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lunes, 19 de agosto de 2024

Javier Okseniuk, Economista


“Va a costar mucho reducir más estos niveles de inflación”
POR Esteban Lafuente
Es economista graduado en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e hizo una maestría en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT); fue gerente de Planificación en el Banco Provincia y director en el Banco Nación; trabajó como consultor económico en KPMG y dirigió la Fundación Argentina Porvenir; es director ejecutivo de la consultora LCG
“Las mayores fuentes de incertidumbre siguen siendo las relacionadas a lo monetario y cambiario”, describe Javier Okseniuk, al referirse al escenario macroeconómico argentino y a los riesgos del plan implementado por el Gobierno. El director ejecutivo de la consultora LCG, que monitorea semanalmente precios, advierte por el “atraso” del tipo de cambio y el estancamiento del IPC mensual “en un nivel cercano a 4%”.
“En este proceso de desinflación lo más importante fue la disciplina que la misma recesión y el 2% cambiario generaron, más que un esfuerzo por coordinar expectativas y desterrar la memoria inflacionaria que tenía la Argentina”, dice Okseniuk. Y agrega: “En adelante, uno se pregunta si este proceso de desinflación va a continuar hacia el objetivo de la inflación cero, y soy de la idea de que va a costar mucho reducir más estos valores”.
–¿Por qué?
–Por dos motivos. El primero es que cuando uno analiza planes de estabilización en la Argentina y en el mundo, el rigor fiscal es necesario, pero no suficiente para una desinflación rápida y duradera. Otras economías complementaron el rigor fiscal y monetario con otras herramientas. Me da la sensación de que para una fase dos más exitosa, para bajar todavía más estos niveles y llegar a un régimen de inflación baja, debería poder acudirse a estas otras herramientas, a que haya un ejercicio de sincronización de precios y salarios, que hoy está ausente. ¿Es posible que, sin hacer todo eso, baje a niveles de 2% y 1%? Yo lo veo difícil. Si pasara, me habré equivocado. Creo que, eventualmente, si se estancara la inflación en estos valores debiera acudirse a otras herramientas complementarias.
–¿Qué están viendo en las mediciones semanales de LCG?
–Que se ha estancado. Hay unas semanas en las que se acelera un poquito la inflación, y luego vuelve a caer. En promedio, si tomo los últimos dos meses, se ve el mismo estancamiento que estamos viendo en el IPC.
–Mencionó herramientas complementarias, ¿a qué se refiere?
–Herramientas que ayuden a coordinar expectativas. Pueden ir desde cosas muy sutiles, por ejemplo, una meta de tipo de cambio o de agregado monetario, transitoria o de corto plazo. Ya tenemos algo así, pero como el 2% [de suba mensual del dólar] viene desde diciembre y no funcionó como meta, hoy ha quedado gastada. Metas que podrían ayudar a un ejercicio de sincronización entre 45 millones de personas, que están remarcando sus precios constantemente. Se trata de dar una señal que ayude a que la próxima remarcación sea más o menos consistente entre todos. Y siempre a la baja. Otra cosa es que, si llegado el momento tiene que hacerse algún ajuste cambiario, [habría que] administrar precios relevantes. No es un sustituto de la prudencia fiscal o monetaria, pero sí algo que pueda inhibir desbordes en algunos precios que pueden retardar, por la inercia posterior, la desinflación buscada. Muchos programas de estabilización en el mundo, como el Austral o la Convertibilidad en la Argentina, y los de Israel, Colombia o Chile, también se han apoyado en estas herramientas complementarias para acelerar y lograr un nivel estable más bajo que el que estamos teniendo ahora.
–¿Qué análisis hace de la corrección de precios relativos?
