miércoles, 12 de abril de 2017

MAU MAU LUGAR ENTRAÑABLE DONDE EL PORTERO TE JUNABA EL PEDIGREE

MAU MAU EL "TEMPLO DE LA CALLE DE ARROYO"


Estaba emplazado en Arroyo 866 , barrio de la Recoleta, pleno codo elegante de la ciudad de Buenos Aires. Abrió sus puertas el 28 de abril de 1964 y cerró tres décadas más tarde, en 1994.
La boite marcó varias épocas en la noche porteña.
Los creadores fueron los hermanos Jose y Alberto Lata Liste, acompañados por un socio llamado Federico Fernández Bobadilla .
Abría de lunes a sábados, normalmente con entradas sin cargo, desde las 23:30hs hasta las 4:30hs.
No se admitían solos ni solas, excepto los más conocidos.
El local tenía un estilo que las diferenciaba claramente de la competencia: por lo pronto eliminó las mesas altas con veladores y taburetes en favor de cómodos sillones y mesas bajas, inaugurando así la “boite living” .
Musicales Nacional e Internacionales se presentaban frecuentemente:
Recuerda Lata Liste: “Gastamos 20 millones de pesos para simular el living de un millonario en el que, noche a noche, se daban refinadas fiestas. Hay que pensar que, hasta entonces, las boites argentinas sólo tenían capacidad para 120 personas, y de ahí su nombre: boite quiere decir cajita. No todos pudieron adaptarse al cambio y, cuando Mau Mau abrió con una capacidad para 400 personas, generó el mismo efecto que tendría en los '80 la irrupción de la discoteca masiva, con Studio 54”.
Lugar elegido por cierta elite, uno de los más grandes obstáculos a sortear fue uno de los porteros, Julio Fraga , más conocido como “El insobornable” .
Franquear a “Fraguita” no era cosa sencilla. Para entrar había que ser mayor de edad, ir de riguroso saco y corbata (los caballeros) o de largo (las damas).
Los baños eran impecables, había un maitre (“El Tano” Fabrizzi) que acompañaba a la gente a sus mesas y los camareros nunca entraban en confianza con los clientes.
Exequiel Lanús fue el primero en poner discos. Hugo di Domenico, sólo comparable con el Negro Cortés o Manolete, servía tragos.
El Tano Fabrizzi era un maitre inigualable y Salvador correspondía a su nombre brindando elixires hepáticos a los que no llegaban muy bien al baño.
Mau Mau fue más lejos: eliminó las mesas altas con veladores y taburetes en favor de cómodos sillones y mesas bajas, inaugurando así la “boite living”.
La decoración elegida fue de estilo africano, con pieles de cebra y cabezas de animales embalsamados en las paredes. Rara manera escenográfica de referirse al movimiento guerrillero de liberación negra en Kenia que inspiró el nombre. Desprovisto de su impronta política, en Buenos Aires se transformó en sinónimo de movimiento de caderas al ritmo de la música de Fred Bongusto que pasaban los DJs Exequiel Lanús, Horacio Martelli y “el alemán” Franz.
Alberto y José Lata Liste, aquellos dos hermanos gemelos y Federico Fernández Bobadilla fueron los auténticos reyes de la noche y se animaron a abrir "el gran templo" en una zona que se había poblado de boliches como eran Whisky a Go Go, Viva María, Bossa Nova y Africa.
En esa época, su dueño, José Lata Liste, sintetizó toda una era: "Mau Mau fue un momento de felicidad que duró treinta años", describió y luego agregó que había llegado un momento de cambios.
El cambio de década trajo consigo el comienzo de la decadencia. La boite de los 70 intentaba no perder identidad en su mutación a discotheque de los 80. Ya no estaba Fraga en la puerta para controlar la vestimenta adecuada, pero había dejado su cetro en manos de “el negro Freddy”, como lo llamaban todos (otras disco adoptarían después la idea del portero negro como símbolo; New York City, entre otras). La última gran fiesta de Mau Mau fue para el aniversario N-o 25, en 1988. Lata Liste puso en funcionamiento su máquina de relaciones públicas e invitó a todo el mundo (dicho literalmente): desde realeza europea y sus aledaños en versión revista Hola, hasta figuras del mundo del espectáculo internacional (Marisa Berenson, Philippe Junot, la princesa de Baviera, Margaux Hemingway, etc.).
La muerte de Alberto, muchos años antes; el cansancio de José, algún tiempo después, y la bomba en la embajada de Israel a media cuadra de la "boite", por último, fueron los pasos finales para que Mau Mau quedara finalmente emplazada en el universo mítico.
La bomba en la Embajada de Israel, entre sus menos importantes consecuencias, mantuvo cerrada la calle Arroyo durante seis meses. Mau Mau agonizaba y ése fue el tiro de gracia: la movida nocturna se desplazó definitivamente y los matrimonios y parejas que frecuentaban los sillones de la boite en otras épocas fueron reemplazados por “señoritas” ronroneantes y caballeros solitarios. Desde 1994, la puerta de Mau Mau está cerrada con candado y cadena, y el gris gastado de la pared que supo ser blanca se refleja en los vidrios del palier del edificio de enfrente.
La Nación escribió por ese entonces: "Cerró Mau Mau, cuesta decirlo. El templo de la calle Arroyo no volverá abrir sus puertas y el peso de la melancolía invadirá las mentes de todos lo que tuvieron la fortuna de pisarlo".
Lo que quedó de Mau Mau en 1998 fue demolido y dos edificios de once pisos sepultaron físicamente el inmueble, pero jamás podrán enterrar el recuerdo de 34 años fantásticos que marcaron a varias generaciones.-

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