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viernes, 16 de agosto de 2024

JOSÉ CLAUDIO ESCRIBANO...¡¡¡DISTINCIÓN!!!!!! Y EDITORIAL


José Claudio Escribano, distinguido a sala llena en la Legislatura porteña
Reconocido periodista e integrante del directorio de S.A. La Nación, recibió hoy ante cientos de personas la distinción como Personalidad Destacada en el ámbito de la Cultura
Celina Chatruc

Tras recibir la distinción, Escribano conversó con Joaquín Morales Solá y Graciela Guadalupe
Cientos de invitados especiales de diversos ámbitos colmaron hoy el Salón Dorado de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para asistir al acto de distinción del doctor José Claudio Escribano, integrante del directorio de S.A. La Nación, como Personalidad Destacada en el ámbito de la Cultura. Se trata de un nuevo reconocimiento a su destacada trayectoria en el ejercicio del periodismo, profesión que ejerce en este diario desde hace casi siete décadas.
“Es un reconocimiento merecido para alguien que ha dedicado su vida a formar, informar, educar e inspirar”, dijo la diputada porteña María Luisa González Estevarena, impulsora del proyecto de declaración aprobado por los legisladores el mes pasado. “Su nombre es símbolo de periodismo”, sostiene dicho texto, que repasa los hitos de su extensa carrera. Destaca, además, que sus columnas de opinión “son consideradas de las más influyentes del país”.
“Este edificio se halla en un punto casi equidistante entre el solar histórico de LA NACION, en San Martín 344, en que soñé por años sueños juveniles, y la casa de dos patios de mis abuelos maternos donde nací, en Carlos Calvo, frente al viejo mercado de San Telmo”, sostuvo a continuación Escribano en sus emotivas palabras de agradecimiento. Las dirigió tanto a Estevarena y a los diputados que aprobaron el proyecto como a su esposa, Rita, y a familiares, amigos, maestros, colegas y académicos. También a “los que luchan a diario por las libertades públicas y la decencia de quienes nos gobiernen”.
Muchos de ellos se encontraban allí, en una sala llena de políticos, diplomáticos, economistas, periodistas y miembros del Poder Judicial; representantes de diferentes cleros y de instituciones como la Sociedad Rural, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) y la Academia de Ciencias Morales y Políticas, así como del mundo empresarial y de la cultura, que le dedicaron de pie un extenso aplauso.

“Sin vocación se pueden hacer pocas cosas bien”, reflexionó en una conversación con los periodistas Joaquín Morales Solá y Graciela Guadalupe, que abarcó diversos temas. “La vocación nos ayuda muchísimo a que el ejercicio de un oficio nos permita divertirnos en el sentido más profundo de la palabra –agregó-, a sentir un confort natural por lo que hacemos. La gran pregunta va a estar siempre pendiente: ¿Hasta qué punto el esfuerzo empujado por la vocación para llegar alto nos lleva a actuar con cierto egoísmo, abandonando otras cosas que son importantes en la vida? Todavía no tengo respuesta para ello”.
A la hora de hablar de política, Morales Solá quiso saber su opinión sobre los muchos presidentes de cuyo gobierno fue testigo. Escribano aseguró que “la mejor impresión” se la dio a Arturo Frondizi, por “la prestancia de hombre de Estado que naturalmente tenía”. De Alfonsín, con quien reconoció “muy importantes diferencias en el terreno económico”, rescató su gran calidez. “El peor presidente, creí que era Néstor Kirchner –concluyó–. Pero creo que es el último, Alberto Fernández, el peor de todos”.