–Hubo un avance parcial. Claramente, el Gobierno privilegió mostrar valores de inflación cada vez más bajos y una batalla ganada, y eso con un costo, que es haber supeditado esa menor inflación a desajustes de precios relativos que quedan pendientes [de corrección]. Uno puede ver esa tarea pendiente como alternativa para tener mayores márgenes fiscales para lo que se avecina, como la baja del impuesto PAIS, o cuestiones como la coparticipación a CABA, que se está pisando. Son gastos eventuales, y estos precios todavía rezagados quedan como alternativas para compensar esos mayores gastos o menores ingresos que se sabe que van a venir.
–¿Qué advierte sobre la dinámica del tipo de cambio oficial?
–Cuando uno hace una cuenta de almacenero respecto de cuáles son los dólares que van a entrar y los que van a salir, da la sensación de que son más los que van a salir. En el medio pueden pasar muchas cosas. Si viene alguien y te dice: “Te doy US$15.000 millones extras”, si el superávit energético se triplica y demás, estaremos hablando de otro escenario. Si no llegara a pasar eso, o si se demorara, da la sensación de que la cuenta del sector externo requiere una administración compleja, que implica subir los ingresos o demorar o atenuar los egresos, las importaciones. Eso se hace fundamentalmente a través del tipo de cambio. En esa lógica, la administración es compleja, porque todo dólar que sale implica que tiene que haber un dólar que entra, porque no tenemos reservas y ningún stock para poder administrarlo. Eso implica que, eventualmente, la estrategia llevada a cabo hasta ahora tendrá que modificarse en el futuro. Hasta el FMI lo dice, con distintos eufemismos, advirtiendo que no se deje atrasar el tipo de cambio, que la acumulación de reservas tiene que ser un objetivo, que la comunicación de la política monetaria tiene que ser muy clara. Eso no ha sido muy claro hasta este momento.
–¿Qué riesgos o qué efectos hay?
–Cuando estas cosas no se atacan, llega el momento en que los márgenes de maniobra se reducen y las reacciones del mercado suelen ser más virulentas que cuando se anticipa una situación. El Gobierno está haciendo una apuesta a un pleno al blanqueo, al RIGI y a que una victoria de Trump podría acelerar la posibilidad de fondos frescos, de Estados Unidos o del FMI. Hacer política económica es básicamente una gestión de riesgos. Puede salir bien, pero uno debería asumir cierta prudencia, para evitar un desenlace futuro más virulento.
–¿Quién podría prestar?
–Seguramente el Gobierno tiene mucha más información; está en negociaciones con el sector privado, un sindicado de un conjunto de bancos o algo muy puntual de un banco con una garantía de por medio. Para los montos que permitan tener las espaldas de dólares suficiente, algún desembolso importante del FMI con un nuevo programa, daría suficiente margen. Eso implica consenso. Y debería ser una prioridad del Gobierno. Pero el FMI ya fue muy enfático en cuanto a qué considera adecuado para la gestión de la macroeconomía: aplaude de pie la consolidación fiscal, considera que la política cambiaria y monetaria debería tener pequeños ajustes para poder sentirse con libertad de otorgar nuevos fondos.
–¿Para qué serviría un desembolso así? ¿Ganar tiempo, resolver el problema?
–Yo lo dividiría en dos cuestiones. Todos los préstamos financieros son para ganar tiempo, porque básicamente lo que da solvencia en el sector externo es tener exportaciones creciendo muy por arriba de las importaciones, y esa es la restricción que en la Argentina es estructural. El país ha perdido gimnasia exportadora en los últimos años: las exportaciones estaban por arriba del 20% del PBI tras la crisis de 2001 y hoy se ubican por debajo del 13%. Es un nivel muy bajo, y en 2023 fue más bajo aún, por la sequía. Eso impone un límite muy fuerte en la gestión del sector externo. Las importaciones este año estarán en un nivel ridículo, cerca de 9% del PBI. En años más o menos normales fueron de 12%, 13% del PBI. Eso impone una restricción fuerte y estructural, muy difícil de sortear de forma