El manifiesto de los manifiestos, en el rostro camaleónico de Cate Blanchett
Desde el sábado, en Proa, se podrá descubrir la videoinstalación de Julian Rosefeldt en la que conviven las voces revolucionarias del siglo XX encarnadas en el rostro de la actriz
Comenzó en Fundación Proa el complejo montaje de Manifiesto, la videoinstalación del alemán Julian Rosefeldt en la que la actriz australiana Cate Blanchett sintetiza y expande algunas de las voces que marcaron el rumbo de la política y el arte del siglo XX. Las trece pantallas con sus trece historias se muestran en simultáneo, lo que transforma este trabajo en una especie de abrumador mash-up en el que se cruzan las reflexiones del manifiesto comunista con las de los dadaístas y futuristas; las convicciones de Lars von Trier con las de Lucio Fontana. ¿El resultado? Una pieza política hipnótica, mágica, irónica y orquestal cuestionadora de los tiempos actuales.
La gran Cate Blanchett interpreta a seres habitantes de ciudades devastadas, a una señora que sirve el almuerzo en una pulcra y diabólica casa y a una maestra en cuyo pizarrón se lee "nada es original" ante la mirada de niños que la escuchan citar a Jim Jarmusch y a Werner Herzog. A priori, las 13 pantallas dispersas en el espacio y ajustadas según un riguroso sistema de planos sonoros podrían representar mundos cerrados. Pero no es así. Como viene sucediendo desde hace tres años en distintos centros culturales del mundo, en un momento milimétricamente calculado, todos los rostros de las diversas Blanchetts miran a cámara y el cántico individual se transforma en una voz coral monótona, misteriosa y robótica, como si fuera el propio manifiesto de la obra. "Ese momento es como una armonía que rompe la cuarta pared y en la que todos esos manifiestos se convierten en uno: tal vez la voz del arte en la sociedad", reflexionó Rosefeldt, cineasta y videasta cuya producción propone un cruce entre el ensayo fílmico y la representación performática.
Manifiesto es tan visual como teatral. De hecho, quien le propuso trabajar al artista con esta maestra de la actuación fue Thomas Ostermeier, uno de los directores escénicos que renovaron el teatro germano. El trabajo en conjunto tuvo sus efectos para este creador, titular de una cátedra en la Academia de Arte de Munich. Según Google, su cara suele ser reemplazada en las búsquedas por algunos de los rostros de esta camaleónica actriz.
La gran Cate Blanchett interpreta a seres habitantes de ciudades devastadas, a una señora que sirve el almuerzo en una pulcra y diabólica casa y a una maestra en cuyo pizarrón se lee "nada es original" ante la mirada de niños que la escuchan citar a Jim Jarmusch y a Werner Herzog. A priori, las 13 pantallas dispersas en el espacio y ajustadas según un riguroso sistema de planos sonoros podrían representar mundos cerrados. Pero no es así. Como viene sucediendo desde hace tres años en distintos centros culturales del mundo, en un momento milimétricamente calculado, todos los rostros de las diversas Blanchetts miran a cámara y el cántico individual se transforma en una voz coral monótona, misteriosa y robótica, como si fuera el propio manifiesto de la obra. "Ese momento es como una armonía que rompe la cuarta pared y en la que todos esos manifiestos se convierten en uno: tal vez la voz del arte en la sociedad", reflexionó Rosefeldt, cineasta y videasta cuya producción propone un cruce entre el ensayo fílmico y la representación performática.
Manifiesto es tan visual como teatral. De hecho, quien le propuso trabajar al artista con esta maestra de la actuación fue Thomas Ostermeier, uno de los directores escénicos que renovaron el teatro germano. El trabajo en conjunto tuvo sus efectos para este creador, titular de una cátedra en la Academia de Arte de Munich. Según Google, su cara suele ser reemplazada en las búsquedas por algunos de los rostros de esta camaleónica actriz.
Que sea una mujer la que sintetiza este entramado de voces revolucionarias no es un dato menor. Salvo la historia de un homeless, el resto de las narraciones están protagonizadas por una misma mujer. En la trama sobre el futurismo, Blanchett es una agente de valores; en la dedicada al surrealismo, una fabricante de muñecos; para el pop art, una madre de familia conservadora; para el expresionismo abstracto, una alta ejecutiva en una fiesta privada, y para el arte conceptual, una conductora de un noticiero de TV.
"Como mujer que trabaja en el cine y en el teatro -tranquilizó Blanchett a Rosefeldt cuando le propuso protagonizar este obra- estoy entrenada para decir las palabras de los hombres". Ese desplazamiento de género es tan político como el humor que atraviesa este "manifiesto de manifiestos", cuya dramaturgia dependerá del interés de cada espectador porque no hay un orden preestablecido para ir de una historia a la otra. Rosefeldt cree que el humor deriva de la combinación entre la palabra hablada y el escenario propiamente dicho.
Y esos escenarios alucinados, de paisajes tan perfectos como inquietantes, fueron filmados en Berlín en apenas doce días de 2015. En esas intensas jornadas fue tomando cuerpo este collage de textos históricos que tiene dos extremos cronológicos: el Manifiesto Comunista, de Marx y Engels (1848), y el poema-statement de Sturtevant, figura del arte de la apropiación (2004).