Respecto de Javier Milei, confesó no haber visto nunca “un jefe de Estado con un comportamiento, con una configuración emocional tan desbordante”. Y consideró que “gran parte de ese 56% que el 19 de noviembre de 2023 puso el voto en las urnas por él, más que votar estuvo vomitando lo que había tragado durante décadas, décadas y décadas. Y así estamos, como consecuencia de ese hartazgo social”.
En su larga carrera no faltaron amenazas, reconoció, como la que le hizo Emilio Eduardo Massera. “Si yo fuera usted –le dijo el exmilitar–, no andaría caminando por las calles de la ciudad porque los jóvenes oficiales de la Armada lo tienen en la mira”. Escribano le respondió caminando hasta su casa, que quedaba a varias cuadras de distancia. “La experiencia siempre me dijo –explicó- que al miedo hay que combatirlo con más miedo”.
Escribano agradeció especialmente a su mujer, Rita
Respecto de los títulos más memorables, destacó el que escribió cerca de las tres de la mañana del 2 de abril de 1982: “Tropas argentinas desembarcaron en el archipiélago de las Malvinas”. “Esa edición salió a las cuatro y media de la madrugada –recordó– y a las cinco estaba rebotando la noticia en todo el mundo”.
Lleva en la sangre la pasión por la primicia. Biznieto, nieto y sobrino de quienes también cumplieron funciones en LA NACION, Escribano desarrolló su carrera profesional casi exclusivamente en este diario. Nacido el 3 de diciembre de 1937, comenzó a trabajar en la redacción cuando tenía apenas 18 años, aunque ya colaboraba desde los 17. A los 23 se convertiría en editor de la sección Políticas, Parlamentarias y Gremiales. Luego sería designado, en forma sucesiva, corresponsal viajero para América Latina, subjefe de editoriales, secretario general de redacción y subdirector. Desde 1997 integra el directorio de lo que hoy es una compañía de medios multiplataforma.
Cientos de invitados especiales colmaron el Salón Dorado de la Legislatura
Abogado por la Universidad de Buenos Aires, Escribano se especializó en el World Press Institute e integró el directorio de la World Association of Newspapers (WAN). Presidió Adepa, su Comisión de Libertad de Prensa y la Academia Nacional de Periodismo.
Miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas de la Argentina, de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas de Venezuela y del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), fue condecorado por los gobiernos de Italia, España y Francia. Entre muchas distinciones, recibió además el Premio Internacional de Periodismo Rey de España y en tres oportunidades obtuvo el Konex de Platino.
José Ignacio López, entre los presentes
A este extenso currículum, muchos de los presentes sumaron ayer elogios. Entre ellos su colega Hugo Caligaris, exeditor de LA NACION y coautor junto con Encarnación Ezcurra del libro Escribano (Planeta): “Es un paradigma del periodismo en su antigua acepción –opinó-: el que investigaba, culto y con rigor. Es el paladín de ese periodismo serio”.
Entre los cientos de invitados que asistieron al acto se encontraban, en primera fila, el doctor Carlos Rosenkrantz, ministro de la Corte Suprema de Justicia; el doctor Julio Saguier, presidente de SA La Nación y su esposa, María Garciarena; el vicealmirante Carlos María Allievi; Jorge Telerman, director general del Teatro Colón, y el doctor Alberto Dalla Vía, presidente de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, y el doctor José Antonio Aranda, vicepresidente del Grupo Clarín. Además de Rita Viglierchio de Escribano, sus hijas y sus nietos, estuvieron presentes Juan de Alzaga, Inés Pertiné de De la Rúa; Luis Ovsejevich, presidente de Fundación Konex; el exdiputado nacional Facundo Suárez Lastra; el doctor Adalberto Rodríguez Giavarini; el exministro Jesús Rodríguez; el fotógrafo Aldo Sessa; Fernán Saguier, director de LA NACION; Emilio Perina; Francisco Seghezzo, CEO de La Nación; Marcos Pereda; el filósofo y escritor Santiago Kovadloff; José Ignacio López; María Elisa Mitre; el historiador Natalio Botana; el doctor Martín Etchevers, de Adepa; Javier Negri; Federico Carenzo; Carlos Pagni; Jorge Fernández Díaz, Félix Sammartino; Daniel Dessein; la historiadora María Sáenz Quesada; el capitán de navío Juan Carlos Marra; el doctor Máximo Bomchil; el doctor Horacio Jaunarena; el doctor Ricardo Gil Lavedra; Alina Diaconú; Juan Carlos Torre, Jorge Vanossi y Miguel Ángel Broda.