permanente. Implica sostener políticas macroeconómicas, elaborar una estrategia productiva y comercial para distintos productos, y es un proceso largo. Hay que administrar una transición y todo dólar que venga en términos financieros, importa. Otra cuestión es si hay nichos puntuales, como hidrocarburos y Vaca Muerta, que de por sí pueden correr esta restricción externa, no digo de forma permanente, sobre todo cuando ya hay una noción global de la transición hacia energías limpias. Insisto en que hacer política económica es hacer gestión de riesgos, y la maduración de Vaca Muerta llevará tiempo. Con lo cual, sigue siendo válida la idea de empezar a mirar las cuentas de corto plazo, que sería de ahora hacia mediados de 2025.
–¿Cómo se perdió la gimnasia exportadora?
–Esencialmente por una inestabilidad de políticas públicas que generó inestabilidad macroeconómica. Por los malos incentivos que tuvo el sector exportador por mucho tiempo. Todo se fue perdiendo básicamente por nuestra inestabilidad.
–Años de recesión, de cepo…
–Es el todo. Desde 2011 el PBI per cápita cayó 16%. Tuvimos inflación de dos o tres dígitos todos estos años, no tuvimos superávit primario por mucho tiempo y realmente hubo una displicencia en la gestión macroeconómica muy importante. Y esos desmanejos dieron como resultado la imposición, por ejemplo, de restricciones cambiarias.
–¿Qué perspectivas manejan en cuanto a la actividad economía?
–Claramente el resultado comercial que estamos viendo y que el Gobierno festeja –porque es superavitario en la parte de bienes– está muy atado al contexto recesivo. La cuenta del devengado del Indec en el primer semestre da un superávit de US$11.000 millones, y en el base caja del Banco Central pasaron a US$16.000 millones, básicamente porque hubo un cronograma para pagar importaciones. Son números positivos, pero hay que sumar los servicios, porque si bien uno exporta, el turismo emisivo implica salida de dólares. Y cuando digo lo de la cuenta de almacenero, implica un mantenimiento del nivel de reservas y de la actividad, porque si la economía creciera, las importaciones serían más altas y el sector externo estaría más restringido. Es más probable que en el corto plazo, más actividad económica pegue más en las importaciones que las exportaciones. La cuenta está más tensionada y, además, impone una restricción bastante fuerte a los ímpetus de reactivación. Recién en mayo vimos el dato del PBI mensual positivo, pero en junio los indicadores líderes mostraron más rojos que verdes, y en julio más verdes que rojos. Se ven pequeñas reactivaciones, que no dejan de ser una actividad menguada respecto del potencial. Los motores de crecimiento, al no haber inversión masiva y fuerte, podrían venir por el lado de cierta recuperación del salario real y del crédito. Pero las recuperaciones fuertes no se sustentan con eso.
–¿Qué análisis hace del RIGI?
–Es muy generoso en términos reducción de alícuotas, estabilidad de acceso a la apropiabilidad de los resultados y demás. Puede ser importante en sectores donde se sabía que hay potencial; entonces, funciona como punta de lanza para que no queden dudas de llevar a cabo la inversión. En GNL o en minería pareciera que va a funcionar así. Va a tener importancia en términos de inversión. Respecto de los dólares, no está claro que eso implique un proceso de exportación inmediato. En primer lugar, sucede que no traen dólares para invertir, sino que directamente vienen con la maquinaria y los bienes de capital, con lo cual básicamente es una importación financiada, con nulo impacto en las reservas. Puede haber algo de dólares que entren por la parte de capital de trabajo, puesta a punto o infraestructura para proyectos, pero no es que todos los dólares robustezcan las reservas. Diría que estas inversiones van a ir aportando una vez que ya estén en marcha, via exportaciones.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

