martes, 7 de noviembre de 2017
JORGE FERNANDEZ DÍAZ....LECTURA MUY RECOMENDADA
La herida del poder, tema de una serie literaria best seller
En su nueva novela, Jorge Fernández Díaz vuelve con Remil, el agente que concibió para su libro anterior, El puñal; una trama de sospechas, persecuciones y traiciones
Remil, el agente de inteligencia e investigador protagonista de El puñal, el thriller de Jorge Fernández Díaz, vuelve al ruedo. Regresa en la forma de una nueva novela, La herida (Planeta). No es una segunda parte de aquel primer mundo del narcogate, sino que se desarrolla en los recovecos de otras esferas sociales, aunque siempre atravesadas por los intereses y las tramas que hilvana el poder. En esta historia, el autor instala a Remil como parte de una serie, es claramente el personaje central que, según los objetivos, cambia de escenarios.
La Herida, de Jorge Fernández Díaz.
"Mi idea es narrar con ellos el otro lado del poder y la política, la intimidad de ese inframundo al que no alcanzo ni con mis columnas ni con la radio. Trata sobre cómo el dinero pervierte hasta a los héroes", dice Fernández Díaz en relación con el corazón de su libro. El sí de sus lectores confirma la hipótesis: El puñal vendió 90.000 ejemplares y se editó, también, en México y España. En relación con esas respuestas de lectura, La herida sale en una primera tirada de 32.000 ejemplares. Desde la contratapa se puede leer lo que el periodista y escritor Martín Caparrós dice de los libros de Fernández Díaz, que "constituyen uno de los pocos proyectos literarios actuales que atacan un punto débil de la narrativa argentina: la capacidad de dar cuenta del presente".
En este nuevo universo, Remil vuelve de la mano de su mentor, Cálgaris, a quien considera como un padre, y, como si lo fuera, le debe la vida: lo salvó de morir en las Malvinas. Los dos son convocados por un colaborador del papa Francisco para encontrar a una monja que desapareció: trabajaba en una villa organizada por dos poderosas familias enfrentadas por el manejo del territorio narco. Aunque lo narco aparece, no es lo central. La herida se desarrolla en contextos diferentes de los del primer libro. Desde la Patagonia hasta el Vaticano, a su protagonista lo persiguen, él escapa, como de una emboscada en Nápoles de la que se salva aunque corriendo desnudo a los ojos de todos. El protagonista debe su apodo a sus formas, a su conducta. Se define a sí mismo como un "Hijo de remil", a propósito de lo que le decía su sargento mayor durante los entrenamientos. "Era un elogio. Quedó Remil".
El libro comienza así: "La monja se mira directamente a los ojos, que ni siquiera parpadean, y se sostiene un rato la mirada en el espejo. Tiene los ojos castaños y una tez extrañamente curtida. Los hábitos negros y la toca sagrada no hacen juego con ese tostado atlético". Por esa mujer cubierta de ropas y ordenada a Dios, Remil deberá cumplir su objetivo y entrar a un nuevo mundo. "El sol le ha abierto a la monja pequeños surcos en la frente, en el entrecejo y alrededor de la boca que no conoce el rouge". Y son, sin embargo, labios de mujer. "Finalmente, aparta la vista y recoge la ropa. Sale con ella del baño, cruza desnuda la sala y baja los escalones de madera; en el sótano abre la caldera rugiente y arroja su antigua vida al fuego". La monja desaparece. Y hay una novela.
En El puñal, Remil se enamora. En La herida, hay muchas mujeres, y aunque tiene sexo con algunas, no se vuelve a enamorar. Pero ahí están ellas: Belda, la operadora política; Diana es una diva perversa; también está la inglesa, una periodista que no sale de sus ideales, y Mariela, la monja que desaparece, la amiga de la monja que es también otra monja, una pintora y la esposa de uno de los capos que manejan la villa. En este libro también hay muertes. Sospechados. Persecuciones. Deslealtades y traiciones.
Siempre se escribe desde sí
Los maestros de la literatura dijeron que se narra sobre lo que se conoce. Y también subrayaron eso de que nadie escapa de su propia historia, que siempre va a estar ahí. Fernández Díaz puso en Remil algo que le sucedió con su padre. A su personaje principal le ocurre algo significativo durante toda la novela: tiene dolor de garganta. Y sólo se afloja al final, cuando resuelve una situación. Esa angustia condensada en el lugar por donde pasa la voz tiene relación con un episodio de la adolescencia del autor, cuando dijo que quería ser escritor y su padre esperaba más bien un médico o un abogado. Años más tarde, cuando el periodista ya publicaba en un diario y tenía lectores que lo seguían, su padre, que trabajaba de mozo en un bar, entendió que los clientes esperaban las historias de su hijo para leerlas con el café. Entonces, al final, el dolor de garganta desaparece del cuerpo de Remil.
Fernández Díaz y Pérez Reverte. Es imposible no asociar a un escritor con el otro. Saber de su amistad, de cómo hablan de la creación de sus historias de espías. El Falcó del español tiene muchos puntos en común con el Remil del argentino. Los dos personajes son hábiles, pasionales, logran esquivar la muerte, sorprenden al lector. Arturo Pérez Reverte leyó dos veces el original de La herida antes de que se publicara. Y como un marco dentro del marco, el escritor español declaró que el personaje de Falcó se retirará de viejo en Buenos Aires, vivirá en los departamentos del Hotel Alvear y se encontrará con Remil y Cálgaris en La Biela. Los mundos de Falcó y Remil, como el de sus autores, se cruzan. "Yo lo cito en El dilema de los próceres -dice Fernández Díaz- y él me incluye como personaje en El asedio."
Novedad
La herida, un thriller político con toques de policial
"Rajo como un demente, tropiezo y ruedo y sigo corriendo, mientras oigo el silbido de las balas en medio del silbido de las balas y el tronar del cielo. En un lateral del terraplén hay otra pendiente de lodo, un tobogán breve que me saca de la mira telescópica y me interna en el follaje. El albino me persigue y me dispara desde lo alto, pero yo me refugio en unos troncos y cambio bruscamente de dirección para confundirlo. Se han invertido los roles: ya no soy el cazador, ahora soy el ciervo"
El autor de una obra in progress
Jorge Fernández Díaz
escritor y periodista
Con gran pericia alegórica, el autor habla del presente de una manera velada, pero que deja todo a la vista
M. A.
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