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La felicidad de agradece
José Claudio Escribano

Palabras pronunciadas ayer por el autor en el acto en el que fue distinguido como Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de la Ciudad
En tono íntimo, que excederá de lo habitual en estos casos, procuraré que al hablar me acompañe como protagonista la virtud del agradecimiento.
Comienzo por la gratitud hacia usted, diputada Marilú González Estevarena. Ha sido alma mater de una iniciativa gestada con delicada destreza política. De otro modo, no se explicaría que esté honrado en este escenario un vecino que ha expuesto a lo largo de la vida pensamientos no necesariamente coincidentes con los de mayorías persistentes o más o menos ocasionales. O con lo que deviene, una por una, de la decena de corrientes políticas que conforman esta Legislatura. Agradezco a usted, Marilú, esta declaración, y en general a todos los diputados, cualquiera que haya sido la actitud que asumieron al votar la iniciativa.
Este edificio se halla en un punto casi equidistante entre el solar histórico de LA NACION, en San Martín 344, en que soñé por años sueños juveniles, y la casa de dos patios de mis abuelos maternos donde nací, en Carlos Calvo, frente al viejo mercado de San Telmo. Cuando paso por allí se recorta en mi agradecida memoria la figura de José Durán, mi abuelo materno, gallego, oriundo de Pontevedra. Había llegado como un polizón de 19 años a fines del siglo XIX. En aquel barrio españolizado José encontró asilo y trabajo en la despensa de un compadre. De noche dormía debajo del mostrador.
Lo desconcertaría ver hoy el desmedro del mérito que en otro tiempo se acreditaba por esfuerzos perseverantes como pauta natural para el ascenso social. Descuento que Claudio Escribano, mi otro abuelo, estaría por igual contrariado por esa contracultura del siglo XXI. Era un castellano que advino a la Argentina desde las serranías yermas que entornan a Sigüenza. Fue un comerciante próspero hasta que lo aniquilaron la crisis del treinta y la obcecación, se dirá que atrabiliaria, de que tan indigno como deshonrar las deudas es contraerlas.
Fueron ambos modelos de mis padres. En esa devoción por ellos vinculo a las maestras, pulcras en lo moral y en el aseo, de la escuela pública en que aprendí a leer y escribir. Después se sucedieron otras escuelas, cuyas puertas de salida activaba mi incontrolable conductalecimiento ta de párvulo revoltoso. En contraofensiva en principio eficaz, mis padres aconsejaron el ingreso en el Liceo Naval, en Río Santiago. Al cabo de tres años, las autoridades de ese instituto, señalado a comienzos de los sesenta en papeles de la Unesco como uno de los mejores colegios secundarios de América Latina, llamaron a mis padres. Los notificaron de un dictum inapelable y realista: el hijo carecía de aptitud militar para proseguir en un ámbito de rigurosas exigencias.
En los años altos de la vida, no vacilo en decir que revalorizo ese trienio como el tiempo mordiente que ha terminado por sedimentarse en la memoria como un eje sin el que sería imposible explicarme a esta altura a mí mismo. En ese internado establecí amistades perdurables y absorbí lo que pude de la templanza de carácter y del forgeneral físico a que propendía la élite de oficiales de la Armada que nos guiaban. Ahí se alumbró mi interés por la cultura y los mundos innúmeros del conocimiento. Ahí disfruté de las clases de profesores como Héctor Ciocchini. Éramos chicos a quienes desde su cátedra de Castellano este platense erudito en letras azuzaba a ensayar metáforas a fin de combatir la imaginación conceptual magra y la pobreza en la asociación de ideas. Ciocchini colocaba la vara de tal modo que Jorge Luis Borges posaba como invicta, claro, y monumental referencia.
Estos agradecimientos incompletos hacen hincapié en las generaciones de maestros y de periodistas de con quienes LA NACION compartí jornadas inacabables de tareas, atemperadas en su rigor por la vocación en que ardíamos. En la había empezado a los dieciocho nacion años un noviciado tropezoso en la transición de aspirante a cronista. Me salvó del temprano naufragio la indulgencia que suscitaba la condición de sobrino, de nieto y de biznieto de quienes antes habían cumplido funciones en el diario que fundó Mitre. La endogamia, confío que se infiera de esto, no siempre precipita resultados fatales.
Leoplán fue una revista de interés y predicamento literario en su larga época. Reservaba un espacio para que alguien respondiera a la pregunta, bastante comprometida, de “¿Qué opina usted de sí mismo?”. En una edición de 1935 Borges aceptó el reto. Contestó que para él cabían varias respuestas, según la hora, según la temperatura, según el régimen dietético, según las personas que esperara.
Elijo esta tarde ese condicionante último. Están quienes esperaba que estuviesen: la familia, los amigos, los académicos que me ilustran, los que luchan a diario por las libertades públicas y la decencia de quienes nos gobiernen. He identificado con placer, además, a quienes por sí, o por las instituciones que representan, han contribuido a hacerme más útil y venturosa la existencia.
Queda en este orden de sentimientos un podio por destacar. Corresponde a Rita, la mujer y compañera, valerosa y compasiva, en 56 años de vida en común. Rita puso el pecho ante amenazas y puso el hogar al hombro en las ausencias impuestas, como lo saben las mujeres de tantísimos colegas, cuando el oficio reclama con obstinación a sus esposos en las horas más impiadosas para ellas, día tras día, año tras año. Gracias.
“... vinculo a las maestras, pulcras en lo moral y en el aseo, de la escuela pública en que aprendí a leer y escribir”