sábado, 16 de junio de 2018

LA OPINIÓN DEL ECONOMISTA EMILIO OCAMPO

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EMILIO OCAMPO
Cuando era estudiante de economía, a principios de los ochenta, escuchaba a dirigentes peronistas perorar que como el consumo era el 70% del PBI, para que la economía creciera había que aumentar el consumo. Como si no hubiera pasado el tiempo, hoy escucho la misma argumentación. Hace unos días un líder de la oposición destacó la importancia de generar una dinámica en la cual "el consumo y la inversión sean los impulsores del crecimiento". Días más tarde, un popular conductor de TV con ambiciones políticas explicó, como si supiera, que "la economía tiene que tener tres patas: consumo, exportaciones e inversiones genuinas". Y agregó: "Si empezás por el consumo de la gente, dándoles para que consuman más, es posible que después vengan más inversiones".
Derivar de una identidad macroeconómica conclusiones sobre las causas del crecimiento denota un profundo desconocimiento de economía. Que una parte del ingreso se gasta y la otra parte se ahorra es una tautología. Basta trasladar el razonamiento a nivel individual. Si nuestro consumo representa el 100% de nuestro ingreso, sería ridículo deducir que para aumentar este lo que tenemos que hacer es aumentar aquel. El resultado no sería un aumento de nuestro ingreso, sino un endeudamiento creciente. Lo mismo equivale para una sociedad. Caso contrario, y usando la misma argumentación, para aumentar el PBI solo bastaría con aumentar el gasto público, lo cual es un disparate, como demuestra el caso argentino. No se puede aumentar el consumo sin aumentar el ingreso (o el endeudamiento). Y a nivel agregado no se puede aumentar el ingreso sin más trabajo, más inversión (más ahorro) y/o mayor productividad.
Nuestros políticos y aspirantes a políticos deberían seguir el consejo de José Ingenieros, quien recomendaba a "todos los hombres que tienen alguna intervención en el manejo de los asuntos públicos" leer Estudios económicos, de Juan Bautista Alberdi, una obra "de ciencia aplicada al arte de gobernar". El pensamiento económico de Alberdi sigue vigente, evidenciando la notable involución que ha experimentado el país, lo que a su vez refleja una notable incapacidad de aprendizaje a nivel colectivo. Quizá sea utópico pretender que, en una sociedad adicta al populismo, quienes aspiran a llegar al poder propongan otra cosa que populismo. Sin embargo, no hay que perder las esperanzas. Caso contrario, la única alternativa racional es emigrar.
Lo primero que tenemos que rescatar de Alberdi es su diagnóstico de nuestra situación dos décadas después de la caída de Rosas: "Nos creemos ricos y gastamos como ricos lo ajeno y lo nuestro, solo porque tenemos vastos territorios dotados de clima y de aptitudes capaces de servir al trabajo del hombre para producir la riqueza". Parecería que luego de 145 años hemos vuelto al punto de partida. Cualquier análisis económico de la realidad argentina debe reconocer este diagnóstico. El resto es cháchara populista.
Lo segundo a rescatar de Alberdi es la solución que propuso para reducir la pobreza: el trabajo y el ahorro. En su opinión, para que el primero fuera productivo, debe reunir ciertas condiciones básicas, de las que destaco dos: 1) debe ser constante y persistente, es decir, un hábito, y 2) debe ser la "virtud democrática y republicana por excelencia". Lo que el trabajo y el ahorro son para la riqueza, la ociosidad y el dispendio son para la pobreza. Esta es la relación más importante en economía, no la del PBI. Como advirtió Alberdi, si al ocio y al dispendio público y privado financiado con crédito les sumamos un mal gobierno, el resultado inevitable es la decadencia. Así estamos.
"Para vivir como el inglés y el francés... es necesario trabajar, producir como el inglés y el francés", decía Alberdi, "el que produce como un africano... no puede gastar como un europeo". También enfatizaba que el trabajo debe estar asociado al ahorro, ya que "sin este deja de ser causa de la riqueza". Es la aplicación gradual y paciente del ahorro la que "forma el capital".
Entre las principales causas de la pobreza del país (en aquel entonces), Alberdi identificaba "la sustitución del trabajo por los artificios del crédito", el "dispendio y destrozo de capitales ajenos tomados a crédito", los "empréstitos levantados para esas empresas [públicas]", el proteccionismo y los monopolios, "el lujo público y privado en obras innecesarias", la "especulación sustituida a la industria", la ignorancia general de la población sobre las causas del crecimiento, el "lujo de subvenciones y estímulos prodigados a empresas industriales", el "lujo de los viajes a Europa" y el costo "exorbitante" del gobierno cuando lo que se necesitaba era una administración "barata y eficaz".
Hace setenta años que no crecemos porque nos olvidamos de las enseñanzas de Alberdi. Lo mejor que pueden hacer nuestros políticos si verdaderamente quieren revertir nuestra decadencia es promover la cultura del trabajo y el ahorro. La afición por consumir más de lo que producimos que alienta el populismo es lo que nos lleva a endeudarnos, lo cual a su vez nos lleva inexorablemente a sucesivas crisis. La proverbial incapacidad argentina de transformar experiencia en enseñanza que destaca Santiago Kovadloff se debe a que nos aferramos a una creencia errónea: que somos ricos, pero estamos pobres porque nos explotan los de afuera. Gracias a ella pasamos de ocupar, en promedio, el sexto lugar en el ranking mundial de PBI per cápita entre 1875 y 1930 al puesto 54, en promedio, en lo que va del siglo XXI. No hay otro país que haya experimentado una decadencia semejante. Venezuela nos sigue de cerca y por las mismas razones.
"Un empobrecimiento nacido de ideas viciosas sobre el medio de enriquecer sin las virtudes del trabajo y del ahorro es una enfermedad moral", advertía Alberdi. Esta enfermedad es el populismo. Erradicarlo requiere necesariamente un cambio cultural. El Gobierno debería educar con el ejemplo.

