viernes, 6 de mayo de 2022

EL MISTERIO DE CARMEN MOLA EN LA FERIA


Carmen Mola. Tres hombres detrás de un nombre de mujer: “El éxito te atropella”
Cuando subieron al estrado a recibir el Premio Planeta 2021, quedó súbitamente revelada la identidad de la misteriosa autora; los españoles presentarán su último libro, La Bestia, este sábado, en la Rural
Laura VenturaJorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero estarán el 7 de mayo en la Feria
Mariano José de Larra, José Zorrilla y José de Espronceda son celebridades y brillan en diversos géneros literarios. Mientras el romanticismo brinda las páginas más fecundas en español y la cultura se despliega con sofisticación, una epidemia, el hambre y el horror azotan la ciudad. Otros tres escritores, casi dos siglos después, también conocedores de varios géneros, trasladaron su imaginación a la Madrid de 1834. Este trío comenzó a pensar en su nuevo y secretísimo proyecto en el confinamiento de otra pandemia tan cruel como la de sus personajes.


Así nació La Bestia, novela ganadora del último Premio Planeta. Los fieles lectores que Carmen Mola venía cosechando con la saga policial protagonizada por la inspectora Elena Blanco no salían de su asombro al ver el verdadero rostro de “la creadora”. Los rostros. Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero llevaban la máscara de una misteriosa autora con seudónimo que cosechó un fenómeno editorial con La novia gitana, La red púrpura y La nena (Alfaguara), serie traducida a más de 15 idiomas que en breve se completará con Las madres. Un suceso de dimensiones tan amplias que se publica, en simultáneo, en las dos mayores casas editoriales.
La Bestia, coinciden los Carmen Mola, no es un policial, sino un thriller histórico, donde una chica de 14 años, Lucía, debe desplegar múltiples recursos, desde los más atroces hasta los más ingeniosos, y tejer insólitas alianzas para sobrevivir, primero, y luego para encontrar a su hermana menor, que ha desaparecido. Esta trama transcurre en un contexto donde un depredador de niñas anda suelto. Los tres estarán en la Feria del Libro de Buenos Aires el 7 de mayo, a las 20.30.
Díaz, Martínez y Mercero tienen una extensa carrera como guionistas de TV. La novia gitana, la novela con la que se dieron a conocer, pronto terminará de filmarse. En esa serie, Darío Grandinetti y Miguel Ángel Solá componen a los personajes claves de la trama protagonizada por Nerea Barros, la heroína. Elena Blanco y su saga se suman a la tradición reciente de detectives que han brindado grandes autores españoles: Zarco, la criatura de Marta Sanz; Melchor Marín, cincelado por Javier Cercas, y Pepe Carvalho, de Manuel Vázquez Montalbán (continuado por Carlos Zanón), entre otros.
–¿Resulta más complejo escribir una novela negra ambientada en el pasado con una suerte de detective como lo es Lucía?
Jorge Díaz: –Teníamos el interés de escribir un personaje dickensiano, como es Lucía: una niña pobre, de los arrabales, en una época en la que vale menos que una gallina, porque la gallina pone huevos. Y le ponemos un problema de muy difícil solución. La planteamos como una heroína, pero no como una detective, aunque quizá termine ejerciendo como tal. Se ve obligada a investigar no porque sea su deseo, sino porque tiene que encontrar a su hermana. Para salir de esa situación debe buscarse aliados, y así aparece Donoso, un guardia real, el Gato Irreverente, que es en realidad un periodista un poco fracasado.
–¿Dónde piensan que radica la fascinación por el mal, aquello que buscan y con lo que se topan los lectores en este género? Antonio Mercero: –No sé por qué nos genera tanta fascinación el mal. Es como el reverso del ideal platónico que nos enseñan siempre: el hombre tiende al bien, pero, sin embargo, sabemos que también anida en nosotros el mal. Leerlo desde la comodidad de tu sillón está muy bien porque estás a salvo, si el escritor hace bien su trabajo. Nosotros, como cultivadores de novela policíaca y de thriller, hemos convertido el mal en tema de exploración. –El escritor suele ser un ermitaño, alguien aislado, ¿cómo es escribir a seis manos? ¿Hay roles asignados en Carmen Mola? Agustín Martínez: –Nos sentamos y diseñamos, como si fuese la temporada de una serie, una novela. Diseñamos y hablamos durante meses sobre el argumento, la estructura de la trama y el tono hasta que los tres tengamos la misma imagen de los personajes y de la historia. Cualquiera de los tres puede escribir, por ejemplo, a Donoso o a Lucía, de La Bestia, y que ese personaje no cambie dependiendo de las manos. Después resumimos capítulo a capítulo la novela y