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Corte Suprema: idoneidad y ética intachable
La decisión de los senadores en la elección de los integrantes del máximo tribunal pone en juego la calidad de nuestra Justicia y nuestro futuro como nación
El país está recorriendo los últimos tramos del proceso previsto en el decreto 222 de 2003, que establece el marco normativo para la preselección de candidatos con vistas a la cobertura de vacantes en la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Mediante el artículo 3° de aquel instrumento presidencial se dispuso que la designación debía permitir, “en la medida de lo posible”, reflejar las “diversidades de género”, además de tomar en cuenta las especialidades profesionales e integración con un sentido regional y federal. También, que para ser juez de la Corte deben cumplirse requisitos ineludibles relativos a la integridad moral, la idoneidad técnica, el compromiso con la democracia y la defensa de los derechos humanos.
Aquel decreto, ratificado por el presidente Javier Milei, sumó un artículo para hacer aplicable ese procedimiento cuando exista certeza de que se producirá una vacante en una fecha determinada. Ese supuesto se aplicaría para la designación de un nuevo integrante del más alto tribunal en diciembre próximo, ya que el 29 de ese mes el juez Juan Carlos Maqueda cumplirá 75 años sin que haya requerido con una antelación no menor a un año la posibilidad de un nuevo nombramiento, tal como exige la ley.
Recientemente, el presidente del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, Ricardo Gil Lavedra, adelantó en una nota enviada al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, el rechazo de las propuestas del Gobierno para nominar al juez federal Ariel Lijo y al abogado Manuel José García-Mansilla para cubrir las vacantes en la Corte Suprema y advirtió que la iniciativa presidencial que finalmente deberá ser debatida por el Senado es “inconstitucional, antidemocrática y discriminatoria”, al no prever la incorporación de ninguna mujer en un tribunal integrado exclusivamente por varones. Cabe recordar que resta cubrir la vacante producida por la renuncia de Elena Highton de Nolasco en 2021, por lo que ésta sería la primera vacante por cubrir con otra mujer. En adición a lo anterior, un importantísimo y más amplio número de organismos y de personalidades del ámbito de la Justicia, de la política, de la academia y de los medios de prensa hicieron eje en el inconmensurable error del Gobierno de designar a Ariel Lijo como candidato, dadas sus más que dudosas cualidades éticas, sus falencias técnicas y la ya más que notoria intención de hacerse de ese cargo en connivencia con el kirchnerismo con el fin de garantizarle impunidad a Cristina Kirchner y a otros funcionarios de los gobiernos kirchneristas con sentencias condenatorias aún no firmes, en los procesos judiciales que se les siguen.
Hace varios años, desde estas columnas, nos pronunciamos favorablemente respecto de la conveniencia de que a Elena Highton la reemplazara una mujer, por cuanto existía y existe aún un extendido consenso para que ello ocurra. Hay muchas abogadas que cuentan con inmejorables antecedentes compatibles con las altísimas exigencias de la función, plausibles de ser consideradas criteriosas custodias de la Constitución, por encima de facciosas y oportunas conveniencias. En una breve síntesis que con seguridad dejará afuera a muchas más especialistas de nota, podemos citar entre ellas a las abogadas Agustina O´Donnell, María Rosa Cilurzo, Patricia Ziffer, Isolina Dabove, Alejandra Lázzaro, Ivana Bloch, Carolina Robiglio, Alejandra Rodríguez Galán, Laura Monti, Maria Elsa Uzal, Jimena de la Torre y Agustina Díaz Cordero, tan solo por la ciudad de Buenos Aires. Y muchas también en el interior, como Delia Ferreira Rubio, Aída Tarditti y Carolina Prado (Córdoba), Liliana Negre de Alonso, (San Luis), Gabriela Ábalos (Mendoza), Martha Altabe y Mirta Sotelo de Andreu (Corrientes), Emilia María Valle (Chaco) y María del Carmen Battaini (Tierra del Fuego).
Sería interesante que, como representantes de las provincias y conocedores de sus terruños, los mismos senadores le acercaran al Poder Ejecutivo nombres de mujeres juristas valiosas para ocupar ese alto cargo.
En nuestra Constitución nacional se prevé la igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y partidarios. Los jueces de la Nación resultan de procesos de elección, si bien por medios indirectos ya que los eligen autoridades que surgen de comicios nacionales (el presidente de la Nación con el acuerdo del Senado) o con intervención del Consejo de la Magistratura para los miembros de tribunales inferiores a la Corte.
Establece la Ley Fundamental, por otra parte, la necesidad de la acción positiva que garantice la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos no solo constitucionalmente, sino también por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de las mujeres. Al mismo tiempo, sostiene que todos los habitantes somos iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad.
El otro requisito que aquí nos ocupa, como ya lo hemos destacado en otras ocasiones, es que la persona elegida para ocupar un sitial en el más alto tribunal –sea hombre o mujer– reúna condiciones no negociables, como lo son una sólida formación jurídica, independencia de los poderes político, económico y sindical, y una trayectoria éticamente irreprochable. Ciertamente, el doctor Lijo carece de esos necesarios e ineludibles pergaminos para integrar la Corte Suprema.
Los tiempos corren y la decisión del Senado pareciera ser inminente. Nuestra historia institucional ya ha demostrado que una ampliación del número de integrantes de la Corte, lejos de constituir una alternativa, es solo otra forma más de equivocar peligrosamente el camino. Como ciudadanos no podemos perder de vista qué es lo que está en juego: la calidad de nuestra Justicia y, por ende, nuestro futuro como nación. La palabra y la decisión la tienen ahora los senadores, frente a una sociedad que clama por una Justicia verdaderamente independiente, eficaz y previsible, que estimule el desarrollo individual y colectivo.

