sábado, 16 de septiembre de 2017

¿ FUTURO PERFECTO?



El teléfono celular no existe más. Si bien tenemos la costumbre de llamar a los aparatos que llevamos en el bolsillo teléfono inteligente o smartphone, estos no son más un teléfono que una cámara de fotos, un GPS, un televisor, una consola de juegos, un navegador de Internet o un equipo de música. Seguimos llamándolo teléfono por una cuestión de costumbre, pero en realidad son simplemente supercomputadoras de bolsillo.
Hace 60 años, el genial Alan Turing descubrió que las computadoras son máquinas de propósito general, es decir, máquinas que no tienen una función específica sino que pueden hacer casi cualquier cosa dependiendo del software que se les cargue. Con la programación adecuada pueden ser lo que queramos que sean. Esto, que vivimos con total naturalidad, hubiera dejado perplejos a cualquiera de los grandes genios de la historia, como Da Vinci o Newton. Es que hasta ese momento, cada tarea requería de un equipamiento especialmente diseñado para ese único fin.
Gracias a aquella visionaria idea de Turing, hoy nos resulta lo más común del mundo que nuestro celular sirva para hablar por teléfono, enviar y leer mensajes, guiarnos cuando manejamos el auto, medir cuánto ejercicio hacemos, leer el diario, escuchar música, mirar una película, tomar fotos y videos y muchos etcéteras más.

La colosal multifuncionalidad que se hace posible gracias a que cada persona lleve en su bolsillo una supercomputadora de menos de 200 gramos condenó al olvido en los últimos años a muchos aparatos. Y no sólo cosas electrónicas: no falta mucho para que nuestros hijos no puedan imaginar que existía un objeto grande y pesado llamado linterna, cuyo único fin era iluminar. O que existieron las brújulas. ¡Y ni hablar de la clásica guía Filcar!
Pero este acelerado proceso de convergencia de muchos aparatos a uno hasta hoy ha tenido un precio. Las fotos del celular no son tan buenas como las de una cámara de fotos dedicada. La música se escucha, pero la calidad de sonido no puede compararse con la de un equipo con buenos parlantes. Para mantener su pequeñez y liviandad, el celular hace todo, pero cada cosa en general un poco peor que el aparato específico que usábamos antes. La comodidad de llevar un solo dispositivo ha tenido ese efecto colateral negativo.




Una innovación reciente puede contribuir a eliminar esa disyuntiva. Algunos fabricantes de teléfonos están experimentando con el uso de módulos adicionales que potencian alguna funcionalidad específica. Por ejemplo, una lente más potente y con zoom óptico para que las fotos tengan tanta calidad como las de una buena cámara. O un parlante integrado que haga que la música suene como un minicomponente. Incluso pueden agregarse funciones hasta hace poco impensadas, como usar el celular como proyector.
Esta innovación permite aprovechar toda la potencia de procesamiento del móvil sin duplicar partes, pero agrega la calidad perdida en cada uso específico por aquellos componentes que el celular no dispone.


Kodak desapareció cuando dejaron de usarse los rollos y ellos no lograron adaptarse. Pero la misma disrupción se viene potencialmente ahora para los fabricantes de cámaras, parlantes, etcétera.
Va a ser interesante ver en los próximos años si este nuevo concepto prende. ¿Seguirán los fabricantes de otros dispositivos tratando de hacer aparatos que compitan con los celulares? ¿O se convencerán de que nuestra supercomputadora de bolsillo será lo único que llevemos y pensarán que si no puedes vencerlos, es mejor unirse a ellos?
S. B.

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