Economista

domingo, 9 de abril de 2017

ECONOMÍA....A BUEN ENTENDEDOR....


Opinión

Claudio Zuchovicki

Burros
Un señor con mucho dinero fue un día a un pueblo y ofreció, a quien le vendiera su burro, un precio algo mayor de lo que realmente valía: supongamos que si el burro valía USD 200, este señor ofreció 250. Obviamente, muchos vendieron sus burros.
A la semana siguiente, el señor volvió ofreciendo en este caso USD 300. Otros tantos, que anteriormente no vendieron, sí lo hicieron en esa ocasión.
A los pocos días, volvió el señor -ya apodado “El loco de los burros”- ofreciendo USD 350 por cada animal. Como es normal, todos los que quedaban vendieron sus burros, quedándose el pueblo sin ninguno. El señor se fue con todos los burros, pero con la promesa de que volvería cuando haya nuevos y que pagaría más. Además, todos se enteraron que ofreció USD 600 por burro en el pueblo vecino.
Al cabo de unos días apareció otro señor, desconocido en el pueblo, con cara de tonto y despistado, que vendía burros a un precio de USD 400. Claro, era mucho más del valor inicial pero muy por debajo de lo que había prometido el comprador, así que los habitantes del pueblo usaron el dinero de la venta original y se endeudaron por la diferencia, para poder comprar estos burros a USD 400, con la esperanza de venderlos muy por encima cuando vuelva “El loco de los burros”
Ya se imaginarán cómo termina la historia: el comprador nunca volvió. Seguro fue el mismo que vendió los animales a USD 400 y el pueblo acabó de nuevo con sus burros pagados a un precio desorbitado con un dinero que no tenían, que tuvieron que pedir prestado. Es decir, acabaron endeudados sin obtener ningún beneficio de ello.
Quizás lo que más atrae de la historia es que en el pueblo todos le asignaron la culpa a un estafador llamado “El loco de los burros” que los engañó y a un prestamista que les prestó. Nadie cuestionó la avaricia de tener más de lo que uno puede pagar o mantener.
Es curioso el consenso mundial de todos los gobiernos, oficialistas y oposición: “gastar, consumir, endeudarse”. Si uno no puede el Estado lo hace por vos, total el lema es gastemos, vivamos mejor hoy y paguemos mañana o mejor dicho, mañana vemos. Pero mañana siempre llega.
Burros.

lunes, 1 de agosto de 2016

JULIO HIPÓLITO OLIVERA; EL GRAN ECONOMISTA NOS HA DEJADO HUÉRFANOS



Julio Hipólito Olivera: maestro y guía de economistas, enseñaba hasta con el silencio
Los economistas argentinos estamos de duelo. Falleció Julio Hipólito Guillermo Olivera, nacido en Santiago del Estero el 11 de junio de 1929. Abogado y doctor en Derecho por la Universidad de Buenos Aires, en economía fue esencialmente un autodidacta.