nos repartimos el trabajo. Uno escribe unas cien páginas; otro, otras cien, y otro, otras cien. Lo que ocurre es que esa primera versión escrita por tantas manos no es lo más importante, porque se va reescribiendo. Y al final se convierte como en un amalgama en la que cada uno de los tres ha pasado por cada página. Así se crea el estilo de Carmen Mola. Cuando abro la novela no soy capaz de identificar si esa página la ha escrito Jorge, Antonio o yo. –Decías “repartir”, pero con estas reescrituras el trabajo es más que si hubiera un solo autor. A. M.: –El trabajo no es tres veces menos, sino tres veces más. Hemos sido capaces de dejar nuestro ego como escritores. Si alguien quita una palabra o cambia algo, nadie se enoja. –¿Hay alguna particularidad en los detectives españoles? Pienso, por ejemplo, en los suecos: Wallander, Lisbeth Salander, Mikael Blomkvist.
A. M.: –Me cuesta encontrar un canon del detective español, no sé si existe, aunque a veces lo intentamos. Quizás haya elementos en común con los detectives mediterráneos, sumando a los griegos y a los italianos. Quizá los suecos son más fríos y aquí se juega más desde el lugar de las pasiones. Creo que sí es posible que haya un elemento cutre [berreta] en las investigaciones de los detectives españoles. Nos creemos infalibles a la hora de resolver todo. Dentro de la novela uno se encuentra con gente de baja estofa, muy tonta, gente de distintas clases sociales, y eso forma parte de quienes somos.
J. D.: –No creo que haya tantas diferencias entre los detectives españoles y los de la novela escandinava. Creo que partimos del mismo sitio: una persona perspicaz con ciertos defectos. Buscamos que su humanidad se imponga muchas veces sobre su trabajo. Nuestra detective Elena Blanco tiene una serie de características que podrían estar perfectamente en una detective de Gotemburgo. Buscamos crear un personaje que podamos cruzar en el ascensor de salir de casa.
A. M.: –Nosotros hemos querido salir del cliché de Sam Spade [el detective creado por Dashiell Hammett], por ejemplo, hacer un personaje femenino más actualizado, en torno a los 50 años, para poner en valor a esa mujer que a esa edad queda en cierto modo invisibilizada. No es una detective mona de 30 años. Es un personaje con una herida muy potente y muy extrema.
–Su estilo tiene de capítulos cortos, casi como si se tratase de escenas. Hay también una tensión episódica. ¿Es algo previsto o decanta de su experiencia en TV? A.M.: –Desde el primer día que nos sentamos a planear La novia gitana planteamos trabajar una estructura de muchos capítulos muy cortos y que vaya muy rápido la historia. A la vez, cada capítulo significa un giro que termina colocándote en un lugar de tensión que te obliga como lector a avanzar al siguiente capítulo. De hecho creo que eso es lo más complicado que hacemos, construir una trama que vaya dando constantemente esos giros para que el escritor no se despegue de la novela. –¿Se hubiesen dado a conocer con sus nombres si no ganaban el Premio Planeta? A. M.: –Creo que seguiríamos bajo el seudónimo manteniendo nuestras rutinas de escritor que han saltado por los aires desde la concesión del premio y han cambiado tanto nuestras vidas. Sí teníamos la sensación de que se estaba estrechando el cerco y de que en algunos “mentideros” empezaban a murmurar, por ejemplo, que uno de los tres era Carmen Mola, pero nunca se imaginaban que éramos tres. Creo que nos hubiésemos mantenido bajo un cómodo silencio. –Virginia Woolf distinguía la creatividad femenina de la masculina, una idea con detractores y defensores. ¿Escriben de modo diferente hombres y mujeres? A.M.: –No encuentro diferencias, pero sí creo que hay distintas sensibilidades entre todos los autores, sean hombre o mujeres. Cuando salimos a la luz había gente que decía: “Pensaba que Carmen Mola no era una mujer porque las novelas son muy violentas”. Creo que no hay territorios vedados para nadie, y las cosas más violentas que he leído últimamente fueron escritas por mujeres. –No quiero decir que crearon a Carmen Mola como un juego, pero ¿se les fue de las manos? J.D.: –No quieres decirlo, pero lo digo yo: era un juego entre los tres. Cuando empezamos la novela ninguno pensó que fuese a ser capaz de acabarla. Tuvimos la oportunidad de publicarla y de repente se empezó a leer, a tener críticas, buenas, malas. Nos llamaba la atención terminar con esa figura de un escritor al que no se le puede toser, que la novela no fuera de ninguno, sino de los tres. Y también creo que el éxito nunca es planeado; el éxito te atropella.●

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