De Berlín a Nueva York, las críticas han sido sumamente elogiosas para Manifiesto. Pero antes de las repercusiones, antes de la filmación y mucho antes de que Ostermeier le propusiera trabajar con la intérprete ganadora de dos Oscar, la idea en sí misma fue tomando cuerpo mientras Rosefeldt trabajaba en la película Deep Gold, un homenaje a Luis Buñuel. "Si comparamos el potencial rupturista que tuvo el arte en el pasado -dijo el artista cuando presentó esa obra en Madrid-, parece que estamos viviendo en una época de masturbación cultural. [...] Así que, en lugar de sorprendernos, el arte a menudo provoca lo contrario: nos hace sentir bien. Nos olvidamos de que el arte es un privilegio de las clases educadas que no ayuda mucho a los desprotegidos".
Muchos de los manifiestos de Manifiesto hablan de seres desprotegidos, de desplazados, de marginales. También del arte. El trailer de la obra afirma: "Todo el arte actual es una farsa, pero después de la revolución, ¿quién recogerá la basura el lunes por la mañana?". No hay respuesta.
Manifiesto tuvo también su versión fílmica, que se estrenó en el Festival de Sundance, la misma que se pudo ver en la Bienal de Performance. La maquinaria de voces, desde el sábado y con el auspicio del Instituto Goethe y la embajada de Alemania, llega a Proa. La rabia y la poesía de esas voces históricas, concepto que desarrolló el artista en una nota publicada en este mismo diario, volverán a entrar en diálogo con lo cotidiano.
"Como mujer que trabaja en el cine y en el teatro -tranquilizó Blanchett a Rosefeldt cuando le propuso protagonizar este obra- estoy entrenada para decir las palabras de los hombres". Ese desplazamiento de género es tan político como el humor que atraviesa este "manifiesto de manifiestos", cuya dramaturgia dependerá del interés de cada espectador porque no hay un orden preestablecido para ir de una historia a la otra. Rosefeldt cree que el humor deriva de la combinación entre la palabra hablada y el escenario propiamente dicho.
Y esos escenarios alucinados, de paisajes tan perfectos como inquietantes, fueron filmados en Berlín en apenas doce días de 2015. En esas intensas jornadas fue tomando cuerpo este collage de textos históricos que tiene dos extremos cronológicos: el Manifiesto Comunista, de Marx y Engels (1848), y el poema-statement de Sturtevant, figura del arte de la apropiación (2004).
De Berlín a Nueva York, las críticas han sido sumamente elogiosas para Manifiesto. Pero antes de las repercusiones, antes de la filmación y mucho antes de que Ostermeier le propusiera trabajar con la intérprete ganadora de dos Oscar, la idea en sí misma fue tomando cuerpo mientras Rosefeldt trabajaba en la película Deep Gold, un homenaje a Luis Buñuel. "Si comparamos el potencial rupturista que tuvo el arte en el pasado -dijo el artista cuando presentó esa obra en Madrid-, parece que estamos viviendo en una época de masturbación cultural. [...] Así que, en lugar de sorprendernos, el arte a menudo provoca lo contrario: nos hace sentir bien. Nos olvidamos de que el arte es un privilegio de las clases educadas que no ayuda mucho a los desprotegidos".
Muchos de los manifiestos de Manifiesto hablan de seres desprotegidos, de desplazados, de marginales. También del arte. El trailer de la obra afirma: "Todo el arte actual es una farsa, pero después de la revolución, ¿quién recogerá la basura el lunes por la mañana?". No hay respuesta.
Manifiesto tuvo también su versión fílmica, que se estrenó en el Festival de Sundance, la misma que se pudo ver en la Bienal de Performance. La maquinaria de voces, desde el sábado y con el auspicio del Instituto Goethe y la embajada de Alemania, llega a Proa. La rabia y la poesía de esas voces históricas, concepto que desarrolló el artista en una nota publicada en este mismo diario, volverán a entrar en diálogo con lo cotidiano.
Tres claves para conocerla
¿Quién es Julian Rosefeldt?
La página oficial del artista (
julianrosefeldt.com
) es sumamente completa. Allí se pueden descubrir sus obras previas, lo que puede servir para contextualizar su búsqueda estética y entender algunas claves de Manifiesto.
Tomarse tiempo para recorrer
La videoinstalación está compuesta por 13 historias de 10 minutos cada una, por lo cual se sugiere ir con tiempo. Por pedido del autor, las historias -habladas en inglés- no estarán subtituladas. Se entregará una hoja con la traducción de cada una de ellas.
Para conocer más
Hasta el 5 de noviembre, Manifiesto copará todo el primer piso de Proa (Pedro de Mendoza 1929). En el segundo piso se montará un espacio con información sobre los manifiestos citados por Rosefeldt.
A. C.
¿Quién es Julian Rosefeldt?
La página oficial del artista (
julianrosefeldt.com
) es sumamente completa. Allí se pueden descubrir sus obras previas, lo que puede servir para contextualizar su búsqueda estética y entender algunas claves de Manifiesto.
Tomarse tiempo para recorrer
La videoinstalación está compuesta por 13 historias de 10 minutos cada una, por lo cual se sugiere ir con tiempo. Por pedido del autor, las historias -habladas en inglés- no estarán subtituladas. Se entregará una hoja con la traducción de cada una de ellas.
Para conocer más
Hasta el 5 de noviembre, Manifiesto copará todo el primer piso de Proa (Pedro de Mendoza 1929). En el segundo piso se montará un espacio con información sobre los manifiestos citados por Rosefeldt.
A. C.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.