Comencemos por lo menos importante. Fue ministro de Economía de la provincia de San Luis, subgerente general del Banco Central de la República Argentina, rector de la UBA y secretario de Ciencia y Tecnología. Pero los economistas lo tendríamos muy presente aunque no hubiera ocupado ninguno de esos cargos.
Porque fue particularmente crucial en el ámbito académico. Dictó clases en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA desde 1956, contribuyendo a la modernización de los planes de estudios y la creación de la carrera de licenciado en Economía. Durante muchísimos años dictó la materia Dinero, crédito y bancos, a nivel de grado; dirigió un legendario seminario a nivel de posgrado, y también dirigió el instituto de investigaciones. Además de lo cual jugó un rol principalísimo en la fundación y el primer desarrollo de la Asociación Argentina de Economía Política.




Guillermo Calvo recuerda su paso por el seminario en los siguientes términos: "Olivera dijo: «Ustedes tienen que leer 3 o 4 libros, y ya está. Eso es economía». Valor y capital, de John Richard Hicks; Fundamentos del análisis económico, de Paul Anthony Samuelson, y Dinero, interés y precios, de Don Patinkin. Nosotros, aparte, nos pusimos a leer Teoría del valor, de Gérard Debreu. En los seminarios había un eje central, el de la economía matemática; en ese momento una novedad, hoy constituye la corriente principal dentro del análisis económico. ¡Qué entusiasmo teníamos! Entusiasmo provocado por un hombre del que nadie diría que era una tromba. Nunca llegaba y decía: «Muchachos, vamos por acá o por allá». Se sentaba en la parte de atrás del salón, no decía una palabra y nosotros nos sentíamos como si estuviéramos en presencia de... Dios. Olivera nos inspiraba con el silencio".
También fue importante su obra escrita, que probablemente tenga que ser reseñada por más de un economista, dada la diversidad de temas y el herramental utilizado. Rescato como particularmente valiosos sus trabajos referidos al dinero pasivo y a la inflación estructural. Los primeros se refieren a la necesidad de que la oferta monetaria sea endógena, si los precios, los salarios o el tipo de cambio nominales son fijados exógenamente; los segundos muestran el impacto inflacionario que produce cualquier modificación de los precios relativos, cuando los precios absolutos son inflexibles a la baja.
Como nunca faltan quienes en vez de leer pretenden llevar agua para su molino, algunos colegas citan los trabajos de Olivera para racionalizar barbaridades. Por eso es importante sintetizar lo que dijo en 1965, en su discurso de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
"Muchos estructuralistas parecen creer que, siendo la inflación estructural de origen no financiero, su eliminación debe procurarse por medios no financieros. Algo similar puede observarse respecto del monetarismo y de su receta para la inflación monetaria. Sin embargo, esta correspondencia entre las causas y los remedios no es un principio de necesidad lógica. Si se comprobara que las fluctuaciones económicas se deben a los cambios en las manchas solares, no se seguiría de esto que la única posibilidad de la política de estabilización consistiera en hallar la forma de inmovilizar las manchas solares. El monetarismo no puede ignorar que la calidad de las inversiones modifica la oferta de bienes; el estructuralismo, que el grado de flexibilidad de los precios no es independiente de las condiciones de liquidez de la economía".
En lo personal, era fantástico interactuar con él, pero para lograrlo el interlocutor tenía que "saltar el cerco" que generaban su currículum y su solemnidad. Quienes lo hicimos, guardamos preciosos recuerdos; al resto le queda la obra escrita. Repito: léanlo, antes de citarlo.
JUAN CARLOS DE PABLO



OBRAS

  • "Banca central, federalismo económico y constitución monetaria" - 1992.
  • "Structural Inflation in a semi-centralized economy" - 1990.
    • "La ciencia económica como hermenéutica social" - 1993.
  • "Economías distribucionales" - 1989.
  • "L´inflexibilite des prix a la baisse" - 1984.
  • "Structural economics and linear systems" - 1976.
  • "Bernoullian Production Sets" - 1973.
  • "On Passive Money" - 1970.
  • "Die universitat als Produktionseinheit" - 1967.
  • "Cyclical economic growth under collectivism" - 1960.

miércoles, 9 de marzo de 2016

DESPEDIMOS CON PROFUNDO RESPETO AL DR. ALDO FERRER


Aldo Ferrer: heterodoxo y coherente con sus ideas, sintetizadas en el eslogan "Vivir con lo nuestro"
 

Ferrer tuvo una vasta trayectoria en la gestión pública.

