lunes, 6 de febrero de 2017

CINE RECOMENDADO


Cómo sobrevivir en este mundo con todas las cartas en contra


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Luz de luna (Estados Unidos/2016) / Guión y dirección: Barry Jenkins / Fotografía: James Laxton / Música: Nicholas Britell / Edición: Joi McMillon y Nat Sanders / Diseño de producción: Hannah Beachler / Elenco: Alex Hibbert, Ashton Sanders, Trevante Rhodes, Mahershala Ali, Naomie Harris y André Holland / Duración: 111 minutos / Calificación: apta para mayores de 16 años


Inspirado en la obra teatral autobiográfica In Moonlight Black Boys Look Blue, del dramaturgo Tarell Alvin McCraney (a la que el guionista y director Barry Jenkins le agregó algunas experiencias y recuerdos personales), este segundo largometraje del realizador de Remedio para melancólicos narra la vida de Chiron, un niño, luego adolescente y finalmente adulto que es negro, pobre, homosexual e hijo de una madre soltera y adicta a las drogas duras.
Si todas esas características reunidas en un protagonista pueden parecer en primera instancia como un golpe bajo difícil de soportar, como una acumulación exagerada y manipulatoria para lograr la compasión políticamente correcta del espectador, hay que indicar que Jenkins maneja la mayoría de los conflictos con bastante pudor y elegancia. Hay varias escenas de bullying escolar, violencia contra el que piensa distinto y contra la mujer, abusos varios y situaciones incómodas en un contexto de fuerte marginación, pero Jenkins nunca deja de respetar siempre, por momentos de querer y como mínimo de entender a sus personajes.
Película en la que prácticamente no aparece ningún personaje blanco ni siquiera en segundo plano (toda una decisión artística y política), Luz de Luna nos sumerge en un mundo desconocido (sórdido y fascinante a la vez), con una narración que va de lo emotivo y lo visceral (con excelentes resultados) a ciertos pasajes líricos que resultan un poco forzados.
Los tres actores que encarnan a Chiron en el lapso de 16 años (el niño Alex Hibbert a los 10, el adolescente Ashton Sanders a los 16 y el joven Trevante Rhodes a los 26) alcanzan a transmitir todas las sensaciones (y contradicciones) de un antihéroe que va creciendo a los golpes en un contexto desolador tanto en la ciudad de Miami como luego en Atlanta, muy bien acompañados y complementados en distintos momentos por notables intérpretes de mayor experiencia como Mahershala Ali, Janelle Monáe, Naomie Harris y André Holland.
Una película bella y noble (podría verse como una suerte de Boyhood en versión afroamericana), aunque lejos de ese espíritu poco menos que revolucionario que tantos críticos estadounidenses y la propia Academia de Hollywood (tiene ocho nominaciones a los premios Oscar) exaltaron.



Persecución y delirio en Texas

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Sin nada que perder (Estados Unidos/2016) / Dirección: David Mackenzie / Guión: Taylor Sheridan / Fotografía: Giles Nuttgens / Música: Nick Cave y Warren Ellis / Edición: Jake Roberts / Elenco: Chris Pine, Ben Foster, Jeff Bridges, Gil Birmingham y Katy Mixon / Duración: 102 minutos / Calificación: apta para mayores de 13 años con reservas

Nadie daba nada demasiado por este film de género antes de su selección para el Festival de Cannes en mayo. Casi nueve meses después, esta modesta producción de 12 millones de dólares de costo no sólo se convirtió en un pequeño éxito comercial, sino que consiguió cuatro nominaciones a los Oscar, incluida una a mejor película.
Este largometraje del escocés David Mackenzie narra las desventuras de los hermanos Tanner y Toby Howard (Ben Foster y Chris Pine), quienes cometen una seguidilla de fugaces asaltos a distintos bancos de Texas con la idea de juntar la plata suficiente como para reivindicarse ante una familia en crisis y tocada por la tragedia. Entre el thriller, la road-movie, la comedia negra, la buddy-movie, el melodrama y el western contemporáneo, este film cuenta además con el gran Jeff Bridges en el papel de un policía a punto de retirarse (un personaje tan decadente como querible que le sienta muy bien) que sigue a los ladrones con un compañero de origen comanche (Gil Birmingham). Este paseo por los géneros fundacionales del cine clásico norteamericano tiene un desparpajo y un delirio que lo convierten en un muy atractivo exponente clase B en la línea de varios films de los hermanos Coen (sin el regusto irónico ni el cinismo), de esos que ya no abundan en el cine contemporáneo. Por si fuera poco, la música original es de Nick Cave y Warren Ellis, y el soundtrack contiene temas de Townes Van Zandt, Chris Stapleton, Colter Wall, Scott H. Biram y otros. Imperdible.
D. B.


El cine como imposible
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Cuatreros (Argentina/2016) / Guión y dirección: Albertina Carri / Investigación y recopilación de material de archivo: Leandro Listorti / Cámara: Alejo Maglio, Federico Bracken, Tamara Ajzensztat, Bruno Constancio / Edición: Lautaro Colace / Diseño de sonido: Martín Grignaschi / Post producción de imagen: Leandro Pugliese / Duración: 85 minutos

Una película sobre la imposibilidad de hacer otra película. Ése pudo haber sido el punto de partida del sofisticado sistema narrativo de este sexto largo de Albertina Carri, que luego termina abriendo unas cuantas líneas más, relacionadas con la construcción de un mito, la militancia revolucionaria, su propio pasado y su manera de entender el cine, cada más entregada a la experimentación y el cruce de lenguajes.

Con material de archivo, imágenes de una videoinstalación enfocada en la preservación de la memoria y una voz en off que guía un relato deliberadamente sinuoso, Carri consigue armar un film original, emotivo y alejado de las convenciones que vincula los vericuetos de la intimidad con la reflexión política a mayor escala. La investigación alrededor de un libro sobre Isidro Velázquez que el padre de la cineasta, Roberto Carri -secuestrado y desaparecido durante la última dictadura militar-, publicó a fines de los 60 despertó en ella la inquietud por encontrar una película basada en ese texto que filmó Pablo Szir, también víctima del terrorismo de Estado. Así como su padre proponía en aquel libro la posibilidad de ampliar el terreno de la acción política fuera de los límites de los partidos, ella ensancha las fronteras del cine con una película que exhibe desprejuiciadamente y sin pausa convicciones, interrogantes y conflictos profesionales y existenciales. En esa profunda exploración, las huellas de la trágica historia de un país se superponen con las de su propia vida.
A. L.

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