Fuertes vientos, lluvia, velas rotas y platos mojados: el desafío de reconocidos chef al cocinar en una regata gastronómica
Olas, amarras, velas y tomates; un reto a la hora de cocinar en un pequeño velero mientras con mucho movimiento. Esto pasó en la Regata Gastronómica Saint Felicien: un encuentro en el Río de la Plata que unió velas con aromas, sabores y también bastante de agua
Sabrina Cuculiansky
Vientos, amarras, velas y tomates; el desafío de los chef a la hora de cocinar en un pequeño velero mientras las velas viraban en la Regata Gastronómica Saint Felicien.
Todos le hicieron frente a los indomables vientos que soplaron en el Rio de la Plata el sábado pasado. Todos, marineros y cocineros. Inundados, con ingredientes perdidos; cabos rotos, resbalones y caídas. Pero a pesar de las dificultades, todos llegaron con su plato; orgullosos de su hazaña gastronómica.
Es que en esta regata tradicional de veleros, a cada barco subió a bordo un cocinero. Una carrera que no sólo contemplaría a la embarcación que primero cruzara la línea, sino que el máximo puntaje sería la suma de ambas disciplinas. Las velas más rápidas junto el mejor plato; valorado por un jurado apadrinado por Donato De Santis.
Christina Sunae a bordo. A punto de arrancar a cocinar en la mini hornalla del velero.
Fueron 28, los reconocidos cocineros locales que protagonizaron la Segunda Edición de la Regata Gastronómica Saint Felicien, junto otros tantos veleros divididos en tres categorías según el año de su construcción. Están los Vintage que nacieron antes de 1950; los Clásicos, construidos entre 1950 y 1975; y los veleros más jóvenes que son los Spirit of Tradición, posteriores a 1975.
Arnaldo Gometz, creador de la movida, asignó a cada barco un cocinero “La regata surge como un divertimento que se viene haciendo en el mes de octubre. En realidad, ya existe una regata en Venecia, pero esa es con agua, y nosotros la proponemos desde el vino”, explica el Director Comercial de Saint Felicien “La idea surgió para cercar a los cocineros y a los dueños de restaurantes, a pasar una suerte de recreo familiar en un ámbito distendido muy diferente a los fuegos en donde se manejan diariamente”.
Como dijo Gometz, durante la jornada se notó la adrenalina y las ganas de los cocineros por participar. tuvieron que hacer lo de siempre, cocinar, pero un entorno distinto y con el afán de competir y divertirse. “Más allá de que hay un jurado y un plato que sobresale al resto, en el fondo todos se sienten ganadores porque lograron enfrentar un desafío. Porque mucha gente nunca navegó; y navegar en un velero no es como hacerlo en un crucero; y mucho menos cocinar. Las condiciones son ínfimas, con cocinitas chiquitas de sólo una o dos hornallas”
Pato y Romi: a Las Chicas de la 3 les pasó de todo, pero llegaron con sus marineras fritas y la ensalada de mil tomates.
La premisa de esta edición fue que la preparación debía incluir como ingrediente obligatorio al tomate. Mientras se listaban las duplas del viento y del fuego; cada chef retiró una caja que incluía, además, un ingrediente sorpresa para sumar al plato que ya tenían planificado con el tomate. No la tuvieron muy difícil, una bolsita de almendras entraba ahora en el desafío.
Todos listos, con gorro y delantal, se acercaron al muelle del Yacht Club Argentino en Puerto Madero y subieron a los veleros correspondientes. Allí zarparon la treintena de navíos comandados por expertos capitanes y sus tripulaciones. Y los cocineros bajaron a las mini cocinas a tratar de hacer lo mejor posible.
Nadie sabía cuánto iba durar la carrera, una hora, dos o seis; eso lo decidiría Eolo, el dios de los vientos. Pero los cocineros sabían que antes de llegar debían tener su plato listo. Para eso era importante calcular los tiempos, ya que quienes pensaron producciones calientes, debían tener el plato con la temperatura adecuada y con una presentación que nos cautive a los integrantes del jurado.
Muchos de ellos, ya habían participado de la regata del 2019, pre pandemia, cuando febo asom´po por todos los costados; por eso, ni se imaginaban la que se les venía este año. Aceptaron el desafío de cocinar su mejor plato bajo la borda -muchas con poco techo- mientras que las velas seguían el rumbo del viento, pero esta vez, dirigidos hacia de las incesantes olas y tormentosas lluvias.