El blanqueo en las provincias
Alos efectos de asegurar su éxito, el paquete tributario aprobado por el Congreso invita a provincias y municipios a adherir al régimen de regularización de activos. Este acompañamiento es crucial para el éxito del blanqueo.
Para ello, aquellos distritos deberían dictar las correspondientes disposiciones legales liberando de todo tributo omitido por los bienes exteriorizados, con las respectivas exoneraciones de sanciones. Nos referimos a tributos tales como los de ingresos brutos, sellos, inmobiliario, transmi sión gratuita de bienes, automotores y tasas retributivas de servicios municipales, como la tasa de seguridad e higiene, entre otros.
La ciudad de Buenos Aires impulsaría próximamente su adhesión al régimen, mientras que Entre Ríos, a través de un proyecto de ley, propone adherir al blanqueo, disponiendo la exención del impuesto sobre los ingresos brutos y cualquier otro impuesto provincial que correspondiera. En la posición contraria, se encuentra Neuquén, que presentó un proyecto de ley, tendiente a una reducción del 50% del impuesto de sellos y liberación del impuesto sobre los ingresos brutos, en los casos de regularizaciones de hasta 100.000 dólares. De superarse tal importe, se pretendería aplicar una alícuota del 0,75% al 1,25%.
Sería vital que la mayoría de las provincias y los municipios dictaran su normativa de adhesión para que se puedan cumplir los objetivos del gobierno nacional. El país necesita que los fondos ocultos empiecen a producir.


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