miércoles, 13 de julio de 2016
Y TODO ESTO PASABA HACE 200 AÑOS......
1816, el año del estetoscopio, la independencia y el colesterol
¿Qué estaba pasando en el mundo el 9 de julio de 1816? Entre otras cosas, se sacaban las primeras fotos, se inventaba el motor de Stirling y las baterías y se empleaba por primera vez un neologismo que, levemente modificado, está en boca de todos.
Hace 200 años, la Nación declaraba su independencia. Fue una decisión no sólo histórica, sino muy visionaria y de una tremenda valentía (todos nuestros próceres se estaban jugando la vida). Ahora bien, en nuestra mente, 1816 es un óleo con galeras, pantalones calzados, bastones y luz de velas. ¿Pero qué estaba pasando en el mundo en esos años en que se fundó nuestra Nación? Extraño como pueda sonar, la foto de 1816, en el nivel global, dista mucho de la proverbial estampa de la Colonia.
Fiestas Mayas, litografía de Carlos Pellegrini de 1841. Foto: GENTILEZA MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES
El año en que la Argentina declaró su independencia fue bisiesto y, en el hemisferio norte, se lo conoció como el Año sin Verano, el Año de la Pobreza o El Verano que no Fue, entre otros nombres. En 1815 había hecho erupción de forma catastrófica el monte Tambora, ubicado en la actual Indonesia. Este invierno volcánico vino a agravar la fase fría que estaba atravesando el planeta desde el siglo XIV y se estima que causó unas 200.000 muertes sólo en Europa.
En el año de la independencia, se estrenó El Barbero de Sevilla, de Rossini. El teatro se llamaba Argentina, porque estaba situado en la plaza Largo di Torre Argentina, en Roma. Es una casualidad, pero me gusta verlo como un presagio.
Muy lejos de Tucumán, en otro hemisferio, para la época casi en otro planeta, un grupo de artistas liderado por Lord Byron inicia en 1816 en la Villa Diodati, Suiza, el desafío de los cuentos de fantasmas. Se originan así el Frankenstein de Mary Shelley (que se publicará, de forma anónima, en 1818, el mismo año de la Batalla de Maipú) y El Vampiro, de Polidori (que aparece en 1819, el año de la Batalla de Boyacá).
Un cuadro que me resultaba fascinante por su poder dramático en mi adolescencia es La Balsa de la Medusa, de Théodore Gericault.
El inmenso cuadro de casi 5 metros de alto por 7 de ancho tiene sus raíces en un hecho real que ocurrió también en 1816. El 17 de julio encalló la fragata Medusa frente a la costa de Mauritania y 147 náufragos intentaron un viaje en la balsa fatídica. Sólo 15 sobrevivirían.
Estados Unidos, que se ha emancipado del Imperio Británico 40 años antes, recibe en 1816 a Indiana. Es el Estado número 19 de los actuales 50.
Aparte este marco rápidamente bosquejado, impresionan las noticias técnicas que vienen de esos días, dos siglos atrás. Por ejemplo, en 1816 se inventa un instrumento que sigue usándose hoy, que todos conocemos y que, cuando lo vemos, de ninguna manera nos hace pensar en la Declaración de la Independencia. Me refiero al estetoscopio, creado por René Laënnec .
Ese año también se funda la empresa E. Remington and Sons, que fabrica armas de fuego y que en el último cuarto del siglo comercializará la máquina de escribir que había sido ideada en 1866 por Christopher Latham Sholes.
Pero hay más, y más moderno. En 1816 el reverendo escocés Robert Stirling inventa un tipo de motor que lleva su nombre, como alternativa a la máquina de vapor. Nunca llegará a desplazarla, pero 2 siglos después, ante el acuciante desafío de reducir nuestro irresponsable despilfarro de energía, su altísima eficiencia (cercana al 50%) vuelve a poner el motor de Stirling en el centro de la escena.
Aunque nuestros próceres pasaron dos meses viajando hasta Tucumán para declarar la independencia, la ayuda ya estaba en camino: en 1816, el inglés George Stephenson, conocido como el Padre de los Ferrocarriles, patenta un tipo de riel que podrá soportar locomotoras pesadas. La suya, llamada Locomotion, se construirá en 1824.
En 1816 nacen dos hombres cuyas obras están aun entre nosotros. Por un lado, el óptico Carl Zeiss; todavía hoy se destaca si una cámara, un smartphone (como varios de Nokia) o un accesorio para celulares usa lentes de Carl Zeiss. En 1816 también nace Werner von Siemens, cuya marca no necesita presentación.
Durante los años cercanos a la Declaración de la Independencia han ocurrido o van a ocurrir hechos significativos. Pero el error de paralaje histórico es impactante. Por ejemplo, el 18 de junio de 1815 se libra la Batalla de Waterloo.
Uno tiende a pensar que esto está muy lejos de nuestra actualidad. No tanto. Ese año, Michel Eugène Chevreul redescubre el colesterol, que había sido identificado originalmente por François Poulletier de la Salle en 1769, y al año siguiente usa por primera vez el neologismo colesterina, del que deriva colesterol.
Al año siguiente de la Declaración de la Independencia, se inventa la forma más primitiva de bicicleta, conocida en español como draisiana. Es el año del Cruce de los Andes.
En 1814 se empiezan a fabricar relojes en serie, y todavía antes, en 1810, el año de la Revolución de Mayo, el inglés Peter Durand, basándose en una idea del francés Philippe de Giraud, patenta un invento de una actualidad asombrosa: la lata de conserva.
El código Morse, que uno tiende a asociar más bien con la Primera Guerra Mundial, fue creado sólo 20 años después de que la Argentina declarase su independencia. El año anterior, en 1835, una lámpara eléctrica que funciona de manera constante es demostrada públicamente en Escocia por James Bowman Lindsay. Pero el antecedente es mucho anterior, previo incluso a la Revolución de Mayo. En 1802 Humphry Davy logra crear luz por medio de un arco eléctrico tan precursor como efímero. Todavía no es su tiempo y dos años después Frederick Albert Winsor patenta por primera vez la iluminación a gas.
Con todo, es imposible no mencionar aquí al italiano Alessandro Volta, que en 1800 inventa la tatarabuela de todas las baterías; su apellido bautizará en 1881 una de las palabras más representativas del siglo XX, el voltio.
En 1816, Nicéforo Niépce logra captar las primeras fotografías, aunque el proceso no resulta permanente. Luego de rever sus procesos, consigue tomas que perduran en el tiempo; la más antigua que sobrevive es de 1826 o 1827.
Y la lista sigue. Porque aunque la estampa colonial es genuina, también es cierto que nuestra independencia se forjó cuando gran parte del mundo transitaba por el corazón de la Revolución Industrial. Y eso agiganta todavía más el genio de nuestros próceres, porque la idea de nación que concibieron estaba mucho más sintonizada con el mundo que vendría que con el mundo de las galeras, la esclavitud y la luz de velas en el que estaban inmersos.
A. T.
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