A pesar de girar de un lado hacia otro, al grito de "viramooos"; Marcos Meincke de La Mar, llegó a tiempo con su carpaccio de tomates rojos y verdes con láminas de txuleton selllado a la plancha.
“Es la segunda vez que me subo a una regata a vela”, relata Marcos Meincke de La Mar, “la primera experiencia fue con muy poco viento y un hermoso día, por eso mi recuerdo era completamente diferente. Lo que más me sorprendió esta vez, fue cuando escuché el grito de “Viramoooos”. En ese momento el barco giró 180 grados, porque necesitaba cambiar la trayectoria. Fue una locura, tanto física como mental” recuerda Marcos, ahora con una sonrisa, luego de la zozobra. “En el primer viraje, tenía los productos arriba de la mesa y todo fue a parar al piso; tuve que tirar a la basura todo lo que estaba abierto y repensar los ingredientes del plato” Marcos explica que con los primeros gritos de “viramos” le dio miedo de quemarse o caerse; pero luego se dio cuenta de que la cocina tiene una báscula y que después de varios giros ya se tomó con más naturalidad.
Un resbalón y al agua en el velero Pilar, donde cocinó Paula Méndez Carreras.
El velero donde cocinó el representante de La Mar, era de los más chicos, y arriba no entraba mucha gente “Me ubiqué abajo porque además no había llevado ropa de lluvia y con las olas te empapabas. El resultado: completamente mareado, todo el tiempo contra una pared y cambiando de posición entre viraje y viraje. No me olvido más de ese “viramoooos”. Finalmente lo logró y Marcos presentó un carpaccio de tomate rojo y verde con láminas de txuleton sellado a la plancha, y las almendras fueron picadas en el condimento.
Visto esto, lo que menos importaba en ese momento eran las zapatillas empapadas cada vez que el velero hacia frente a las olas. Picar o cortar verduras en movimiento ya consistía una hazaña, y ni hablar de cocinar, saltear o freír con aceite caliente.
Todo sumado al mareo de muchos en un mediodía con viento y poco sol. Hasta hubo alguien rescatado en el momento justo en que caía al agua. Los cocineros hacían lo que podían y en los momentos de remanso, aceleraron las cocciones. Mientras, los experimentados marineros brindaban arriba con Saint Felicien.
Donato ofreció bruschetas a los invitados de su barco.
“Empecé canchereando con que iba a hacer un cortometraje de la experiencia y después no pude ni sacar el celular del bolsillo”, dijo Pato de Las Chicas de la 3 cuando bajó del barco. “Cuando subí al velero pensé que la cocina iba a ser más grande. Pero tenía sólo dos hornallas y un hornito súper chiquito que nos pidieron que mejor no usáramos. Había soportes para que no se muevan las cacerolas para todos lados, y al mismo tiempo todo era como pendulante; algo que nunca me imaginé sentir. El habitáculo era súper chico y estaba en el medio de toda la operativa de ellos, el hueco por donde subían y bajaban los marineros era la cocina. De golpe apoyaban un pie en la cocina o arriba de la bacha” cuenta asombrada Pato quien con Romina, pasaron de ser protagonistas de su puesto de tortillas en el Mercado Central a liderar la cocina del pequeño velero.
Todo iba bien hasta que arrancó. “Cuando empezamos a navegar hacia el río abierto para llegar al punto de partida de la carrera, nos dijeron que el río estaba bastante picado y que se podía llegar a mover. En ese momento se rompe una pieza muy importante de la vela; y ahí todo cambio. Había que solucionar el problema y arreglar el barco. Todo se movía mucho, y nosotras estábamos quietas abajo tratando de no interferir” se acuerda Pato entre risas y angustia. Finalmente arreglaron la vela y comenzó la carrera contra reloj para alcanzar la punta. “Encima, cuando anunciaron por la radio del barco el momento de largada, hubo una confusión y salimos más tarde. Asi que le dieron velocidad y el barco navegaba todo el tiempo de costado, de una lado para el otro” Pato cuenta que se empezó a sentir mareada y apenada por cómo iban a hacer el plato; pero por suerte Romina la fue piloteando. “Empezó a entrar agua por las ventanas, se movía, había ruidos, cosas que para ellos era normal pero que nos daba un poco de miedo” Hasta que el barco logró posicionarse en un buen lugar de la carrera, bajó la velocidad y las chicas empezaron a cocinar, pero había otro problema: “Nos avisaron que quedaban sólo 8 minutos para llegar. Fue una locura porque recién ahí, empezamos cortar el ajo y perejil, los tomates, y al final lo logramos, terminamos. Pudimos freír porque la marcha ya estaba lenta, y bajamos con el plato listo. Hubiera sido muy frustrante llevar sólo la ensalada de tomates” Las Chicas del a 3, no sólo lo hicieron; sino que en el ajetreado viaje lograron freír unas marineras con ensalada de variedades de tomate y una mayonesa de tomate.
