jueves, 14 de septiembre de 2017

SE LLAMA MARKETING Y TODOS LO SABEN....VOS ELEGÍS



Todos los padres sueñan con que las modas comerciales del año escolar se acaben con las vacaciones. Pero en los Estados Unidos, claramente, no es eso lo que va a suceder con el fidget spinner: un breve paseo por las playas muestra que aquí este ¿juguete? ¿relajador terapéutico? ya es más de rigor que el balde y la pala para niños al borde del mar.
Los números lo dicen todo. En Amazon, de los 50 juguetes más vendidos, 49 son fidget spinners o derivados. Y las polémicas y los análisis sociológicos están a la orden del día. The New Yorker lo llamó "el adminículo más representativo de la era Trump ".
Para quien no tiene hijos en edad escolar -o en la Argentina, para quien no haya visto el video donde el presidente Macri muestra sus habilidades con el pequeño artefacto-, el fidget spinner es una pieza de plástico con un eje central giratorio y tres prolongaciones, cada una, a su vez, equipada con una especie de almohadón mínimo en el extremo. Si se sujeta el dispositivo por el centro y se hace girar uno de los almohadones, todo el conjunto se pondrá a girar por inercia durante unos segundos proporcionando una sensación placentera.
Y nada más. Eso es todo. Pero la megamoda de los fidget spinners en EE.UU. ha traído todo tipo de reacciones. Algunas escuelas los prohibieron por la preocupación de que puedan afectar el proceso de aprendizaje. Otros argumentan que pueden calmar a los estudiantes con ansiedad o necesidades especiales en el espectro autista. También los vinculan con la meditación y con ejercicios que quitan los pensamientos residuales del cerebro. Y varios cientos los categorizan simplemente como una moda obsesiva.
Consultado, Joel Best, sociólogo de la Universidad de Delaware y autor de El sabor del momento: por qué gente inteligente cae en las modas, recuerda que en unos pocos meses de 1958, durante el auge del hula-hula, se vendieron alrededor de 25 millones de aros. Poco tiempo después estaban juntando polvo en las bauleras. Otras modas similares fueron el cubo mágico, los Cabbage Patch Kids, los Tamagochi y la pulseritas de gomas de colores.


El hecho de que haya polémica en torno a los fidget spinners tampoco es nuevo: Best subraya que los adultos tienden a introducir significados en los juguetes de moda. "Los progresistas pueden pensar que los niños están siendo explotados; los padres en contra de los grandes industriales suelen preguntarse si no sería mejor que los chicos jugaran con bloques de madera en vez de plástico comercializado", escribió para el sitio web The Conversation.


Los conservadores, por su parte, temen que los juguetes corrompan los valores infantiles. Best recuerda que durante la moda de las pulseritas plásticas, algunos aseguraban que esos aros finos de gel plástico eran en realidad pulseras donde cada color representaba un acto sexual determinado.
"Todo esto exagera enormemente el significado de las modas en los juguetes -explicó-. El juego es importantísimo para el desarrollo infantil, pero respecto a los juguetes en particular, es difícil demostrar un efecto concreto". A Best no lo sorprenden los pacifistas que crecieron jugando con armas plásticas o las feministas que lo hicieron con Barbies. Y asegura que los fidget spinners tomaron ahora una dimensión política.
"A diferencia del Tamagochi al que había que cuidar, el fidget spinner no incita a su dueño a tomar en cuenta las necesidades o sentimientos de nadie. Por el contrario, permite y estimula el poner los propios intereses por encima del resto. A diferencia del cubo mágico, no recompensa la actividad intelectual. Más bien, incita a la abdicación del pensamiento y promueve la dispersión, en un momento histórico en el que el presidente se ha mostrado incapaz de centrarse y formular una idea coherente", escribió la periodista Rebecca Mead.
En un recorrido histórico, la autora muestra que ésta es la primera generación que convalida al fidgeting como una actividad respetable e incluso deseable. Para el verbo fidget no hay traducción exacta pero es algo así como "juguetear de manera inquieta e impaciente con algo", e implica no tener la capacidad de estarse sereno, concentrado en una sola cosa.
A pesar de esta fama, varios estudios recientes muestran que el fidgeting puede ser útil. Investigadores de la Universidad de Missouri realizaron un estudio donde comprobaron que los individuos que tienen que estar quietos en un avión, una línea de producción o un escritorio pueden tener beneficios para la circulación "sacudiendo periódicamente las piernas, golpeando el suelo con las puntas del pie o molestando a sus vecinos con movimientos pequeños y repetitivos", explicaron en el New Yorker, lo cual, muy a su pesar, "legitima la popularidad del fidget spinner".
Y aún para quienes no tienen un problema específico, puede haber beneficios. "La coordinación entre el ojo y la mano da placer y nos ayuda a pensar", dijo Katherine Isbister, directora de investigaciones del laboratorio de tecnología socioemocional de la Universidad de California. Para Isbister, la popularidad de algo básico como el fidget spinner en la era en la que tantos chicos tienen iPads o iPhones muestra la dirección en la que los dispositivos inteligentes están yendo. "El diseño en la tecnología puede traer nuevamente el placer táctil que se ha perdido", explicó

Por lo pronto, buena parte de los chicos a quienes se les pregunte si prefieren el fidget spinner a un iPhone o similar, responderán con cierta lástima hacia el interlocutor que ya hay aplicaciones para recrear el fidget spinner en la pantalla. Tienen razón: hay varias alternativas y encabezan las apps gratuitas más bajadas del verano estadounidense.
Juana Libedinsky

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