viernes, 15 de septiembre de 2017

LA COMIDA NO SE TIRA; COLABORÁ

Más de 40 prestigiosas entidades, cámaras e instituciones adhirieron al flamante Programa Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicios de Alimentos, impulsado por el Ministerio de Agroindustria de la Nación, que contempla también declarar el 29 de septiembre día nacional de esta temática, que demanda concientizar a la población.
Cada día en la Argentina se pierde o se desperdicia, accidental o intencionalmente, un kilo de comida por persona. Es vergonzoso que en un país con más del 30% de la población bajo la línea de pobreza y casi un 5% que escandalosa e inexplicablemente sufre hambre, nos demos el lujo de tirar 16 millones de toneladas de alimentos al año, es decir, un 12,5% de lo que se produce.


La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) calcula que un tercio de los alimentos se desperdicia antes de ser consumidos. Esto es así, por un lado, debido mayormente a malas prácticas que descartan, por ejemplo en agricultura, la llamada "segunda cosecha", equivalente aproximadamente al 5% y que se desecha para terminar echándose a perder en el campo, aun estando en buen estado, por no cumplir los requisitos que exige el comprador. Por el otro, por el desperdicio industrial o en puntos de venta en los que el manejo de stocks, de fechas de vencimientos de alimentos perecederos e incluso por no satisfacer patrones estéticos conducen inevitablemente al tacho de basura a productos en condiciones de ser consumidos, dejando a una red nacional de 16 bancos de alimentos (www.bancodealimentos.org.ar ) sin posibilidad de distribuirlos entre aquellos que sufren hambre.


Francia, por ejemplo, se ha convertido en el primer país en el que rige una ley que obliga a los supermercados a firmar contratos de donación con entidades benéficas para entregarles lo que no vendan, imponiendo elevadas penas, económicas e incluso de prisión, por incumplimiento.
Entre nosotros, una campaña de 2016 nacida de la alianza entre Unilever, Carrefour, FAO y el gobierno nacional bajo el lema #NoTiresComida llegó a 8000 personas que recibieron una guía con consejos prácticos en 596 sucursales del supermercado. Una investigación reciente reveló que por cada dólar que las compañías invierten en reducir la pérdida de alimentos, se ahorran 14 dólares en costos de operación, lo cual abre una gran oportunidad de negocio.


Por otra parte, el llamado sistema de "heladera social" que permite guardar lo no consumido en bares y restaurantes para que a ella recurran luego quienes necesiten llevarse una porción de alimento, se extiende junto con la labor de Plato Lleno (www.platolleno.com.ar) que rescata lo que no se consumió en eventos sociales, entregándolo a comedores e instituciones. La iniciativa de la Red Solidaria y la Facultad de Ciencias Económicas de incentivar a los egresados para que arrojen papel picado en lugar de huevos o harina lleva recuperados 6 000 kilos de alimentos. Pero aún queda muchísimo por hacer para aprovechar los alimentos desechados que servirían para dar de comer a más de medio millón de argentinos.


Entender que se trata de un fenómeno que se repite en el mundo sólo incrementa la responsabilidad de quienes debemos agotar los medios para que esto no ocurra o para reducir sus efectos. De allí que la flamante iniciativa que surge del ámbito estatal y que convoca a múltiples actores cobre un esperanzador valor. Promover hábitos de consumo saludables desde el hogar es también básico, tanto como acompañar con normas y regulaciones que alienten las buenas prácticas por parte de todos los involucrados.
Distintos proyectos locales en curso encontrarán un cauce común y se potenciarán a la luz de un marco legal adecuado que contemple, entre otras cosas, incentivos fiscales para los donantes que hoy, lejos de ser alentados, son castigados. Reiteradamente hemos reclamado también la urgente necesidad de promulgar la ley donal, llamada también ley del buen samaritano, que alentará la donación de alimentos que hoy se descartan al morigerar los absurdos riesgos legales vigentes para quien quiera contribuir generosamente.


Una vez más, la sinergia público-privada en torno a un tema prioritario a nivel mundial que tiene un fuerte impacto local enfrenta el urgente desafío de promover sistemas alimentarios eficientes y sostenibles que contribuyan a erradicar el escándalo del hambre en un país como el nuestro, netamente productor y exportador de alimentos. No podemos continuar impávidamente observando que tantos conciudadanos se vean obligados a revolver la basura en busca de alimento mientras nuestros legisladores llevan años prorrogando la aprobación de herramientas legales probadamente efectivas en tantos países para reducir el impacto de la escandalosa falta de alimento que golpea a familias enteras.

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