Los creativos chef se animaron a todo, como este tahine con sopa de tomate.
Esta original fusión entre la carrera de regatas y la cocina tuvo su primer edición en 2019; en donde ganaron José Luis Mastellone, del Restaurante 1988 de la localidad de Manzanares, junto a Paula Méndez Carreras, de Corazonada en San Antonio de Areco, que volvieron a competir este año.
Con conocimiento de causa y todo, para Paula esta edición “fue una experiencia superlativa. Pura adrenalina”, Corrió en el velero Pilar de la la categoría Spirit of Tradition “Yo estaba casi atada entre cuerdas, cabos adentro, pensando en el tomate y las almendras que tenia que presentar. Quería ganar de nuevo, como hace tres años cuando obtuvimos el primer premio en distintas categorías de barcos con Jose Luis Mastellone”
Paula estaba preparada para escuchar ese otro idioma, el de las amarras, cabos, eslora, mientras pensaba en brunoise, petits fours, papillote, confitado, flores y polvo de rosas. “De golpe interrumpen mis pensamientos, escucho ruidos muy fuertes sobre mi cabeza; ruidos de qué se yo, cuenta regresiva 4,3,2,1 largamos en cinco minutos, tres, yo ya no daba más. ¿Cómo iba a aguantar?; ¿y mi plato, y el tomate y las almendras?. Pero de repente enfoqué la mirada en mi amiga navegante Valeria, y la vi en paz con su marido y con nuestro capitán, un genio, que casi casi lo perdemos por un resbalón. En ese momento volvió la calma en mí; solté mis amarras mentales, respire hondo y me puse a cocinar” revela la chef de Areco.
Desafío cumplido: el grupo de cocineros brindaron por ganarle a los vientos, las lluvias y las pequeñas hornallas
Terminada la vuelta, los cocineros bajaron de los veleros ostentando sus preparaciones para ser juzgadas. Como Integrante del jurado, la evaluación consintió en puntuar la presentación, un logro que impresionó en todos los platos a pesar de las complicaciones por el movimiento. Luego valoramos la originalidad de la propuesta, obviamente el sabor, y también la temperatura. Los que presentaron entradas frías la tuvieron más fácil que quienes se animaron a cocciones en ollas, planchas o frituras. El master chef, Donato De Santis, ofició no sólo de juez tutor, sino que entrevistaba a los participantes como maestro de ceremonia.
Paula fue la primera en presentar su plato, y estaba sorprendida por la participación de grandes colegas en esta nueva edición. “Aparecieron en escena cocineros de la ostia, entre ellos Dario Gualtieri. Se acerco y me saludo! Y dije chau, gana él y así fue. Dario sorprendió a todos con su plato y su look divertido, seguro y sobresaliente, sus pelos estaban revueltos como los míos, y se llevo el primer premio. Muy merecido”
El inigualable Darío Gualtieri secundado su capitán a punto de presentar su creación. Preparó dos platos y hasta bebidas para los jueces.
A la hora de contar su experiencia, Darío sonrie y dice: “Yo esperé, esperé, esperé hasta que todo se empiece a calmar. Y cuando llegó el momento pregunté “¿el barco tiene seguro?” y ahí agarré el soplete y le di fuego al todo el plato”, ríe Darío como un niño travieso y se acerca asombrado cuando lo llaman para recibir el premio mayor.
Pero no sólo los chef debían sumar grandes puntajes con sus platos, sino que el premio estaba asociado al barco que logró los objetivos en menor tiempo.
Christina Sunae con su multicultural preparación; fue ganadora en su categoría de velero. El genial Darío Gualtieri, obtuvo la mayor cantidad de puntos como cocinero y enamoró a todos con su plato de anchoas. Darío ganó no sólo como Mejor Chef de la Regata Gastronómica, sino que compartió el premio con a los tripulantes de su velero. Juntos obtuvieron el mayor puntaje entre el plato y el puntaje de la performance náutica.
Mientras el divertido caos sucedía río arriba; en tierra, un centenar de invitados disfrutaban con música, barras de vinos, espumantes y buena comida.
El plato ganador fue el de Darío Gualtieri (anchoas) quien resultó premiado como Mejor Cocinero de la Regata Gastronómica Saint Felicien.
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