Mariposas urbanas. Claves para multiplicarlas en la ciudad
De un tiempo a esta parte, comenzaron a proliferar mariposarios, plantas y arbustos que regeneran la biodiversidad de los espacios verdes En la ciudad no se observan aún muchas mariposas porque no encuentran un ambiente libre de tóxicos
Vivian UrfeigUna de las integrantes de Sitopia, una huerta urbana con mariposario en Villa Crespo
La terraza de un PH de Villa Crespo es el epicentro de un fenómeno que está transformando el barrio. En un edificio de dos plantas, el mariposario de la huerta urbana Sitopia ofrece un espectáculo efímero, que carece de programación exacta, aunque cuando sucede es una fiesta. El equipo que lidera Florencia Gallino sigue paso a paso el ciclo de vida de las mariposas; la metamorfosis cuyo proceso arranca con los huevos, pasa por las orugas, sigue por las crisálidas hasta que emergen las mariposas que viajarán marcando corredores biológicos en otras terrazas y balcones.
La idea surgió en plena pandemia. Florencia, 35 años, licenciada en Relaciones Internacionales con especialización en Desarrollo Sustentable, recién había instalado el vivero y la huerta. Pero a los pocos días llegó la cuarentena. Y se tuvo que reinventar. Así, compartió en las redes el día a día de Rayita y Amapola, las dos primeras mariposas que nacieron, se criaron y se liberaron cuando todo el planeta estaba encerrado. “Fue una locura lo que pasó, se armó una comunidad increíble. Todos pendientes del engorde, de lo que comían, cómo las protegíamos y cuidamos. Hicimos videos y hasta cursos online porque la gente quería aprender a armar mariposarios en las casas”, comenta Florencia. Entre las plantas nativas que funcionan como hospederas, menciona la asclepia o mellodora, que atrae a la mariposa Monarca, y la malva y el burucuyá, que nutre a las mariposas conocidas como Limoncito, por su color amarillo. “Es un mito que vive pocas horas. Su ciclo es largo”, aclara Florencia y dice que la mariposa más común es la Espejito, que crece entre plantas enredaderas de los terrenos baldíos o las vías del tren.
En apenas unos meses, el PH de la calle Lerma se llenó de mariposas y las redes de preguntas, consejos, anécdotas y videos. El aprendizaje sobre los gustos, características y dinámicas de los insectos dio lugar a optimizar el mariposario: el mes pasado liberaron cerca de 500 mariposas. Y tienen planeado otra “experiencia mariposa” para los próximos meses. El equipo no solo se ocupa de alimentarlas y evitar que las avispas las parasiten. También documentan su comportamiento, relevan la cantidad de machos y hembras y toman nota de los cambios.
Nuevos corredores
Según la ubicación de los mariposarios, se pueden identificar nuevos corredores de mariposas en Palermo, Chacarita, Villa Ortúzar, Belgrano y Caballito, además de algunas plazas porteñas donde se sembraron plantas nativas. “Desarrollaron la capacidad de volver a buscar alimento”, apunta Florencia.
En la plaza Clemente, de Colegiales, el Parque de la Estación, de Almagro, y el Parque Elefante Blanco, de Villa Lugano, se plantaron árboles y arbustos que propician la aparición de jardines de mariposas ya que estas especies regeneran la biodiversidad en los espacios verdes. Además, se las puede ver en el Jardín Botánico, en un área especialmente diseñada para atraerlas.
“Las mariposas son polinizadoras. Cuando atraviesan el estadío de orugas se alimentan de las plantas para propagarlas. Como recompensa, las plantas generan néctar para los polinizadores”, explica Florencia mientras observa un par de pupas o crisálidas que en pocos días se convertirán en Monarcas y desplegarán sus alas anaranjadas.
“Como al principio son muy dóciles se pueden posar sobre nuestras manos. Además son muy sensibles al sonido, cuando escuchan mi voz empiezan a cabecear hasta que se acostumbran. Y si no quieren que las toques escupen un líquido verde”, afirma la especialista que vivió en Ciudad de México y se trajo a Buenos Aires la idea del emprendimiento sustentable que ofrece semillas agroecológicas, composteras urbanas y macetas realizadas con materiales reciclados.
Entre las anécdotas “cosechadas” en el mariposario, Florencia cuenta que cuando las 90 orugas de una de las primeras tandas se comieron todas las asclepias hubo que alimentarlas con zapallo. “Aunque no es lo ideal, fue una solución exprés hasta que llegaron las plantas nuevas”, dice Florencia. Es que el tipo de vegetación es clave para cumplir el ciclo de vida de las mariposas, que solo se desarrollan ante la presencia de determinadas especies. “Estas plantas necesitan sol directo y buen riego”, advierte la fundadora de Sitopia.
Muchas mariposas pueden polinizar distintos tipos de plantas, pero no pueden poner huevos en cualquiera. Solo lo hacen en las nativas específicas. “Que no se observen muchas más mariposas por la ciudad se debe a que no encuentran un ambiente libre de tóxicos, por el uso de agroquímicos para el control de plagas y la escasez de vegetación nativa que les da cobijo y alimento”, señalan Fabio Márquez y Jorge Freitas, autores del libro Mariposas Porteñas (Ediciones Ecoval), un mapeo urbano con fichas, características, descripciones y tipos de plantas que favorecen la propagación. “Es necesario enriquecer la diversidad biológica urbana”, concluyen los especialistas en Diseño del Paisaje
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