viernes, 25 de noviembre de 2022

CLIMA


Clima: otra cumbre sin avances
La Cumbre del Clima realizada en Sharm el-Sheikh, Egipto, llegó a su fin. Como ha ocurrido en la mayoría de estos encuentros, a pesar de la participación de cerca de 200 países y más de 40.000 personas, no se puede hablar de avances significativos.
Un objetivo clave de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cop27) era fortalecer las promesas de reducciones de emisión realizadas en la cumbre del año pasado, en Glasgow, algo imprescindible para garantizar que el calentamiento global no supere el 1,5 °C previsto en el Acuerdo de parís. Básicamente, este contemplaba dos objetivos: mantener el aumento “muy por debajo de los 2 °C” por encima de los niveles preindustriales, y “perseguir esfuerzos” para limitarlo a 1,5 °C. Desde entonces, la ciencia ha demostrado claramente que 2°C no es seguro, por lo que en la Cop26 del año pasado los países acordaron centrarse en un límite de 1,5°C. Ahora, algunos países intentaron, incluso, abolir este umbral.
La conferencia de Egipto logró la aprobación de un fondo para financiación de “pérdidas y daños” dirigido a rescatar y reconstruir la infraestructura física y social de los países devastados por desastres climáticos. Se trata de un punto importante aun cuando resta lo más difícil: acordar cómo debe constituirse el fondo, cómo se financiará y de dónde deben provenir los recursos.
El año pasado se acordó en Glasgow reducir progresivamente el uso del carbón. Fue la primera vez en más de 30 años que se incluyó una resolución sobre combustibles fósiles en el texto final. En la Cop27, algunos países, encabezados por la India, querían ir más allá e incluir un compromiso para reducir gradualmente todos los combustibles fósiles; pero tampoco se logró y la resolución finalmente incluida fue la misma que en Glasgow.
para mantener la meta de 1,5°C, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero que siguen creciendo año tras año, deberían alcanzar su techo en 2025 para luego caer drásticamente. A partir de entonces, alcanzar el objetivo deseado ya no sería posible. Tanto los Estados Unidos como la Unión Europea (UE) defienden que sus programas nacionales están alineados con esa meta. ocurre que China –ahora la nación que más gases emite– tiene como objetivo alcanzar el pico de sus emisiones de dióxido de carbono recién en 2030 basándose en que, en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, de 1992, no era considerada un país desarrollado y, por ello, quedaba exonerada, a diferencia de aquellos países, de hacer los mayores esfuerzos. El problema es que, 30 años después, el mundo ha cambiado y el debate ya no es entre países desarrollados y en desarrollo, sino entre grandes emisores y el resto.
En la actualidad, entre los mayores emisores del mundo, dos pertenecen al antiguo bloque de desarrollados (EE.UU. y la UE) y otros dos (China y la India) quedan fuera de esta consideración y no se sienten obligados a ser más ambiciosos. Una distinción que también se debate cuando se discute cuáles son los países que deben contribuir al fondo de pérdidas y daños que ocasiona y ocasionará el cambio climático.
La brecha entre dónde deberíamos estar y dónde estamos en materia de emisiones de gases de efecto invernadero es cada vez más grande. Sin embargo, en las cumbres del clima, la burocracia gana con promesas y planes a futuro; las agendas permanecen sin objetivos concretos, argumentándose que se definirán en una próxima reunión, y el principal triunfo a fuerza de presiones es que nada cambie. Como partes de un solo planeta, de un mismo destino, si bien algunos países tienen mayores responsabilidades, todos debemos sumar al esfuerzo de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. No hay planeta.

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