sábado, 2 de septiembre de 2017

DESCONOCIDAS HISTORIAS DE LOS CASTILLOS CORDOBESES....MERECEN UNA VISITA


Para descubrir: castillos que se esconden en las sierras de Córdoba
Construcciones que sorprenden con torres y hasta cañones repartidos por la provincia; algunos, como el
castillo de Mandl, ahora funcionan como hotel
LA CUMBRE.- Domina el paisaje desde la montaña. Sigue siendo, para los lugareños,
El castillo de la SIDE o La casa del señor 5. Es uno de los pocos castillos que hay en Córdoba y, como otros, ahora funciona como hotel de La Cumbre , 90 kilómetros al norte de la capital provincial, en el valle de Punilla.
Todavía conserva la impronta de los 90 cuando Hugo Anzorreguy, entonces director de Inteligencia, lo usaba como lugar de veraneo pero también como espacio de reuniones donde se tejían (y destejían) relaciones, acuerdos políticos y negocios. Un ex colaborador conserva los registros de visita pero prefiere no dar detalles.
Admite que cada tanto, cuando se tropieza con las hojas, sonríe al ver las anotaciones. "Si les preguntaran, muchos dirían que no estuvieron nunca", ironiza.
Por la construcción de 1934 -encargada por el cirujano rosarino Bartolomé Vasallo enamorado de La Cumbre- pasaron desde el presidente Carlos Menem a sus ministros, incluyendo embajadores, gobernadores, jueces, gremialistas, empresarios y funcionarios. "Incluso fueron tres integrantes del gabinete de Fernando de la Rúa, porque Anzorreguy lo conservó hasta el 2003, cuando ya no estaba en la SIDE".
"Nada era oficial -agrega la fuente-, pero cuando Anzorreguy estaba no había un solo día sin una reunión. No todas eran con políticos, también las hacía para sus amigos de La Cumbre, para los del Golf".
En la década del 30, cuando Vasallo y su familia lo ocupaban en verano el castillo ya era tema de conversaciones entre los vecinos de la zona. En la entrada había un busto en tamaño natural de Edelmira Quintana, la esposa del médico, que ella misma adornaba con pelucas y uñas postizas.

Francisco Capdevila, historiador de La Cumbre, cuenta que, enfermo, Vasallo decidió donarlo en enero de 1943 a la Municipalidad y a la provincia. Para el cirujano era El Fuerte, porque tenía torres y un cañón que custodiaba la entrada. Las 19 habitaciones con baño privado, los espacios comunes, los muebles y las obras de arte -repartido en 10 hectáreas- fueron rechazas por el gobierno provincial, que obligó a la comuna a actuar igual.

La propiedad salió a remate en diciembre de 1943 y la compró Fritz Mandl, un austríaco vinculado con la fabricación y venta de armas. Estaba casado con la actriz Hedy Lamarr, la hija de un banquero vienés más joven que él. Ella se divorció y se fue a vivir a Nueva York con Louis Mayer, magnate del cine. Mandl sobrevivió al dolor a tal punto que tuvo cuatro esposas más.
El austríaco -desconociendo el Tratado de Versalles- vendía armas al Tercer Reich. "Hitler le quitó propiedades y lo perseguía -relata Capdevila-. Huyó a la Argentina, donde se hizo amigo de Juan Domingo Perón". Compró el castillo porque le recordaba el de Salzburgo y lo hizo reformar, quitándole el estilo medieval. Se movía entre Buenos Aires y La Cumbre hasta que murió, en Viena en 1977.
Rodeado de historias
El periodista y escritor Jorge Camarasa, que investigó sobre el nazismo en la Argentina, relata en un texto que Mandl "lucía siempre un clavel rojo en la solapa, fumaba sólo cigarros Havana y había comenzado a formar dos colecciones que lo mantendrían ocupado hasta sus últimos años: los trajes a medida, de los que según la revista Time llegaría a tener 278 en 1945, y las mujeres hermosas".

Tuvo muchos huéspedes europeos, entre ellos la diva del cine Nora Gregor; ella había tenido un amor clandestino con el príncipe Ernst Rüdiger von Starhemberg, amigo de Hitler, que en 1934 asumió como vicecanciller de Austria. El hijo de ambos, Heinrich, fue a una escuela pública de La Cumbre.

