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domingo, 24 de julio de 2022

CUENTOS PARA LEER


Los colores del adiós, de Bernhard Schlink
Cuentos con clima de despedida
Márgara Averbach

Esta colección de nueve cuentos, Los colores del adiós, el libro más reciente de Bernhard Schlink (Bielefeld, 1944), tiene un único tema –la despedida–, explorado en historias muy diferentes con personajes de distintas edades, géneros, culturas y circunstancias. Como anuncia desde el título, el libro examina “el adiós” a través de un prisma ancho que lo piensa desde la muy diversa “realidad contemporánea” europea.
Para algunas historias, Schlink –el autor de El lector– elige una primera persona que retrata con cuidado la personalidad de los narradores (por ejemplo, en “Inteligencia artificial” y “Picnic con Ana”). En otras, la voz narradora está en una tercera persona mesurada (“Música fraternal” o “Hija querida”), que a veces se limita al interior de un único personaje y a veces pasa de uno a otro. En ambos casos, el núcleo esencial es el retrato psicológico de cada individuo a través de una prosa límpida, exacta, que deja ver la enorme profundidad de lo que pasa en el interior de cada uno de los hombres, mujeres y chicos en escenas, en general, cotidianas. Si se los toma en conjunto, los cuentos describen un mundo decididamente contemporáneo y occidental, en un momento en que algo se termina: la juventud, la esperanza, la vida de alguien, la amistad, el amor.
Algunas escenas empiezan como clichés pero siempre viran hacia un final impredecible y lógico al mismo tiempo. Por ejemplo, en “En verano en la isla” se cuenta el momento en que un adolescente le dice a su madre que alguien la vio con un hombre que no es el padre. A partir de ahí, los sucesos abren bruscamente una puerta inusitada, mágica en más de un sentido. Schlink sabe sorprender dentro de un universo familiar, reconocible.
Ese mismo juego se da en cuanto a algunos de los títulos, que por un lado describen un hecho o un objeto concreto y que son también mucho más: la “isla” de “En verano en la isla” es también un símbolo de una forma de ver la vida, separándola en tiempos o lugares estancos. Pero el relato afirma que nada es estanco, que un hecho o un día aparentemente intrascendentes pueden resonar toda la vida. O un objeto que alguien regala (“El amuleto”), olvidado en un cajón durante años, puede convertirse de pronto en el centro de la existencia.
Ese juego doble, complejo, funciona en muchos sentidos: por un lado afirma la especificidad individual de las experiencias de la clase media occidental, pero por otro afirma que toda experiencia es humana y por lo tanto, compartida con otros. Por eso, como siempre en Schlink, aunque ciertos giros resulten muy sorpresivos, y por lo tanto, produzcan el placer de lo inesperado, también despiertan en quien lee el placer y la angustia de la identificación, del reconocimiento.

Los colores del adiós

Por Bernhard Schlink

Anagrama. Trad.: Juan de Sola

218 páginas, $ 2350

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA