viernes, 15 de septiembre de 2017

DORMIR BIEN, ES SALUD...NO CAIGAS EN ADICCIONES .....


"Un capítulo más y después me voy a dormir", una gran mentira
Malditas plataformas de streaming, me cambiaron la vida. Me quitaron horas de sueños. Sí, lo reconozco: formo parte de ese casi 75% de porteños que se queda despierto hasta más tarde de lo habitual por culpa de las series.
Mi vida era mucho mejor antes, sin ellas. Ahora, las noches son más extensas, maratónicas y mensurables por ese patrón subjetivo de "veo un capítulo más y después me voy a dormir". Pero nunca, lamento mentirme, es uno solo. Generalmente pueden ser dos o, si el "gancho" final de un episodio funciona, un número superior.
¿Acaso a nadie le pasó por la cabeza que en el tren de seguir viendo capítulos, se pierde hasta tal punto la noción del tiempo, que cuando se mira el reloj sólo restan un par de horas para el amanecer? Literalmente, las series desvelan.
O provocan algo aún peor. Como pasar un domingo soleado -de esos que piden a gritos salir a correr o hacer alguna actividad física-, encerrado para mirar en unas 10 horas una temporada completa de una serie. Sí, una suerte de conducta que reafirmaría aún más los alarmantes resultados sobre el sedentarismo que elabora la Organización Mundial de la Salud. Por suerte, en los últimos días la culpa fue menor: la lluvia y el frío estuvieron a mi favor.
A veces trato de ponerme algunos límites: sólo dos horas por día... Tal vez, tres. Está bien, lo admito: soy una persona flexible. Y en este terreno, las restricciones no parecen funcionar con la efectividad deseada.
¿Qué es lo que genera este nivel de "serieadicción"? ¿Por qué, a pesar de maldecirnos a la mañana siguiente con el sueño a maltraer, reincidimos en retardar la hora de irnos a dormir? Tengo una teoría: no debe haber acto más genuino y primitivo, en el mejor de los sentidos, que relajarnos a la espera de que nos cuenten una historia. Y mucho mejor cuando el relato está lleno de misterios, secretos, personajes estrafalarios y disputas de poder que nos alejen un poco de la realidad, en la Argentina, que a veces hostiga. Es eso lo que me impulsa a transformar una frase en mi mantra que casi nunca cumplo: "Un capítulo más y después me voy a dormir".
C. S.



Aun apagadas, la luz azul de las pantallas afecta el sueño
Si normalmente cerramos los ojos a las 23, permanecer expuesto a la luz azul detablets , smartphones y LCD promoverá la imposibilidad de conciliar el sueño hasta pasadas las dos.
Cada vez pasamos más tiempo nocturno frente a pantallas iluminadas que, por la radiación lumínica que emiten, producen dos fenómenos para los ritmos de sueño y vigilia: afectan el período natural de sueño, reduciéndolo a niveles de peligro. Agregan un factor distorsivo; la luz del monitor atrasa nuestro reloj biológico, que se exterioriza en un sueño más tardío en las noches siguientes.
El ojo es el sitio de recepción de dos aspectos de la luz: sirve para ver y posibilitar la regulación del ritmo sueño/vigilia, adecuándolo al medio ambiente, que cambia cada 24 horas.
La melatonina promueve el estado de sueño. Se libera según el ciclo de luz natural al caer la tarde, si bien hay otros factores que pueden alterar sus niveles y que se pueden controlar, como por ejemplo el adecuado uso de la luz. Es importante contar en el dormitorio con una luz más cálida porque afecta menos la producción de esta sustancia y, a medida que avancen las horas, el cuerpo irá pidiendo descansar.
Es ideal dejar de usar los dispositivos un rato antes de ir a dormir. El brillo de la pantalla confunde al cerebro pensando que no es hora de descansar. Durante la mayor parte de la historia evolutiva, se ha vivido sin luz artificial. El funcionamiento del cuerpo está adaptado a hacer actividades durante el día y dormir de noche. La alteración de los ritmos biológicos se traduce en el mediano o largo plazo en un aumento del riesgo de enfermedades. El reloj biológico invita a dormir para que no fallezcamos y nos anima a despertarnos en un tiempo apropiado para el organismo. Si se altera, afecta también los patrones de alimentación, la actividad cerebral y la regeneración celular. Modificarlo no provoca simples ojeras: una distorsión grave y prolongada puede conducir a obesidad, diabetes e, incluso, cáncer.
A. A.

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