En La Cumbre, el austríaco "iba al Golf, hacía cabalgatas, pero tenía una vida muy reservada", aporta Capdevila.

Después de su muerte, sus hijos Alejandro y Gloria Odette dejaron de frecuentar el lugar que fue deteriorándose. En abril del 90 les robaron 42 obras de arte colonial de los siglos XVI, XVII y XVIII de colección. Recién en febrero de 2003, Interpol encontró en Cataluña (España) 13 pinturas en poder de una organización dedicada al tráfico de bienes culturales.


Según Anzorreguy, Alejandro Mandl -de quien era amigo- le ofreció el castillo a cambio del mantenimiento y el pago de impuestos y servicios. Nunca perteneció a la SIDE y nunca hubo un contrato de alquiler, pero al poco tiempo de que el entonces funcionario se hiciera cargo y lo ambientara sin grandes cambios, las visitas de políticos y jueces empezaron a ser frecuentes.
Dos factores jugaban a favor: La Cumbre no era un lugar de turismo masivo y su campo de golf de 18 hoyos. Junto con los políticos empezaron a aparecer reflectores y cámaras de vigilancia en el predio, donde había siempre custodios. Cada tanto -cuando una visita trascendía- periodistas de distintos medios alteraban la tranquilidad del pueblo.
Menem llegó en el 99, practicó golf con su amigo Eduardo Romero, hoy intendente por Cambiemos de Villa Allende.
Aunque el libro de visitas tenga firmas varias, una fiesta de fin de año de jueces federales se cuenta entre las que más ruidos provocaron. Margarita, la esposa de Anzorreguy, era la hermana de Eduardo Moliné O'Connor, entonces integrante de la Corte Suprema de Justicia.
En el 2006, la familia Mandl concesionó la propiedad que hoy es el hotel boutique El castillo de Mandl, administrado por Guillermo Toribio y Carola Bargalló. Aunque las caras que se ven en los noticieros no andan por las calles de la ciudad, las historias siguen circulando.


Otras grandes obras
Además de El castillo de Mandl, hay otros para descubrir entre las sierras.

En Unquillo, en las Sierras Chicas, se destaca una construcción morisca con un estilo que rompe con la arquitectura de la zona. Al
castillo Monserrat lo hizo construir en 1920 un banquero catalán que estaba radicado en Rosario y quiso una réplica de las fortificaciones de Andalucía. "San Miguel" se lee como protector en la entrada; el aljibe y la sala principal están cubiertos de azulejos belgas y a través de los vitrales se presiente el parque infinito.
Desde hace unos 15 años el castillo es propiedad de un matrimonio que vive en el lugar, donde además se hacen muestras de arte o presentaciones especiales y son el único momento donde se puede visitar.


El padre del polémico artista León Ferrari, Augusto, fue quien en 1932 levantó en
Villa Allende el castillo de San Possidonio (hoy hotel). A comienzos del siglo en Italia fue uno de los retratistas preferidos de la nobleza; sus pinturas son parte de las colecciones de Vittorio Emanuelle III y del Duque de Aosta. Llegó a la Argentina para una exposición y se quedó; construyó iglesias como la del Divino Rostro en Parque Centenario y la de San Miguel; pintó panoramas, uno de la batalla de Tucumán y otro de la de Salta. En 1922 y por cuatro años regresó a Italia.
De vuelta, siguió con iglesias en Córdoba , como la de San Francisco, la de Unquillo, la capilla de las Hermanas de la Merced y los Capuchinos. En Villa Allende -además de la iglesia- construyó una docena de casas que destacan por su estilo ecléctico.


Frente al lago San Roque -sobre la ruta 38 que une Villa Carlos Paz con Tanti- está el castillo que Jorge Furt remodeló en 1930 con una mezcla de sus preferidos; la torre principal es una copia de la del florentino palacio de Pitti; después de unos años en que fue museo hoy es una casa de familia.
Furt era escritor, trabajó años en la biblioteca del Vaticano y cuando regresó, compró el castillo y diseñó él mismo lo que quería.

G. O.

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