La ley de educación debe cumplirse
Alieto Guadagni,
Gisela Lima
Son pocos los niños beneficiados por la jornada escolar extendida o completa (JEE/JC) establecida por ley. El paso necesario que debemos dar hacia la meta de calidad educativa con inclusión social es incorporar más escuelas a la JEE/JC, por eso es preocupante que no se esté cumpliendo la ley 26.075, de financiamiento educativo, sancionada en diciembre de 2005. El gasto en educación se acercó bastante al 6% del PBI, tal como lo dispuso esa ley, pero el caso es que esta ley también establecía en su artículo 2 otra meta importante, para ser lograda hacia 2010: "Lograr que, como mínimo, el 30% de los alumnos de educación básica tengan acceso a escuelas de jornada extendida o completa, priorizando los sectores sociales y las zonas geográficas más desfavorecidas". Al año siguiente, el 14 de diciembre de 2006 fue sancionada la ley de educación nacional, la cual ratificó esa meritoria meta en su artículo 26, al disponer: "Las escuelas primarias serán de jornada extendida o completa con la finalidad de asegurar el logro de los objetivos fijados para este nivel por la presente ley".
En el mundo hay una tendencia general a facilitar la educación primaria extendiendo la jornada escolar, es decir, la cantidad de horas en la escuela. Por esa razón, en diciembre de 2010, la presidenta Cristina Kirchner suscribió las metas educativas fijadas para el año 2021, durante la Cumbre de Jefes de Estado Iberoamericanos realizada en Mar del Plata. La meta acordada fue entonces la siguiente: "En 2021 entre el 20% y el 50% de las escuelas públicas primarias tienen jornada completa". Lamentablemente, la realidad es otra, ya que el Ministerio de Educación informa en su Anuario Estadístico Educativo de 2015 que en las escuelas primarias estatales apenas el 13,40 por ciento de los niños goza de los beneficios de la JEE/JC. Estamos lejos de acercarnos al cumplimiento de esta importante meta educativa dispuesta por el Congreso hace ya once años. En todo el país son pocos los alumnos primarios estatales que gozan de los beneficios de la JEE/JC, pero hay una gran desigualdad entre las provincias, ya que esta proporción supera el 40 por ciento en Córdoba, la ciudad de Buenos Aires y Tierra del Fuego; pero cae por debajo del 5 por ciento en el conurbano, Corrientes, Santa Cruz y Neuquén. El caso del conurbano es grave, ya que aquí se concentra el núcleo duro de la pobreza y la exclusión social.
Es preocupante reconocer que el reducido nivel de conocimientos de nuestros niños los ubica por debajo de seis países latinoamericanos (Prueba Unesco Terce-2013). Todos estos países tienen más horas de clases que nosotros, lo notable es que al mismo tiempo estos países también tienen más alumnos por cargo docente que nosotros; por ejemplo, los niños colombianos y chilenos tienen 40 por ciento más de horas de clase que los nuestros; sin embargo, nosotros tenemos entre 75 y 100 por ciento más cargos docentes por alumnos que ellos, ya que en Chile hay 21 alumnos por cargo; en Colombia, 24, y aquí hay 12. El caso es que los niños de estos países tienen mayores conocimientos que los nuestros, a pesar de que nosotros tenemos más docentes.
Lograr que los alumnos tengan acceso a escuelas de JEE/JC, priorizando los sectores sociales y las zonas geográficas más desfavorecidas, es un claro pero incumplido mandato legislativo. Y aquí radica una diferencia entre los niños de hogares con recursos económicos, que pueden abonar una cuota y así asistir a las escuelas privadas que ofrecen JEE/JC, y los niños pobres, que no tienen esta opción. Así se consolida la desigualdad social, ya que se niega el principio fundamental de la igualdad de oportunidades.
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Es positivo tener un amplio plantel docente para cumplir con la JEE/JC, pero es importante no sólo aumentar las horas en la escuela, sino también mejorar la formación de los docentes; no basta con tener muchos docentes, sino que deben estar bien preparados. Esto exige por lo menos tres cosas. Primero, que la carrera docente tenga nivel universitario, como en los países con buenas escuelas. Segundo, lograr que los mejores estudiantes secundarios de hoy sean los maestros de mañana, como ocurre en Ecuador, Finlandia y Corea. Finalmente, las remuneraciones de los docentes deberán ser las más atractivas de la administración pública. Nada de esto es fácil, por eso debemos comenzar ya.
Guadagni integra la Academia Nacional de Educación, y Lima, la Universidad de Belgrano
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