Aldo Ferrer, quien falleció ayer a los 88 años, ya no tenía tantas coincidencias con su amigo y colega Marcelo Lascano acerca de las políticas kirchneristas cuando estalló el conflicto con el campo, en 2008. Pero poco después Lascano seguía hablando de él con mucho afecto y lo recordaba como "un buen tipo y honesto" que estaba muy decaído y entristecido desde el fallecimiento de su esposa.

Ferrer tuvo una vasta trayectoria: encabezó la cartera de Hacienda durante los gobiernos de facto de Roberto Marcelo Levingston y de Alejandro Agustín Lanusse; presidió el Banco Provincia entre 1983 y 1987, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, fue titular de la Comisión Nacional de Energía Atómica bajo la gestión de Fernando de la Rúa, y embajador en Francia en la administración de Cristina Kirchner, entre otros cargos.
Su concepto económico central fue sintetizado en el eslogan "Vivir con lo nuestro" en los tiempos en que los economistas heterodoxos en la Argentina seguían a Raúl Prebisch y hablaban del "deterioro secular de los términos de intercambio". Es decir que, por siempre jamás, lo que la Argentina exportaba (materias primas) valdría cada vez menos en los mercados internacionales, mientras lo que demandaba, fundamentalmente tecnología, valdría cada vez más. Un esquema de desarrollo debía basarse en capitales propios en un país de la periferia que debía ser una economía relativamente cerrada y protegida de los flujos internacionales, en especial, de los de capitales y las deudas.
Las curiosidades de la vida hicieron que tuviera una altísima exposición por sus actividades en los gobiernos de los Kirchner en momentos en que la situación internacional cambió dramáticamente y hubo una mejora difícil de igualar de los términos del intercambio durante la cual la Argentina, por ejemplo, optó por prohibir las exportaciones de carne vacuna. No hubo oportunidad de debatir si no se había alcanzado la paradoja que formuló en los 60 Carlos Díaz Alejandro, según la cual cerrar la economía no sólo no era progresista, sino peligroso porque podía orientarse sólo a la sustitución de importaciones, mientras dejaba creciendo la pobreza, por ejemplo.
Hubiera sido interesante discutirlo con Ferrer, sobre todo ahora que parece haber una nueva ola de acceso a los mercados a la que él, por supuesto, se oponía, insistiendo en "vivir con lo nuestro".
Seguramente, en su gestión pública lo menos lucido haya estado en su participación en el directorio de la fantasmal y controvertida Enarsa, una empresa estatal que a la hora de ser auditada por los organismos de control se transforma en privada y los rechaza.
Hasta último momento escribió para las publicaciones ultra K Infonews y Buenos Aires Económico defendiendo los postulados K y criticando la política supuestamente "neoliberal" de Mauricio Macri.
Probablemente haya faltado un poco a los debates más calientes entre los seguidores de los Kirchner y sus opositores porque no hay en sus escritos opiniones personales, agravios. Prefería, y lo decía, hablar de las ideas y de sus consecuencias, no de las personas en particular. Era frecuente verlo en programas del canal de cable TN, cuando la pelea entre el Gobierno y el Grupo Clarín era de la más alta intensidad. Y mantenía su tono moderado y reflexivo, que eran condiciones menos que escasas en otros discursos heterodoxos, kirchneristas o lo que en ese momento estaba planteado como el keynesianismo en la Argentina. También aplicado de modo extraño, pero con el apoyo de sus ideólogos locales. El estímulo monetario aparecía en condiciones de bonanza, no en medio de una situación de inminente crisis.
Ferrer fue además uno de los impulsores del grupo Fénix, formado en 2000 por economistas opuestos a las políticas de los 90.
En sus ratos libres iba al Club de Amigos. Era común encontrarlo practicando natación en la piscina cubierta o disfrutando de las charlas para socios que daba, organizadas por la institución, con buena asistencia a pesar de que pueda pensarse a los socios como poco afectos al kirchnerismo.
J. O.