los brazos cortos, con dos dedos, parecidos a los del grupo de los abelisáuridos y el resto del cuerpo, a los carcarodontosáuridos".
Entonces, el equipo comenzó a indagar más en la identidad de Gualicho y determinó que era muy parecido a otro carnívoro ya conocido en África. La escápula, el fémur y la fíbula revelan similitudes con el terópodo africano Deltadromaeus, de capas geológicas de la misma época, pero en la formación Kem Kem, Níger.
"No es una novedad que América del Sur y África estaban unidas. La novedad es que este linaje se desconocía para América del Sur y que su pariente más cercano vivía en África", explicó Apesteguía "Al poner todas las características de Gualicho en la matriz de datos vemos un parentesco con Deltadromaeus. Son distintos, pero hermanos. Esto, para nosotros, indica que son especies muy cercanas entre sí", agregó el paleontólogo.


En la zona patagónica conocida como Formación Huincul hay rocas de unos 90 millones de años de antigüedad, cuando en el Cretácico superior convivían los dinosaurios herbívoros más grandes del mundo, como los titanosaurios, con los rebaquisáuridos más pequeños o los iguanodontes que corrían velozmente para escapar de los dinosaurios carnívoros, que incluían a los terópodos de tamaño mediano como Gualicho.
En 2007, Apesteguía y Peter Makovicky, de la Sección de Ciencias de la Tierra del Museo Field de Chicago, se embarcaron en una expedición al campo ubicado al borde del Embalse Ezequiel Ramos Mejía, en la provincia de Río Negro. Un equipo a cargo del paleontólogo argentino ya había recorrido el lugar hacía siete años. Entonces, había gran cantidad de huesos de dinosaurios y troncos petrificados. Cuando volvieron, en 2007, encontraron además dos esqueletos de dinosaurios herbívoros y excrementos fosilizados.
Para eso, trabajaron un mes y el esfuerzo valió la pena: la jefa del equipo de técnicos del Museo Field, Akiko Shinya, encontró el 13 de febrero de 2007 el esqueleto casi completo de este nuevo ejemplar austral. El nombre completo del dinosaurio es Gualicho shinyae. Con este segundo nombre -el de la especie- se buscó reconocer "las numerosas contribuciones paleontológicas" de la jefa preparadora de fósiles del museo de Chicago.
En cambio, con Gualicho, se recuerda a la diosa tehuelche Watsiltsüm, dueña de los animales y del viento materializada en los remolinos de polvo. Con el tiempo, se tranformó en una entidad que representa la mala suerte o una maldición. "Fue muy complicado poder estudiarlo finalmente y por eso elegimos Gualicho", indicó Apesteguía.

CUANDO CASI LO PERDEMOS
El día en que desapareció el esqueleto de Gualicho
Durante tres años, los científicos no supieron dónde estaba el fósil
En 2007, un incidente en la ruta con uno de los vehículos del equipo de Sebastián Apesteguía interrumpió la expedición y la recolección de los restos del dinosaurio Gualicho en un campo de Río Negro. Entonces, decidieron protegerlo con yeso para continuar la tarea al año siguiente. Pero en 2008, nuevas autoridades provinciales les negaron los permisos necesarios para regresar. Al poco tiempo, los restos del dinosaurio desaparecieron.
Según reconstruyó el equipo de científicos recién en 2011 se pudo conocer que personal del Museo Patagónico de Ciencias Naturales de General Roca había extraido los huesos protegidos. En 2012, Peter Makovicky, del Museo Field de Chicago, pudo dar con el lugar donde estaba el esqueleto y lo fotografió. Pasó un año para que el equipo pudiera comenzar a estudiar y ponerle nombre a su descubrimiento.
Además de Apesteguía y Makovicky, en el estudio de Gualicho participaron Nathan Smith, del museo de Los Ángeles, y Rubén Juárez Valieri, de la Secretaría de Cultura de Río Negro.
Ayer, durante la presentación del dinosaurio en el Centro Cultural de la Ciencia, el ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Lino Barañao, dijo que se trabaja con las provincias para evitar dificultades como las que tuvo el equipo de Apesteguía "sin menguar el patrimonio local"
Por su parte, el presidente del Conicet, Alejandro Ceccatto, destacó "la profesionalidad en la paleontología" del país. "La Patagonia es un extraordinario laboratorio natural para los paleontólogos argentinos", dijo.
F. C.